(Encuentro en el Museo Internazionale delle Marionette Antonio Pasqualino de Palermo. De izquierda a derecha: Bruno Leone, Riccardo Pazzaglia, Teresa Cortesi, Alfonso Cipolla, Eliseo Bruno Niemen, Rosario Perricone, Daniele Cortesi, Toni Rumbau, Gigio Brunello y Paolo Paparotto. Foto Museo delle Marionette)

Se celebró del 3 al 12 de noviembre de 2023 la 48º edición del Festival di Morgana – Ombre e Burattini, que organiza el Museo Internazionale delle Marionette Antonio Pasqualino de Palermo. Tuve la suerte de participar en él como actuante con el estreno de la versión recuperada de mi espectáculo A Dos Manos, y como invitado a un encuentro titiritero sobre la idea de que las ricas tradiciones titiriteras de guante en Italia sean consideradas por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Algo que la tradición de los Pupi consiguió en el año 2001. Un encuentro presentado por el director del Museo Rosario Perricone y moderado por Alfonso Cipolla, presidente de UNIMA Italia y reconocido estudioso de los títeres.

Importante mencionar la presentación de un libro trascendental para conocer la tradición boloñesa de los títeres, una de las más importantes del país, a cargo de Riccardo Pazzaglia, sobre los Burattini a Bologna, un joven maestro que nos explicó la riqueza histórica y actual de los títeres que tienen como personaje característico a la máscara de Fagiolinio. Una presentación introducida y moderada por Alfonso Cipolla.

Riccardo Passaglia en la presentación de su libro, con Fagiolino en su mano. Foto T.R.

En una segunda crónica hablaremos de algunos de los espectáculos que pude ver del Festival di Morgana, especialmente las representaciones de Gigio Brunello, que actuó con la obras Mabeth all’Improviso y con el extraordinario diálogo entre Jesús y Pinocho titulado Beati i perseguitati a causa della giustizia; el gran maestro Bruno Leone quien actuó primero en solitario con Pulcinella e la Revoluzione Francesa, y otro día junto a la joven y extraordinaria Federica Martina con Pulcinella e il suo doppio; las dos funciones magistrales ofrecidas por el maestro de Bérgamo Daniele Cortesi: Arlecchino malalto d’amore y E vissero felici e contenti; la actuación de Paolo Paparotto, reconocido maestro titiritero del Véneto, con Arlecchino e la casa stregata; y las dos representaciones de Eliseo Bruno Niemen, el último maestro itinerante de la región de Torino, con L’acqua miracolosa y el fantástico y trágico melodrama Cuore di donna.

Eliseo Bruno Niemen regala al Museo un cartel antiguo de su compañía, en la época de la postguerra europea, en la que la compañía se daba a conocer con el nombre de Ferruco Rumba. Lo recoge Rosario Perricone. Foto Museo delle Marionette

Todos estos espectáculos e intervenciones fueron una perfecta muestra de algunas de las tradiciones titiriteras más importantes de Italia. Estaban representadas la escuela napolitana, que tiene como personaje principal Pulcinella, bien encarnada en Bruno Leone y Federica Martino; la escuela de Bolonia con el libro presentado por Riccardo Pazzaglia alrededor del mundo de Fagiolino; la escuela del Véneto con Arlecchino como personaje principal, magníficamente representado por los teatros de Paolo Paparotto i de Gigio Brunello;  la escuela bergamasca, con Gioppino como héroe indiscutible, que los espectáculos de Daniele Cortesi tan bien representaron; y hubo también presencia del personaje piamontese por antonomasia, Gianduja, en manos del maestro Eliseo Bruno Niemen.

Una programación pensada para dar contenidos concretos al encuentro titiritero con la UNIMA Italia y el Museo Internazionale delle Marionette, que precisamente buscaba reflejar la riqueza de esta singular realidad italiana de los títeres populares de guante.

A Dos Manos

Recuperé, en efecto, para esta presentación en Palermo, a petición del festival, el viejo título A Dos Manos, que estrené en el TOPIC de Tolosa en 1987 con títeres y dirección de Mariona Masgrau. Una obra que me permitió viajar por medio mundo, y que he revivido y actualizado gracias a la intervención de Eudald Ferré, gran virtuoso de los títeres, que ha puesto al día y rejuvenecidos contenidos y algunas de las rutinas de la obra.

