Fieles al “arte de saltar” que indica nuestro nombre, estamos siempre suspendidos en el aire: brincando del teatro de sala al teatro de calle, del cuentacuentos al recital poético, del microteatro al pasacalles… A veces para niños, a veces para adultos, a veces para nadie. O bien escribimos nuestros textos, como en las obras “Historias de B” o “Ana Frank y las estrellas”, o bien adaptamos los de otros, como en “Sois todos unos obscenos” de M. A. de la Parra, o “El bosque animado” de W. Fernández Flórez o “El mudejarillo Juan de la Cruz” de Jiménez Lozano. También nos gusta rescatar textos nunca llevados al teatro, como hicimos con “Oficio de Tinieblas” de J. Ricardo Morales o, más recientemente, con “Los imperios de la Luna” de Cyrano de Bergerac.


No nos gusta estar quietos. Para nosotros es difícil escoger sólo un camino. Nos gusta sentirnos comprometidos con la mezcla, lo bastardo y lo inesperado. La impureza es nuestra filosofía. También lo caótico, al final, tiene su coherencia. Nos gusta lo alternativo como lo contrario al “cabotinaje”, que diría Copeau, como lo contrario a lo acomodaticio. Antes que al plástico, preferimos lo real del sudor y de lo cutre. Antes que la elefantiasis preferimos saltar. Nos gusta mezclar géneros, lo clásico y lo nuevo, lo alto y lo bajo, lo culto y lo popular, recitar pensamientos y pensar con poesía. Nos sentimos rurales y creemos en la descentralización, por esto a lo largo de los años nos hemos atrevido con la gestión de muchos y variopintos proyectos locales, como un festival de cantautores, los eventos poéticos llamados exPOErimentos o El Cine de Pigmalión / Festival del Muñeco.

Y ya que hablamos de muñecos, estamos haciendo una obra de títeres. Aunque en muchos de nuestros anteriores montajes los títeres y el teatro de objetos han llegado a tener mucha importancia, nunca habíamos afrontado una obra completamente titiritera y, además, con un patrón tan clásico: un teatrillo. De hecho, nuestra investigación y aprendizaje partió del interés por la recuperación de los títeres de carril. Se trata de “Balzac y la joven costurera china”, sobre la novela de Dai Sijie. Sentimos que se trata de algo así como nuestro bautizo como compañía titiritera, un último salto que era lógico, se veía venir: nadie como los títeres para escapar de la elefantiasis.