(Fachada del TOPIC de Tolosa)

Empezamos con este artículo ls sucesivas crónicas que iremos escribiendo sobre los espectáculos y otros eventos relevantes de los vistos en el Titirijai 2018. Tras el primer fin de semana, en el que los tolosanos e invitados internacionales pudieron ver en las calles el impactante elefante Hathi, del Centre de Titelles de Lleida, así como el hermoso espectáculo de La Canela titulado ‘La Semilla’ y protagonizado por Analía Sisamón (ver aquí), se inició la larga semana del Festival que va del lunes 26 de noviembre al domingo 2 de diciembre con el espectáculo Ubu Roi, a cargo de la compañía francesa Pupella-Noguès. En este artículo hablaremos también de ‘Jojo’, de la cía. catalana Ytuquepintas y de ‘When all was Green’, de la cía. de Israel Key Theatre.

Imagen de La Semilla, de La Canela.

Igualmente haremos referencia a la exposición temporal que se muestra en el TOPIC hasta el 28 de febrero de 2019 dedicada a los ‘Títeres animados’.

‘Ubu Roi’, de Pupella-Noguès

Siempre constituye un reto poner en escena Ubu Roi, de Alfred Jarry, uno de los clásicos del teatro vanguardista del siglo XX, por la ambivalencia del personaje entre lo grotesco y lo humorístico, entre la caricatura del loco totalitario y la exaltación vitalista de quién busca cumplir todos sus deseos.

Fotografía de Iñigo Royo.

La histórica compañía Pupella-Noguès, sin duda una de las más interesantes del actual panorama de la marioneta contemporánea en Francia, lo ha hecho con una bella e inquietante producción dirigida por Joëlle Noguès e interpretada por Giorgio Pupella y Polina Borisova. Con música de Camille Secheppet y la Orchestre processioni et paradi, su versión se centra en la relación entre Ubu, que aparece bajo forma de un puerco ávido de comérselo todo y hacerse con los poderes máximos, y sus servidores, encarnados por los dos manipuladores del personaje y de toda la obra.

Fotografía de Iñigo Royo.

Al caricaturizarlo como cerdo, Ubu aparece ya bien definido desde el principio como el dictadorzuelo que es, ávido y soez, con lo que se elimina la ambigüedad propia del personaje (aunque siempre está implícita), para trasladarla a la relación de Ubu con sus dos servidores. Y es aquí donde la versión de Pupella-Noguès alcanza sus notas de mayor resonancia al juntar la relación dictador/servidores con marioneta/manipuladores, con lo que la obra se sitúa en los terrenos que tanto gustan y que tanto han desarrollado en sus montajes los dos titiriteros de la compañía, ese ‘espace marionétistique’ teorizado por Joëlle Noguès en el que las ambigüedades están servidas y donde las figuras del sujeto y del objeto se relativizan, hasta llegar a cruzarse e intercambiarse.

Fotografía de Iñigo Royo.

En Ubu Roi, este intercambio de papeles se produce desde lo grotesco, al ver cómo la personalidad del muñeco al que se sirve contamina a los dos manipuladores, indicándonos que la proximidad subalterna con el poder tiránico se cobra sus tributos: la degradación es el precio a pagar en la convivencia consentida con la tiranía.

Fotografía de Iñigo Royo.

Magistral la interpretación de los dos actores-manipuladores, Giorgio Pupella y Polina Borisova, que centran su actuación alrededor de una mesa del banquete con el que los todopoderosos van a regodearse, mientras ellos son los criados-camareros encargados del servicio.

Fotografía de Iñigo Royo.

El ‘espacio marionetístico’ es aquí substituido por el ‘espacio de la tiranía y de la sumisión’, entre el Ubu-marioneta-cerdo-dictador y los servidores-camareros sometidos a sus dictados. Un espacio voluble que se distorsiona, se rompe y se degrada a medida que la relación avanza y se consolida.

Giorgio Pupella, Joëlle Noguès y Polina Borisova, de Pupella Noguès, durante el coloquio en el ambugú del TOPIC. Fotografía de Iñigo Royo.

Al acabar el espectáculo, hubo un coloquio en el ambigú del TOPIC con los dos intérpretes y la directora, en el que se debatió sobre el sentido del personaje y sus ambigüedades. Un personaje que este cronista compara a una especie de Polichinela del siglo XX, con todas sus exacerbaciones exaltadas al máximo y dotado de una fuerza tal que obliga a plantearse convivir con él. Un arquetipo de gran actualidad en el nuevo capitalismo hiper-individualista y desenfrenado en el que vivimos.

