(Foto Jesús M. Atienza)
Se ha estrenado el viernes día 4 de junio de 2025 en el Centre Cívic Drassanes del Raval, en Barcelona, el espectáculo de títeres y actores El Retablillo del Puerco de San Antón, de la compañía La Cartonera Teatro. Dos actores titiriteros, Francisco Gómez Rodríguez, de Argentina y autor de la obra, y Danny Rodríguez, catalán de Uruguay, con música en directo a cargo de la chilena Diana Vergara, han sido los tres protagonistas de la velada, que triunfaron ante un público entregado a la labor de los tres cómicos.
Una compañía internacional y plenamente sudamericana, hoy instalada en Barcelona, que ha gozado de una residencia de un año en el citado Centro Cívico, un verdadero lujo para ambas partes: espacio y artistas.

Foto Jesús M. Atienza
Lo más interesante, a mi modo de ver, del espectáculo es que nos sitúa en un contexto de farsa medieval, cuando los cómicos titiriteros actuaban a modo de juglares que se servían de los títeres para sus correrías y actuaciones. Recordemos la palabra portuguesa bonifrate para referirse a los títeres (una traducción literal, sería ‘buen hermano), que adquiere en Galicia la variante monifrate, usada por los titiriteros ambulantes de la legua, como hace la compañía Viravolta y el personaje de Seis Dedos, de Lalín.
De alguna manera, la obra nos remite a las famosas ‘Fiestas de los Locos’ (La Fête des Fous en francés), cuyo ambiente tan bien describió el poeta François Villon y más tarde Victor Hugo en Notre-Dame de Paris. Unas fiestas en las que participaba la misma iglesia y sus oficiantes, que constantemente recibían amonestaciones y reprimendas, a causa de los sacrilegios y las impiedades que clérigos, diáconos y sacerdotes cometían, durante el oficio religioso, hasta el día de Reyes. También se la llamó la Fiesta de las Calendas, al dar especial énfasis el día primero del año.

Foto Jesús M. Atienza
Era común que los clérigos eligieran al papa de los locos, y que entraran en la iglesia enmascarados, con vestidos de bufón o de mujer, mientras bailaban y entonaban cánticos obscenos, comían carne junto al altar, jugaban en los dados, y en vez de incienso, quemaban cueros podridos. Tanto la fornicación como las comilonas eran una de sus notas dominantes, mientras que los efectos colaterales, según terminología de hoy, incluirían desde el robo y el saqueo hasta el crimen. Fiestas que de hecho se celebraban también en toda la Península, como algunos arcaicos carnavales todavía recuerdan.

Diana Vergara. Foto Jesús M. Atienza
La obra de La Cartonera no habla de estas fiestas, pero su espíritu parece haber bebido de ellas, al centrarse en la figura de San Antón, que siempre aparece junto a un cerdo. La farsa se apoya en la conversión hecha por el Diablo Cojuelo -hermosa cita a la tradición española en este caso- de San Antón en un cerdo rosado, que llora el sacrificio de su amada Santa Lechona, a punto para que todas sus partes sean bien aprovechadas en una comilona.

Foto Jesús M. Atienza
En realidad, es como si nos encontráramos en un supuesto convento medieval de monjes en pleno período de saturnales desenfrenadas, con un altar que en realidad es la cocina del convento, pues en el centro del retablo mayor está Santa Lechona crucificada, mientras a su alrededor todo son chorizos, salchichones o hermosos y apetitosos jamones.

Foto Jesús M. Atienza
El jugoso texto, rimado y lleno de juegos de palabras, no se frena en llevar al disparate más divertido las situaciones en las que se ven envueltos los personajes: el Cerdo de San Antón, que tanto es un cerdo, San Antón o el mismísimo Diablo Cojuelo, el Cura Berenjena, el Cocinero Sampón, o la Muerte.

Foto Jesús M. Atienza
Por cierto, todos los títeres, obra de Francisco Gómez Rodríguez, son de una exquisita factura, de un realismo farsesco que nos remonta a otras épocas y que da una profunda verosimilitud a los personajes. Estos se caracterizan por su acusada ambigüedad: son una cosa y su contraria, no dudan en rezar a Dios como a la Lechona, lo que hace que la obra tenga momentos hilarantes y siempre chocantes, sin salirse del registro de la farsa, con un muy bien estudiado engarce de los títeres con los actores.
Igualmente cabe destacar el buen hacer de los actores así como el manejo de los títeres, con voces muy potentes y ajustadas a los personajes. Diana Vergara, por su parte, cumplió maravillosamente bien su papel de acompañar musicalmente la acción.

Francisco Gómez Rodríguez. Diana Vergara y Danny Rodríguez. Foto Jesús M. Atienza
Asistir a este Retablillo del Puerco de San Antón fue como efectuar un viaje en el tiempo, en la España del medioevo que gustaba tanto de la farsa, con cómicos que tenían un lujoso dominio del lenguaje y que sabían de lo que hablaban. La Cartonera ha creado una obra singular en esta misma línea, con el desparpajo que da el mundo actual de la contracultura, con las obligadas idolatrías del caso basadas en el culto al cerdo y en la burla eclesiástica, y con un enorme respeto por la lengua y las formas, aún riéndose de ellas como es propio de los titiriteros.
Un espectáculo que gustará a los públicos peninsulares con ganas de diversión y sensibles a las vetustas tradiciones farsescas que tanta importancia tuvieron aquí.