(Representación de ‘O Namoro, Robertos’, de Manuel Costa Dias, en el Largo da Misericórdia de Évora. Foto T.R.)

Continuamos con las crónicas de la Bienal de Marionetas BIME 2023 de Évora, de la que ya hemos publicado las dos primeras (ver aquí). Nos detendremos en este artículo en algunos de los espectáculos vistos, concretamente en las obras solistas de los siguientes titiriteros: Manuel Costa Días, de la compañía Trulé, con Voa, Vladimir, voa, y con O Namoro, Robertos; Chico Simões, de la cía. Mamulengo Presepada, con O romance do vaqueiro Benedito; Daniel Raffel, de la cía. Théâtres de Marionnettes, con La Cabane de Pepe; Alex Mihailovski, con The Alex Barti Show; David Farraco, de la cía. Sofie Krog Teater, con Quacksalver (Charlatã0); y Néstor Navarro, del Teatro La Puntual, con Pipa, el Títere Maravilla.

Seguiremos en posteriores crónicas comentando otros de los espectáculos vistos.

Manuel Costa Días, de Trulé- Investigação de Formas Animadas

Maestro titiritero de Évora, considerado internacionalmente como un virtuoso animador de cuantas marionetas se acercan a sus manos, Manuel Costa Días presentó dos espectáculos muy diferentes, pero a su vez complementarios. Es decir, ambos, a pesar de sus técnicas radicalmente distintas, llevan el sello inconfundible que sabe poner siempre Manuel a sus creaciones: una atención primorosa hacia la marioneta, que es vivida a través de una profunda relación emotiva entre el muñeco y el titiritero, y que, por la ley propia del teatro de títeres en su condición de espejo bifocal, consigue trasladarse al espectador.

O maestro, marioneta de Manuel Costa Dias. Foto compañía

Lo vimos en este ritual de invocación que es Voa, Vladimir, voa, en el que Manuel ejecuta varios números de exquisita manipulación con las marionetas que aprendió a hacer con el maestro ruso Vladimir Zakharov, fallecido hace poco en un trágico final. También le regaló una marioneta suya, que Manuel toca y mueve como si el maestro se lo hubiera enviado desde el más allá, con una veneración que da el tono de todo el espectáculo: un respeto hacia los muñecos que es el mismo que él siente por quien fue uno de sus maestros más queridos. Respeto que transmite al público, dejándose llevar este por un pathos artístico que va más allá de las técnicas y de las banalidades del mundo del espectáculo.

Manuel Costa Dias en ‘Voa, Vladimir, voa’. Foto de Oriol Ferre

Para Manuel, actuar es darse todo entero en el escenario, como si le fuera la vida en ello. Manipular un muñeco es dar realmente vida a la marioneta que ha rescatado de su estado inerte, viviendo con total intensidad su condición de ser efímero, la cual, tras unos minutos de estar en movimiento, regresa a su funda o al baúl donde se guardan las marionetas.

Manuel Costa Dias en ‘Voa, Vladimir, voa’. Foto de Mariusz Grabarski

De ahí que en este espectáculo dedicado a Vladimir Zakharov, Manuel se presente acompañado con la voz elegante y el sonido mágico de la guitarra de Nuno de Ó, que llena de música el espacio del rito escénico, algo indispensable para que a la invocación vital de los muñecos, estos se accionen con la suficiente atmósfera poética y emotiva a su alrededor.

El público que asistió a la Sala Noble del histórico Teatro García de Resende de Évora, se entregó a la liturgia inspirada del Maestro Costa Días con aplausos fervorosos.

Los Robertos de Manuel Costa Días

En un registro completamente distinto, en el formato de teatro de calle de los Robertos, actuó Manuel en el Largo da Misericórdia, en el centro de Évora, con su obra O Namoro.

En el Largo da Misericórdia. Foto T.R.

Sin renunciar a algunos de los números clásicos del repertorio de los Robertos y de los títeres de cachiporra -el Barbeiro, el Dragón, el Guardia o la Muerte-, Manuel ha buscado siempre otorgar un sello personal a sus Robertos, tanto respecto a su propia factura, provista de unos trazos escultóricos especialmente elegantes, como al carácter de los personajes, con unos grados de ingenuidad quizá más elevados.

Manuel Costa Dias sale del retablo. Foto T.R.

