(Tatán, Andrés y Miguel en ‘La Casa do Avó’, 2015)

Aproximarnos a Tanxarina, la histórica compañía de teatro de títeres gallega con más de 35 años de experiencia, es conocer los arcanos de lo que ha sido el despertar titiritero de los últimos 40 años en el noroeste de la Península. Y digo Península, porque el radio de acción de Tanxarina, ubicados en la localidad de Redondela, a 13 km de Vigo y a 30 de la Raya de Portugal, es de los que gusta ignorar fronteras y límites entre culturas. No por nada, la lengua gallega se llama también galaicoportugués.

En efecto, formada por Miguel Borines Fernández, Eduardo Alberto Rodríguez Cunha más conocido como Tatán, y Andrés Giráldez Río, Tanxarina es una compañía de títeres formada en el año 1983, tras los periplos iniciales de Miguel y Tatán por Poitiers (Francia) y Barcelona, respectivamente, donde acapararon buena parte del combustible de su despegue artístico, tras regresar a su Galicia natal. Andrés, más joven, se incorpora al proyecto en el año 1995.

Imagen de ‘Mariquiña ten un gato’, de 1985.

Dice su página web a modo de presentación de la compañía: “Combinamos la manipulación de muñecos con trabajo actoral, música y animaciones diversas. Contamos historias con «retranca» para público infantil y familiar. Para hacer reír y para hacer pensar. ¡¡Siempre jugando, siempre divirtiendo!!”

Una definición certera para situar una línea de constancia creativa que sin embargo no ha dudado en enriquecerse por el camino con logradas indagaciones en otros géneros y disciplinas, especialmente en el teatro, el cine y la televisión. Tanto Miguel como Tatán, y más tarde Andrés, no han cesado de participar como actores en importantes series, películas y producciones de teatro. Sus caras son hoy rostros conocidos por la sociedad gallega, tras encarnar papeles de profundo impacto mediático. Una labor en paralelo que lejos de apartarlos de los títeres, al revés, les ha permitido mantenerse por la recta senda del titeritismo, la cual, como es bien conocido, de recta no tiene nada. Es decir, han podido sobrevivir con la alegría de las sorpresas, el fomento de la curiosidad, los oportunos pluses pecuniarios, y las bienvenidas bocanadas de aire fresco que siempre se respiran cuando se practica el dulce cruce de las disciplinas.

Retranca’, término usado en su autodefinición, que suele aplicarse al humor gallego y que significa: ‘intención oculta o disimulada con que se dice o hace algo’. Palabra bonita y sinuosa, cargada, como no, de segundas intenciones, es decir, de distancia y desdoblamiento, y que sirve tanto para la ironía, la parodia y el cachondeo, como para la crítica indirecta e inteligente. Marca una estética y un estilo, de esencias titiriteras, y requiere para su buen uso el dominio de los lenguajes expresivos. Creo que Tanxarina la ha sabido utilizar a la perfección, gracias a sus buenas dotes actorales y a una inquebrantable fidelidad al buen humor y al buen vivir. Lo pude comprobar en la última obra que vi representada por ellos, Titiricircus (ver aquí), que curiosamente es una de las primeras de su repertorio, con marionetas de hilo.

Miguel y Tatán en una imagen reciente de la obra Titiricircus.

Miguel y Tatán bordaron una actuación en la que pude apreciar cómo la experiencia de los años les ha permitido asentarse como actores, en los que el uso de la ‘retranca’, incorporada ya como una segunda piel en sus labores teatrales, encaja de maravilla con las marionetas que manipulan. Doble distanciamiento en este caso: el sandunguero-jocoso de la ‘retranca’, y el propio que da el hilo.

Miguel y Tatán en Titiricircus, año 1988.

En esta carrera prolija, azarosa, divertida y dilatada, Tanxarina ha catado todas las mieles del hibridismo titiritero, gracias a su condición de buenos actores todo terreno y a la curiosidad innata que los mueve desde jóvenes, abiertos a los viajes y a los cruces de cultura. Pero una de estas diciplinas ha mantenido una cierta centralidad, aunque sea a título simbólico y fundacional: el hilo. En efecto, la palanca que los disparó al contorno de los títeres fue el ingreso de Tatán, en los primeros años de los 80, en el taller de marionetas de Harry V.Tozer, entonces situado en el Institut del Teatre de Barcelona.

