Espejo y Testificación

Sin ánimo de ser redundante, vale la pena de vez en cuando plantearse el sentido de las cosas y especialmente de las que llevamos entre manos, en este caso, este proyecto de revista de marionetas y teatro de figuras en general. ¿Para qué sirve una revista como la que proponemos? ¿Tiene algún sentido?, y si lo tiene, ¿cuál debería ser su función principal?

Obligados a reflexionar sobre lo que se hace, pensamos que la función principal de Titeresante es hacer de espejo de la realidad titiritera, es decir, reflejar lo que aparece y desaparece, lo nuevo que se propone, lo viejo que se mantiene, las tradiciones que rebrotan o sobreviven con garbo o con inercia melancólica, así como las iniciativas de una u otra índole que destaquen por su vinculación con el amplio abanico del arte de los títeres. Evidentemente, dentro de un modesto y posibilista radio de alcance.

Hand Stories 3, T&T Productions

Reflejar la realidad no para destacar sus aspectos anecdóticos y vanidosos, que también, por supuesto, según los casos y lugares, sino para ejercer la disciplina de la auto-observación, es decir, del auto-conocimiento. Pues si hemos oído hablar mucho de la ‘sociedad del conocimiento’, en cambio no se menciona tanto la del ‘auto-conocimiento’, que a nuestro modo de ver es lo que importa realmente. Conocer está siempre bien, pero ejercer la auto-observación es lo que nos hace humanos de verdad.

En este sentido, el teatro de títeres, por su naturaleza de arte del desdoblamiento, entra plenamente en el campo de la mirada que se distancia de sí misma y se observa. Es decir, es una práctica artística que tiene como esencia la auto-observación de nosotros mismos. De ahí que despierte siempre interés, pues cuando vemos un espectáculo de títeres, inconscientemente nos preguntamos: ‘¿a ver cómo esta gente nos ve o se ven a ellos mismos representados?’, lo que no deja de ser motivo de curiosidad.

Taller de Lambe-Lambe, foto de Jesús Atienza

Una revista dedicada a los títeres, si quiere ser fiel a la esencia de lo que trata, deberá por lo tanto hacer lo mismo que hace su objeto de observación: distanciarse, observar y reflejar lo visto con palabras e imágenes. Es decir, ejercer la auto-conciencia, que es un tipo de práctica de la que siempre extraeremos datos y lecciones interesantes.

Ser pues espejo de lo que ocurre en los escenarios titiriteros del mundo sería una de nuestras principales funciones. Un espejo que amplíe la percepción de lo que el público ve, pues bien sabido es que la doble mirada profundiza la observación y desvela capas ocultas de los eventos. Como todo acto humano, un espectáculo que  se desarrolla en un espacio y en una unidad temporal está compuesto de múltiples dimensiones, la mayoría de las cuales aparecen plegadas, veladas por lo general tras los brillos de lo que sobresale o de lo más espectacular. El público, a bote pronto y tras una primera mirada, se queda con estos trazos de la brocha gorda perceptiva, sin atreverse a entrar en los entresijos que es donde suele esconderse lo mejor. Pero si aplicamos el espejo y observamos lo visto desde otros ángulos, captamos lo oculto y la visión se enriquece. Para el artista, disponer de un espejo que reflexiona en voz alta sirve para conocer lo que él por sí mismo no puede conocer, ante la imposibilidad de verse desde fuera.

Tal sería, en su sentido más amplio, uno de los objetivos de Titeresante: promover la distancia y la auto-observación para alcanzar un grado superior en el conocimiento de lo que se cocina en los escenarios titiriteros del mundo.

Pipa, de Néstor Navarro

Quizás el otro objetivo claro de la revista sea la testificación. Es una obviedad, desde luego, pero muy importante, pues una gran mayoría de los proyectos realizados con tantos esfuerzos humanos pocas veces dejan constancia de que han ocurrido. Se trata de uno de los problemas de las artes efímeras, como es el teatro, que suceden en un tiempo determinado sin dejar huella de su paso. Testificar es otra manera de auto-observarse: saber lo que se ha hecho, y que lo realizado ha dejado una huella para que otros puedan aprovecharse de ella. Tomar nota para que conste en los anales titiriteros del mundo.