Pero lo que establece su estilo característico es sin duda el factor antes ya citado, la singular relación que tiene el titiritero con sus muñecos de respeto y de cariño, casi como si estuviera tratando con unas criaturas que son de su propia familia, a los que quiere a pesar de todas sus trapacerías, y a los que no se priva de amonestar, con reprimendas siempre complacientes, nunca severas, aunque a veces se requiere que el titiritero saque la cabeza para imponerse.

Con el Dragón. Foto T.R.

Se hizo acompañar Manuel por dos músicos de lujo, el ya mencionado Nuno de Ó y António Bexiga, con el que ya le he visto actuar en otras ocasiones. Ambos acompañan, pero a la vez interpelan a los personajes, especialmente a Dom Roberto, cumpliendo con este rol que a veces tienen los músicos de ejercer de intermediarios entre los títeres y los espectadores, algo muy común en algunas tradiciones europeas. De algún modo, los músicos ponen al inefable Dom Roberto en su sitio, tratándolo como un personaje de la calle y riéndose un poco de sus bravuconadas.

Manuel Costa Dias con Dom Roberto. Foto T.R.

No duda Manuel en incorporar juegos con el público, como cuando el Dragón invita a los niños a lanzarles una pelota, que él pesca al vuelo. Algo nada fácil, que requiere muchas horas de práctica. Manuel lo solventó con mucho éxito, con más recogidas en su haber que caídas de la pelota.

Y tras vencer todos los obstáculos, debe enfrentarse al Hombre, cazar al Ratón, domar al Dragón, engañar al Policía, y finalmente casarse con María. Un clásico de los Robertos ejecutado con el arte noble titiritero que consigue darle este gran maestro de las marionetas en Portugal.

Chico Simões, de la cía. Mamulengo Presepada

Por fin pude ver de nuevo al mamulengueiro Chico Simões que ha viajado estos meses por Europa. Y me confirmó lo que ya sabía, el buen dominio que tiene este gran maestro del títere tradicional de Brasil, al que llamamos Mamulengo, que él practica con la máxima libertad sin perder un ápice de los valores ancestrales de esta tradición, que siempre ha tenido la palabra como uno de sus sostenes fundamentales. La palabra y la música, pues los bailes y las canciones han sido una de sus constantes más distinguidas.

Chico Simões en pleno maquillaje. Foto T.R.

Actuó en este caso Chico solo, acompañándose él mismo con una guitarrita para los temas musicales y las canciones, y con su característico atuendo de clown callejero, con un maquillaje cuya implantación forma parte del ritual de preparación-presentación del personaje. Así, mientras espera que el público se vaya acomodando, calienta motores con miles de ocurrencias del cómico charlatán de la calle quien, para retener a los espectadores, los entretiene con chistes y habladurías.

Chico Simões con el público. Foto T.R.

Su espectáculo es una combinación de elementos brasileños propios del Mamulengo más otros procedentes de las distintas tradiciones europeas. Al actuar ante un público de habla portuguesa, pudo explayarse Chico en sus intervenciones habladas y en sus juegos de palabra, base de la tradición mamulengueira. Secuencias que cuando está ante públicos de habla hispana, recorta para centrarse más en los gags clásicos de los títeres de guante.

Chico Simões con los niños. Foto T.R.

Se regodeó Chico con la historia de amor entre Benedito y Margarida, con la intervención del toro o Boi, como se dice en portugués, y siempre perseguidos por el terrible e iracundo Capitão João Redondo.

Chico Simões con la familia feliz. Foto T.R.

Los espectadores, encantados con el espectáculo, se dejaron trasladar con ganas al imaginario popular brasileiro, que Chico Simões tan bien conoce, mientras lo va propagando con talentoso virtuosismo por el mundo entero.

Daniel Raffel, de la cía. Théâtres de Marionnettes, con La Cabane de Pepe

La presencia de Pepe, esta marioneta que se pasea por entre el público, mientras va retratando caras de los espectadores, ora aquí ora allá, estuvo presente en las calles principales de Évora y alrededor del Teatro García de Resende, donde se encontraba su base de operaciones.

La Cabane de Pepe, en el Parque de las Marionetas de Zaragoza. Foto T.R.