Dice el mismo Tatán, refiriéndose a esta estancia fundacional:

Orígenes.

Tatán —En el año 1980, tomé la decisión de marchar a Barcelona, me animó a ello mi amiga Marga Maderal, que entonces ejercía allí de maestra, mientras construía una marioneta en el taller de Tozer. También estaba Elías González Araújo, otro profesor gallego, con ellos pude instalarme en Barcelona compartiendo piso, mientras acudía a las clases de Tozer. Estuve casi 2 años con Tozer, no acabé el segundo curso, estaba entonces en el paro y necesitaba sobrevivir. Mi intención era regresar y hacer una vida titiritera, conocí en el taller a Esther Cabacés, y se vino conmigo a Redondela. Juntos fundamos Tanxarina, en 1983.

Esther Cabacés, Tatán y Marga Maderal. Año 1983.
Elías González Araújo, con una marioneta. año 1982.

Miguel se integró de inmediato. Necesitábamos un actor, mientras nosotros manipulábamos las marionetas, y él ya disponía de una experiencia. El primer espectáculo se llamaba Rosalin no Pais do Sol. A partir de ahí continuamos juntos, Miguel, Esther y yo. Marga y González, que también regresaron a Galicia, decidieron optar por seguir siendo profesores.

Esther Cabacés en ‘Mariquiña ten un gato’, de 1985.

TR —En aquellos tiempos primigenios, cuando el movimiento titiritero en España empezó a tomar nuevos rumbos, diferentes al tradicional retablo de títeres, los jóvenes que empezaban lo hacían con el espíritu de quien se lanza a la aventura, para la que era indispensable tener ganas, descaro y el empuje necesario.

Marga Maderal. Año 1983.

Tatán —Nosotros, ya de entrada quisimos profesionalizarnos y tirar palante. Éramos tres amiguitos que se dedicaban a hacer espectáculos, y a partir de aquí se fueron integrando otras personas: Pablo Giráldez, Quino Vilas y finalmente Andrés.

Imagen de ‘Mariquiña ten un gato’, de 1985.

Miguel —Yo había hecho teatro aficionado, a finales de los 70, y con Tatán éramos amigos del pueblo. Ya antes de que se fuera él a Barcelona y yo a Francia, hicimos un espectáculo de actores en el que nosotros hacíamos de títeres. Y en esa primera experiencia, ya estaba yo de contador de la historia fuera, como actor. Cuando regresé de Francia, Tatán había llegado de Barcelona, estaban construyendo un dragón para una obra de calle, necesitaban una estructura de alambre para la cabeza, y yo, que había hecho bisutería para buscarme la vida, controlaba el tema de los metales. Entonces me picó bastante el bichito, y en el próximo espectáculo de Tanxarina, ya entré a saco. Teníamos un local alquilado en Vigo, entré y me olvidé de todo, de la filología y de las clases de español. Nos instalamos en Redondela. Aunque yo nací en Vigo, a los 3 años ya vine aquí, soy choqueiro, de la vila do choco, como se llama a Redondela. Choqueiro en gallego significa también festivo, simpático, divertido, bromista… Una palabra que lleva implícito el concepto de la juglaría.

Miguel y Tatán, en ‘Pum Kataplof Chas’. 1986

TR —Les pregunto cómo era en aquellos tiempos el ambiente en Galicia.

Miguel —Nosotros pertenecemos, aquí en Galicia, a lo que sería una segunda generación titiritera, con poca separación de la primera. Esta es la de Kukas (compañía Monicreques de Kukas, fundada por Marcelino de Santiago más conocido como Kukas e Isabel Rey Pousada) y Fabanaola. A continuación, vendríamos nosotros, con Viravolta, Cachirulo…

Esther Cabacés en plena actuación, obra ‘Pum Kataplof Chas’. 1986

Tatán —Entonces el ambiente era muy diferente del actual. Piensa que todo estaba por hacer. Nosotros trabajábamos por el sur de Galicia. Pero nuestro ideal era viajar. Fuimos a Cataluña, al festival La Mostra de Terrassa. Empezamos a movernos en circunstancias bastante difíciles. Teníamos una furgoneta Ebro en la que pasábamos mucho frío, al final, ya en sus últimos estertores, cuando viajábamos con ella teníamos que cubrirnos la cara con un pañuelo, para no respirar los humos del motor que en esta furgoneta estaba dentro. Pero nosotros, a pesar de las condiciones de trabajo, que eran a menudo complicadas, siempre dijimos sí a las propuestas que recibíamos. A veces pasabas frío, llovía, te mojabas, gastabas más de lo que ganábamos, pero nos gustaba mucho.

