(Toni Rumbau con Malic. Foto Sara Serrano)
El Titiritero, el Doble y la Sombra, obra que se ha podido ver la semana pasada en el teatrillo La Quàntica de Barcelona, es una pieza de Toni Rumbau que nos invita a la reflexión sobre el oficio del titiritero como creador. Escribir sobre el maestro Toni Rumbau, editor de esta revista, me conmueve, me entusiasma y al mismo tiempo, me sitúa en un lugar privilegiado y de responsabilidad. Me contrasta por supuesto, con ese síndrome del impostor que me acompaña desde hace mucho tiempo porque he tenido la suerte de experimentar en diversos campos, y algunas veces siento que no pertenezco a ninguno. En todo caso, si puedo tildarme de algo, será de persona curiosa. Digo todo esto, y me resulta a la vez curioso, la palabra “impostor” y ya dejemos de lado la inseguridad del síndrome, quedémonos solamente con ese efecto de simular, de embaucar, tan propio del polichinela y el hecho de ser titiritero, dos aspectos muy presentes en la obra de Toni.
El Títere Primordial entre sus dioses creadores. Foto Iñigo Royo
Disfrutando de esta propuesta, comprendí el poder que tiene cargar “al otro” de nuestras palabras, ese hecho de trasladar la responsabilidad al objeto convertido en sujeto nos libera de una carga moral que nos oprime. Por ello, el títere de guante, en todas sus versiones funciona para todos los públicos y en tantas culturas, porque siendo un bastardo no tiene por qué someterse a las normas sociales que nos limitan emocionalmente, nos contienen y nos hacen, en algunos casos, tan infelices.
Toni Rumbau con su doble. Foto Iñigo Royo
La descarga del público, esa catarsis tan necesaria, ocurre con certeza en los espectáculos de títeres de guante. La risa nos libera del abuso al inocente, de la autoridad, del amor y sus engaños, e incluso de la muerte. El títere de guante nació para dar voz a nuestra sumisión.
El espectáculo de Toni Rumbau, indaga en diferentes conceptos: la identidad del creador, la cosmogonía del títere, la búsqueda del hecho estético como necesidad tácita en algunas personas. El relato de la obra, nos lleva por la historia profesional de Toni y la compañía de títeres Malic, combinando humor y reflexiones filosóficas que tal vez podemos comprender mucho más quienes conocemos el oficio desde dentro y también los textos literarios de Rumbau. Sin embargo, los títeres, esos personajes que lo acompañan en su discurso, lo contrastan y conectan a esos otros espectadores que desde su rol más ingenuo pueden reírse de las “locuras” del actor-titiritero que no cesa de reflexionar sobre su rol en escena.
La ciudad de los humanos. Foto Iñigo Royo
¿Cómo somos capaces de intentar crear vida? ¿Cómo osamos buscar símbolos para comprender nuestra identidad como creadores? ¿Cómo es que el hecho artístico nos libera y esclaviza a la vez?
La obra El Titiritero, el Doble y la Sombra tal vez no pretende que nos llevemos todas estas preguntas a casa, sin embargo, en mi opinión, es un punto de partida para seguir indagando en ese rol de impostor que encarnamos cada vez que construimos un personaje, ya sea desde el proceso de escritura, de construcción o de interpretación. Y es aquí, donde aparece el Ego, ese ente que se dobla en el titiritero para decir lo innombrable y que se atreve incluso a desafiar a la muerte.
Esta obra, además, es de alguna manera, la puesta en escena de uno de libros de Toni: El Titiritero, el Huevo, Barcelona y la Extravagancia, una “no novela” que tuve la oportunidad de corregir, como otros libros de Toni, y que me permitió entrar en su universo creativo y navegar en sus reflexiones, reírme de esa extravagancia del creador que pierde el tiempo en la contemplación de lo inútil, como si el mundo dependiera de ese estado de trance.
Portada y contraportada de la novela ‘El Titiritero, el Huevo, Barcelona y la Extravagancia’
Ver la obra de Toni, me ha resultado profundamente conmovedor; aunque pertenezco a otra generación de titiriteras, me gusta revivir esa época que imagino bohemia, de una Barcelona que descubre su poder de lugar vanguardista en Europa. Imagino al Teatre Malic, como centro de un cuerpo con ganas de crecer y ser visto por otros.
Saludos en La Quàntica: Eudald Ferré y Toni Rumbau. Foto Fabienne de Vilder
Me alegra mucho que Toni Rumbau vuelva a los escenarios, con un equipo de lujo como son los también titiriteros Eudald Ferré (dirección y partner en el escenario) y Pepus Serrat (técnica), y que lo haga reuniendo en escena todos sus caminos: el de titiritero, de escritor, de pensador. Mi colaboración con esta revista me ha permitido conocer mejor a Toni; desde el 2017 vengo permitiéndome este trabajo de divulgación, espacios de reflexión sobre el oficio de titiritero, la producción estética que eso conlleva, la recepción que tienen en el público sobre nuestro trabajo. Estoy muy agradecida por todo el aprendizaje que he acopiado durante estos años, y no quiero despedirme de este artículo sin agradecer públicamente a Toni Rumbau por el hecho de crear este archivo online que recoge la mirada sobre tantas propuestas.