(Imagen de ‘Abrazo’, de Los Titiriteros de Binéfar. Foto T.R.)

Se inició este jueves día 9 de octubre de 2025 la XXVI edición del Parque de las Marionetas, que corresponde también al XV Festival Internacional de Teatro de Feria de Zaragoza. Un Festival que desde hace unos años Titeresante va siguiendo, con crónicas sobre los diferentes espectáculos presentados.

En esta primera crónica hablaremos del espectáculo inaugural, Abrazo, a cargo de la histórica compañía Los Titiriteros de Binéfar; de Blu, Historia de una semilla, de la cía. Naranja Lima; y de los tres maestros internacionales del títere tradicional: El Panadero y el Diablo, con Gerardo Capoblanco, de Pizzicato Teatro; el Pulcinella de Federica Martina, de Anemarte Teatro; y Juan, María y el de los Novecientos, de Miguel Oyarzún, de El Chonchon.

También hablaremos del nuevo libro escrito por Paco Paricio y que los Titiriteros de Binéfar han editado, Juegos y Recursos de un Titiritero, recién salido de la imprenta, así como de otros dos que nos han llegado frescos de Argentina: El Chonchón, de Miguel Oyarzún Pérez, y El pensamiento del títere, de Gabriel Castilla.

PREMIOS

Avanzamos ya en esta primera crónica los dos premios que el Parque ha otorgado este año:

Los premiados reciben sus galardones. Foto Esteban Villarrocha

– El Premio a la Trayectoria a Miguel Oyarzún, de El Chonchón

Miguel Oyarzún, con el Abuelo. Foto T.R.

– El Premio al mejor espectáculo: La Gallina de los Huevos de Oro, de Zum Zum Teatre

Imagen de ‘La Gallina de los Huevos de Oro’, de Zum Zum Teatre. Foto compañía

Ambos premios merecidísimos. Del Miguel Oyarzún hablamos en esta crónica. De Zum Zum Teatre en breve en la próxima entrada.

Abrazo, de Los Titiriteros de Binéfar

Ya es una tradición del Parque que inicie su programación con Los Titiriteros de Binéfar, una compañía bien conocida por esta revista y por el público zaragozano, pues sus espectáculos nunca dejan indiferente a nadie. Comandados por Paco Paricio y Pilar Amorós, con la segunda generación de sus hijas Eva y Marta que no les van a la zaga, en esta ocasión decidieron abrir el festival con un título nuevo, Abrazo, para presentar una obra de carácter musical-titiritero liderado por la cómica y gran cantante que es Eva Paricio. Actuaron también: Marta Paricio, Elena Polo, Pablo Bordería y Nacho Moya.

Momento de la representación. Foto T.R.

En realidad, Eva Paricio no solo es la capitana de los actores que hay en escena, sin que ello sea dicho en menoscabo de las enormes facultades escénicas y musicales de estos, sino que en realidad constituye el verdadero hilo conductor de la obra, marcando el ritmo y la sucesión de los diferentes temas y canciones que van emergiendo del escenario.

Al estar en un espacio al aire libre, propenso a la dispersión y al acumulo de un público muy heterogéneo y dispar en edades, se entiende que Eva, en la labor conductora, tuviera que poner la más briosa porfía en su desempeño. Y, sin embargo, lo que vimos fue a un conjunto de cómicos que, en efecto aplicaban con ahínco sus faenas artísticas, pero provistos todos ellos de una naturalidad y un quehacer tan relajado y convincente, que contagiaron a los espectadores de este espíritu de fiesta y divertimento propio de la obra.

Momento de la representación. Foto T.R.

Canciones, juegos, máscaras y muñecos, más el uso de unos instrumentos exóticos, una especie de laúdes alargados que usaban casi a modo de mini contrabajos, hicieron las delicias del público, añadiendo colorido a la fiesta musical-titiritera.

Y como siempre, la voz potente, segura y afinada de Eva  Paricio: cada canción un cuento, cada cuento un despliegue visual y un colorido diferente…

Y al final, dos grandes muñecos, un gallo y una gallina, llevados por Marta Paricio y Elena Polo, paseando por entre el público, a modo de fin de fiesta participativo.

