(Parte del equipo artístico del Titiriberia junto a algunos titiriteros, después de la función de Pablo Girón, del Teatro Arbolé, en la Playa de Tanxil, Rianxo. Foto Manuel Silva)
Terminamos nuestro intenso recorrido por el Festival Titiriberia 2025 con una mirada a los siguientes espectáculos: El Ladrón de Sandías, del Teatro Arbolé; Trogloditas, de Tanxarina; El Teatro de Mochila y El Cantar do Ano, de Anxo García, de la cía Viravolta y Seis Dedos; los dos espectáculos que presentaron la compañía valenciana El Ball de Sant Vito: El país de Babia y Gori Gori; y la obra Vida, crimes y prisión de Toribio de Mañón, a cargo de la compañía Viravolta.
Habría que comentar aquí el gran esfuerzo que realizan los responsables del Titiriberia por ser fieles a los objetivos del evento: centrarse en cómo los teatros populares de títeres, sean los de guante y cachiporra o los de otras modalidades técnicas, se mantienen vivos y dialogan hoy en día con la contemporaneidad, manteniendo vivas sus constantes vitales. Lo que nos ha permitido, a su vez, constatar cómo el viejo género del títere de guante se abre paso por vías muy diferentes unas de otras, a pesar de mantener nítidos sus vínculos con la tradición.

Comba Campoi, directora artística, presentando un espectáculo. Foto Manuel Silva
Por ejemplo, la modalidad del títere de cachiporra ha sido representada este año por compañías como la de Sara Henriques con su Dom Roberto; Barriga Verde con Borja Insua y Larraitz Urruzola; el nuevo personaje Pituquito a cargo de Trécola, por Ero Vázquez e Isa García; Mingo, de Valencia, por el Ball de Sant Vito, Xavier Learreta i Manel Mengual; Pelegrín, personaje aragonés creado por el Teatro Arbolé manejado aquí por Pablo Girón; y el Toribio de Mañón, extraído de crónicas veraces y referentes literarios, de Viravolta con Pilar Álvarez, Xulio Balado y Anxo García.
Siete personajes y ocho compañías que han conseguido seguir vías de desarrollo muy diferentes entre sí, abriendo un riquísimo abanico de perspectivas y posibilidades que miran con ansias de renovación el futuro. Un abanico que, si lo reflejamos en la variada profusión titiritera de la Península Ibérica, veríamos un impresionante mapa de formas curiosamente muy dispares entre sí aunque todas ellas con parecidos denominadores comunes.

Larraitz Urruzola, productora del Festival. Foto Manuel Silva
El Festival Titiriberia sin duda está ayudando a que ello suceda, estimulando y revalorando esos nuevos rumbos y derroteros de las viejas tradiciones, que siguen tan vivas y actuales como se ha podido comprobar en Rianxo.
En paralelo a las formas más inspiradas por la tradición, el Festival también arropa y promueve otras técnicas y modalidades en las que los títeres y los objetos interactúan con actores y actrices, en la calle y en los teatros, en formato grande y pequeño, creando nuevos géneros y formas mixtas, lo que nos muestra la gran vitalidad que tiene hoy el llamado Teatro Visual, de Títeres y Objetos en el mundo de la escena.
El Ladrón de Sandías, con Pablo Girón, del Teatro Arbolé
Desde hace años que Titeresante ha seguido los derroteros de este nuevo polichinela aragonés creado en su día, hace ya más de cuarenta años, por Iñaki Juárez, Pablo Girón y Esteban Villarrocha, los tres fundadores del Teatro Arbolé (ver aquí).

El teatrillo de Arbolé, en la Playa de Tanxil. Foto Manuel Silva
¿Cómo es Pelegrín? Sería imposible mostrar las mil caras del personaje, los distintos papeles que ha vivido en estos años, los matices que cada titiritero le ha dado. Seis han sido quienes lo han manejado cada uno desde su retablo correspondiente: Iñaki Juárez, Pablo Girón, Alicia Juárez, Julia Juárez, Javier Aranda y Azucena Roda, es decir, titiriteros que son o han trabajado para Arbolé. Cada uno tiene su propio títere de Pelegrín, adaptado a las manos y a sus gustos particulares. Y cada uno lo maneja según su estilo y sensibilidad: las manos femeninas con más suavidad en las formas, otros buscando la rudeza de los tiempos antiguos, pero siempre fieles al personaje, con sus debilidades, sus fuerzas y sus ideas peregrinas. Aunque hoy los tonos han bajado decibelios, adaptados al público actual.