Reunión de titiriteros tras la función de Tanxarina en la Mostra de Terrassa (Barcelona), año 1985. En primer plano, Tatán de espaldas y Jordi Pujol, de la cia. Marduix.

Miguel —En el 84-85, todos en Galicia sentimos en un momento dado la necesidad de encontrarnos, de reivindicar nuestra profesión desde un punto de vista colectivo. Así nació la primera asociación titiritera gallega. El sindicato del espectáculo nos dejaba un local. Nos reunimos Cachirulo, Kukas, Trécola, Viravolta, Spaguetti, Danthea, Falcatrua y alguno más. Estábamos todos tan despistados que dijimos: nadie puede cobrar menos de 10.000 pesetas, en un intento de buscar una identidad económica, pues éramos asociaciones o sociedades civiles, que no servían para casi nada y menos para pedir subvenciones. A partir de ahí nació el 1er festival de títeres gallegos en Mondoñedo, más que nada una especie de pasacalles vistoso. Vino algún programador local y la cosa empezó a animarse.  También la programación “Os domingos de Furabolos” capitaneados por Fernanda Cabrera de la Compañia Trécola.

Imagen de ‘Tutti Frutti’, 1987.

Tatán —Continuaron los Encontros dos Titiriteros Galegos Nosotros organizamos una edición en Vigo, y funcionó muy bien. Pero pasados unos años, los desencuentros fueron muy fuertes, ya se sabe, cuando se mezclan las asociaciones y los colectivos, nunca están claras las líneas que separan la economía de la profesión, líos en la organización, en la programación. Se paró la asociación, y se pararon los encuentros. Esther dejó la compañía en 1986.

Imagen de ‘Tutti Frutti’, 1987.

TR —Andrés, ¿cómo te integraste en la compañía?

Andrés —Yo, de toda la vida tuve relación con el grupo, conocía bien a Tatán, porque las familias estaban muy unidas, y tuve una relación muy estrecha con Tanxarina, ensayaban en la casa de mis padres, y cuando era pequeño, me juntaba con ellos, empecé siendo público y he acabado siendo un actor más de la compañía. Entré en el año 95. Estudiaba viticultura y enología. Mi hermano Pablo, que es diseñador gráfico, trabajaba con Tanxarina, les hacía las escenografías y las labores gráficas, pero él tenía ya otros proyectos, lo de actuar no era lo suyo. Cuando él se fue, entré yo.

Esther Cabacés y Tatán, en ‘Pum Kataplof Chas’. 1986

Miguel: —Pablo es el diseñador de la imagen de los festivales de títeres de Redondela, carteles siempre muy potentes. Lo curioso es que Pablo dejara Tanxarina cuando empezamos a viajar a América, y nada más entrar Andrés, ya nos fuimos a El Salvador. Esto fue, nada más entrar, coser y cantar.

Tatán, Quino Vilas, José Amaya de El Salvador, Andrés y Miguel. Año 2005.

TR —¿Cómo fue vuestra entrada en el mundo de los actores?

Miguel —Siempre en nuestros espectáculos hemos estado muy presentes como actores. Nos gusta que haya ese peso actoral. Y esto nos ha abierto puertas para trabajar con otras compañías de teatro, y de ahí a la televisión.

Tatán y Miguel en ‘Ah, ah, ah, estamos monstruos de risa’, 1998.

Tatán —Ya en 1998, estrenamos Ah,ah,ah, estamos monstros de risa, con actores y marionetas de hilo, en Redondela. En aquellos días estaban grabando La lengua de las mariposas, con José Luís Cuerda de director, participé como actor y quedamos muy contentos.

Tatán con el equipo de ‘La lengua de las mariposas’ (1999).