Paco Paricio, junto al escenario, miraba complacido la función, satisfecho de ver que el legado creado por él y Pilar Amorós tenía una brillante continuación.

Juegos y Recursos de un Titiritero, de Paco Paricio

Tal es el título del libro escrito por Paco Paricio que los de Binéfar acaban de publicar, con un subtítulo que reza: ‘Con más de cien propuestas para crear historias’.

Cuidado, no son palabras baldías. Los libros de Paco son nacidos todos de la experiencia y lo que hace en ellos es desvelar técnicas, trucos, secretos y recursos que a lo largo de los años ha ido apuntando en fichas, pensando que algún día servirían para explicar a los demás qué es eso de hacer títeres y dedicar toda una vida a este oficio.

Portada del libro de Paco Pâricio. Foto T.R.

Recomendamos por ello el libro junto a los otros publicados ya por Paco como unos tratados indispensables para quién quiera iniciarse en las artes titiriteras.

Juegos y Recursos de un Titiritero aparece con un hermoso prólogo de la profesora Rosa Tabernero, en el que se nos habla de la importancia de valorar y ejercer este tipo de profesiones en las que, fuera de las órbitas digitales, es posible crear y explicar historias, y comunicar directamente con el público sin las mediaciones tecnológicas. Paco va explicando, página tras página, con el lenguaje conciso de la más pura síntesis titiritera -uno de los secretos más preciados de la titería– diferentes formas de entretener y entretenerse, aplicando este lema filosófico de ir a lo mínimo para alcanzar lo máximo.

Pero no solo de palabras va el libro de Paco, sino que la lectura lleva las muletas indispensables de la imagen, provistas de la misma concisión y claridad expositiva. Una ayuda que permite que la información transmitida entre directamente en la imaginación del lector.

El Chonchón, de Miguel Oyarzún

He aquí el otro libro aparecidos estos días que para muchos titiriteros llegará como agua bendita desde el otro lado del Atlántico: las confesiones titiriteras de este gran maestro que es Miguel Oyarzún, de El Chonchón. Una compañía que cuando llegó a España conquistó de inmediato a público y organizadores. Urdió la operación Eugenio Navarro, quien los descubrió en la Calle de los Títeres de Buenos Aires y los invitó a visitar nuestro país, organizándoles a Miguel y a Carlos, los dos miembros entonces del Chonchón, una larga gira por los festivales del país, tras actuar en el Teatro Malic.

Portada del libro de Miguel Oyarzún. Foto T.R.

El libro nos habla de los inicios de su quehacer titiritero, ya desde que tenía 11 años, y cómo se fue forjando su vocación. De los maestros que tuvo y de lo que aprendió de ellos. También nos desvela algunos de los principios que marcaron y siguen marcando sus labores teatrales. Un libro personal de memoria, de técnica, con sus textos más importantes e incluso con poemas y distintas pinceladas de poesía, lo que lo convierte en una obra personal e inclasificable, y por ello mismo indispensable para conocer su trayectoria titiritera y descubrir secretos y técnicas que Miguel ofrece al lector sin reparo alguno.

Dos primicias editoriales, las de Paco Paricio y Miguel Oyarzún, que aquí simplemente apuntamos, a la espera del artículo que Esteban Villarrocha va a dedicarles a ambas publicaciones en breve.

El pensamiento del títere, de Gabriel Castilla

Habría que añadir aquí el librito que Esteban Villarrocha me regaló del también gran titiritero argentino Gabriel Castilla, más conocido como Guaira, titulado El pensamiento del títere. Un librito entrañable salido en el año 2009 en el que Guaira despliega todo su saber con pequeños textos casi a modo de aforismos que van más allá del aforismo. Una especie de haikus escritos directamente por las manos que manejan a los títeres, en su íntimo diálogo con estos. En ellos, el tiempo se piensa a si mismo a través del títere y de la mano que lo mueve. He aquí un par de ejemplos:

Portada del libro de Guaira Castilla. Foto T.R.

Como son máscaras, el que envejece es el tiempo, no los títeres.

El titiritero cumple ciclos pero envejece. Su tiempo es el tiempo del títere. Por eso de un día para el otro desaparecen juntos.