Toni Rumbau en el montaje de A Dos Manos. Foto Rebecca Simpson

En ella, las dos manos del titiritero se interrogan sobre la polaridad y las múltiples caras de la vida. La boca del teatrillo de títeres se abre como el ojo con el que miramos desde afuera lo que nos ocurre dentro, participando del rito de las polaridades básicas: la alegría y la tristeza, la euforia y la depresión, la vida y la muerte. Los opuestos compiten y se pelean entre sí, mostrando que se trata de una lucha interior, que nuestras dos manos encarnan y simbolizan a la perfección. Hombre y mujer, doctor y paciente, padres e hijos, la libertad del arte y el poder reglamentario, y la polaridad mayor, madre de todas las demás: la vida y la muerte.

Se trata de un ejercicio solista de introspección titiritera y de música en directo, con títeres que hablan, callan, cantan, se disfrazan y se divierten en un acto de carnaval lúdico y paródico. Un canto a la vitalidad arcaica de los títeres, un grito de libertad de las manos que se divierten sabiéndose dos, y que se adentran, sin miedo y sin rodeos, en los misterios de la paradoja esencial titiritera: saber que estamos vivos y muertos a la vez, que somos Todo y Nada.

Imagen de A Dos Manos. Fotoi de Albert Fortuny

Con humor fresco y disparatado, la obra indaga sobre estas paradojas que se hallan en el origen de lo nuevo y en la propia esencia de los títeres, paradojas que estallan con fulgor salvaje en la cara de los espectadores, que de inmediato se sienten partícipes de un raro rito de exaltación vital; comedido, sin embargo, por la distancia del ojo crítico que mira desde afuera y desde dentro, desde esa nada que simboliza la cortina negra que oculta, como una máscara plana y oscura, el rostro del titiritero. Pues solo desde la nada y el vacío de la muerte, como afirman los místicos, es posible gobernar, gozar e ignorar los opuestos de la vida, que nuestras humildes manos representan cada día. Una catarsis fulgurante de palabras, gestos, máscaras y música.

Debo decir que el público palermitano, buen conocedor de las tradiciones titiriteras del mundo, entró con ganas y júbilo en la representación, con gran alegría por mi parte, que pude gozar de nuevo la bien conocida catarsis de A Dos Manos, uno de los espectáculos que más he disfrutado y del que felizmente puedo seguir gozando.

Encuentro titiritero con UNIMA Italia y el Festival di Morgana

Fue muy interesante participar en este encuentro en el que participaron todos los titiriteros presentes en el Festival, más los que se pudieron conectar vía telemática, que fueron bastantes, en una convocatoria lanzada por la UNIMA Italia y el Museo Internazionale delle Marionette Antonio Pasqualino. Oficiaron como presentador y moderador respectivamente: Rosario Perricone, director del Museo, y Alfonso Cipolla, presidente de UNIMA Italia.

Momento del encuentro. Foto Museo delle Marionette

Fue Rosario Perricone quien explicó el objetivo de la reunión: discutir qué caminos se deberían emprender para conseguir que las tradiciones titiriteras de guante de Italia consigan ser nominadas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. El problema principal está en las resistencias que esta organización mundial pone a proyectos de nominación europeos centrados en temas que conciernen a una sola región o a un solo país. Algo que antes no ocurría, como el ejemplo de los Pupi, nominados en 2001, así lo indica.

Pupis en el salón noble del Museo Internazionale delle Marionette Antonio Pasqualino di Palermo. Foto T.R.

Ante la emergencia de realidades culturales de gran peso en continentes antes ignorados, como pueden ser África, Asia o Iberoamérica, a Europa se le piden realidades de carácter transnacional o de temáticas más transversales. ¿Por qué no plantear una petición de las tradiciones sur-europeas del títere de guante? ¿Tendría sentido juntar las diferentes máscaras italianas, con sus cuatro grandes escuelas regionales -la napolitana, la boloñesa, la véneta y la bergamasca-, más las muchas otras máscaras más singularizadas en lugares concretos -como Gianduja, Meneghino, Sandrone…-, con el Guignol francés, los Robertos portugueses, els titelles catalanes, los Barriga Verdes gallegos o los cristobitas españoles?