El Presentador. Foto Manuel Silva
Esteban Villarrocha, gran amigo de Pelegrín, lo ha visto nacer y crecer. Y aunque no lo ha manejado nunca con las manos, si que lo ha hecho con la pluma y con el corazón, pues no deja de ser uno de sus padres. Dice Esteban sobre el personaje: Para Teatro Arbolé hablar de Pelegrín es hablar de nuestra historia, son más de 4.000 las representaciones que este personaje popular ha protagonizado con la compañía, ha viajado por medio mundo y sigue siendo un personaje vivo. Sabemos que son más de 800.000 los espectadores que lo han visto en los escenarios durante estos 35 años que lleva con nosotros.
Esto lo dijo en 2020, de modo que cinco años después estos números serán ya muchos más.
Pero dejemos las generalidades y vayamos al grano: la representación de El Ladrón de Sandías, a cargo del Pelegrín de Pablo Girón.

Pelegrín en escena. Foto Manuel Silva
Un clásico de Girón que en realidad junta dos historias de Pelegrín en una: la del Ladrón de Sandías propiamente dicho y la inspirada en una obra del Guiñol Francés, en la que se borda un argumento basado en puros equívocos en la fonética de las palabras.
Brilla aquí la figura del presentador, una creación de Pablo, que nos sitúa ya de entrada en un ambiente popular, con un deje andaluz aunque también muy maño, y una dicción que combina la sequedad idiomática del hombre de campo con las florituras retorcidas de la retórica, con jugosos errores y juegos de palabra, que provocan la hilaridad del público. Un número, el del presentador, que nos recuerda a estos personajes secundarios del teatro -tramoyistas, eléctricos, acomodadores…- que de pronto deben dirigirse al público y entretenerle mientras se espera a las primeras espadas. En algunos casos, convertidos en el personaje principal. Un recurso muy utilizado en las comedias de títeres.

Con el Ladrón de Sandías. Foto Manuel Silva
Pablo Girón le saca mucho brillo y sobre todo nos introduce ya el tono de la obra y el tipo personajes que vamos a encontrarnos.
Pelegrín aparece aquí como alguien con pocas ganas de trabajar, anhelando escapar para un baño en la playa de Tanxil, donde se realizaba la función. Pero su deseo es interrumpido por su madre o su mujer que le da instrucciones para recoger unos melones e irlos a vender al mercado. No revelaremos más cosas del argumento, solo indicar que irrumpe un ladrón de sandías, y que los juegos titiriteros se desarrollan ya sin parar, a cuál más disparatado, sobre esta situación.

Pelegrín con su cachiporra. Foto Manuel Silva
Lo que nos interesa resaltar aquí es cómo Pablo Girón consigue, mediante clásicos recursos del teatro de títeres con sus equívocos, juegos constantes de palabra y malentendidos, convertir la obra en una hilarante dinámica de teatro del absurdo, que todavía va a más con la segunda historia de Pelegrín con su amigo, que no hace más que llevar al límite el absurdo cómico de lo que vemos en el escenario.
Un trabajo que requiere de una enorme experiencia en el manejo. Solo cuando los títeres empiezan ya casi a hablar solos porque saben muy bien cómo van a reaccionar ante las diferentes situaciones, solo entonces puede alcanzarse esta seguridad del oficio, la misma que tenían los titiriteros que representaban los viejos copiones de los personajes de la Comedia del Arte en Italia.
Así lo pudimos ver en la playa de Tanxil: una obra llena de un fresco oficio titiritero que impresionó al entendido público de Rianxo.
Trogloditas, de Tanxarina
He aquí un clásico de esta histórica compañía de Galicia, que ya vi una vez en el festival de Pola de Siero, y que se presentó en Rianxo con su pequeño pabellón que reproduce una cueva prehistórica, bien plantado en el bonito enclave del Campo de Arriba. Hubo cambios en el reparto: Eduardo Alberto Rodríguez Cunha más conocido como Tatán, se ha jubilado y se encuentra en la actualidad escribiendo sus memorias. Actuaron en esta segunda versión Miguel Borines Fernández, Andrés Giráldez Río y, en sustitución de Tatán, el actor Paulo Medal.

