(El Gigantón Barriga Verde, de Borja Insua, en el Campo de Arriba, centro de Rianxo. Foto Manuel Silva)

Empezó hoy martes el Titiriberia de 2025, que tiene lugar en Rianxo, del 12 al 17 de agosto, con una espléndida y colorista cascada de actos, entre funciones, exposiciones, pasacalles y juegos en el Campo de Arriba, en el centro de la ciudad, junto a la Plaza Castelao. Un festival que debemos recordar está organizado por la asociación Morreu o Demo, creada para mantener, ensalzar y promover la figura de Barriga Verde, el héroe polichinesco que la familia Silvent convirtió, durante la primera mitad del siglo XX, en el icono titiritero popular por antonomasia de Galicia.

Los cabezudos de Rianxo con los músicos de Vai de Roda. Foto Manuel Silva

Iniciamos así la primera de las crónicas que Titeresante dedica al Festival, con una mirada sobre los espectáculos presentados y las múltiples actividades programadas alrededor del teatro de títeres popular. Nos centraremos en los siguientes eventos: el espectáculo Basoa, de la compañía de Navarra Teatro Firulete; el pasacalle comandado por Anxo García, de la cia. Viravolta, con el vivaz acompañamiento musical del grupo de Rianxo Vai de Roda, junto a la figura del Gigante Barriga Verde, creado por Borja Insúa, una presencia obligatoria en las aberturas del Festival; los juegos de feria creados por Trécola y Viravolta; la actuación de Borja Insúa con los títeres de Barriga Verde en el teatrillo itinerante de su Gigantón; el acto inaugural de la magna exposición dedicada a la histórica compañía Os Monicreques de Kukas, y el espectáculo Esperta ao Roniceronte de la compañía Nao Caracola de Galicia.

Basoa, de Teatro Firulete

Actuó Firulete en el Campo Maneiro-Taragoña, un lugar insuperable para el espectáculo que presentaron, Basoa, que en vasco significa bosque. Insuperable al hallarse situado en un emplazamiento único, un claro en las lindes de un bosque de la parroquia de Taragoña de Rianxo, con una entrada marcada por dos grandes piedras y pensado para el solaz de vecinos y paseantes, con mesas de piedra para comidas y meriendas. Uno diría que te encontrabas en uno de esos templos sintoístas de Japón, sin dioses ni templos, pero con la misma calidad misteriosa de la naturaleza cuando es levemente trabajada por los humanos.

Larraitz Urruzola presenta a la compañía Firulete. Foto Manuel Silva

Allí montó su retablo Teatro Firulete, con los titiriteros Nerea Oreja y Marcos Vilela, ambos con una larga experiencia anterior, él como miembro de la compañía argentina de Títeres Clavileño, y los dos con el reconocido Teatro Bagabiga. Compañía de Navarra hoy instalada en Madrid, desde donde viajan donde se les llama, en España y en la China como ocurrió hace poco, invitados a actuar en Pekín con el espectáculo sin palabras El Inmigrante. En Rianxo presentaron la obra Basoa, inspirada en algunos personajes populares de la mitología vasca.

Un esquema que podríamos llamar ‘clásico’: Nerea en el papel de titiritera-contadora de cuentos situada detrás de una mesa en la que van apareciendo los distintos personajes, títeres manejados directamente con las manos, y él en el rol de músico acompañando la acción con una guitarra medio eléctrica y acústica, con sonidos que buscaban crear una atmósfera sonora para cada escena.

Nerea Oreja en polena represerntación. Foto Manuel Silva

Una historia sencilla, pero de profundo contenido, alrededor de una niña, Uxue, cuya abuela se encuentra a las puertas de la muerte. ¿Cómo explicar a los pequeños el doloroso trance del fallecimiento de algún familiar cercano? En los desastres de las guerras, los niños lo aprenden a bocajarro, como cada día vemos en las imágenes que nos llegan de medio mundo, mientras que en los nidos familiares de pueblos y ciudades, se recurre a los relatos míticos a modo de metáforas anticipatorias al choque con la cruda realidad. La religión mandó hasta hace poco este tipo de explicaciones. Hoy se buscan otros relatos, mediante los cuentos populares y las mitologías de determinados pueblos.

