En el taller de Mágico Herrera
Una modalidad de teatro miniatura realizado por un único titiritero para un único espectador, conocido como Teatro Lambe-Lambe, hace furor en las tierras iberoamericanas. El nombre nació en Brasil en el año 1989 de la mano de Denise do Santos e Ismine Lima, creadoras de la compañía Teatro de Animación Lambe-Lambe, en la ciudad de Bahía, con una propuesta de ‘espectáculos de pequeños muñecos y objetos que, acompañados por un relato y/o música en audio, dentro de una caja escénica, representan, en no más de 5 minutos, secretas situaciones teatrales que son observadas por sólo uno o dos espectadores cada vez’.
Me lo explica con pasión en los ojos Mágico Herrera, titiritero peruano de Pisco instalado últimamente en Barcelona, con esa admiración que se reserva cuando se habla de los maestros. En efecto, Herrera (cuyo nombre Mágico no es el artístico sino el real, una predestinación que sin duda condicionó su vocación de artista creador de mundos inventados) descubrió el Lambe-Lambe en el año 2014 en Colombia, cuando optó por esta forma de teatro ante la necesidad de salir a la calle con sus títeres. Desde entonces no ha cesado en su empeño de crear ilusiones ‘cara a cara’ u ‘ojo a ojo’, en un tú a tú teatral que parece colmar los deseos del público actual de salir de los estándares del espectáculo y de encontrar una intimidad que respete su subjetividad privada.
‘Lo que cambia es la atención’, me comenta Mágico Herrera en su piso taller en el Barrio del Poble Sec de Barcelona, ‘este directo del tú a tú exige una concentración privada y personal, lo que hace que cada espectador se cree su propia historia a partir de lo que ve. Y para propiciarlo todavía más, mis espectáculos buscan ser muy sintéticos y visualmente abiertos, sin condicionar lecturas unívocas’.
Puedo constatar que lo que dice Herrera es verdad. Tuve la ocasión de ver su obra Pachamamá y dejarme así maravillar por la visión de unas escenas miniatura vistas desde una mirilla para un sólo ojo de su caja mágica. Lo que pasa es muy poco pero suficiente. Lo básico, y que considero un muy buen hallazgo, es esta idea de cómo conseguir que una situación de pelea de dos seres o personajes representados por dos ojos se resuelva: con la incorporación de un tercer ojo, el del espectador, introducido en la escena con un discreto cambio de luz. Del dos se pasa al tres, un tercer ojo (que representa tanto la auto-observación como la autoconciencia) que observa y rompe la polaridad irreductible del par enfrentado. Esta simple, pero trascendental idea, recogida por las tradiciones herméticas y que hoy reflota como una de las bases del futuro -el paso de la polaridad del dos al triángulo del tres-, se explica en apenas unos minutos. Que lo capte el espectador dependerá de su grado de agudeza o de sus ganas de querer saber algo en esta vida. Herrera, al menos, lo ha intentado.
En el taller de Mágico Herrera se encontraba también Ola Muchin, titiritera de Polonia atraída por el ambiente de abertura e inquietud marionetista que se respira en Barcelona. Tras realizar el curso impartido por el lambetista peruano en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal, estaba terminando su propuesta particular, con una maqueta de cartón de lo que acabará siendo su propia caja teatral. Como que las funciones duran sólo unos minutos y le interesaba ensayar, pude también ver una representación de la obra, representada con voz y sonidos en directo. Una gozada que me mostró otro tipo de posibilidades en el uso de las cajas secretas teatrales.
Un tipo de teatro, el dirigido a un único y privilegiado espectador, que ya se hizo en estos lares con anterioridad. Recuerdo las cajas escénicas creadas por la compañía italiana Assondelli e Stecchetone, pioneros del teatro de objetos, que en los años 80 recorrieron los festivales de Europa e inspiraron a tantas otras iniciativas de este género. O las formas aún más antiguas del inicio del cine o de los artefactos de ilusiones ópticas provistos de mirilla que tanto proliferaron en el siglo XIX, y que hoy pueden verse en los museos de los juguetes o del cine (ver el de Figueras aquí y el de Girona aquí). Pero quizás el hecho de haber encontrado un nombre y una matriz de partida (la de la caja del fotógrafo), insistiendo en el tú a tú de un único titiritero actuando para un único espectador, sea la razón que hoy el Lambe-Lambe haya despertado el interés y la imaginación de tantos artistas de los títeres.
Interesante ver la proliferación de festivales que se realizan dedicados al Lambe-Lambe: como el de Valparaíso en Chile, a cargo de la Fundación Oani (ver aquí), al que asistió Herrera en 2016, o el de la Guaira-Caracas de Venezuela (ver aquí), y muchos otros que seguro existen en Brasil y otros lugares de América.
Por de pronto, el Lame-Lambe acaba de aterrizar en Barcelona. En el último festival de Alicante, el Mágico Herrera estuvo durante toda la semana actuando con su caja mágica en la plazoleta de la antigua Fábrica de Tabacos donde se hacían las representaciones. Sus funciones despertaron una enorme curiosidad, con colas siempre esperando el turno de ver la representación. Un fenómeno en expansión que tan sólo acaba de empezar..