Era la primera vez que veía este mundillo. A partir de ahí se fue abriendo todo: con Tanxarina fundamos Produccions Teatrais do Sur, en el año 95 con varias compañías, Teatro do Morcego y Teatro de Ningures, era una época en la que el IGAEM (Instituto Galego das Artes Escénicas e Musicais, hoy AGADIC, Axencia Galega das Industrias Culturais), buscaba que las compañías se unieran, para salir de la tendencia al minifundismo que tenemos en Galicia. Fue un momento especial. Realizamos varios espectáculos de actores, un Macbeth…, y Tanxarina produjo uno de ellos en este contexto.

Miguel —Galicia siempre tuvo más compañías de las que podía tener. Ahora con la Escuela de Teatro, van saliendo aún más. Es un mal endémico, el gusto por el minifundismo, compañías pequeñitas, entonces en esta época, la Xunta pretendía reorganizar y favorecía que los elencos. se agruparan en estructuras más grandes.

Marioneta de ‘Ah, ah, ah, estamos monstruos de risa’, 1998.

Tatán —Eso nos permitió explorar nuestra parte actoral. Acabamos en el Centro Dramático Galego, los tres, con dirección de Eduardo Alonso… Fue como una explosión de actividad, íbamos combinando los títeres con las actuaciones actorales, nos favoreció para no cerrarnos y abrir las mentes y la vista.

Andrés Giráldez en la serie de la televisión gallega ‘A lei de Santos’, 2020.

Miguel —Durante mucho tiempo, el audiovisual fue para nosotros un regalo. Teníamos claro que nuestro espacio de trabajo era Tanxarina, pero cada vez que nos llamaban para una peli o una serie, era un regalo, aprendíamos mucho, y mientras tanto, podíamos mantener nuestra estructura.

Miguel Borines en el papel de Telmo Canosa, el jefe del clan de los Canosa, personaje de la serie Método Criminal, que se emite en TVG (2021).

Tatán —Ahora es al contrario, las funciones han caído, es difícil mantener Tanxarina como estructura, pero Miguel y yo estamos de nuevo en el Centro Dramático  Galego, Andrés también está en una serie de TV, y eso nos salva. Ha crecido al alimón la experiencia teatral y titiritera. Este espectáculo que estamos preparando, ya lo teníamos que haber estrenado antes, pero ya ves, aún estamos con los ensayos. Bueno, así vamos sobreviviendo.

TR —¿Cuántos montajes habéis hecho?

Tatán —Llevamos ya 18 espectáculos, siempre muy variados. Lo nuestro no es el virtuosismo en las técnicas de manipulación, sino que pasamos por todos los géneros, sombras, mesa, guante, hilo…

‘Coca a volta da besta’, foto Gayo. 1990

TR —¿Cuál ha sido vuestra relación con Portugal y los viajes?

Miguel —Piensa que Redondela está a apenas 30 km de la frontera. Tenemos la inmensa suerte de que nos gustara ir a Portugal. Cuando vamos y les contestamos en gallego, se crea una conexión inmediata. Hicimos amistad con una compañía histórica de Porto, Art’Imagen, ellos hacen un festival llamado Facer a Festa, nos invitaron y conectamos muy bien. Fíjate que con ellos nos fuimos de gira por Europa, éramos ocho personas en una furgoneta, dormíamos en campings, parkings de autopista, fue un viaje iniciático, llevábamos con nosotros las marionetas.

Tatán- Ellos hacían Variações sobre a Lua, con textos de Lorca, nosotros hacíamos la parte más técnica de manipulación con sombras, muy poético, actuamos por Austria, Alemania, Bélgica, y llegamos hasta Berlín Este, pasando por todas aquellas fronteras, por los pasadizos lúgubres…

Títeres de ‘Narigudos’, 2004.

Miguel —Fue un viaje genial, y esta conexión con los portugueses creció, pues también hemos trabajado con la compañía de Lisboa Os Papaleguas, nuestra relación con Portugal es muy intensa.

Tatán —También conectamos muy bien con João Paulo Cardoso, de Porto, con quien mantuvimos una estrecha relación. En Évora acudimos varias veces a la Bienal con los compañeros de Os Bonecos de Santo Aleixo.

