Se acabó el 2021, por lo visto, ya no daba más de sí. ¡Pues que sea bienvenido el 2022! ¿Acaso no debemos ser optimistas, ni que sea por obligación? Iba a decir ‘por profesión’, exagerado sin duda, pero no tanto, si tenemos en cuenta que para subir en un escenario necesitas de unas energías que tienen más que ver con el optimismo que con el pesimismo. Me refiero a la actitud vital, pues uno puede ser un optimista redomado hablando sobre el fin del mundo: lo hará con un entusiasmo tal que sin duda nos lo vamos a creer.
Siempre se ha dicho que las personas inteligentes son pesimistas porque las verdades del mundo no dan para otra cosa, y que los optimistas son los que se dejan llevar por unas ilusiones que por regla general son infundadas. Pero bueno, señores, ¡si lo que mueve el mundo es la ilusión! Y la necesidad, claro… Pero sin ilusiones, ¿quién haría nada? Luego ya vendrán los que saben pensar y corrigen los despropósitos de los que se han lanzado tan alegres al vacío. Entonces, las ilusiones con fundamento se convertirán en necesidades.
Me parece que, si miramos las biografías de las personas de teatro, pocas veces veremos cálculo en sus inicios, y sí mucha ‘inspiración’ y ‘ganas de todo’. Luego, el tiempo corrige las cosas y se pasa del todo a las partes y a lo particular de cada uno. Se ajustan las ambiciones, se clasifican las ilusiones, se refinan los enfoques, se logra un oficio o no tienes más remedio que hacerte empresario teatral.
Pero volvamos a lo del año. ¿Cómo no ser optimistas después del 2021? Tampoco ha sido tan malo, desde luego; lo podíamos llamar, siendo educados, un ‘año de transición’. Pero creo que ya nos merecemos algo distinto. Quizás el 2022 será peor, ¿quién lo sabe?, pero eso no quita que lo deseemos mejor.
Lo agarremos por donde lo agarremos, no hay manera de salir del optimismo: sin él, ¿acaso escribiría estas palabras? ¿Y quién alzaría la copa de cava o de champaña para celebrar el inicio de un nuevo año?
Un año nuevo llega siempre cargado de esperanzas, ilusiones y energías positivas. Lo bueno es que no es igual para todos, sino que a cada uno le llega a su medida. Por eso es mejor no generalizar y dejar que cada cual se las apañe a su aire y cómo pueda. Como dijimos en años anteriores, el año llega con una maleta llena de cosas, de regalitos de todo calibre. La ceremonia de abrir esa cajita de las sorpresas es personal y es recomendable hacerlo durante los primeros días del año, cuando todavía brilla parte de este optimismo. Más tarde, uno se olvida del año, de la cajita e incluso del optimismo. Lo importante es que la maleta no llegue solo cargada de uvas, sino que contenga algo más, eso que realmente deseamos en lo más profundo de nuestro ser. El truco no es si está o no está en la maleta, sino si somos capaces de encontrarlo. ¡Buena vista, pues, y ojo avizor!
En 2022, Titeresante cumple 10 años
Una noticia alegre o, en todo caso, interesante. 10 años de empeños y de tirar del carro de un proyecto que, como ocurre con todo lo que se mueve en este mundo, está hecho de ilusiones, etapas, carencias, principios y finales. En este caso, nuestra intención es convertir el 2022 en un año de cambio. Fin de una etapa e inicio de otra. No vamos a detallar en este artículo celebratorio los detalles de la mudanza, sino tan solo anunciar que habrá nuevas incorporaciones y un proceso de renovación que será lento y consensuado con nuestros socios y amigos.
Tendremos tiempo para mirar y analizar lo que la maletita del 2022 nos ha traído en relación a este cambio. Tiempo al tiempo, y toquemos madera. ¡Al toro, y suerte para todos!
¡Feliz Año Nuevo 2022!