Paolo Paparotto con Brighella. Foto T.R.

Tendría sentido, pero a la vez, es muy probable que despertara muchas suspicacias y resistencias en las diferentes regiones de otros países, siempre tan sensibles al pundonor y a la singularidad nacional. El Guignol, por ejemplo, ¿acaso no es una tradición francesa por excelencia, que desde su núcleo lionés se extendió por todo el país, con París como principal ciudad de acogida, y que incluso ha cruzado fronteras convirtiéndose en sinónimo de ‘títere’ en muchos países de habla hispana?

Quizás sí podrían juntarse las tradiciones de la Península Ibérica: a pesar de sus diferencias, mantienen muchos puntos de unión, siendo sin embargo unas realidades muy diferentes a las máscaras italianas.

De izquierda a derecha, Giovanni Cortesi, Teresa y Daniele Cortesi con Gioppino. Foto T.R.

En conversaciones posteriores al encuentro, coincidimos Alfonso Cipolla y quien firma esta crónica que la excepcionalidad de las máscaras tradicionales de Italia (así llaman allí a los personajes de los teatros de títeres, con la palabra máscaras), constituye un fenómeno de una magnitud tal que difícilmente la podemos comparar ni semejar con las distintas tradiciones francesas o ibéricas.

Bruno Leone y Federica Martina, en ‘Pulcinella e il suo doppio’. Foto T.R.

Su singularidad viene dada por su íntima conexión con la Comedia del Arte, de la que toma una buena parte de sus personajes, así como el uso de las máscaras que los caracterizan físicamente. Incluso la incorporación de los nuevos personajes nacidos a finales del s. XVIII y a lo largo del XIX (Fagiolino, Gioppino, Gianduja, Meneghino…), rápidamente ocuparon su lugar en los entramados dramatúrgicos de la Comedia del Arte. Todo ello hizo que los teatros de títeres clásicos en Italia quedaran como el depósito natural o reserva del habla, los argumentos y los modos de la vieja Comedia del Arte de actores, que la invasión napoleónica extinguió.

Gigio Brunello presenta su espectáculo ‘Un niño en la casa del Diablo’ en el Museu da Marioneta de Lisboa. Foto T.R.

Existe, por otra parte, la importante característica de haber sido, a lo largo de los últimos siglos de historia europea, el origen o el sujeto de inspiración de muchas de sus tradiciones titiriteras (Punch, Polichinelle, Kasperl, Petrushka, Don Cristóbal Polichinela, Putxinel·li…), gracias a la presencia de los cómicos italianos, que se expandieron por el continente con sus títeres y sus compañías itinerantes.

Eliseo Bruno Niemen con Gianduja. Foto T.R.

Como puede verse, son unos atributos que singularizan extraordinariamente las tradiciones de las máscaras italianas, un fenómeno único en Europa y que difícilmente puede compararse con las tradiciones de otros países, muy ricas algunas, pero muy diferentes.

Mapa con las máscaras italianas, exposición ‘Le Strade di Pulcinella’, Centro Aldo Moro, Cordenons, comisionada por Walter Broggini y producida por Ortoteatro. Foto T.R.

En cuanto a la realidad ibérica de los títeres, creo que sí es posible hablar de una cierta unidad dentro de su diversidad, de las diferentes tradiciones populares de guante, lo que se explica lógicamente por la historia y los vasos comunicantes de la Península. Por ejemplo, temáticas como La Corrida o el Barbero se encuentran en todas las diferentes modalidades ibéricas. Cambian los personajes, los estilos y las lenguas, con la singularidad técnica y dramatúrgica de los títeres catalanes, pero que asimismo mantiene muchos puntos de conexión con otras realidades vecinas.

Todo ello me hace pensar que, puestos a plantearse los posibles procesos de nominación de estas tradiciones como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, deberían agruparse en tres apartados diferentes: la realidad italiana de las máscaras con sus cuatro escuelas cardinales, la realidad ibérica con sus diversas lenguas y particularidades, y la realidad francesa del Guignol. Tres apartados distintos, que podrían ir por separado o quizás agrupados, siempre que se distingan claramente sus diferencias y particularidades.