De izquierda a derecha: los dos miembros de Marionetas Viajeras, el joven marionetista Arán, Jordi Bertran, Isabel Martínez, Eugenio Navarro, Phillip Huber, Manel. Abajo: Néstor Navarro y Laura Cortés. Asistentes a la masterclass de Philllip Huber en La Puntual. Fotografía de Jesús M. Atienza

Día de fiesta titiritera en Barcelona con las actuaciones en La Puntual, el teatro más pequeño de la ciudad, del país y del mundo, según aclaman sus admiradores, del gran marionetista americano Phillip Huber, figura mundial número uno de los virtuosos del hilo en Occidente -pues en Oriente siempre pueden surgir sorpresas inesperadas-. Por eso nos atrevemos a proclamarlo Rey del Hilo, tras ver su actuación en las mejores condiciones inimaginables, a escasos metros del público, y con una visibilidad única.

Phillip Huber muestra los secretos de una de sus marionetas a los asistentes a la masterclass en La Puntual

Un verdadero lujo que el teatro de los Navarro con la generosa complicidad de Phillip Huber ha ofrecido a la ciudad y al público fiel de la sala. Tres días con la sala abarrotada no solo del público familiar habitual sino de todos los especialistas de la marioneta de hilo que han podido acercarse a La Puntual y hacerse con una entrada. El día que fui yo, el domingo al mediodía, estaba Jordi Bertran con su compañera Isabel Martínez, Paula López del Taller de Marionetas de Pepe Otal, que vino acompañada con otras figuras del Taller, como Raquel Batet, de la cía. Ele, Laura Cortés, de la cía. Fills de Fusta, o el marionetista Arán, entre otros. Pero me consta que han asistido muchos más, como se puede comprobar en esta fotografía de Jesús M. Atienza.

Reunión de familia titiritera en uno de los días de función en La Puntual: de izquierda a derecha, Julia, Zilda Torres, Esther Cabacés, Oriol Pont, Eugenio Navarro, Danny Rodríguez, Phillip Huber, Rosa María Cuesta, Néstor Navarro, Teia Moner, Pere Bigas y Juan. Abajo, Pilar Gálvez, la hija de Oriol Pont, Miquel Espinosa, Jim, Mikel Fernandino y Yune. Fotografía de Jesús M. Atienza

Y es que tampoco faltó en esta cita el fotógrafo de las marionetas, Jesús M. Atienza, que no quería perderse el acontecimiento y ha dedicado a Huber varias jornadas, elaborando un rico reportaje gráfico del que publicamos algunas imágenes en este artículo.

Phillip Huber muestra las interioridades de su famoso perro a los asistentes al masterclass. Foto Jesús M. Atienza

Phillip Huber ha aprovechado su estancia en Barcelona, no solo para actuar en La Puntual -estuvo igualmente en el Festival de Gavà, en el de Lleida y en muchos otros lugares del país en su gira española-, sino que también ha impartido una masterclass en la misma Puntual el lunes por la mañana, con asistencia de algunos marionetistas.

Jordi Bertran mueve una de las marionetas de P.Huber. Foto de Jesús M. Atienza

Jordi Bertran y Néstor Navarro frente al espejo, probando las marionetas de P.Huber. Foto de Jesús M. Atienza

Arán probando el Pierrot de P. Huber. Fotografía de Jesús M. Atienza

Phillip Huber con la marioneta de la cantante. Fotografía de Jesús M. Atienza

El martes se le programó una visita a las reservas de MAE, el Museu de las Artes Escénicas que se encuentra en el Institut del Teatre de la ciudad, para ver las marionetas del gran maestro inglés Harry V. Tozer que vivió e impartió su maestría en Barcelona hasta el día de su muerte en 1999, y que se guardan allí bien conservadas en unos baúles.

Phillip Huber con el payaso Pompilo, de Harry V. Tozer, en las dependencias del MAE. Fotografía de Jesús M. Atienza

Allí ha visitado las dependencias del MAE, el Museo de las Artes Escénicas, que existe en sus fondos, muy bien conservados en unas dependencias del Institut del Teatre.

Phillip Huber con una de las marionetas de Harry V. Tozer, junto a Carles Cañellas. Fotografía de Jesús M. Atienza

El encuentro de Huber con Tozer fue asistido por el decano de las marionetas de hilo de Cataluña y de España, Carles Cañellas, buen conocedor del trabajo de Tozer, pues en otras ocasiones ha oficiado ya como uno de los especialistas con derecho a tocar y manipular las frágiles criaturas de madera del maestro inglés.

Phillip Huber con una de las marionetas de Harry V. Tozer, junto a Carles Cañellas. Fotografía de Jesís M. Atienza

Por lo visto, Phillip Huber se regodeó observando con atención la técnica de Tozer, así como los títeres de la tradición catalana de la familia Anglès y Vergés, y los de Didó. Igualmente memorable fue su visita a la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal, acompañado por Eugenio Navarro, Eva Navarro, Laura Cortés, Danny Rodríguez, Arán y otros miembros del Taller. La cámara de Jesús Atienza inmortalizó estos momentos entrañables.

