(El banco con dos de sus personajes. Foto compañía)

El pasado 16 de marzo de 2024 disfrutamos de un bello y minimalista espectáculo en el Centro del Títere de Alcorcón, bajo el marco de Teatralia como todo este mes de marzo. Buen ambiente y otro llenazo que viene a confirmar que la Sala Polichinela del Centro ya ha calado en la zona y tiene su público fiel, abierto a diferentes propuestas y deseoso siempre de pasarlo bien.

La escena inicial. Foto compañía

Teater Refleksion son una compañía danesa que lleva treinta años dedicada al teatro de títeres tanto para niños como para adultos. Su sello de la casa, al menos en la actualidad, son los espectáculos como el del sábado: títeres de manipulación directa sobre mesa, y sin texto. No les hace falta más. Tuvo algo muy bonito el ver cómo las dos titiriteras, Rebekah Caputo y Neasa Ni Chuanaigh, al comienzo, solo necesitaron para arrancar de una expresión en inglés (Are you ready?) y una palabra en castellano. ¡Disfrutad!

Y allá que fuimos. El banco nos cuenta la historia de una señora un poco gruñona que no quiere que nada altere la rutina en “su” banco del parque. Incluso mejor si nadie se acerca. Pero claro, tanto un simpático abuelete con su periódico como un chaval skater tienen que pasar por allí… Y tampoco faltará un amigo perruno para completar el cuadro y poner en marcha la acción escénica.

Joven y perro compartiendo banco. Foto compañía

La manipulación fue de gran precisión. Todo estaba ensayado al centímetro (una mesa es lo que tiene, que solo es una mesa) y funcionaba como un pequeño reloj. Los momentos de manipulación a tres o cuatro manos, los cambios de títeres entre manipuladoras… todo estaba hilvanado a la perfección. Las horas de ensayo, experiencia y rodaje quedaban muy patentes.

Los tres protagonistas posando juntos. Foto Centro del Títere

El respetable entró fácilmente en el código silente y poético de la propuesta. Pequeños y mayores nos movimos entre la sonrisa colgante y la maravilla con los vuelos de las aves, las cabriolas del skater y los momentos de humor. Hablando de esto último, tal vez cierta “seriedad” sea la única crítica que se pueda lanzar al espectáculo. Es algo personal, pero se le podría añadir a la receta algo más de sal o pimienta… La historia cuenta lo que cuenta, transmite su fondo/valores, conecta con el público a la perfección… pero como que falta algo de chicha. ¿Tal vez algo de interacción con el respetable? ¿Momentos de jolgorio? ¿Espacio para imaginar otras veredas?

En cualquier caso, la función fluyó perfectamente, tuvo un tiempo muy atinado para ese tipo de espectáculo y todos salimos felices y contentos. Una vez los títeres habían desplegado su buen hacedor sortilegio.

Listos para viajar. Foto Centro del Títere