La carpa-cueva de los Trogloditas. Foto Manuel Silva
Verla por segunda vez me permitió gozar de los detalles, y quedar admirado de nuevo de la capacidad que tienen los titiriteros de Tanxarina, todos ellos buenísimos actores, de transformarse realmente en tres seres del Paleolítico Superior. Podrían los arqueólogos medir sus cráneos, sus mandíbulas y dentaduras, y llegar a la conclusión de que realmente se encuentran frente a unos especímenes de Homo Sapiens quizás con algunos dejes neandertales. Pero en la realidad, no tardamos mucho en saber que estos tres trogloditas son tres cómicos de la legua, prehistóricos si cabe, pero de la subespecie del clown, si eso existe.

De izquierda a derecha: Andrés Giráldez Río, Paulo Medal y Miguel Borines Rodríguez. Foto Manuel Silva
Se trata en efecto de tres payasos cavernícolas dispuestos a hacernos partir de la risa, sobre todo porque ellos hacen lo mismo entre sí, burlándose unos de otros y jugándose mil tretas, tan absurdas como las de los humanos de hoy en día. En realidad, el eje del asunto es una burla total a la autoridad, que adquiere tonos carnavalescos si tenemos en cuenta la increíble transformación de los actores.

Foto Manuel Silva
El desparpajo de los tres titiriteros de Tanxarina al ponerse en la piel de semejantes personajes es tan absoluto como disparatado. A tener en cuenta que la caverna donde los espectadores nos apretujamos es en realidad un pretendido ‘lugar de culto’, allí donde se celebran los ritos mágicos, con un altar y todo un conjunto de elementos decorativos que poco a poco van tomando protagonismos en la acción de los tres. Un altar que de pronto se convierte en el escenario de unos títeres rupestres con los que juegan y se divierten los tres seres prehistóricos.

Foto Manuel Silva
El público asistió a la representación atónito, entregado al oficio bufonesco de aquellos seres que parecían salidos de un psiquiátrico del Hombre de las Cavernas, un poco asustados que de pronto se les ocurriera practicar algún sacrificio humano. Geniales los tres actores, cuya caracterización es de las más impactantes que he visto en un teatro de cómicos y titiriteros. Una obra que se queda pegada en la retina de los espectadores.
El Teatro de Mochila, El Cantar do Ano, el Romance do dedo y los cabezudos de Couso, de Anxo García
Admira la extraordinaria versatilidad del actor-titiritero Anxo García, uno de los factótums del Festival Titiriberia, que tanto nos puede sorprender con esclarecedoras pesquisas sobre el teatro popular gallego, como verlo encarnado en O Cego dos Monifates, un ciego de los que iban por los caminos narrando historias, crímenes o romances viejos, o sacando del olvido viejas formas teatrales que cómicos, juglares y recitantes presentaban en las plazas de los pueblos.

El Teatrillo de Mochila. Foto Manuel Silva
En esta ocasión, quiso también mostrar Anxo sus últimos trabajos de un teatro popular de calle inspirado en las viejas formas pero que él ha ido modificando o inventando, un modo de contar historias ayudándose de pequeños muñecos de madera, de curiosos artilugios sonoros, o de teatrines montados en una santiamén, con decorados que son preciosos collages hechos con etiquetas publicitarias de las cajas de frutas y verduras de los viejos mercados de antes, con nombres curiosos y variopintos.
Igualmente mencionaremos su labor en Couso con la creación de un conjunto de cabezudos para las fiestas del pueblo.
Teatro de Mochila
Tal era el número callejero con el que Anxo se presentó en el Campo de Arriba como un tal Profesor Endalecio con un teatrillo en la espalda que montó sobre un pedestal que ya tenía preparado. Lo acompañaba Arquímedes, un perro sabio de madera que lo seguía a todas partes, y con el que jugó con la arcaica técnica del ‘títere à la planchette’. Nos contó A verdadeira e fantástica historia de Medio Pito e do Rei Pomporrompón que nin da nin quita ni pon. Un precioso cuento-canción de un pollito que consigue la ayuda de los más poderosos animales para llegar hasta el rey y satisfacer su demanda.

