(Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía)

Continuamos con esta tercera crónica el relato del Titirijai 2023, la 41a edición del Festival Internacional de Títeres de Tolosa, que organiza el TOPIC, con dirección de Juanjo Herrero y Estitxu Zaldua. Y lo haremos hablando del curso que realizaron los dos directores de la compañía Pupella-Noguès: Joëlle Noguès y Giorgio Pupella, creadores del Centro de Acompañamiento Odradek de la ciudad de Toulouse, en Francia.

También hablaremos de dos de los espectáculos vistos: Aioko, de Zurrunka Teatro, y A barca do Inferno, de la compañía Nauta Teatro.

Curso con Pupella-Noguès

Con dirección de Joëlle Noguès y Giorgio Pupella, codirectores de la cía Pupella-Noguès y del Centro de Formación y Acompañamiento ODRADEK, en Toulouse (Francia), se realizó en el TOPIC de Tolosa el curso titulado El Gesto y Dramaturgia de los Títeres y Objetos, del 27 de noviembre al 2 de diciembre de 2023 en el marco de la llamada Escuela de Otoño del TOPIC de Tolosa, que se organiza cada año en colaboración con la Unima Euskal Herria,

Giorgio Pupella y Joëlle Noguès en el ambigú del TOPIC de Tolosa, durante la presentación que ofrecieron el jueves 30. Foto Nati Cuevas

El curso ha pretendido responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo de la materia prima nace un personaje? Como dicen sus directores:

Madera, tela, papel, tierra; diferentes puntos de origen, diferentes fuentes para hacer crear un personaje. El cuerpo de un ser imaginario que en algún momento cobrará vida en el escenario de un teatro por el impulso dictado de una energía, una voz. Cómo a partir de esta alquimia misteriosa que pasa del secreto del taller a la luz del escenario, se encuentra lo concreto de la materia, el pensamiento y el universo de un artista. Cómo entender el tema dramatúrgico del material.

La propuesta era pues:

– Elegir el material, analizar su relevancia dramatúrgica.
– Jugar, experimentar, transponer del juego al Teatro de Objetos.
– Poner en movimiento y coreografiar el material.
– Acercarse a la noción de efigie del personaje.
– Intercambios de miradas y puesta en escena.

El curso visto desde dentro

Este cronista, que se encontraba en Tolosa como cada año para ver espectáculos y realizar varios reportajes sobre lo visto en el Titirijai, decidió acercarse al inicio del curso para ver cómo lo encaraban sus conductores.

Debo decir que conozco desde hace muchos años a Joëlle y a Giorgio, de modo que me dieron permiso para acercarme y saciar mi curiosidad para ver de qué manera explicaban su idea de una dramaturgia para el teatro de títeres y de objetos. Me senté en la mesa y, para sorpresa mía, ya no me levanté de la misma hasta que acabó la primera parte de la tarde, atrapado por las explicaciones sencillas, pero de una insólita profundidad que Joëlle iba desplegando en una pizarra, ofreciendo una poderosa metodología de trabajo para empezar a encararse con un proyecto a partir de una idea cualquiera.

Momento del curso. Foto Giorgio Pupella

Con una generosidad insólita, los dos veteranos titiriteros nos ofrecieron con sencillos esquemas lo que constituía el sedimento destilado de toda una carrera de creación de más de cuarenta años: un sistema práctico para desarrollar una idea a partir de una imagen, siguiendo todo un proceso de desarrollo por diferentes aspectos que al cabo completaban la concepción de un espectáculo, con toda su complejidad.

Jugando con materiales. Foto Giorgio Pupella

Ya no pude escapar del proceso y, gracias a su generosidad, me quedé en el taller los tres días que estuve aún en Tolosa, de modo que pude incluso completar una pequeña idea, elaborando un texto y la correspondiente maqueta con sus personajes, aunque luego no la pude presentar como sí hicieron mis compañeros de curso, pues los deberes de Talía me llamaban hacia otra ciudad a media semana.