Esta es la decisión tomada por Uxue, habitante de un pueblo navarro de las montañas, donde las mitologías locales alrededor del bosque y sus habitantes misteriosos e invisibles todavía están muy presentes. Surgen así personajes como una Sorgina (bruja en vasco), el Basajaun o Señor del Bosque, los Galtzagorriak, traviesos duendes del bosque. Hasta llegar a la cima de los seres míticos locales con Mari, figura central y principal deidad femenina de los cuentos vascos, considerada la personificación de la Tierra y la Naturaleza, y la reina de los seres mitológicos. Ellas será la encargada de salvar a su abuela, o más bien, a su nieta, al explicarle los misterios de la Muerte. Algo que nosotros no desvelaremos, por supuesto, sin el permiso correspondiente de la diosa Mari ni de la compañía Firulete.

Marcos Vilela. Foto Manuel Silva

Combina Nerea el registro teatral titiritero con el registro de los cuentacuentos, como antes se ha indicado, dando voz a los personajes o bien narrando lo que sucede en escena, lo que permite que aquellos se expresen con sonidos en vez de con palabras. Con ello se simplifica el elemento dramatúrgico en sí, buscando alcanzar a un público infantil más amplio sin perder la hondura de lo que se dice.

Marcos Vilela, por su parte, cumplió magníficamente con su papel de acompañante acústico, creando sutiles o vivaces atmósferas según las escenas, y conduciendo las transiciones con mano segura y muy acertadas cadencias musicales. Un instrumento, la guitarra electrificada, que sorprendió por la amplia gama de sus registros sonoros.

Uxue con los los Galtzagorriak. Foto Manuel Silva

Mostraron ambos un excelente dominio del oficio, de quienes conocen bien lo tiempos y los ritmos adecuados para cada escena, con un mimoso respeto hacia los niños y las familias, aunque en el bosque de Taragoña el público estuviera compuesto de niños solos acompañados de sus jóvenes monitores. Todos ellos siguieron en silencio y suma atención el desarrollo de la historia. Al acabar el espectáculo, los aplausos fueron sinceros y unánimes, bombardeando a los actores con reflexivas preguntas sobre los personajes y las técnicas titiriteras empleadas.

Pasacalle inaugural con Vai de Roda, Ancho García de Viravolta y el Gigantón Barriga Verde, de Borja Insua

Salió del Auditorio el séquito festivo del Titiriberia con el grupo musical de Rianxo Vai de Roda, con su orquestina de instrumentos de viento y percusión y sus bonitos vestuarios regionales, para protagonizar el cortejo inaugural que dirigía con su porte elegante y majestuoso, casi como si fuera la máxima autoridad cívica de la ciudad, el titiritero Anxo García, de la compañía Viravolta. Y cerrando el pasacalle, apareció el gigantón Barriga Verde, de noble y elevada planta, llevado por su creador, Borja Insua Lema, de la compañía Títeres Alakrán.

Anxo García preside el cortejo festivo. Foto Manuel Silva

Tras recorrer las calles de Rianxo, con algunas paradas obligatorias que dieron pie a pequeños entremeses a cargo de los artistas participantes, la comitiva alcanzó la Plaza Castelao para subir al bello paseo arbolado Campo de Arriba, meta final de la caminata. Acompañó el tiempo, que no escaló las altas temperaturas que asolan el país, para alivio y regocijo de artistas y público acompañante.

Regodeo titiritero con el Barriga de Borja Insua

Hubo un premio para los que aguantaron hasta el final y para los que esperaban en el Campo de Arriba, cobijados bajo los árboles de la alameda: la representación del espectáculo de títeres de Barriga Verde a cargo de Borja Insua, instalado en el retablo trasero de su gigantón. Y lo que vimos los afortunados espectadores fue puro teatro de títeres de cachiporra, realizados a la vieja usanza, pero que conectó tan viva, eficaz y activamente con el público, que bien lo podríamos definir como realizado a la nueva usanza.

Barrioga Verde con su enamorada, en el retablo del gigantón Barriga Verde. Foto Manuel Silva

Es decir, títeres ‘de los de siempre’ que sin embargo cruzaban la pantalla del presente saltando limpiamente hacia el futuro, dejando perplejos a todos los que allí estábamos, propios y foráneos, legos y entendidos. ¿Es eso posible?

