(Clive Chandler, Professor of Punch and Judy)
El sábado acogió el FIMO con la mañana soleada, una magnífica luz verde para los espectáculos al aire libre programados, como el Punch and Judy de Clive Chandler y y el Leggero de FolleMente. Sin embargo, San Pedro dejó por la tarde sus grifos abiertos hasta la mañana del domingo, lo que impuso planes B a los escenarios de calle. Este cronista completó la jornada con los siguientes espectáculos: el ‘Tic Tac’ de Alex Pires, ‘O Ninho’ de Partículas Elementales, y ‘The Ginodrama’ de Carolina Khoury.
El Punch and Judy de Clive Chandler
Me faltaba en mi colección particular de espectáculos de Punch and Judy el del reconocido maestro o mejor, Professor of Punch and Judy, Clive Chandler, de Birmingham. Un vacío que el FIMO me permitió llenar, bien instalado con otros afortunados espectadores titiriteros en la terraza del bar del Parque Urbano, desde donde gozamos de la representación.
Un verdadero lujo fue el que nos regaló el titiritero británico al ofrecernos la representación en un ambiente muy parecido al de las playas y los parques donde se prodiga el inclasificable personaje en Gran Bretaña, lo que permitió a Clive desplegar los entremeses con los que suele llamar y recibir al público: una marioneta de hilo con el tradicional personaje del perro, la clásica campana para llamar la atención del respetable, algunos pequeños juegos de malabarismo, de magia y de entretenimiento con globos, siempre con la participación activa de niños y padres sosteniendo ora un globo, ora unos alambres para los platos chinos…
Preparativos que moldearon al público al gusto del titiritero con la maestría de quién tiene lustros de experiencia. Hasta que empezó la función. Hay que explicar aquí algunas de las características técnicas de Chandler: una boca pequeña apta para no más de dos o tres personajes, un telón que tapa la cara del manipulador y que por lo tanto permite visualizar bien los muñecos y el público a través de la tela separadora (por lo visto, una modalidad muy seguida actualmente, como nos contó Clive), y unos títeres clásicos y grandotes, preciosas tallas de madera al viejo estilo victoriano.
Apareció Punch con su voz chillona modulada por la lengüeta, acompañado de una hermosa y no menos grandota Judy cuyo vozarrón grave llegó a espantar más si cabe que el de su marido. Le gusta a Chandler utilizar pocos títeres, para poder así divertirse con los equívocos y los juegos de palabras, en un inglés básico que tanto los niños como los adultos captamos sin problema alguno. Y, por supuesto, el Baby, que en su versión recibe no pocos palos, a pesar de la vigilancia de Judy y las advertencias del público.
Tan taimado personaje, a pesar de su granujería, no puede evitar que el Policeman lo meta en la cárcel, una reja de madera colgada en su nariz, al estilo del más puro teatro popular de títeres, que con cuatro simples elementos resuelve sus necesidades escenográficas.
Y es el Diablo quién acude a salvar a su amigo Punch, aunque éste se lo paga a la clásica manera del bastón y la cachiporra.
Prescinde Clive de la Máquina de Hacer Salsichas, del Hangman y de la Muerte, fiel a su deseo de limitar el número de títeres y de centrar la acción en la esencia del personaje. Y a fe que lo consigue, dejándonos a todos maravillados por el oficio y el buen hacer del Professor, que se ganó con creces en el Parque Urbano de Ovar el derecho a usufructuar de tan merecido alto título académico.
Un trabajo, el de Clive Chandler, que podríamos calificar de clásico aunque abierto a los cambios y a las novedades que al titiritero se le ocurre introducir. La seguridad que denota en la voz y en los juegos de escamoteo y persecución, dan al Punch de Chandler un tono de profunda rotundidad titiritera popular, sin abuso del garrote y con el énfasis puesto en el inocente humor que sabe captar a grandes y chicos. El público, entregado, y los demás titiriteros presentes, admirados, premió al Professor con cálidos aplausos.
FolleMente, con ‘Leggero’
Al acabar el espectáculo de Punch and Judy, el público sólo tuvo que trasladarse unos metros para asistir a una de las representaciones Off del Festival, el protagonizado por el italiano Stefano Giomi, de Turín, quién acudió como solista con una parte de su espectáculo ‘Leggero’, que suele representar con su compañera Margherita Cavalca.
Giomi nos deleitó con varios números de cabaret hechos con el cuerpo del titiritero y muy en especial, con sus manos, para lo que se ayudaba de pequeños apliques y de unos ojos para conseguir el rostro de los personajes. Un trabajo en la línea que inició hace años Claudio Cinelli. En realidad, y tal como me contó el mismo Giomi, existe un hilo conductor entre ambos artistas, al haber sido amigo y asistente de Cinelli, con quién aprendió esta técnica de convertir las manos en títeres.
Sin palabras y acompañado de una cuidada banda sonora, ‘Leggero’ desplegó una sucesión de números algunos de un exquisito virtuosismo, con la particularidad de introducir el cuerpo entero del actor en la ejecución de los mismos. Cantantes decadentes, personajes imposibles, fantasmas y dobles surgidos de la imaginación oculta de dedos, manos y brazos.