De izquierda a derecha, Felipe Garduño, Haruhiko Ii, Joëlle Noguès y Hitoshi Nishimura. Foto Giorgio Pupella

Lo bueno es que no fui el único atrapado por la magia del curso: Haruhiko Ii, director del Teatro Puk de Tokio, y Hitoshi Nishimura, director de Studio Nova, el departamento de cine de animación con marionetas asociado al Teatro Puk, que se hallaban de visita al Titirijai, también cayeron enzarzados en las redes invisibles de Pupella-Noguès, tras ser invitados a asistir al inicio del curso. De modo que, presos por la curiosidad y sus ansias de conocimiento, hicieron el curso entero presentando ambos dos diferentes ejercicios con sus maquetas, títeres y sonidos.

Haruhiko Ii con un títere de papel. Foto Giorgio Pupella

A destacar el alto nivel y la entrega de los inscritos en el curso, que elevó la  temperatura del encuentro a alturas de mucha creatividad y de un humor excelente, lo que siempre ayuda a la consecución de los fines propuestos.

Hitoshi Nishimura y Santiago Ortega, en el laboratorio de sonidos. Foto Giorgio Pupella

Pero no solo nos atrajeron los métodos dramatúrgicos de Odradek, sino que también fuimos pillados por los ejercicios de improvisación sonora asociados a la idea de cada uno, que Giorgio Pupella nos propuso, con sus micro-instrumentos y unos micrófonos que amplificaban los tenues sonidos.

Pequeña orquesta sonorista. Foto Giorgio Pupella

Luego vinieron los ejercicios de ritmo y gestualidad, con bastones y otras destrezas habilidosas muy divertidas y útiles para crear un ambiente desenfadado y dejar así las puertas abiertas a la creatividad de cada uno.

Rosa Martínez, Amaia Garrosa Martin y Eñaut Gorbea musicando movimientos de materiales. Foto Giorgio Pupella

No entraré en más detalles, pues los cursos están para ser hechos y no escuchados o leídos, de modo que cualquiera que quiera conocer estos procesos dramatúrgicos, no tiene más que acercarse al centro Odradek y ver cuándo ofrecen sus cursos de dramaturgia e iniciación a los teatros de títeres y objetes que realizan con regularidad.

Felipe Garduño y quien suscribe estas líneas. Foto Giorgio Pupella

Convertida en una verdadera escuela, única en el sur de Francia y, en su género, una de las pocas existentes en el sur de Europa, Odradek ofrece hoy una formación de varios meses con solventes profesores y algunos artistas invitados para talleres puntuales. Todo un lujo para los que quieran iniciarse en estas artes del teatro.

Amaia Garrosa Martin, de Zurrunka Teatro. Foto Giorgio Pupella

Para más información, cliquen aquí,

Aioko, de Zurrunka Teatro

Justo la semana anterior pude asistir en Bilbao a la obra Gure Kanoa, de esta misma compañía (ver aquí), y en Tolosa tuve la ocasión de ver uno de los títulos más emblemáticos de Zurrunka Teatro, Aioko, que fue una de las primeras que lanzó a este joven colectivo de actores titiriteros a los escenarios vascos.

La historia es muy sencilla pero está explicada con un lenguaje muy ágil que va creando diferentes espacios escénicos, básicamente con sombras, pero también con títeres y los mismos actores que saltan de un registro a otro, lo que hace que la obra entre por los ojos y atrape al espectador sin remisión, gracias también a un tono que busca por encima de todo la naturalidad, buscando una comunicación fácil y directa con el espectador.

Eñaut Gorbea. Foto compañía

Dos son los personajes, de carácter cómico y rebelde, Azkartxin y Mateltxin, el primero muy rápido y curioso, la segunda, torpe y lenta. Unos dones que motivaron que sus vecinos en la isla donde viven, llamada Aioko, los excluyeran de la vecindad. Y es que la convivencia en la isla se ha vuelto oscura y materialista, sin tiempo para gozar de la vida, algo a lo que los dos amigos Azkartxin y Mateltxin no pueden renunciar.

La representación fue en lengua vasca, de modo que entendí poco de lo que ocurría, pero aún así, quedé enganchado a la imagen y a los sucesivos cambios de espacios escénicos, una agilidad que como antes he dicho, es la característica más apreciable del espectáculo. Destaca la frescura de la interpretación, seguramente un signo de identidad de la compañía, que va al grano en lo que se propone, sin ninguna concesión a la pompa enfática ni a la pretensión.