El momento actual.

TR —¿Cómo veis el momento actual del sector, en general y en concreto en Galicia?

Tatán —A nivel del estado, lo que vemos es que hay muchos festivales bastante consolidados. Es cierto que, en los últimos meses, todo el mundo está manteniendo lo que puede y como puede. Hemos ido a festivales, en el último año, que quieren seguir funcionando, que se resisten a cerrar, como el de Sevilla, sabíamos que el rendimiento artístico no sería el óptimo, hacer mil kilómetros y actuar para 45 personas, no parece muy lógico, pero comprendes que es necesario mantener las programaciones. Yo diría que en los últimos tiempos ha crecido el número de festivales, así como el interés por programar teatro infantil, algo que me parece muy interesante.

Imagen de ‘As bombas e o xeneral’, 2016.

Miguel —La situación de pandemia lo está desvirtuando todo. Nunca fue fácil dedicarse al teatro, y menos al de títeres, tienes que estar picando piedra toda la vida, no hay seguridad alguna, pero si es cierto que nunca ha habido tantas compañías y festivales de títeres como ahora. Las propuestas hoy son multidisciplinares, con mezcla de técnicas, danza, cine, experimentos plásticos, todo tipo de propuestas, que antes solo veías en algunos festivales, como el de Barcelona, cuando descubrías cosas nuevas, cosas muy raras y conceptuales, pero que abrían caminos. Esto se ve ahora por todas partes, en todas las autonomías, se rompen moldes, se investiga, aportando hibridaciones muy chulas. El momento artístico de los títeres, está mejor que nunca. Además, los títeres están contaminando otras disciplinas. Es un momento muy bueno. Pero el mercado está más difícil porque somos muchos a competir.

Imagen de ‘As bombas e o xeneral’, 2016.

TR —¿Consideráis que hay el suficiente relevo generacional, nueva gente joven?

Tatán —El relevo no lo veo muy claro. Hay algunos casos, algunas nuevas compañías, pero muy concreto y pocas.

Miguel —Y no son gente joven.

Tatán —Está muy relacionado con la formación. Nosotros subsistimos dando cursos, pero no son cursos que crean nueva afición, son de transmisión, de subsistencia, pero no fortalecen ni propician la aparición de nuevas compañías.

Imagen de ‘Contaloucos’, 1998.

Miguel —Pero junto a la hibridación, considero que tiene que mantenerse lo tradicional bien hecho. Darse cuenta de que… ¡es esto! ¡Es esto! Lo directo con que se llega al público en las obras del teatro popular de siempre. Esto es fundamental. El futuro es la hibridación, pero cuidado, hay que trabajar también la tradición. Un buen ejemplo es lo que ha hecho últimamente Gaspare Nasuto con sus videos…

TR —Y el futuro, ¿cómo lo veis?

Miguel —¿Futuro…? ¡Pandemia! Realmente no sabemos lo grave de lo que está pasando. El mes pasado, las últimas funciones del Centro Dramático no se pudieron hacer. Un teatro de 200 personas abierto solo para 60. Es muy difícil plantearse el futuro. Quiero ser optimista, hacer un espectáculo nuevo, etc., pero ahora es muy difícil ver cómo irá evolucionando.

Tatán —El otro día vi que alguien hacía un espectáculo con 6 manipuladores, hay que tener cojones, la ilusión está, las ganas. Es curioso, en los últimos meses empieza a haber una cierta colaboración entre compañías, algo localizado en Santiago, con Larraitz, Borja, que están trabajando juntos, se unen a Kukas y trabajan juntos, me llama la atención esta confluencia. Como Celtia Figueiras, una titiritera que se mueve muy bien.

Los circuitos.

TR —Hablemos de los circuitos.

Tatán —Ahora está todo muy parado. Los circuitos que funcionan en Galicia: el de las salas de teatro, la red de teatros y auditorios que es el mayor circuito, los circuitos de las diputaciones, y poco más.

Miguel —Cada año en Galicia se monta alrededor del camino de Santiago una programación, Cultura no Camiño, en ella entran ayuntamientos más pequeños, pero lo principal son los dos circuitos: A y B. Lo que pasa es que aquí somos muchas compañías, esto hace complicado participar.