Coloquio en el ambigú. Fotografía de Iñigo Royo.

 ¿Acaso no nos encontramos todos inmersos en este ‘espace marionetistique’ del gran Punch mundial que es Trump, para poner un ejemplo, cebado y servido por sus manipuladores que viven de sus prebendas y se degradan, ellos y la sociedad que se deja exaltar por el personaje, hacia límites tan infames como insufribles? Cuestiones que la obra nos planteó en la ‘Copa con Pupella-Noguès’.

‘Jojo’, de Ytuquepintas

Desconocía el trabajo de esta prestigiosa compañía catalana de Mataró, nacida alrededor del trabajo del artista Borja González en el año 2012 y que se basa en el arte con arena. Es importante conocer el background de este joven artista, con una amplia formación en artes plásticas y en las circenses de equilibrios acrobáticos, lo que le da un complejo y singular perfil de ‘animal escénico’ que, desde el inicio de su compañía Ytuquepintas, se ha centrado en el dibujo y la creación visual con arena proyectada en una pantalla.

Fotografía de Iñigo Royo.

Y realmente impresiona ver la maestría de su hacer y deshacer imágenes con arena, una técnica de gran impacto en la que la gestualidad de brazos, manos y del mismo busto del ejecutante -Borja González-, genera las imágenes que vemos en una gran pantalla que hace de ciclorama del escenario. Conjugar imagen, figura y gestualidad, que vemos en las tres dimensiones de la realidad -pues el artista actúa de cara al público- y en las dos dimensiones de la pantalla, es la base principal del trabajo de la compañía. Una relación compleja y simple a la vez, fascinante en sí misma. Acompañarla de una historia no es en realidad indispensable, aunque ayuda a mantener la atención especialmente de un público familiar o escolar, como se dio el caso en la función en el Teatro Leidor de Tolosa, lleno hasta los topes de niños.

Fotografía de Iñigo Royo.

En ‘Jojo’, Borja González, acompañado en el teclado por Roc Sala y con la animación actoral del titiritero Alberto Munilla (más el acompañamiento artístico que tuvo en su día a cargo de Enrique Lanz y Yanisbel Martínez, según reza el programa), nos cuenta la vida de un orangután, esa especie de primates considerados por algunos como una de las aristocracias del Planeta, más humanos que los mismos humanos, que se hallan en peligro de extinción. Y para ello, la compañía se sirve de un muñeco en tres dimensiones manipulado por Alberto Munilla y el mismo Borja González, que realmente se acerca mucho a la gestualidad propia de los también llamados pongos. En seguida el manipulador Borja deja el muñeco en manos de su compañero para centrarse él en la mesa de dibujo con arena, sobre la que empieza a crear los escenarios y los diferentes personajes que salen en ella.

Fotografía de Iñigo Royo.

Magníficas las caracterizaciones del joven orangután Jojo, las imágenes de la selva, mientras se nos muestra como los espacios naturales de estos seres libres se van degradando para convertirse en zonas urbanas donde impera el derribo y la construcción.

Hay un profundo mensaje ecologista que clama contra la desaparición de esta especie animal, y de tantas otras que día a día nuestra civilización depredadora elimina. Un mensaje que se suma a este clamor general por la conservación de la naturaleza y de nuestros colegas en el Reino Animal. Eliminar a las demás especies, ¿no es poner en peligro a la nuestra, suprimiendo los diferentes eslabones que sustentan nuestra existencia? Obviedades que sin embargo en lo colectivo somos incapaces de asumir.


Imágenes del espectáculo ‘Sueños de Arena’, de Ytuquepintas.

Sin duda la respuesta pasa por una gestualidad explícita al respecto, que junto a la denuncia o a la llamada, se afirme como acto creativo. Es en esta línea donde se sitúa el trabajo de Borja González y su equipo, en el ansia de afirmar una gestualidad creadora que exalte con imágenes poderosas nuestra imaginación consciente. Una labor de impacto y y de enorme relevancia.

‘When all was green’, de Key Theatre

‘When all was green’ es el título de la obra presentada por esta prestigiosa compañía de Israel, instalada en la ciudad de Tel Aviv. Un trabajo de títere sobre mesa de una gran delicadeza, muy premiada en numerosos festivales del mundo entero, que nos habla de la relación entre un árbol lleno de vida y una niña que crece a su lado hasta convertirse en mujer y anciana.