Blu, Historia de una semilla, de la cía. Naranja Lima

De Castilla La Mancha llegó Naranja Lima, la compañía formada por Olga Mata, Alex Hernández y Marta Marco Martialay. En el Parque de las Marionetas se presentaron con la obra Blu, que fue defendida con los títeres en la mano por Olga Mata y Marta Marco.

Imagen compañía

Resulta difícil definir a Blu, un ser que no sabemos si es una flor, un animal, un insecto o un duende. Pero de eso va el espectáculo, sobre cómo se definen a sí mismos los seres vivos, para llegar a la conclusión que simplemente hay que aceptarse como uno es. Por consiguiente, ¿quién es Blu?: Blu es Blu.

Foto compañía

Como dice la compañía, La obra se presenta como un poema escénico de teatro sensorial y de sombras, que habla del nacer, o más bien del renacer, de la búsqueda de la identidad, de la búsqueda de la luz que ilumina nuestro camino personal … Blu, como metáfora: «El primer viaje» . ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué somos? ¿Qué es nacer?

Todo ello se expresa a través del teatro de sombras, con varias técnicas superpuestas, un lenguaje que Naranja Lima domina con maestría.

Seguimos citando a la compañía:

En su aventura, Blu recorre las estaciones, la naturaleza a su alrededor y seres extraños que le maravillan por su belleza, y se irá transformando con cada aprendizaje. Así, creerá ser un pájaro, un pez, una oruga, un topo… pero nada parece encajar con ella y las dudas le asaltan. El destino acabará arrastrándola hasta lo más profundo de la tierra, donde, después de sentir la soledad y el miedo, se dormirá abrazada por la oscuridad de la noche para despertar en la luz.

La reducción de la obra a los 20 minutos establecidos para los espectáculos de barraca obligó a la compañía a sintetizar la aventura de Blu, que hizo su recorrido con un buen ritmo, seduciendo a los espectadores que llenaron las diferentes sesiones.

Maestros Internacionales

Con este nombre, el Parque de las Marionetas definió a los tres titiriteros que actuaron sobre la hierba junto a su antigua ubicación. Una lástima que todavía no se haya restaurado el Quiosco de Música y hayan trasladado afuera las representaciones que se hacían a su alrededor, en la hermosa placita coronada por el templete musical. Esperemos que en la próxima edición puedan regresar a este lugar más acogedor.

Fueron tres los maestros convocados: Federica Martina de Nápoles con su Pulcinella, y los dos titiriteros argentinos Miguel Oyarzún de El Chonchón y Gerardo Capobianco de Pizzicato Teatro.

Pulcinella, de Federica Martina

Era la segunda vez que Federica actuaba en el Parque de las Marionetas, acompañada en 2004 por Ivano Tornatore y en esta ocasión por la acordeonista Salina Sorrentino. Y como siempre, Federica maravilló a los espectadores con su ágil e impecable Pulcinella, manejado con mano maestra por la titiritera napolitana.

Federica Martina y Salina Sorrentino. Foto T.R.

Creo que la clave de su maestría es la naturalidad con la que mueve los títeres, con una limpieza extraordinaria en la ejecución de las rutinas, alejada de cualquier afán virtuosístico, y por ello mismo provista de una alegre y vital convicción que consigue transmitir al público.

Presentó tres diferentes secuencias del repertorio clásico, que iba alternando en las diferentes sesiones, con una duración máxima de unos 20 minutos: Pulcinella con Teresina y el Perro; Pulcinella con Pasquale y la Muerte; Pulcinella con la Muerte y el entierro de Pasquale y el juego con el sarcófago.

Federica en plena acción. Foto T.R.

El estilo de Federica cambia cuando actúa en teatro o al aire libre. En teatro suele actuar, o al menos así la vi yo, vestida ella misma de Pulcinella, entrando y saliendo del retablo. En la calle, viste un alegre vestido de zíngara que le permite salir al final o al principio del espectáculo con su tamboril napolitano y cantar una típica tarantela pulcinellesca.

El público disfrutó de lo lindo trasladado por Federica Martina a los orígenes de las tradiciones titiriteras de Europa, que el sonido de la lengüeta, bien acompañado por el acordeón de Salina Sorrentino, llevó a las sugestivas alturas de un arcaísmo lleno de sabor popular.

