(Michel con Michi. Fotografía de Jesús M. Atienza)

Hemos visto este pasado sábado 9 de marzo de 2024 en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal, en Barcelona, una representación de la obra El Mejor Ventrílocuo del Mundo a cargo de Miguel Ángel Fdez. Pérez, de la compañía Teatro de Marionetas El Antídoto, de Zaragoza. Con fotografías de Jesús Martínez Atienza.

Un lugar perfecto, el Taller de Marionetas, para este espectáculo de tono ‘vintage’, por el entorno que ofrece el Taller tan lleno de muñecos colgados en las paredes, marionetas, títeres, figuras de todo tipo y calibre, decorados y objetos que recrean el mundo en el que vivió el gran titiritero de Albacete, Pepe Otal. Un verdadero gabinete de curiosidades no solo titiriteras (allí hay de todo), que sigue maravillando, todavía hoy, a cuántos se acercan por sus laberínticos encuadres.

En efecto, El Mejor Ventrílocuo del Mundo nos ofrece un viaje por dos de las grandes figuras de la ventriloquía que hubo en España durante la primera mitad del siglo XX, personajes tan importantes como el valenciano Francisco Sanz Baldoví (Anna 1971-Valencia 1939), reconocido guitarrista, cantante y sobre todo ventrílocuo, y el salmantino Wenceslao Moreno Centeno (Peñaranda de Bracamonte 1896-Nueva York 1999), más conocido como Señor Wences, quien fue tío del también ventrílocuo José Luís Moreno.

Lo hace Miguel Ángel Fernández presentándose él también como el ventrílocuo Michel, quien aparece junto a su doble, el muñeco Michi, que habla con acento argentino, y al que lleva de una ciudad a otra, metido siempre en una maleta.

Uno de los personajes del Señor Wences. Fotografía de Jesús M. Atienza

Ya de entrada, con su número de ventriloquía -Michi es realmente un muñeco clásico de los que dan miedo-, Michel nos demuestra poseer un dominio asombroso de la técnica patrón de los ventrílocuos, esa que exige que la segunda voz proyectada por el titiritero salga sin que veamos sus labios moverse. Y eso que estábamos en un teatrillo de los de ‘primera fila’ o de ‘proximidad’, como es el del Taller.

Sucesivamente, Michel se va transformando en dos de los maestros que fueron considerados Los Mejores Ventrílocuos del Mundo: primero en Francisco Sanz, que aparece con su inconfundible bigote y sombrero, acompañado de uno de sus personajes favoritos: Juanito.

Luego Michel se transforma en el Señor Wences, ese gran ventrílocuo que hizo parte de su carrera en los Estados Unidos mostrando una extrema agilidad en las voces. Michel reproduce una de sus escenas más conocidas, con sus correspondientes personajes. Se trata de un ejercicio de gran virtuosismo vocal que el de Zaragoza resuelve con mucha maestría y una técnica impecable.

Y no nos olvidemos del mago Fetiche, otra de las transformaciones que nos ofreció Michel desde su pequeño camerino-maleta, donde el ventrílocuo de Zaragoza se metamorfosea en sus diferentes personajes, mientras en un lado del escenario, el músico Pietro acompaña los momentos principales con su viejo piano vertical.

Fetiche ofreció varios números de apariciones, desapariciones y transformaciones varias, sin que faltaran los sombreros de copa con sus obligados conejos, ni los juegos de bolas que se multiplican misteriosamente en las manos del mago.

La cabeza parlante del señor Pedro en su caja. Fotografía de Jesús M. Atienza

La última parte del espectáculo es con marionetas, siendo la Muerte, este personaje clásico de los titiriteros, especialmente de los de hilo, la figura central del show. En efecto, la Pálida aparece en un formato musical de show, con distintas caras y aspectos, sin que falte el número de la muerte dislocada.

Un modo de rematar la faena muy apropiado en un lugar como el Taller de Pepe Otal, quien fue tan amigo del personaje de la Muerte, que salía en prácticamente todos sus espectáculos.

Los saludos: técnico, ventrílocuo y músico se despiden. Fotografía de Jesús M. Atienza

Y se despidió el ventrílocuo Michel de nuevo con su muñeco Michi, demostrando al público del Taller el extraordinario dominio técnico que tiene de los secretos de la ventriloquía, que lleva estudiando y practicando con ahínco desde hace años.

Por suerte para los interesados, asistió a la sesión el fotógrafo de los títeres y fiel amigo de los de Pepe Otal, Jesús M. Atienza, quien inmortalizó algunos de los momentos más aplaudidos de Michel o Miguel Ángel, con sus atractivos e inquietantes muñecos de ventriloquía.