Fotografía de Iñigo Royo.

El tiempo actúa sobre la niña, como exigen las leyes de la biología, pero también sobre el árbol. Un árbol que simboliza la naturaleza entera, un arquetipo de vitalidad vegetal, cuya evolución está más sujeta a los condicionamientos humanos que a los biológicos.

Fotografía de Iñigo Royo.

En efecto, el avance de la urbanización rodea al árbol mientras va corroyendo su ecosistema. La sonoridad urbana e industrial se impone.

Fotografía de Iñigo Royo.

El desenlace, trágico, nos muestra una visión crítica y pesimista de nuestra civilización, muy en consonancia con el mensaje de la obra antes reseñada. Una temática que cada vez centra más la atención de los artistas, como es posible constatar.

Fotografía de Iñigo Royo.

Un teatro del detalle, del matiz, que busca la comunicación íntima con el público, y que pide cercanía para crear un ambiente de complicidad, esencial para que el mensaje de la obra cuaje y se inserte en la percepción del público.

Fotografía de Iñigo Royo.

Trabajo sin palabras, sustentado en la imagen y en una manipulación de gestualidad minuciosa, tal es el lenguaje de Key Theatre. El público escolar que llenaba la sala del TOPIC de Tolosa aplaudió a los dos artistas con ganas.

‘Títeres animados’, exposición temporal

Muy interesante y rica en imágenes me ha parecido la exposición organizada por el TOPIC, comisionada por Coke Riobóo y Lourdes Villagómez. Con obras de Fernando Cortizo (Galicia), Samuel Ortí ‘Sam’ (Valencia), Anna Solanas y Marc Riba (Barcelona), Coke Riobóo (Madrid), Isabel Herguera (Donostia), César Díaz Meléndez (Madrid), Virginia Curiá (Cádiz) y Tomás Conde (Vigo), Irene Iborra (Alicante) y Eduard Puertas (Ripoll), Pablo Llorens (Valencia), Pascual Pérez (Castellón), Lula Gómez (Buenos Aires) y Jordi Piulachs (Barcelona), Valle Comba (Málaga), Cristina Vilches (Zatagoza), Lourdes Villagómez Oviedo (Nuevo Laredo, México).

Muñecos de Coke Riobóo. El Viaje de Said.

La exposición nos muestra la riqueza del cine de animación con muñecos que existe hoy en España, un arte que se diferencia de los títeres de escenario  en el uso del tiempo. Mientras en los escenarios, la vida del títere depende de la manipulación en directo, de una gestualidad visible o invisible que se desarrolla en directo, en el cine de animación con muñecos el Tiempo es el gran manipulador que interviene.

Tiempo por doble partida: el lago proceso de creación de las secuencias imagen por imagen, y el mecanismo fílmico de los fotogramas que juntan las instantáneas de cada posición del muñeco en lo que se llama el Stop Motion.

Muñeco de Cristina Vilches.

Los hilos del Tiempo mueven las imágenes que vemos en la pantalla, en una doble conciencia temporal: la propia del cine de los 24 fotogramas por segundo, y la propia de saber que las figuras que vemos  son muñecos que se van modelando o configurando según avanza la historia.

Interesante ver diseccionados los instantes de las películas en cuadros quietos de los muñecos en exposición. Son como fotografías en tres dimensiones de la realidad que subyace a las dos dimensiones de la pantalla.

Muñeco de Fernando Cortizo.

Este tipo de títere animado es una puerta abierta a la imaginación libre. En él no hay nada imposible, como bien nos demuestran todos estos artistas con sus obras. Al revés, lo propio es que nos representen los mundos de lo oculto, de lo invisible, de los sueños y las pesadillas, o de las ensoñaciones más hermosas o disparatadas.

Muñecos de Feernando Cortizo.

Mostrarlo en un lugar como el TOPIC, dedicado a las marionetas, es un estímulo a la creatividad de la imaginación representada con titeres y muñecos, sean del tipo que sean. Si es en los escenarios, el directo debe resolver los problemas de mostrar lo imposible sin salirse de la temporalidad del presente activo. Si es en el cine de animación, es la paciencia del tiempo dilatado de la transformación secuencia por secuencia, instante por instante, la que debe batallar para conseguir la vida de una percepción en presente. En ambos casos, muñecos en manos de unos artistas que se rompen los cuernos para conseguir unas imágenes y encarnar sus sueños.

Un lujo para los tolosanos y un regalo para los que asistimos al Titirijai.