‘A casa do avó’, 2015.

Tatán —Las compañías de títeres no producimos cada año, sino cada dos o tres años. El teatro de actor si suele producir una obra por año. Esto hace que entres en las redes, sí, pero si ya estuviste una vez en un sitio, ya no vuelves allí. Se agota el campo. Te apuntas en un semestre, pillas cuatro o cinco lugares, y sanseacabó.

‘A casa do avó’, 2015.

Miguel —Con nuestro último espectáculo, A Galiña Azul, hemos actuado en Redondela, que es nuestra plaza, muchas veces, y eso que Redondela es pequeño. En Vigo, una gran ciudad, te programan una vez, y ya está. Y con la reducción de pandemia, resulta que actúas para 40 o 50 personas, y se acabó. Esto es absurdo. No existe la posibilidad del boca a boca, que un espectáculo se mantenga en cartel, eso no existe… Vas un día y ya no vuelves más a este lugar como no sea con otro espectáculo. Como mucho, estás un sábado y un domingo. No hay teatros donde poder hacer temporada.

Miguel —Nosotros somos bastante manirrotos en los temas de la distribución. Nos contratan porque nos conocen, pero no porque seamos unos linces en distribuir. A veces se nos pasan los festivales, las ferias… Cuando hemos ido a alguna feria, nos ha ido muy bien, en el Fetén, en Albacete…. Con el espectáculo A casa do avó , que planteaba el tema de la vivienda, nos dijeron que hacíamos política. Vino la directora de programación infantil de Abanca, le encantó el espectáculo, pero cuando se enteró la jefa, alegó que criticábamos al banco, y todo se anuló.

A casa do avó from RedondelaTV on Vimeo.

Los festivales.

TR —Vosotros que habéis creado el de Redondela, ¿cómo valoráis los festivales?

Miguel —Sí, en el año 2000 creamos el Festival de Redondela. Para mí, los festivales son básicamente un lugar de encuentro. Para los que tenemos ya una experiencia dilatada, siempre da mucho gusto ir a lugares como Segovia. El de Redondela es como un hijo pequeño del Titirimundi. Lo que importa es que sea una celebración, una fiesta, que haya encuentro y dando siempre mucha calidad. Nosotros tuvimos la suerte de ser amigos de Julio Michel, lo que nos permitió compartir espectáculos. Cuando las compañías que habían pasado por Redondela regresaban a Segovia y explicaban como habían sido tratados aquí y el ambiente que se respiraba, entonces, la entente entre los dos festivales fue absoluta. 

Tatán —La verdad es que siempre es una alegría ir a un festival, por el encuentro, por los pequeños masters que uno se hace, ves 8 o 9 espectáculos, que siempre te abren caminos, luego lo borras, pero queda el poso. Y a la hora de crear, tienes más recursos. Los festivales han sido una escuela, estimulan la creatividad y nos dan el empuje necesario para seguir, confiar.

Miguel —Y contrastar tu trabajo con profesionales. Es diferente de actuar para niños. El público de colegas es exigente, tienes que enfrentarte con los compañeros, con los amigos que te serán sinceros en su opinión Yo creo que nunca serán bastantes, los festivales. Cuántos más haya, mejor, más contraste y más aprendizaje.

La Formación.

TR —¿Cómo veis el tema de la Formación?

Tatán —La formación tiene que estar cerca. Lo que hice yo de tener que ir a Barcelona, debería poder evitarse, a pesar de lo bueno que fue. Creo que es muy necesario que cada comunidad tenga la posibilidad de aprender, que sea próximo. Aquí en Vigo está la ESAD, todo eso está muy bien, pero le falta la parte titiritera, alguna vez hemos dado una charla, una conferencia allí, pero eso no crea profesión. Habría que hacer una reflexión muy seria sobre este asunto y ver cómo se podría crear una escuela. Nuestra generación ya está mayor. Si no hay canales para dejar el poso de lo que sabemos a los que nos siguen, se perderá todo. Igual hay que hacer un esfuerzo entre todos para obligarnos a eso, al menos que haya un departamento de títeres en la ESAD. Como ocurría en el Institut del Teatre. No sé si sigue igual…

Miguel, Tatán y Andrés en ‘Trogloditas’, 2010.