Se dice que en los festivales a los que acude, los programadores básicamente conocen a Pepe, pero no a quien lo maneja oculto en su pequeño teatrín ambulante. Afirmación exagerada pero que dice mucho sobre el carácter y la filosofía titiritera de este trujamán mudo, que prefiere expresarse a través de su personaje, Pepe, y mediante los dibujos que gusta hacer por el camino. Lo que también explica la fuerte personalidad que tiene el susodicho Pepe, que se impone a su servidor titiritero apartando a este de la luz pública, mientras él es capaz de enamorarse de alguien del público, niña, mujer o abuelo, como de escabullirse y casi escapar de otro que no le gusta o que le parece turbio.

La Cabane de Pepe, en el Parque de las Marionetas de Zaragoza. Foto T.R.

Luego, hablando con Daniel en las comidas de la BIME, uno va conociendo al personaje real, el que se esconde tras el muñeco, y te das cuenta de la solidez de su actitud teatral, dotado de un carácter intimista y excéntrico a la vez, propio de alguien que ha encontrado en su personaje a una especie de alter ego en el que confiar y con el que se siente a gusto y bien acompañado en su deambular titiritero por las ciudades del mundo.

Pepe. Foto compañía

Un lujo que la Bienal de Évora quiso ofrecer a su público, espectadores callejeros atrapados por el encanto y la sinceridad espontánea de Pepe y su Cabane.  

Alex Mihailovski, con The Alex Barti Show

He aquí a un marionetista que he visto cantidad de veces por los festivales y, curiosa paradoja, siempre que me encuentro con él, quedo captivado como un niño, sentado en el suelo en primera línea, como si no lo hubiera visto jamás. ¿Qué tiene esta marioneta llamada Mister Barti, que te hace pensar que es alguien dotado de vida propia y que siempre tiene alguna cosa nueva por mostrar, a pesar de que sus números son siempre los mismos?

Alex Barti. Foto T.R.

Sin duda nos encontramos ante un fenómeno extraordinario, un caso único de desdoblamiento a través del hilo, paralelo al antes mencionado Pepe, aunque en este caso el muñeco todavía no ha conseguido hacer desaparecer a su portador, el señor Alex Mihailovski, marionetista de Eslovenia que alterna su residencia entre Copenague y Mataró, y que ha aportado al mundo del hilo unas dimensiones hasta ahora desconocidas.

Alex Barti. Foto T.R.

En efecto, nos encontramos ante uno de esos casos de marionetista con una única marioneta: por mucho que el titiritero intente ir a por otras cosas, la criatura que creó en su día se le planta y le dice que nanay, que aquí quién manda es él y que no piense en sustituirle. Claro, cuando ello sucede, el personaje adquiere un tal bagaje vital, que al salir a escena se impone como la parte más viva y veraz del dúo que conforma con su manipulador. ¿Qué puede hacer el pobre señor Mihailovski más que bajar la cabeza y aceptar esa carga del destino que le ha tocado en suerte?

Alex Barti. Foto T.R.

Durante la representación, ambos personajes pugnan por imponerse frente al público, aunque siempre es Barti, el muñeco, el que sale ganando. Bueno, en realidad quién ríe el último es el titiritero, pues sabe que el otro acabará dentro de la caja del piano que se ha convertido en su cama y baúl. Aunque el precio a pagar es alto: quedarse solo, sin su doble. Algo que sabe muy bien Mister Alex, motivo por el cual cuando entra en el piano lo hace con displicente indiferencia. ‘Aquí os las apañaréis los humanos vivos’, debe pensar mientras se retira para descansar y dormir el sueño de lo inerte.

Alex Barti. Foto T.R.

¡El sueño de lo inerte! ¡El vacío! ¡Qué gran lección de vida pueden enseñarnos las marionetas…!

De todo ello nos habla el Alex Barti Show, uno de los espectáculos que más gustó al público espontáneo de la calle en Évora.

David Farraco, de la cía. Sofie Krog Teater, con Quacksalver (Charlatã0)

Conozco a David Farraco desde cuando empezó sus andanzas titiriteras con Julio Michel y Juan Antonio Sanz, del grupo Libélula de Segovia, habiéndose convertido con los años en un maestro del guante, en el estilo popular de los Cristobitas, condición que compartía con Sanz cuando Julio Michel decidió dedicarse más a ejercer de trujamán anunciador fuera del retablo.