Anxo García junto al teatrillo. Foto Manuel Silva
Un clásico cuento de repetición que nos tuvo atrapados, a niños y a mayores, todo el tiempo que duró su ejecución, sirviéndose de figuras planas recortadas para los personajes y de un decorado que se iba desenroscando en el fondo de su teatrillo, para darnos idea del viaje emprendido por semejante equipo peticionario.
Un magnífico ejemplo de cómo un texto tan popular puede convertirse no solo en canción sino en un teatro callejero ‘de mochila’, como lo llama Anxo, siguiendo la tradición de los contadores itinerantes de los tiempos antiguos.
Cantar do ano
La segunda aparición de Seisdedos Marionetas fue con un micro espectáculo dedicado a los acontecimientos del año, escrito por Germán Hermida, como ya hicieron el año pasado ambos folkloristas. En este caso, Anxo utilizó al personaje de O Cego dos Monifates en su versión titiritera -pues en otras ocasiones lo hemos visto como actor, encarnando la figura del ciego itinerante recitador de romances con impecable maestría.

El Ciego canta el año 2025. Foto Manuel Silva
Así empieza, por ejemplo, el relato versificado del año 2025 en Rianxo:
Que se faga xa o silencio
como se pasase un anxo
que agora imos repasar
o que aconteceu en Rianxo
E ainda veu algo novo
que xa non era sem tempo
acabaron de amañare
noso pazo do Martelo
Sin olvidarse de los temas candentes que asolan a los pueblos peninsulares:
Gobernos e oposicións
continúan coas súas leas
a xente segue tirando
entre marea e marea
A crispación chega a cotas
non aínda chegara antes
e ata hai que facer acordo:
tamén somos emigrantes
Un alarde de ingenio que tanto el autor como el recitante, ambos cómplices en los ripios y en las ocurrencias tratadas, bordaron bajo la sabia mano del titiritero Anxo y del Cego dos Monifates títere.
Romance do Dedo, Verdadeiro caso acontecido na vila de Redondela
Un acontecimiento real ocurrido en Redondela, en el que una camarera encontró en un bar un dedo envuelto en una hoja de papel, ha dado pie al Romance que Anxo García, con la ayuda de un cartelón hecho para la ocasión con la técnica del collage, recitó en Campo de Arriba, tras el Romance do Ano 2025.

Anxo garcía reparte el Romance del Dedo. Foto Manuel Silva
Con texto de Germán Hermida, y unos tanguillos escritos y compuestos por Anxo García, el romance narra el episodio con hilarantes versos rimados a la manera de los romances de ciego, exagerando y llevando al absurdo semejante acontecimiento: tras Manuel cortarse un dedo e ir al hospital, se da cuenta de que lo guardó su mujer, quien, al tomar un refresco en un bar, lo perdió sin darse cuenta de ello.

Con el Cartón colgado en el retablo. Foto Manuel Silva
Si no fuera porque hay testimonios fehacientes del suceso, parecería pura invención de un gacetillero de otras épocas. Vean la noticia contada por Onda Cero aquí)
Los cabezudos de Couso
Los días 14 y 15 de agosto, en plena semana del Titiriberia, se realizan en Couso, parroquia de La Estada, unas fiestas llamada As nosas músicas, muy renombradas en la zona. En ella debutaron hace dos años unos cabezudos de nuevo cuño que realizaron vecinos del lugar con la ayuda y colaboración de Anxo García.

Cabezudos de Couso. Foto de Fatima Seijo Martínez
Figuras inspiradas en personajes reales de la localidad, lo que les da un plus de interés y que forma parte de una tradición lugareña de tener cabezudos con caras de vecinos conocidos. Un ejemplo fue Peito de Lobo, cabezudo creado por Castelao a principios del siglo XX inspirado directamente en un vecino de Rianxo que gozaba del mismo mote (vean aquí).
Una tradición que en Couso se había perdido y que el activismo de unos vecinos más el oficio del titiritero Anxo ha puesto de nuevo en circulación. Un ejemplo de cómo las tradicionales figuras de gigantes, cabezudos y seres festivos, siguen formando parte de la cultura popular de los pueblos ibéricos.
El país de Babia y Gori Gori, por El Ball de Sant Vito
De la localidad valenciana de Cullera llegó a Rianxo la reconocida compañía El Ball de Sant Vito, formada por Xavier Learreta y Manel Mengual, con dos espectáculos: El país de Babia (La terra dels Babaus, en valenciano) y Gori Gori. Dos títulos protagonizados por un mismo personaje, Mingo, que la compañía ha convertido en el héroe protagonista de sus espectáculos. Para ello, han adoptado como propio el títere de técnica catalana de los tres dedos centrales en el busto del muñeco, mientras sus dos extremidades son movidas por el pulgar y el meñique de la mano del titiritero.