El panadero y el diablo, de Gerardo Capobianco, de Pizzicato Teatro

Fue una gozada ver a este veterano maestro argentino con uno de los clásicos títulos de la tradición de su país, El Panadero y el Diablo, obra de Javier Villafañe, que Capobianco lleva a su terreno, que es como decir a su humor tan particular y disparatado.

Y lo hace sirviéndose de un presentador llamado Lord Cheselín, caballero escocés -así lo define el propio Capobianco-, provisto de una retranca que va más allá de lo gallego y que se dispara por los alambicados humores del rioplatense.

Gerardo Capobianco con el Panadero y el Diablo, junto a Esteban Villarrocha. Foto T.R.

Destaca Capobianco por el gran dominio que tiene de la lengua y del manejo de los títeres, y por la facilidad con la que crea espacios imaginarios en el retablo: pozos sin fondo, mazmorras, agujeros por los que caen los personajes o son allí lanzados. y que los espectadores ven sin verlos, pendientes durante toda la función de que no caiga nadie más por ellos. Al ser el Diablo uno de los dos personajes principales -el otro es el Panadero-, es fácil esconderlo en las entrañas de la tierra, lugar donde suele residir.

Gerardo Capobianco dentro del retablo. Foto T.R.

En esta historia, las clásicas pendencias titiriteras más que resolverse con la cachiporra, se solventan con el habla, una esgrima que requiere el dominio de la palabra y de la improvisación, siempre mirando a los espectadores que atienden y al lugar donde se actúa. Algo que el público entendido del Parque de las Marionetas, que conoce bien las diferentes tradiciones titiriteras, siempre agradece.

Juan, María y el de los Novecientos, de Miguel Oyarzún, El Chonchón

Estuvieron de suerte los espectadores de Zaragoza al poder ver también a este otro gran maestro argentino, Miguel Oyarzún, de la conocida compañía El Chonchón. Pudieron de este modo conocer dos variantes del títere de guante de La Argentina, ambos de una calidad excepcional.

Miguel Oyargún, de quién ya hemos citado antes el libro que acaba de publicar, titiritero chileno que ha vivido mayormente en Córdoba, Argentina, empezó el primer día con un fragmento del espectáculo Los del Novecientos, un ejercicio de virtuosismo manipulador por el que ha convertido a los actores más conocidos del cine mudo en títeres, creando secuencias de puro mimo titiritero. Lo hizo con el personaje de Charlot con su conocida escena de ebriedad subida junto a una farola, y luego otra con Buster Keaton.

Juan, María y Miguel Oyarzún. Foto T.R.

Son unas rutinas de una gran carga poética, sin palabra alguna, que finalmente Miguel decidió suplir por la otra secuencia que había preparado de 20 minutos, con los personajes de Juan y María, siempre con el Abuelo, como presentador o implicándose en el desarrollo de los amores y desamores de los dos icónicos personajes creados en su día por Villafañe, que se han convertido en figuras conocidas y emblemáticos de los títeres en toda Iberoamérica.

Miguel Oyarzún manejando a Buster Keaton y su enamorada durante la función. Foto T.R.

Oyarzún hizo gala de su conocida capacidad de improvisar, aplicando lo que él llama la dramáticaturgia, por la que se incorpora en el juego escénico la improvisación. No gratuita, sino siempre adaptada a lo que los propios títeres captan en el ambiente, en el lugar donde actúan, en la ciudad y si hay una fiesta especial, pues en ella. En este caso, lo tuve fácil Miguel al incorporar en los diálogos la Fiesta del Pilar, el Día de la Hispanidad, el mismo Parque de las Marionetas, a los Tres Maestros Internacionales como los habían definido, o pequeños acontecimientos que siempre ocurren y disturban durante las representaciones al aire libre. O los fallos técnicos de sonido. Todo era un pretexto bienvenido para incorporar en el desarrollo de la función. Con la simple finalidad de que los títeres estén vivos y conecten con los espectadores, siempre con la ironía y la inteligencia por delante.

Algo de lo que tanto Oyarzún como Capobianco van sobrados. El público pudo así deleitarse con esta tradición titiritera llegada del cono sur americano, basada en la ironía y el dominio inteligente de la palabra. Un verdadero lujo para todos.