La cachiporra entra ren acción. Foto Manuel Silva

Lo consiguió Borja Insua gracias a un afortunado dominio de la lengua popular gallega, de modo que Barriga Verde y todos los demás personajes, y muy especialmente los ‘malos’, se expresaban con el mismo verbo y la misma cadencia de la gente de la calle, sin menoscabo de sus diferentes posiciones sociales, lo que no hizo más que conquistar los corazones de los espectadores, fueran niños o mayores.

Foto Manuel Silva

Hay que sumar a ello dos cosas más: por un lado, el control de las voces que tiene este titiritero, que suenan fuertes y seguras; y por otro lado, su capacidad de saber matizarse mediante un claro trasfondo de bondad bien disimulada por la aparente maldad de los personajes ‘malos’, es decir, poseídos por un ensañamiento de la cachiporra que sabe balancearse entre lo brutal y lo piadoso.

Un juego de ambigüedades surgidas espontáneamente de las manos del titiritero, lo que constituye quizá el secreto oculto y sutil de su quehacer.

Borja Insua muestra los títeres a los niños. Foto Manuel Silva

Fuera como fuera, Barriga Verde conectó de nuevo con el público local y foráneo de Rianxo, dando presencia, sustento y larga vida al icónico personaje.

25 Aniversario de la compañía Teatro Alakrán, de Borja Insua. Exposición de marionetas en las tiendas de Rianxo

Y ya que nos hemos detenido en las actuaciones de Borja Insua relacionadas con Barriga Verde, vale la pena centrarnos en la exposición de sus marionetas que la compañía Teatro Alakrán ha presentado en los escaparates de las tiendas de Rianxo.

Un aniversario importante de alguien que además de titiritero es un magnífico escultor y escenógrafo, así como un actor que ha participado tanto en filmes, programas de televisión u obras de teatro.

Marioneta de Borja Insua. Foto T.R.

Se nota su maestría escultórica al ver las piezas expuestas, marionetas que pertenecen a diferentes espectáculos, pero que bien podrían haber sido hechas por el simple goce de la escultura y de la talla de madera, aunque no hay materiales que se resistan a Borja.

Será interesante ver un día todas las piezas suyas expuestas en un único lugar, afín de percibir en su globalidad las líneas maestras de su trabajo.

Marioneta de Borja Insua. Foto T.R.

25 años que contienen una enorme variedad de proyectos y realizaciones, que un día u otro deberán ser valorados debidamente.

Exposición de Los Monicreques de Kukas

Llegamos sin duda a uno de los platos fuertes del Titiriberia de este año: la magna, aunque todavía ‘pequeña’ exposición de la obra de Os Monicreques de Kukas, esta histórica y pionera compañía de marionetas creada en 1979 por Marcelino de Santiago Viqueira Kukas e Isabel Rey Pousada en Santiago de Compostela. Su inauguración tuvo lugar el marte 12 de agosto a las 19:30, con una visita guiada por el propio Kukas e Isabel Rey, que comentaron paso a paso las diferentes piezas expuestas.

Kukas frente a algunas de sus marionetas. Foto T.R.

Dada la magnitud tanto de la exposición como de la compañía, vamos a dedicarle un espacio más amplio en el próximo artículo sobre el Festival, para no cargar demasiado esta primera crónica del Titiriberia.

Esperta ao Rinoceronte, de Nao Caracola

Nos encontramos ante lo que seguramente será una de las sorpresas más agradables del Festival, Esperta ao Rinoceronte, que en castellano sería Despierta al Rinoceronte, la obra creada por Marián González, profesional del teatro de títeres desde 1987, cuando empezó a trabajar con diferentes compañías. Tras crear en 1997 junto a Luis González la compañía Títeres Tompicallo, tristemente desaparecida en 2019 tras el fallecimiento de Luís, Marián se alejó durante unos años de los escenarios hasta que en 2023 decidió lanzarse al ruedo con este nuevo trabajo en el que actúa en solitario.

Foto Manuel Silva

Como dice ella misma en el programa: Este proyecto nace con la vocación de plasmar lo aprendido, lo interiorizado a lo largo de casi cuarenta años de profesión e investigación en este maravilloso arte que es el de los títeres.