Miguel —A nivel de formación, estamos como cuando empezamos: está Barcelona, hay festivales, cursos puntuales, pero una formación reglada, no existe. Lo propio sería beber de muchas fuentes, hacer asignaturas comunes con los actores, y luego hacer una formación reglada centrada en los títeres, lo visual y los objetos.

Tatán en ‘Trogloditas’, 2010.

Tatán —Aquí hemos empezado a hablar antes de los museos que de la formación. El mundo al revés. Lo tenemos mal.

Miguel —Veo lejana la posibilidad. No hay inquietudes, no lo vemos fácil de entrada que esto vaya a suceder. Estamos como hace 30 años.

Miguel en ‘Trogloditas’, 2010.

Tatán —Sin duda esta sería la mecha para que las próximas generaciones entraran con más ganas. En el teatro de actor se está consiguiendo gracias a la Escuela. Se crean nuevas compañías o pasan como contratados a formar parte del elenco de compañias ya consolidadas. Podría haber una escuela superior. Barcelona podría serlo. Pero no lo es. Claro que una escuela superior como la de Charleville debería ser el corolario después de pasar por una formación reglada. Antes de plantearla, deberíamos resolver lo de que la enseñanza de los títeres fuera común en las escuelas de teatro. Lo mismo pasa con los festivales. Ahora hacen de faro, iluminan y ves de todo en ellos, pero los festivales deberían culminar una programación regular, no substituirla, debería ser el fin de fiesta de un ciclo largo y regular de espectáculos, que está creando público y afición. Todo está al revés…

Andrés, en ‘Trogloditas’, 2010.

Miguel —Respecto a las ferias, reconozco que son importantes, pero nosotros somos más una compañía que podríamos llamar familiar. Por carácter, nos cuesta el mundo de las ferias, es una cuestión personal, no nos adaptamos fácilmente al ambiente de supermercado, de lugar para la venta. La última vez que fuimos a Lleida, vimos a los amigos, pero pasamos mucho del tema de la promoción y las ventas. Lo vivimos de este modo. Como pueblerinos que van al mercado de la ciudad. Sé que hay que hacerlo, que es indispensable, pero nos pesa demasiado nuestro lado romántico, es una cuestión personal.

Tatán —En las ferias, aquí en Galicia, a veces lo ideal es que esta gente que va a representar a tu comunidad, quizá debería esforzarse para que se nos viera más. Pero si no estás allí, sin unas personas con una voluntad muy grande, es muy difícil, muchas veces es más para justificar el sueldo de unos funcionarios.

Los Museos.

TR —¿Qué opinión tenéis sobre los museos?

Tatán —Un museo tiene que ser algo vivo, no puede ser solo tener cuatro cosas colgadas. Creo que eso no sirve. No es un escaparate. Tolosa es un ejemplo de lo que debería ser un museo: tiene sala para las representaciones, exposiciones temporales, centro de documentación, taller, biblioteca, un apartamento para que los artistas puedan estar un tiempo, es un buen ejemplo de lo que deberían ser los museos. Aquí tenemos el caso del Museo Galego de Lalín. Viravolta no consiguió un acuerdo con el ayuntamiento y decidieron apartarse. Y de repente, el ayuntamiento pone 70.000 euros a disposición para que continúe como museo. Nos enteramos todos, y nos quedamos de pasta de boniato. Se gastaron los 70.000 euros sin ningún contenido. Nos reunimos algunos con ellos allí, y hemos visto que los del ayuntamiento tienen ganas, pero están muy desorientados. Ahora está Iñaki de Fantoches Baj que se preocupa del tema, hablamos con él, quiere hacer una exposición de los años 80, dinamizar el museo, hacer funciones, eso ya me parece mejor. Desde luego, un museo debería ser un lugar de dinamización además de exposición. Si eso sucede, me parece muy bien. Pues, ¿qué debemos hacer con nuestro material? ¿Tenerlo siempre encerrado en los baúles? Parece que lo de Lalín ya está en marcha y que debe empezar a moverse hacia el verano. En Santiago, por otra parte, Kukas está trabajando su Casa de los Monicreques.

