Para cerrar la crónica de los espectáculos de esta edición de la Fira de Titelles de Lleida unas palabras sobre: Coulrofobia (PickledImage), A2manos (El Cruce) y Vida (Javier Aranda)
COULROFOBIA, DE PICKLED IMAGE
Coulrofobia es un espectáculo para todos aquellos que siempre tuvieron miedo o fobia a los payasos, pero también a verse ridiculizados/atrapados en una situación que no les agrada y de la que además no hay forma sencilla de escapar. Dos payasos atrapados en un mundo de cartón siguiendo ordenes de una voz en off y obligados a seguir las páginas de un guión y las convenciones de un espacio escénico. Se podría decir que una posible metáfora de lo que puede llegar a ser el día a día si no estamos atentos.
Curiosamente vi nacer este espectáculo en una pequeña ciudad muy al norte, dentro de la línea del Círculo Polar Ártico (Stamsund, Noruega). Verlo de nuevo, cuatro años después, ha sido una muy grata sorpresa. Pickled Image es una compañía afincada en Bristol que, tal como ellos se definen, construye, actúa, dirige y educa. Una compañía especializada en títeres, teatro visual y performances, con mucho entrenamiento y muchas producciones, talleres y eventos artísticos a sus espaldas.
A través de un gran trabajo actoral y una macro-escenografía de cartón, Coulrofobia consigue implicar al público en un espectáculo que utiliza el humor más agudo y crítico para abrir las entrañas de esa oscuridad intuida detrás de la ficticia felicidad de la sonrisa del payaso. Continuas intervenciones con el público, la aparición del icono del payaso de pesadilla, que parece representar la voz en off, dos actores que no desean continuar con la labor de payaso y la perfecta treta para encontrar a dos victimas entre el público que ocupen su lugar, son los elementos utilizados para hacer pasar al público un buen rato de humor crítico y pánico escénico ante la posibilidad de ser la próxima víctima sobre el escenario. Well done Pickled Image! Espero volver a tropezar pronto con el espectáculo.
A2MANOS, DE EL CRUCE
A2manos, de El Cruce, hizo doblete en la Fira de Titelles de Lleida, pudimos ver el formato más reducido en una carpa entre los espectáculos de calle, después de haber asistido a la versión con música en directo en el Café Teatro del Escorxador.
Cada una de ellas tuvo su ventaja. Escuchar la banda en directo que sonó en el Café del Escorxador fue una maravilla, pero verlo de nuevo en una carpa más reducida permitió apreciar más los detalles y las sutilezas de un espectáculo sencillo y lleno de abstracción geométrica.
Con un pequeño maletín donde cabía todo el paisaje que recorría su protagonista, tizas y las 7 piezas que componen un tangram* iban componiendo una figura y los distintos espacios que recorría. El actor se convertía en una proyección de esa misma figura y, a modo de cuentacuentos sin palabras, ilustraba o reafirmaba los movimientos del personaje dibujado sobre la pequeña superficie del maletín. La música iba acompañando toda la travesía.
Un sencillo juego visual que dejaba espacio para que cada espectador inventara su propia historia.
*TANGRAM es un ancestral puzle chino de siete piezas con las que se componen múltiples y simbólicas figuras.
VIDA, DE JAVIER ARANDA
Vida es un espectáculo que puede verse repetidas veces y cada vez emociona más.
Impregnado de honestidad y construido a partir de las cosas sencillas que importan, es una pieza que conmueve y divierte. Con Vida, Javier Aranda, ha conseguido poner en pie una criatura longeva y saludable que, en mi opinión, ganará adeptos por donde pase. Un espectáculo de los que reconcilian con la profesión y con las cosas sencillas de la vida. Supongo que este carácter de apelar a lo más cotidiano y común de una forma nada pretenciosa es una de las razones que hace que el público lo reciba de forma entregada desde el inicio, pero otro elemento fundamental para que así sea, es la actitud generosa y cercana de Javier Aranda en el escenario, que nos hace cómplices de cada paso desde el momento del inicio.
Como punto de partida, el recuerdo de la canasta en la que la madre guardaba los enseres de coser y que, ante la mirada de un niño, recogía todas las posibilidades del mundo, todas las historias aún no contadas. Y esto hace Javier Aranda, recupera su recuerdo de niño, jugando a poner en pie las posibilidades infinitas. En esta ocasión juega con la experiencia de un gran manipulador y las vivencias del adulto que ya conoce algunas de las historias.
De esta manera, una escenografía mínima y unos elementos técnicos básicos operados por el mismo actor, deja todo el peso sobre la impecable manipulación, la dramaturgia y el trabajo actoral de Aranda, para contarnos la historia de cualquiera de nosotros, una historia familiar con el trasfondo más o menos dramático que anida en la vida de cualquiera. Así, cada vez que la ves, una parte de tu memoria se pone a caminar.