Mingo y el Molinero. Foto Manuel Silva
¿De donde sale Mingo? Según Learreta y Mengual, existió un personaje con este nombre llevado por un titiritero valenciano, motivo por el que los de San Vito lo han querido recuperar y proponerlo como un Polichinela valenciano, afín de llenar el vacío que había aquí en este campo. En valenciano y catalán, un ‘mingo’ designa a un tipo cualquiera, de poco carácter, que se deja manipular por unos y otros. Un buen punto de partida para un personaje polichinesco, pues son características que algunos criados de la Comedia del Arte compartían, una especie de ‘bobos’ que al final resulta que son más listos e inteligentes que los que se ríen de él.
Pero para darle más enjundia local y asociarlo a la tradición titiritera valenciana, cuyo principal referente es el Belén del Tirisiti, de Alcoi, los de Cullera hacen hablar a Mingo con una lengüeta parecida a la del Tirisiti, que posee un sonido muy agudo y que requiere ‘traducción’, es decir, el intermediador entre el personaje y los espectadores que va aclarando lo que dice el héroe. Así ocurre en esa impresionante tradición titiritera que es el Tirisiti (ver aquí) y así lo hacen también Learreta y Mengual, cuando habla Mingo.
El País de Babia
Sin duda, Mingo es un personaje del que podríamos decir que suele estar en babia, es decir, despistado, ausente, con la mente en otro lugar. De ahí que sea fácil engañarle -como hace el maldito molinero- y que llene sin querer la casa de ratas, para desesperación de su madre.
¿Qué mejor, para quien está siempre en babia, que ir a este supuesto lugar para tocar la realidad y ganarse una cierta sensatez? Pero lo que verdaderamente salva a Mingo es que es un buenazo, alguien que solo ve los lados positivos de las personas y que gusta de ayudar a los necesitados. Y es en Babia, allí donde todo el mundo participa de estos atributos de ausentismo, donde Mingo encuentra a seres próximos a él y necesitados de alguien sin malicia que les ayude.

Foto manuel Silva
Finalmente, aprenderá Mingo el arte de la cachiporra, que le permite resolver los casos irresolubles y sacarse de encima a quienes abusan de él.
Pero lo bueno del espectáculo del Ball de Sant Vito es el ‘cómo’ está contada la historia, con una técnica tradicional de títeres, como es la catalana, pero con los dos titiriteros entrando y saliendo del retablo, que no es tal, sino un carromato que han construido a la vista del público. Una escenografía exquisita en la que priman los materiales nobles y vetustos, la madera sobre todo, tratada como si fuera vieja y logrando unas imágenes preciosas de un teatro de títeres muy contemporáneo pero que parece surgido de un desván del siglo XVII.

Xavier Learreta y Manel Mengual. Foto Manuel Silva
Tanto Mengual como Learreta son buenos actores, cantan bien y tocan distintos instrumentos, una de sus características básicas (no hay músicas grabadas en sus espectáculos), y ambos son tranquilos, es decir, pueden manejar bien los títeres, y también muestran un cierto deje de ‘estar en babia’, es decir, de ser buenas personas sin malas intenciones, lo que hace todavía más convincente la historia narrada.
Contrasta ello con el nombre de la compañía, el Ball de Sant Vito, que como es sabido, designa una especie de posesión que determinadas personas o poblaciones pueden padecer, al sentirse de repente impelidos a bailar con frenesí y sin parar, hasta caer finalmente rendidos por el cansancio. Parece ser que en la historia hubo epidemias de este tipo. Dice la Wikipedia: La peste del baile (o la plaga de danza) fue un caso de coreomanía ocurrido en Estrasburgo, una ciudad del Sacro Imperio Romano Germánico (ahora al noreste de Francia), a mediados de 1518. Se desconoce el origen de esta «epidemia», aunque se supone que se trató de un caso de histeria colectiva (ver aquí).

Foto Manuel Silva
También hay que saber que Vito es un baile muy animado de Andalucía, relacionado con la idea espasmódica y frenética del llamado Baile de San Vito.
En este caso, el nombre de la compañía se da por contraste a su personaje principal y a sus dos componentes, los tres personas tranquilas, más bien tendentes a estar en estado de ‘babia’ que de ‘vito’. Una denominación que abre un espacio enorme para la búsqueda de esas nuevas vivencias que solo los títeres y el teatro popular pueden conseguir.
Gori Gori
El segundo espectáculo presentado por el Ball de Sant Vito ejemplifica lo que decíamos en el anterior párrafo: en esta ocasión, Mingo se enfrenta a un enemigo que es el de todos: la Muerte. Invencible y todopoderosa. Y para abrir este espacio descomunal que va del nacer al morir, los de Cullera han creado un impresionante círculo, una especie de Rueda de la Vida, una escenografía que es a su vez metáfora y retablo para los títeres.