David Farraco. Foto T.R.

Más tarde hubo cambio de aires y el amor lo trasladó a Dinamarca para crear allí la compañía Sofie Krog Teater. Aunque nunca abandonó el guante ni su relación con Libélula, inició en el país de la sirenita una carrera ambiciosa de titiritero teatral, con escenografías y puestas en escena complejas y barrocas. Un ejemplo es La Casa, un thriller de títeres que mezcla horror y humor con mucho tino.

David Farraco. Foto T.R.

Y he aquí que aparece en Évora con un espectáculo de calle, en un aparente formato del charlatán callejero que vende elixires y dudosos mejunjes para la salud, que dejó al público sorprendido y patitieso, ante semejante mezcla de gracia, humor negro. desparpajo y teatro popular del más fino y fresco, lleno de ocurrencias disparatadas de las que tanto gustan a los paladares exquisitos del teatro de calle.

David Farraco. Foto T.R.

Creo que Farraco ha encontrado un estilo y formato que le va de maravilla, que por otra parte son bien conocidos por él al haberlos tratado con profusión a lo largo de su dilatada carrera, pero que aquí riza el rizo al lograr esta unión siempre tan deseable de personaje, historia, escenografía, gags bien encadenados y justificados, y una relación fresca y sorprendente con el público.

Títere de ‘Charlatán’. Foto compañía

Está rápido dicho, pero realizarlo es otro cantar, algo que requiere una dirección precisa y un universo visual y conceptual claro y bien definido. La pareja Sofie Krog y David Farraco son los artífices del montaje y autores de la obra. Logradísimo es el uso de los títeres en el estilo popular cachiporrero pero que se sale de sus usos tópicos y se adentra en universos que tienen que ver con el cómic y con estéticas muy cercana a los públicos jóvenes de hoy en día.

Títere de ‘Charlatán’. Foto compañía

Una obra, por otra parte, que te sorprende a cada minuto y de la que no imaginas su desenlace ni los derroteros por los que va transitando. El público, entusiasmado, premió al actor-titiritero solista Farraco con apasionados aplausos.

Néstor Navarro, del Teatro La Puntual, con Pipa, el Títere Maravilla

Otra sorpresa agradable para el público de la BIME fue encontrarse, en las calles y plazas de Évora, con el retablo del joven Néstor Navarro y sus títeres de cachiporra con el personaje de su creación llamado Pipa.

Néstor Navarro. Foto de Carolina Lecoq

Atención, una cachiporra, la de Néstor, inteligente y que ha buscado rumbos propios, acordes con el pensar y el sentir de un titiritero que se mira la tradición con los ojos enfocados más hacia el futuro que hacia el pasado. Algo normal, si tenemos en cuenta que Néstor procede de una familia longeva de titiriteros, aunque sea de primera generación, y que por lo tanto ha mamado y ha lidiado desde niño con todo lo que tiene que ver con los personajes de Punch, Pulcinella, Dom Roberto y demás señores polichinelas.

Pipa y su novia. Foto Carolina Lecoq

Con un estilo tranquilo y elegante, Néstor hace títeres para disfrutarlos, y a través a de ellos, lo disfrutan los espectadores, trasladados a su universo personal de cómo encararse con esos personajes de madera que hablan y se mueven de un modo diferente a los humanos. Así nació Pipa, primer alter ego del titiritero de La Puntual, héroe y a la vez herramienta indispensable para descubrir los secretos del guante, del que ya empieza a ser ducho practicante. Si además tenemos en cuenta que Pipa habla con la lengüeta, nos damos cuenta del extraordinario alcance de su aventura, andando por derroteros propios y personales.

Foto Carolina Lecoq

En las calles de Évora, Pipa tuvo la oportunidad de convivir con los Robertos, que en esta ocasión fueron servidos por el veterano Manuel Costa Días y por la joven Sara Henriques, más la aportación mamulengueira de Brasil de Chico Simões y del Teatro da Recusa, completándose de este modo el universo cachiporrero de habla portuguesa con la joven savia del viejo Títere Catalán, a través del títere o titella, como decimos en catalán, Pipa.

Foto Carolina Lecoq

El público de Évora lo acogió con entusiasmo y altas dosis de cariño teatral-callejero.