Imágenes de la obra. Fotos compañía

Una historia creada e interpretada por Eñaut Gorbea y Nerea Ariznabarreta, siendo Eñaut el responsable de la escenografía, los títeres y todos los objetos que salen en la obra.

Un trabajo de gran interés de esta joven compañía que pisa con pie fuerte y seguro los nuevos escenarios titiriteros del País Vasco.

A barca do Inferno, de Nauta Teatro

Impresionó al público de Tolosa esta propuesta de la joven compañía gallega Nauta Teatro, una versión libre del Auto de Gil Vicente A Barca do Inferno, una obra considerada como la primera parte de la trilogía de las Barcas, que se complementa con el Auto da Barca do Purgatório y el Auto da Barca da Glória.

Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía

Son textos que ya en su época oscilaban entre la moralidad y la farsa, es decir, denunciaban las lacras morales de la sociedad de su época con sátiras feroces de los personajes escarnecidos. Pero lo importante de los Autos como género es que permiten que los personajes sean alegorías o representaciones simbólicas o grupales de prototipos sociales bien definidos, así como tratar temas ‘serios’, que tienen que ver con la ética, la denuncia y los deseos de mejorar la sociedad.

Es por ello que la propuesta de Nauta da realmente en el clavo al escoger la fórmula del Auto para tratar el tema que les interesa poner sobre la mesa: ni más ni menos que el fin del mundo tal como lo conocemos, al estar directamente amenazado por la irracionalidad depredadora de nuestra civilización de máximos, cuyos objetivos son ir a más en sus deseos de enriquecimiento y poderío, sin importar la destrucción asegurada y demostrada que su acción implica.

Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía

¿Qué mejor manera, para tratar un tema tan general, que va de lo concreto a lo universal, que habla de los comportamientos depredadores y de sus consecuencias, a título individual y desde una perspectiva de especie, qué mejor manera, digo, que recurrir al Auto? Gil Vicente, capaz de hablar con el doble registro de la farsa y la moralidad, les sirve con su Auto de la Barca del Infierno, de catapulta para saltar sobre los medievales contenidos de Cielo e Infierno, y convertir el Auto en una denuncia de la muerte de los mares, símbolo de nuestra civilización, ahogados por la destrucción de su ecosistema y por la invasión de plásticos y mil deshechos más, caldo de cultivo donde nacen monstruos terribles que acaban devorando la inocencia.

La inocencia está representada por una niña que, como todos los personajes del Auto, está muerta y busca dónde situarse en los residuos de lo que ha sido su vida humana.

Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía

El deterioro de los mares y el colapso de la civilización humana alcanza el más allá de lo vivo, dejando sin ningún espacio metafísico sano a los humanos, condenados a la podredumbre de sus actos disparatados y sus intentos fallidos de ser algo más que simples animales llenos de voracidad.

La obra se convierte así en una especie de grito de denuncia e indignación, que los jóvenes actores, a modo de alegoría de los jóvenes del mundo, ejecutan con una puesta en escena que recurre a la forma del rito, siguiendo la ruta dramatúrgica que ofrece el Auto como género. Rito de denuncia y de rebelión, que encuentra en la máscara, los objetos de deshecho y las marionetas, más la música en directo con voces que hablan y chillan directamente al público, el medio para impactar y sacudir a los espectadores en sus asientos.

Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía

Importante mencionar la entrega total de los intérpretes embarcados en esta Barca del Infierno, que ha dirigido Rafael Rey, con música de Tomé Mouriño y escenografía y vestuario de Lydia Guez. Son: Carlos Gallardo, Lydia Guez, Pilar Gingarrón, Mathias Rodríguez, Rafael Rey y Tomé Mouriño.

Imagen de ‘A Barca do Inferno’. Foto compañía

Quizás a veces la indignación y la denuncia escalan registros convulsos de una altura de excesos, lo que podría frenar la función primordial del rito de hacer que los asistentes participen embebidos en la catarsis de su ejecución, que en definitiva es el objetivo de la obra. Pero aún así, no cabe duda que la propuesta se halla en el lugar que buscaban los jóvenes de Nauta y donde mejor pueden lograr sus fines: en el espacio del Auto, capaz de tratar temas alegóricos de calado con el lenguaje del rito escénico contemporáneo.

¡Chapeau!