En la Rueda de Gori Gori. Foto Manuel Silva
La obra, que les ha dirigido la maestra de los guaratelle napolitanos Irene Vecchia, tras un curso que hicieron con ella precisamente en uno de los festivales de Titiriberia, es magnífica para ilustrar la personalidad de Mingo y mostrar cómo va aprendiendo los secretos de la Vida, que como es bien sabido son los de la Muerte, a través de su querido abuelo y un precioso elenco de personajes tradicionales que acompañan al héroe en este recorrido iniciático.

Foto Manuel Silva
Gori Gori, obra resuelta por los valencianos con su gran pericia de actores titiriteros y no sin crear una peculiar atmósfera sonora gracias a la música en directo y a las canciones que jalonan el argumento, entusiasmó al público del Centro Sociocultural A Capela, de la parroquia de Araño, Rianxo, que llenó la sala y premió a los artistas con sinceras salvas de aplausos.
Vida, crimes y prisión de Toribio de Mañón, de Viravolta
Remató el Festival Viravolta, la histórica compañía de Lalín, con uno de sus títulos cachiporreros más emblemático: Vida, crimes y prisión de Toribio de Mañón.
Dice el programa de la obra:
Recreación con formas do teatro popular, onde se contan as andanzas que lle deron sona a Mamede Casanova “Toribio de Mañón”, famoso bandoleiro galego de principios do século XX, e que levaron os seus ósos o cárcere. Nestas andanzas inspirouse Ramón María del Valle-Inclan para escribir a súa obra “Las galas del difunto”.
Es decir, una obra inspirada en un personaje real, que los de Viravolta han convertido en un nuevo Polichinela local, de esos que nunca mueren -aunque en su vida real acabaran en la cárcel o en la horca- porque están hechos de madera y saben que son y no son reales.

Toribio de Mañón es interpelado por Xulio Balado. Foto Manuel Silva
He visto este título ya varias veces, y ha sido especialmente en esta última ocasión en el gran patio del Centro Cultural Vicente Vidal, de la parroquia de Leiro, donde he visto a la titiritera Pilar Álvarez, junto al actor juglar Xulio Balado, alcanzar el súmmum del arte o del oficio titiritero, con una representación que nos dejó a todos fascinados.
Creo que la razón es por el juego de teatro dentro del teatro que Pilar Álvarez ha ido acentuando a lo largo de su recorrido con el espectáculo, al ir en aumento esta autoconciencia de los personajes de ser actores de una obra de teatro, obligados a representar su papel, según ha establecido el autor, el titiritero, la cabeza y el vestuario que le ha tocado a cada uno en suerte. Un poco como sucede en el Gran Teatro del Mundo de Calderón, en el que los humanos son los recitantes de una obra que se les encomendó nada más nacer, y de la no dudan en quejarse al autor (Dios), por la miseria o la suerte de lo que les ha tocado vivir.

Toribio de Mañón en la cárcel. Foto Manuel Silva
Claro, aquí solo son simples apuntes de esta autoconsciencia de los personajes, pero los resultados son tan impactantes y poderosos, que impregnan de arriba abajo el espíritu de la obra. Igual de importantes son las intervenciones del juglar presentador, encarnado por Xulio Balado, magníficamente interpretado al interpelar a los personajes y llamarlos al orden, ante las quejas de algunos de ellos.

Xulio Balado. Foto Manuel Silva
Desde dentro y desde afuera, se juega a esta ambigüedad identitaria, lo cual permite llevar las cosas al máximo paroxismo, sin el peligro de ofender a nadie, pues todos sabemos que son simples recitantes de un teatro de muñecos.

Pilar Álvarez tras la función. Foto Manuel Silva
Esta ambigüedad consubstancial que tienen los títeres y sus personajes hacen que Toribio de Mañón pueda entrar con la cabeza alta, luciendo con gallardía sus bigotes y su villanía, que es y no es, en el parnaso de los grandes polichinelas ibéricos y europeos, esos seres de madera que son y no son, y que por eso brillan con semejante esplendor.