Ímagen de ‘Caín de Saramago’, con dirección de Iñaki Juárez, producido por Esteban Villarrocha, Teatro Arbolé

EL OPTIMISMO DE LA VOLUNTAD Y EL PESIMISMO DE LA INTELIGENCIA

En este periodo de mi trayectoria empiezo a desear teorizar y generar polémicas que me lleven a clarificar y comprender mejor mi evolución en este oficio que práctico desde hace más de 30 años.

A lo largo de mi trayectoria profesional en torno al arte de los títeres, tanto en el campo de la producción como en el de la exhibición y documentación he aprendido a desarrollar un término que me ha servido para reforzar como decía Gramsci el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia que siempre me acompaña en mi devenir profesional, un término fundamental para mi oficio que puedo definir como FINANZAS POÉTICAS.

El equipo del Teatro Arbolé en 2020, en su 40º aniversario: de izquierda a derecha, Pilar Pardo, Ana Rioja, María José Montón, Alicia Juarez, Julia Juarez, Azucena Roda, Esteban Villarrocha, Iñaqui Juárez, Pablo Girón.

Los productores somos poetas, artistas del hambre diría Kafka, al enfrentarme al proyecto de producción de un espectáculo de títeres me enfrento a las mismas situaciones que a una producción teatral al uso con actores, dramaturgos, diseñadores de escenográfica, luces y espacio sonoro con la peculiaridad de que en una producción de títeres los intérpretes son moñacos que utilizan diferentes técnicas de movilidad pero con las mismas características de credibilidad hacia el espectador, su diseño y su vestuario serán elementos dramáticos de la misma manera que en los actores y vendrán definidos por la técnica de manipulación elegida. Con una peculiaridad, hay que vestir no solo a los moñacos, también a los titiriteros que los manipulan acorde a la doble función imprescindible en los títeres: hay títeres y titiriteros y unos sin otros no son posibles, el vestuario de ambos es un elemento dramático que debe ayudar y aportar credibilidad al desarrollo de la historia.  

Azucena Roda en ‘Veo Leo’, producción de Esteban Villarrocha, Teatro Arbolé

La elección de la técnica titeril a utilizar, será otra decisión que condicionará la estética de decorados y attrezzo, seguir unos patrones estéticos definidos que den unidad al espectáculo y que de seguro ayudarán a la posible y necesaria difusión del espectáculo, importante es conocer y analizar el texto a poner en escena ya que esto nos obligará como productores a conocer lo que estamos contando y con qué palabras lo contamos. Esto es fundamental para poder realizar una buena distribución, sabiendo que las palabras dan identidad, ya que somos lo que nombramos con palabras, las palabras son herramientas que nos definen y construyen un universo tangible al ser nombrado.

Es el momento de hacer cuentas, de aprender a sumar uno más uno tres, el optimismo de la voluntad sin perder de vista el pesimismo de la inteligencia. Como mi querido Gramsci decía: Lo viejo está muriendo y lo nuevo no ha nacido todavía, y en ese intervalo aparecen los monstruos. Es entonces cuando aparecen las pesadillas y es entonces cuando evitamos el sueño de la razón que crea monstruos y nos armamos con el sueño utópico que nuestro oficio de poetas contiene, hacemos finanzas poéticas.

El Teatro Arbolé de Zaragoza, un logro de años de esfuerzo y tenacidad poética

En todo proceso artístico el riesgo está presente permanentemente. Por eso la necesidad de trabajar en equipo creando un grupo artístico potente al que siempre debe de acompañar un equipo de gestión que comprenda bien lo que es hacer finanzas poéticas. Hay un elemento fundamental que ya desarrolló el maestro Peter Brook, el concepto de llevar al escenario solo lo esencial. El maestro decía que hay que hacer un teatro esencial y multicultural no solo en interpretes también en temáticas y añade el maestro un teatro contrario al aburrimiento y a lo encorsetado, un teatro humanista y desnudo. Estas palabras son claves a la hora de practicar el oficio de productor, los títeres tienen mucho que aportar y también mucho que aprender de los grandes del teatro contemporáneo.

En su libro El espacio vacío –añade Brook– limpiar, limpiar, limpiar… Para empezar a explicar una historia hace falta un espacio vacío. Las imágenes y la participación del espectador son esenciales y hacen que el espacio empiece a vibrar. La magia del vacío es quizá una de las razones por las cuales quisimos dedicarnos a este oficio y en eso estamos los que llevamos tantos años dedicados a la producción y exhibición de teatro de títeres, llenando espacios vacíos de historias esenciales interpretadas por muñecos en una conjunción perfecta entre títere y titiritero, esa es la grandeza de nuestro oficio, la dualidad, el doble tema recurrente y constante en nuestro oficio.

Producir espectáculos para títeres es soñar un tiempo nuevo que gracias a aplicar los métodos económicos de las definidas como finanzas poéticas permiten abrir la posibilidad de una renovación en el teatro de títeres que acabe con las barreras de género, las barreras de procedencia y las barreras económicas, reitero recuperar a Gramsci y aplicar siempre el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia, este es nuestro devenir como productores de teatro para títeres, sin duda.

El tiempo del yo me lo como yo me lo guiso como Juan Palomo, ha pasado, la producción de espectáculos en vivo debe ser un trabajo en equipo con una mirada puesta en lo artístico y otra en el posible público al que dirigimos nuestras propuestas, sin olvidar que tan solo tenemos que contar lo esencial que llene el espacio vacío. Soy de los que vindican el papel del productor haciendo ver que hay espectáculos de autor y espectáculos de productor como en la historia del cine. Si conseguimos que todos los elementos de la producción rimen bien tanto el equipo técnico y de producción como el equipo artístico deben dejar su impronta para realizar un trabajo coherente.

Imagen de ‘La Biblioteca Imaginaria’, de Esteban Villarrocha, con Azucena Roda y Pablo Girón

Hoy después de participar en muchas producciones fundamentalmente para público infantil me pregunto ingenuamente ¿Cómo y de qué hablar a los niños del siglo XXI?

Como productores sabemos que estamos en la era de la inmediatez y la tecnología que nos promete herramientas para organizar mejor nuestro tiempo, ser más eficientes y disfrutar de más horas libres. Las herramientas están ahí, pero la realidad es otra y el ocio cultura se transforma y cambia los hábitos culturales dejándonos desprotegidos y al amparo de una cultura digital que esta cambiando los modelos de consumo cultural, paradojas que como productores tendremos que analizar y valorar, pronto la pregunta que tenemos que hacernos será ¿la inteligencia artificial podrá suplantar a los creadores de contenidos artísticos?, preguntas que rodean el mundo actual y que sin duda influyen en nuestra manera de proceder en la producción y exhibición del teatro de títeres.  Ahora ¡atención! ¡atención! que comienza la función.