(Foto compañía)
Crítica del primer espectáculo de la joven y nueva compañía RAIGAMBRE. Olvidé la sombra de la encina es un trabajo construido y ensayado en Residencia Artística en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal en Barcelona y en el Centro del Títere de Alcorcón en Madrid. Un espectáculo sobre la memoria en el mundo rural que no deja indiferente al espectador.
QUIÉN PIERDE LOS ORÍGENES PIERDE IDENTIDAD
La joven compañía RAIGAMBRE (instalada en Madrid, pero con miembros aragoneses y andaluces) estrenó en el TEATRO ARBOLÉ de Zaragoza su primer espectáculo con diferentes y trabajadas técnicas de teatro de Títeres y animación de objetos, con el sugestivo título: Olvidé la sombra de la encina, un espectáculo dedicado a la memoria rural y a la pérdida de la identidad. Una obra con raíces profundas y de raíz en el oficio, constantemente a lo largo de la representación se hacen presentes junto a los actores titiriteros, los títeres y objetos, con una siempre presente e inquietante sombra que imita la raíz (Títere de sobras chinescas) adentrándose en la tierra.
Olvidé la sombra de la encina es un espectáculo coral que se sustenta sobre una escenografía aparatosa pero útil que cumple la función para la que fue concebida, una escenografía llena de antiguos tarros de cristal que contienen tierras, semillas, frutos de la tierra y un olivar bonsái que constantemente nos evoca los olivares andaluces. Lo escribió Miguel Hernández: Aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos? Por esos olivares imaginados y evocados por el poeta de Orihuela, deambula Bellota, personaje principal de la representación (Títere que cobra vida con la técnica del Bunraku japonés que Fito Puntas, Laura Hernando y Jimena Villalba, los actores titiriteros de RAIGAMBRE, manipulan con delicadeza, al igual que el resto de objetos y títeres que dan vida a la narración).

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Olvidé la sombra de la encina contiene -no es una crítica, si una advertencia-, un exceso de input de información, parece que es consecuencia de la juventud. Con la práctica seguro que la compañía aprende a ir a lo esencial que diría el maestro Peter Brock.
La representación es un muestrario de la memoria rural machacada violentamente por los acontecimientos de la historia del lugar donde ocurre la acción.
La interpretación de los jóvenes actores titiriteros combina la corporeidad del actor y actriz muy presente, el uno y el otro, con la utilización permanente de objetos y títeres que pasan a ser de objetos a sujetos dramáticos, que es la verdadera esencia del hacer titiritero.
La dramaturgia merece mención aparte, ha sido recogida pacientemente, recopilada y descrita, en un intenso trabajo de recogida del saber y la cultura popular de los jornaleros de Sierra Morena, recuérdalo tú, recuérdalo a otros. Recopilación de una historia oral de recuerdos de familia, de hombres y mujeres que de sol a sol trabajaron la tierra, todo acompañado con un guiño revolucionario de aires colectivistas: la tierra para el que la trabaja que se lanza provocativo al patio de butacas, junto a hoces campesinas qué rememoran historias pasadas.

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Raíz y memoria en este espectáculo trabajado con oficio y cuidado en los detalles, que si de algo peca es de acumulación, los excesos del ímpetu interpretativo de la juventud de estos actores titiriteros que comienzan su tarea profesional con este su primer espectáculo. Pero la obra mantiene el hecho esencial del teatro que no es otro que conmover al público, evocar recuerdos a través de imágenes construidas con palabras que designan objetos, con palabras hoy en desuso, que en el escenario retornan al vocabulario, vuelven a estar vivas, palabras que están en la mente de nuestros abuelos que del campo tuvieron que ir a la ciudad obligados por la miseria y que pasaron de jornaleros a empleados industriales, perdiendo sus orígenes pero nunca su dignidad, como dice Raimon quién pierde los orígenes pierde identidad.
Olvidé la sombra de la encina trata de todo esto, se intuye en la puesta en escena un intento de contar una evolución histórica de los jornaleros, que se insinúa con delicadeza y una interpretación correcta, contenida y que si peca de algo es de ingenua ortodoxia teatral, romper el canon para manifestar el conflicto del drama de la pérdida de la memoria rural, la sal de la tierra. Interesante y necesaria reflexión sobre un pasado que, aunque reciente, nos parece lejano.
Como ellos declaran, Olvidé la sombra de la encina es una invitación a preservar las memorias que nos recuerdan que somos parte de la naturaleza, y los saberes que nos permiten vivir en ella.
El espectáculo se construye a partir de la poética de los objetos, ordenados en una escenografía llena de tarros que, como en una biblioteca, guardan recuerdos y son memoria con su mundo sonoro y visual. Ingeniosa puesta en escena con un acertado vestuario acorde con la narración.
Olvidé la sombra de la encina es un espectáculo comprometido socialmente que invita a prestar atención a aquello a lo que en muchas ocasiones por banal no le prestamos ninguna atención: una bellota, una hoz, una postal, una carta, un trozo de corcho, un trozo de madera, la paja, las hojas secas etc., pero en manos de estos tres actores-titiriteros jóvenes y ávidos por aprender y mostrar el oficio de titiritero, sus recursos interpretativos nos dejan ver desde el patio de butacas cómo los objetos son portadores de la memoria de muchas gentes. Las imágenes de Olvidé la sombra de la encina son capaces de traer al presente relatos olvidados y en muchas ocasiones ocultos por la represión que históricamente recorre el campo andaluz. En esta ocasión los objetos son escuchados y cuentan historias vividas por otros. El mundo rural cambia, se transforma y con sus cambios desaparecen las memorias de quienes lo trabajaron, lo recorrieron y lo habitaron, en este espectáculo se recupera esa memoria que no podemos perder. Brillante.

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Bellota, el Títere protagonista, es un ser que vive entre las raíces de las encinas, que en el espectáculo unas veces es Títere de sombras chinescas y en otras Bunraku japonés. Cuando sale a la superficie y es manipulado por los tres actores-titiriteros, Bellota se ve asustada porque han arrancado los árboles bajo los que vive. Una narración que despierta un imaginario que en los espectadores genera un ambiente para la reflexión y el disfrute del teatro de títeres con el recuerdo de nuestros ancestros que vivían de y para la tierra.
RAIGAMBRE tiene dos definiciones en el diccionario de la RAE que coinciden plenamente con la intención de su primer espectáculo:
Conjunto de raíces de los vegetales, unidas y trabadas entre sí.
Conjunto de antecedentes, intereses, hábitos o afectos que hacen firme y estable algo o que ligan a alguien a un sitio.
Ficha artística
Dramaturgía: LAURA HERNANDO, FITO PUNTAS E ISABEL DENZEL
Dirección: ISABEL DENZEL y SORAYA MANJAVACAS
Interpretación: FITO PUNTAS, LAURA HERNANDO, JIMENA VILLALBA
Diseño y construcción de la escenografía: FITO PUNTAS
Diseño y construcción del títere: FITO PUNTAS Y LAURA HERNANDO
Diseño de vestuario : KAT IMBARACH
Diseño de luces: KAI SÁNCHEZ
Espacio sonoro: DANIEL LEÓN GONZÁLEZ
Producción ejecutiva: LAURA HERNANDO
Acompañamiento en la construcción del títere: CASA-TALLER DE MARIONETAS DE PEPE OTAL
Espacio comunitario de artes escénicas y creación LA HORIZONTA
CENTRO DEL TÍTERE DE ALCORCÓN