Un divertimento de cabaret sensible, culto y poético que encandiló al público, maravillado de que con las simples manos sea posible construir semejantes personajes. Los aplausos llenaron la explanada del Parque Urbano.
El ‘Tic-Tac’ de Álex Piras
Ya había visto en otras ocasiones este hermoso espectáculo del marionetista italiano que trabaja en la línea de la ‘escuela de hilo’ del Taller de Marionetas de Pepe Otal, lugar donde suele preparar sus espectáculos (ver aquí). Una obra que trabaja dos conceptos fundamentales de la tradición titiritera: el Tiempo y la Muerte. Un espectáculo filosófico que no rechaza el humor y que consigue centrar su temática sin palabra alguna, dejando que sean las marionetas y los cuatro elementos simbólicos que llenan la escena los encargados de hablar al espectador.
El público de Ovar asistió al envite filosófico de las marionetas de Piras, aprendiendo que en la verticalidad del hilo, cuando se opone a la horizontalidad de la línea implacable del Tiempo que no perdona, se esconden no pocos secretos del vivir verdadero.
‘O Ninho’, de Partículas Elementales
Se pudo ver en la Casa do Povo de Ovar, el nuevo espectáculo acabado de salir del horno de la compañía Partículas Elementales, autora de uno de los proyectos más sólidos de los títeres del norte de Portugal. ‘O Ninho’ constituye un reto de esos difíciles que las compañías gustan a veces plantearse, la de crear una obra para niños sin palabra alguna. Una dificultad que Carlos Silva, autor y único intérprete de la obra, multiplica todavía más al trazar una vía dramatúrgica basada en un estricto minimalismo: un único escenario, un único personaje principal, dos o tres elementos complementarios y una sencilla pero muy bien trabada banda sonora.
El riesgo asumido por Silva, bien complementado con el trabajo plástico de Leonor Bandeira, fue tan mayúsculo como mayúsculo fue el resultado conseguido: una obra que conecta de imaginación a imaginación con los espectadores, niños y mayores. En efecto, el minimalismo del estilo de Partículas Elementales es idóneo para captar la atención de los pequeños, que deben crear su propia historia a partir de los signos elementales de la representación: los pequeños sonidos del personaje que sustituyen las palabras, la historieta del huevo y del pajarito recién nacido, los micro-movimientos que se suceden en el pequeño espacio donde se desarrolla la obra. Pues cuando se reduce la acción a lo mínimo, cualquier detalle, por pequeño e insignificante que sea, cobra un relieve enorme. Todo ello basta para trazar el entramado de una historia sencilla que cuenta secuencias básicas de la vida dejando que la inventiva del público elabore sus propias conclusiones y sus desenlaces. Interesante saber que la obra partió de estos simples versos de un poema de Miguel Torga:
Sei um ninho.
E o ninho tem um ovo.
E o ovo, redondinho,
Tem lá dentro um passarinho
Novo.
Para vencer semejante reto son necesarias unas habilidades especiales, que Carlos Silva dispone en abundancia. Una presencia discreta que sabe controlar sin embargo la situación, y que se caracteriza por ‘ir al grano’, es decir, por un pragmatismo manipulador sin impostación alguna. Fiel al nombre de la compañía, el estilo de Silva se centra en lo ‘elemental’, en lo verdadero que subyace a las pequeñas acciones de la vida. Y por ello conecta de inmediato con el público infantil, que sabe discernir entre la esencia y lo fatuo. No por nada, y anticipándome a la noticia que aparecerá en el próximo artículo de Titeresante, el Premio del Jurado Infantil del FIMO de este año ha sido para ‘O Ninho’, de Partículas Elementales.
‘The Ginodrama’ de Carolina Khoury
Entusiasmó al público de Ovar y también al más entendido de los profesionales, el espectáculo de la italiana Carolina Khoury ‘The Ginodrama’, que se presentó en el Teatro Casa da Contacto. Una obra solista para un único muñeco, un ejercicio pues de desdoblamiento y de exigente manipulación que la titiritera de Turín resolvió con gran maestría.
Situado el escenario en una boca de teatro adaptada a la medida de la marioneta, sin que la manipuladora desaparezca por completo, la obra presenta el drama de una persona atrapada por un constante vaivén depresivo que sin embargo no le impide alzarse de vez en cuando hacia el disparate, el humor y hasta la ironía, una interesante alternancia de estados anímicos que constituye no sólo la esencia del montaje, sino también la ‘redención’ del personaje, que halla en estas salidas de tono y en estas ocurrencias de humor el remedio o más bien, el modo de no hundirse en el pozo sin fondo de la depresión absoluta.
Lo interesante de la propuesta es la inteligencia del planteamiento y del texto, así como el buen hacer titiritero de la manipuladora, con un dominio extraordinario de la voz y del gesto del muñeco. Carolina Khoury nos hace entrar en el mundo obsesivo de su personaje, espejo de nuestras propias interioridades depresivas, para conducirnos a la catártica carcajada de vernos así reflejados, bien subidos a las disrupciones cómicas del guión.
Un trabajo que denota la profunda implicación personal de su autora, una base de honestidad estilística que permite al espectador la inmediata conexión con el personaje. El público premió a la actriz titiritera con sentidos aplausos.