Miguel —El museo de Kukas se abrirá con material diverso, pero básicamente con el acopio de los 40 años de la compañía. Piensa que él es pintor, fotógrafo y escenógrafo, además de titiritero, tiene mucho material, y tiene mucha lógica que tenga un museo para él, pues dispone de un material muy chulo, él solo puede llenar un espacio. Es un museo del trabajo de esta compañía.  Y lo bueno es que, como concepto, los dos museos, el de Lalín y el de Kukas, no se pisan.

Organizaciones.

TR —¿Qué opináis sobre las organizaciones? Unima…

Tatán —Nosotros somos bastante desorganizados. Cuando creamos la Unima, no acabamos de verle un futuro muy claro, reuniones y reuniones sin que nunca llegaran las alegrías, siempre era darse golpes de cabeza. Lo dejamos y pasamos de estar en las asociaciones. Sí que estamos en Escena Galega, una asociación profesional. Pero está dedicada al teatro. A nivel de titiriteros, los que más se han interesado en la Unima son Cachirulo y las compañías del área de Santiago. Sí que vino para lo del Museo de Lalín, la Unima estuvo representada en esta reunión. Es importante que haya una entidad de la categoría de la Unima.

Miguel, Andrés y Tatán en ‘Sombreiros en chapeu’, 2007.

Miguel —Es verdad que es necesaria una asociación que luche por el sector, como lo que antes comentábamos de conseguir una formación reglada en las escuelas de teatro. Con Escena Galega tratamos solo temas económicos y profesionales, la Unima debería tratar más los aspectos artísticos, propios del sector. Aquí su función sí es importante.

La crisis del Coronavirus.

TR —¿Cómo habéis vivido la pandemia? ¿Cómo consideráis que vamos a salir de la crisis actual?

Tatán —En nuestro caso, cuando empezó la crisis en marzo de 2020, por suerte se nos encendió una luz, y nos dijimos, cuidado, esto será muy grave, vamos a solicitar todas las ayudas que se presenten. Veníamos de una época de mucho trabajo con La gallina azul, y las arcas estaban saneadas. Pero pedimos todas las ayudas, nos dimos de baja, vivimos de un sueldo mínimo, dejamos de pagar los autónomos, hay que decir que la ministra de trabajo actuó bastante rápido, y conseguimos salvar económicamente la empresa, hasta el día de hoy. También solicitamos ayudas al Inaem, y ya en estos últimos meses, desde septiembre hasta ahora, estamos viviendo de este tipo de ayudas. Lo que veo más complicado es el futuro. En el 2021 vendrá la resaca del 2020, y todos la vamos a pagar. Nuestra primera función no será hasta el mes de julio, en Lisboa, y estamos en enero, imagínate. Estos ahorrillos no durarán siempre. O empieza a haber trabajo, o tendremos que volver a pedir ayudas. Por suerte Miguel y yo estamos ahora en el Centro Dramático Galego, nos vamos defendiendo a nivel personal, pero ya sabemos que con nuestra profesión nunca nos haremos ricos.

Miguel —Hemos resistido, lo que es la empresa. Con las primeras funciones, tuvimos que darnos de alta de nuevo, pero esas pocas entradas no justifican el funcionamiento de la empresa. Tenemos la esperanza de que la cosa se vaya a normalizar. Lo único es que ahora van a abrir los teatros a un 30 por ciento de su aforo, y eso, ¿quién lo aguanta? Nadie.

Imagen de ‘La Gallina Azul’, 2017.

Tatán —Creo que costará que la gente vuelva al teatro, será un goteo lento. La gente tiene miedo, ayer llamé a mis cuñados en Madrid para avisarles de que había un buen espectáculo para ver, intenté animarlos, y son gente acostumbrada a ir al teatro, pero no fueron, no quieren arriesgar. Será difícil.

Miguel —Tenemos la suerte que estamos haciendo un espectáculo nuevo, ‘La cazola de Lola’ es su título, nos mantenemos pues en movimiento. Aquí constatamos lo importante que es, no solo en lo profesional sino también en lo psicológico, disponer de una estructura que te permite seguir, continuar con la creación.

(Entrevista realizada en el marco del Estudio sobre el Sector del Teatro de Títeres, Visual y de Objetos, coordinado por UNIMA Federación España. Publicada en Titeredata.eu)