Carles Cañellas explica a Phillip Huber las características de las marionetas de Harry V. Tozer. En la imagen Susana Rodríguez a la derecha y Carme Carreño, conservadora del MAE, a la izquierda. Fotografía de Jesús M. Atienza

De izquierda a derecha Néstor Navarro y Phillip Huber, ambos con dos títeres de Ezequiel Vigués ‘Didó’,Carles Cañellas con la marioneta de la bailarina de Harry V. Tozer, Jasmina con un títere de la técnica catalana de la familia Anglès, Danny Rodríguez con la marioneta Pompilo y Susana Rodríguez, en las reservas del MAE. Fotografía de Jesús M. Atienza

Néstor Navarro muestra la marioneta del ‘Senyor Cordills’, del titiritero Josep Mª Pujol, a Phillip Huber, en las reservas del MAE. Fotografía de Jesús M. Atienza

Podemos decir que Barcelona, con la visita de Phillip Huber, ha sido durante unos días una verdadera Capital del Hilo no solo europea sino mundial. Un título que ya le habíamos otorgado en otras ocasiones dada la profusión de buenos marionetistas que habitan y trabajan en Barcelona y sus alrededores.

Visita de Phillip Huber a la Casa Taller de Marionetas de Pepe Otal. En la imagen, con algunos acompañantes y personas del Taller. Fotografía de Jesús M. Atienza

Suspended Animation, de Phillip Huber

Pero vayamos al espectáculo, Suspended Animation, título que indica la naturaleza de los artistas que actúan en su show, personajes en suspensión enfrentados a la fuerza de la gravedad mediante el artificio de los hilos que cuelgan de una cruz o mando que maneja el titiritero. Una animación que proviene pues de las manos de quien está a su servicio, Phillip Huber en este caso, el responsable de dar vida a los muñecos.

La marioneta de Liza Minnelli, de Phillip Huber, en La Puntual. Fotografía de Jesús M. Atienza

Si alguna vez se retrasa o se equivoca en algo, una mirada de la marioneta a ese severo aunque simpático señor de negro que hay detrás de ella se encarga de recordarle quién manda en este asunto. Parece absurdo lo que digo, pero es lo que el espectador imagina ver en el escenario: seres vivos de tamaño pequeño que actúan siempre al hilo de una banda sonora que lo acompaña y que tienen detrás a otro ser oscuro, discreto y medio oculto en las sombras, cuya única función es ejercer de mecanismo motor, como una especie de exoesqueleto situado a una prudente distancia o de médium titiritero que recibe las órdenes del personaje a través de los hilos y las miradas y gestos que le dirige la marioneta.

Así lo vimos en las actuaciones de la cantante de ópera, cuyos ojos parecen controlar tanto al manipulador como al público, o en la cantante negra de blues, o en el perro, una de las marionetas más famosas de Huber, que parece tener más vida que cualquiera de nosotros.

El perrito de Phillip Huber. Fotografía de Jesús M. Atienza

Pero en el arte de Phillip Huber, cada marioneta es un mundo, que se manifiesta en el tiempo que dura su número, corto en minutos, pero largo en el espacio de nuestra imaginación, que es donde cobran vida los personajes. El Pierrot funambulista sorprende por su increíble control del tiempo, sin que le sobre ni le falte un segundo, con movimientos de alta poesía que se rige por la más férrea disciplina impuesta a las manos y al control de los hilos.

Todos los números asombran a entendidos y profanos, aunque algunos destacan por un virtuosismo técnico que se ve solo por sus resultados, pues en ningún caso Huber se desliza por pretensiones exhibicionistas ni de transcendencias artísticas. El suyo es un arte popular que solo busca entretener y asombrar al público, trasladándolo, eso sí, a unas zonas altísimas de la imaginación compartida. Sin duda el número más espectacular es el último, el del guerrero y mago chino que saca un pájaro de una vara mágica, hace aparecer un abanico que se escapa volando con estrellitas que salen de su interior, cambia sucesivamente de cara como algunas tradiciones chinas efectúan con actores de máscara, se sube la falda y aparece un retablo de títeres con sus cachiporras, para al final convertirse en un asombroso dragón chino. Es un número de sucesivos efectos de ‘más difícil todavía’, que nos indica hasta qué punto Phillip Huber es un virtuoso sin parangón en los lenguajes y las posibilidades de la marioneta de hilo, que parece no tener secretos para él.

La marioneta contorsionista de Phillip Huber. Fotografía de Jesús M. Atienza

Y todo efectuado a algunos palmos del público, lo que permite gozar de todos los detalles del vestuario, los zapatos, los añadidos ornamentales o la misma factura de las marionetas, que te dejan atónito y patidifuso.

Los niños del público saludan al perrito marioneta tras la función. Foto T.R.

Lo dicho al principio, una fiesta para los amantes del hilo y un lujo para Barcelona y para los afortunados espectadores que tuvimos la suerte de asistir a las escasas representaciones.