Sí, es cierto, pero también surge de una mirada muy propia y singular de lo que sucede hoy en el mundo, cuando vemos impotentes cómo la destrucción se impone a los logros de la civilización, y cómo ello sucede con nuestra complicidad consciente e inconsciente, empujados por una fuerza que aparentemente nadie puede parar. Una reflexión dramática para más no poder, pues el enemigo aquí parece venir de fuera cuando en realidad somos nosotros los que abrimos la puerta a un mal que solo lo es cuando lo ejecutamos nosotros mismos.

Foto Manuel Silva

Se acabó aquella distinción entre los de afuera y los de adentro, entre los malos y los buenos que nosotros representamos, entre el yo y el tú de la separación. El yo que contempla y maneja los aspectos buenos y agradables de la vida, representado por la titiritera que mueve decorados y personajes y da voz a sus criaturas, de pronto se ve encarnando unos poderes de destrucción que le son ajenos pero que acepta poseída por el magnetismo de su fuerza. La levedad de nuestro ser amable y feliz, que mira complaciente la felicidad de lo que le rodea, ha perdido la fuerza necesaria para enfrentarse a la destrucción que nos hostiga sin darnos cuenta de ello, hasta quedar abducidos por esa otra mirada ajena y voraz que nos obliga a destruirlo todo, en aras a unos rendimientos económicos absurdos.

Tal parece ser el punto de partida de la propuesta de Marián, una sensación horrenda de complicidad y de complacencia que exige algún tipo de reacción, o al menos de posicionamiento.

Foto Manuel Silva

Se trata de una reflexión dura y adulta, que poca relación tiene con los contenidos que suelen darse en el teatro para niños y familias, donde lo normal es sustraer la atención del público de los lados oscuros del alma.

Marián González ha querido romper estas inercias y enfrentarse cara a cara con la dura realidad de saber que somos nosotros mismos la causa de tanta destrucción y desasosiego. Y lo ha hecho con una puesta en escena tan compleja como lo es la temática tratada, sin escamotear esfuerzos, indicando sin decirlo que la dificultad del montaje va pareja a la dificultad de encontrar respuestas y vías honrosas de salida.

Foto Manuel Silva

Porque realmente el esfuerzo realizado por la autora es descomunal, exigiéndose además una interpretación solista de la obra, es decir, manejando ella sola toda la maquinaria teatral, que no vamos a desvelar para que el lector asista al espectáculo sin avisos previos.

Ha contado para ello con una ayuda excepcional, cuando el azar la puso en contacto con el gran titiritero Manuel Román, que firma la dirección escénica, una de las figuras más importantes del teatro de marionetas del país, creador de la histórica Deliciosa Royala, amén de otros muchos proyectos para la escena, el cine y la televisión. Lo bueno de esta colaboración es que Manuel se puso al servicio de la obra, respetando lo que Marián tenía en la mente, y aportando todo su saber a la consecución del proyecto.

También dispuso de otra colaboración importante, la del músico Jesús Lana Celaya, que durante los dos años de duración del montaje fue creando su banda sonora. Porque la música es otro de los elementos básicos de la obra, indispensable para sustituir la falta de palabras que la autora quiso aplicar, afín de lograr una mayor intensidad emocional de las diferentes escenas.

Esperta ao Rinoceronte contiene una preciosa complejidad mecánica, luminotécnica y diría electrónica, cuya ejecución estuvo a cargo de Víctor Moar, mientras el titiritero Ero Vázquez se encargó de construir una maravillosa fábrica autómata.

Foto Manuel Silva

Citamos para acabar estas líneas escritas por la autora en el programa que ayudarán a centrar parte de su contenido: Cultiva tus sueños donde la igualdad y la justicia avanzan de la mano con la fuerza de un rinoceronte. No permitas que se duerma. La utopía es el porvenir que se esfuerza en nacer. No dejes de soñar.

Y no decimos más. Solo resta indicar que nos encontramos ante un espectáculo único, necesario y de impactante factura, cuya gran calidad lanzará sin duda con fuerza a la nueva compañía Nao Caracola por los escenarios del mundo.