Nos referimos a un libro, el que se acaba de publicar en Lisboa con textos del dramaturgo y director de escena Claudio Hochman, ilustraciones de Beatriz Bagulho y diseño gráfico de Carlota Blanc. Un libro curioso, enigmático y juguetón, que por sus características se acerca más al libro-poema, al libro objeto-visual-literario, al libro-caja-de-sorpresas, o al libro-juguete, que a lo que comúnmente llamamos libro a secas.

Y si nos ha llamado la atención no solo es por la autoría de alguien íntimamente relacionado con el mundo de las artes escénicas y titiriteras, como es Claudio Hochman, sino porque su temática nuclear, que configura la totalidad del objeto-libro, es la idea del doble, encarnada por los gemelos, o también, dicho en otras palabras, por el concepto de simetría especular. Algo que tiene que ver con los títeres, que no dejan de ser formas especulares nacidas de nuestro propio reflejo.

Expresar y dar forma a la dualidad, a la simetría especular de lo doble, tal parece haber sido el objetivo de los autores de Gemelos. Ignoro si es fruto de alguna experiencia vital o familiar, fruto de una profunda reflexión titiritera, o capricho formal de unos artistas interesados en el fenómeno visual de lo simétrico. Poco importa el origen sino el acabado del producto que tienes entre manos, y percibes, sorprendido e intrigado, que te hallas ante un enigma que te interpela, un rompecabezas que dice mucho sin decir nada, o viceversa, que no dice nada aun diciendo mucho.

De entrada, el libro no tiene portada y contraportada, sino que ambas son intercambiables:  puedes empezar a leerlo o a hojearlo por un lado, pero si le das la vuelta, también funciona por el otro lado. Hay simetría en los inicios y los finales. O los finales, si es que los hay, se concentran en uno, en las dos páginas centrales, allí donde la lectura iniciada por un lado se encuentra con lo que corresponde el acabamiento de la lectura del otro lado. Aunque en realidad ambos finales no son tales, pues la lectura continúa por encima de las páginas de ambos lados, de modo de se aplica aquí el principio del movimiento infinito o del uróboro, la serpiente que se muerde la cola y que en la Grecia antigua simbolizaba el movimiento circular o el eterno retorno. El mismo dibujo de la portada, las dos mujeres atadas por una especie de cordón umbilical que giran, una alrededor de la otra, reproduce en cierto modo el signo del infinito.

El signo del infinito.

Hay pues simetría formal y simbólica, pero también visual, de ahí que en Gemelos sean tan importantes los textos como la realización gráfica que los encaja, o como las ilustraciones que nutren de imágenes el juego de la simetría especular. Los textos son intercambiables, no siguen ningún orden al menos aparente, y solo se relacionan con las imágenes, que cumplen con su función de ilustrarlos. Aunque la mayoría de las veces, los textos se bastan por si mismos, solo acompañados por la intervención gráfica: simetría de colores, dualidades tipográficas, inversión del sentido de lectura, que te obliga a girar el libro y leerlo del revés.

“Uróboro o uroboro. En la iconografía alquímica, el color verde se asocia con el principio, mientras que el rojo simboliza la consumación del objetivo del opus magnum (la gran obra)”, imagen y texto extraídos de la Wikpedia,

Esta insistencia en la dualidad, la simetría, la circularidad y el uróboro, da a Gemelos un carácter simbólico de libro alquímico: una insistencia en provocar la emergencia de algo nuevo. ¿Qué puede ser esto nuevo? Los textos quizá den pistas, siempre referidos a situaciones digamos ‘gemélicas’, es decir, protagonizadas por historias y historietas de gemelos en muchas situaciones diferentes, grotescas unas, disparatadas o poéticas otras, llevadas al absurdo muchas de ellas. Pero lo que más destaca de la insistencia de los textos, es la misma idea nuclear del libro: la dualidad simétrica de los gemelos. Un repertorio de dualidades, de mirarse en el espejo del gemelo. Si este fuera el único libro que sobreviviera a una hecatombe planetaria, su descubridor podría pensar que el mundo desaparecido era un mundo poblado exclusivamente por parejas de gemelos, de seres que nacer a pares, de dos en dos. Aunque a veces surja el tres de los trillizos…

Por lo tanto, los elementos puestos en cocción en la retorta alquímica de Gemelos, son: dualidad, simetría, signos del infinito o del movimiento circular, el juego dual de las oposiciones, la imagen reflejada en el espejo… Quizá la pregunta que plantea el enigma alquímico de Gemelos sea: ¿cómo salir de la dualidad? ¿La vida es un eterno retorno de lo mismo, un nunca acabar que se reinicia siempre? ¿Estamos condenados a que nuestra identidad sea siempre el reflejo del otro que tenemos enfrente? Pues el ouróboro de la simetría especular puesta en movimiento que es Gemelos no deja de ser un bucle encerrado en si mismo, del que el mismo libro es la metáfora perfecta. ¿Es posible salir de este bucle? ¿Acaso hay voluntad de hacerlo? ¿Es una opción o estamos condenados a la encerrona de la dualidad especular? ¿Hay suficiente ‘temperatura alquímica’ para precipitar la emergencia de lo nuevo, del 3 que escaparía a la dualidad? ¿O la gracia es quedarse para siempre en el dos que da vueltas sobre sí mismo?

Tales serían algunas de las preguntas que el libro nos provoca. Entretanto, Gemelos también es muy recomendable para gozar de una lectura relajada y divertida, en la que, junto a los conceptos de simetría y dualidad, se suma el importante elemento del Juego: leer jugando o jugar leyendo, tal sería el otro sano uróboro que se nos propone. Un regalo a los sentidos y a la pulsión juguetona de un libro hecho para jugar.

Sin duda, esta pluralidad de enfoques hacen de la lectura de Gemelos una muy interesante andanza, entre solaz y divertida, de conocimientos simbólicos por descifrar.