En el segundo trimestre del año 1998, cayó en mis manos un particular libro que tuvo notoria influencia en mi mundo creativo. No recuerdo como ni de donde llegó. En realidad por no recordar no recuerdo ni el autor ni el título exacto. ¡¡Que pena de memoria!! Quizá alguien que esté leyendo este artículo pueda darme alguna pista. Su título podría ser algo así como: El AGUA EN LA LITERATURA UNIVERSAL, o LA INFLUENCIA DEL AGUA EN GRANDES AUTORES…?

Recuerdo que era una edición de bolsillo, en cuyas cubiertas predominaban los tonos azules y en su interior aparecía una magnífica exposición de diversos textos de autores universales donde el agua ocupaba una posición preponderante. Entre otros los había de Edgar Allan Poe, Ovidio, Shakespeare o Oscar Wild.

De Poe resaltaba una inquietante descripción de un lago lúgubre cuyas oscuras aguas en vez de reflejar las imágenes de los árboles que lo rodeaban, las absorbía y  devoraba.

Dibujos de Jordi Bertran
Primeros dibujos de Jordi Bertran.

De William Shakespeare, describía un fragmento de su obra Hamlet, aquel en el que Ofelia en su desesperación resuelve terminar con su vida entregándose a las aguas plácidas de un arroyo, pero de forma inesperada y contra su voluntad, su vestido al hincharse por el efecto de las aguas, hace flotar por unos instantes casi eternos (mientras duren) a la infortunada princesa, originando de ese modo el llamado mito de Ofelia.

La lectura de estas dos narraciones me inspiraron la letra de una de las más bellas canciones que he compuesto y que se puede escuchar en mi canal Gorear. La letra la encontrareis al final de este artículo, o no, depende del editor.

Las narraciones que aparecían de Ovidio y Oscar Wild son las que más directamente influyeron en el nacimiento de mis Títeres-Grifos.

La de Ovidio hablaba del mito de Narciso, ya sabéis o deberíais; el chico guapo admirado por tod@s, enamorado de su propia belleza. Al verse reflejado en las aguas del lago quedó atrapado por el placer que le producía la contemplación desu propia imagen, siendo engullido por estas. En el lugar donde Narciso murió, nació una pequeña flor. Es la que lleva su nombre.

Grifos, Jordi Bertran

La de Oscar Wild me pareció enormemente poética, es otra versión del mismo mito, dice así: Al enterarse las ninfas de los bosques que Narciso, había muerto, fueron hacia el lugar. Se encontraron al lago llorando lleno de tristeza. Al intentar consolarlo diciéndole que comprendían su dolor por la pérdida de un ser tan bello, el lago les respondió: No lloro por la pérdida de la belleza de Narciso. Lloro por que ya no podré ver la mía reflejada en sus ojos.

Y así fue como con este poético y acuático bagaje, fui reclamado por el Instituto del Teatre de la Diputació de Barcelona, para dar clases de interpretación con Títeres en el tercer trimestre de aquel año.

Les propuse a mis alumnos tres historias acuáticas, de las tres escogieron el mito de Narciso, la versión de Ovidio.

Aquellos días corría por el aula una gran nariz pegada a una cara de látex, obra del también  profesor del Institut,  Alfred Cases, su expresión me pareció perfecta  para encarnar (mejor dicho “enlatexar”) al personaje de Narciso.

En el taller que teníamos que crear con los alumnos, me interesaba dar prioridad a la mirara del títere y a la manipulación de los objetos que cualquier narcisista pudiera necesitar en su vida cotidiana: peines, cepillos, espejos, brillantina, cosméticos, vestuario, etc. Para ello usé un tipo de títere que consistía en:

– Una cabeza con boca articulada y la mano izquierda del manipulador en su interior.
– La mano desnuda del manipulador que haría de mano derecha del títere.
– Una tela con un par de orificios uno para acoplar la cabeza del títere y otro donde introducir esa mano que el manipulador prestaría al títere .

Superadas las primeras reticencias de los alumnos al observar que el títere que iban a manipular era manco, coloqué al protagonista encima de una mesa que haría las funciones de espacio escénico y empezamos a trabajar.

El resultado del taller fue un éxito gracias al alto nivel de preparación de los alumnos de ese año.

Grifos, Jordi Bertran

Si alguien estuviera interesado en él, le diré que existe un video celosamente guardado por el Institut del Teatre de la Diputación de Barcelona, se puede ver allí, pero no difundirlo a los interesados, de hecho, la única copia de la que dispongo fue sacada clandestinamente de la biblioteca por una persona de la que me guardaré mucho dar su nombre. A mi me la denegaron.

Aquel verano mi compañía estaba invitada a participar en el Festival Mundial des Arts de la Marionnette de Charleville Mézières. Así es que con mis efluvios acuáticos me encaminé hacia la Meca de las marionetas, allí a los títeres les llaman así.

Hacía poco había caído en mis manos otro librillo de bolsillo con algunas obras de Molière, estaba pasándomelo en grande con su obra El Avaro, cuando aquella tarde decidí ir a ver uno de los cientos de espectáculos programados. Estábamos haciendo cola para entrar en la sala cuando de pronto vi en un jardín adyacente una señal de madera clavada en la tierra luciendo el dibujito de un grifo, no recuerdo si anunciaba agua potable o una boca de riego pero si que recuerdo perfectamente que aquella imagen fue la gran revelación, el final de un proceso iniciado tiempo atrás y el principio de toda una aventura acuática.

Mi próximo espectáculo sería una adaptación del Avaro de Molier, hecha con títeres-grifos donde el agua como protagonista sustituiría al dinero y al poder.

Empecé un trabajo frenético de creación, llené dos libretas con la sinopsis de cada escena y un primer texto completo de todo el espectáculo, también dibujos y  diseños de los personajes que iban tomando forma en mi mente. (ver dibujo)

Harpagón sería un grifo reseco y avariento con una gota de agua, que le colgaba por el caño, la iba succionando constantemente para evitar su pérdida. Entonces me acordé del títere Narciso, que tan buenos resultados dio con mis alumnos, solo tenía que cambiar su humana cabeza por un grifo. Así nació el primer Títere Grifo.

Más tarde incorporé en su interior un último elemento fue consecuencia de mis limitados recursos económicos, la obra debía interpretarse con solo dos personas. Después de infructuosa búsqueda llegué a la conclusión que los manipuladores de tres manos no existen, ¿Cuántos buenos titiriteros no habrán deseado en algún momento de su carrera esa tercera mano?Así es que propuse el proyecto a los titiriteros Olivier Benoit y Miguel Gallardo, que en aquella época trabajaban en mi compañía.

Necesitaba inventar algo que me permitiera dejar solo y de pié en escena al Títere-Grifo. Disponía solo de cuatro manos y muchos personaje para intervenir en una misma escena, así es que abrí el armario rojo de mi taller –(construido por Toni Zafra, gran constructor de marionetas y objetos varios que tiempo atrás había colaborado intensamente en mi compañía y participado en la creación de los Títeres Letras o Atletras. Pero esto es otra historia para contar otro día)-   donde guardaba todos los trastos y cachivaches comprados o encontrados que tuvieran que ver con el agua, recogidos en los primeros trabajos de producción y elegí un tubo de PVC rígido del 45, básicamente necesitaba inventar algo que me permitiera dejar solo y de pié en escena al Títere-Grifo. Disponía solo de cuatro manos y muchos personajes para intervenir en una misma escena, así es que  lo corté a una altura de 40cm, en la parte de abajo acoplé una plataforma ovalada de madera a guisa de pie, para que le diera estabilidad y en la de arriba coloque el grifo haciendo entrar los latiguillos metálicos propios de un grifo por el orificio superior. Al poco tiempo ya en los ensayos me di cuenta que además ese tubo le daba al títere un suelo (una altura estable), facilitando su correcta manipulación y una configuración atractiva, difícil de conseguir tan solo con la tela de saco, además aportaba al personaje una forma de andar y evolucionar en escena muy característica.

En los dibujo adjuntos se observan los primeros diseños originales que hice antes de empezar los ensayos. En mi primera idea solo había dos Títeres-Grifos; Harpagón, el protagonista y Don Anselmo un grifo chorreante padre de Marian y Valerio que en la obra de Moliere es quien reparte dinero para que todo acabe bien.

Los demás debían ser recipientes como cacerolas, embudos, jarras…  ansiosos de recibir agua de Harpagón, el cual no soltaba prenda, los criados serían tubos o herramientas de fontanero. También aparece una ducha teléfono ideal para representar a Frosina una sibilina alcahueta que apaña matrimonios y encuentros. En el espectáculo definitivo no aparece, fue eliminada por la dramaturga que contraté, Eva Hibernia, me dio mucha pena. Siempre he creído que consideraba  poco digno el trabajo de esa celestina. Esa fue la primera de las muchas concesiones que tuve que hacer a lo largo del proceso de creación con el equipo humano por mi escogido. Pero esto sería también otra historia.

Así es que ya veis lo que se puede conseguir con un par de libros y un poco de imaginación, mucho trabajo y pasión. Las grandes ideas no llegan por si solas.

JORDI BERTRAN FERNÁNDEZ
Barcelona 23 de abril 201