Empezó el sábado 9 de octubre con buen pie el Festival Internacional de Teatro de Feria, también llamado Parque de las Marionetas, de Zaragoza, con un tiempo amable, fresco por la mañana y cálido durante el día, ideal para que los espectadores puedan gozar en las mejores condiciones los distintos escenarios que el Festival tiene instalados en el recinto del Parque Grande José Antonio Labordeta, en la zona del Quiosco de Música.
Como ya viene sucediendo cada año, Titeresante seguirá los distintos espectáculos programados, unos al aire libre, como los de cachiporra situados en la placeta del Quiosco de Música, y otros en los pabellones cerrados. En este artículo hablaremos del espectáculo inaugural Jolgorio del bueno, de Los Titiriteros de Binéfar; Cuentos de papel y tijera, de Cachivache, de Madrid; Pequeños en la granja, de la compañía Títeres sin Cabeza, de Zaragoza; y Hermosinda, de Los Claveles, de Murcia.
Jolgorio del bueno, de Los Titiriteros de Binéfar
Se ha convertido en una tradición del Parque de las Marionetas que la veterana compañía Los Titiriteros de Binéfar abra el certamen en el escenario grande bien situado bajo unos pinos frente a una platea de sillas y unas gradas para el público.
Nos encontramos frente a una compañía de la que ya hemos hablado muchas veces en Titeresante, que siempre nos sorprende cuando la vemos actuar en directo -últimamente se ha prodigado mucho en las redes durante la pandemia, fieles a su vocación de servicio y de contactar con el público- por la enorme vitalidad de sus intérpretes, sean músicos, titiriteros o cantantes. Es como si la energía les sobrara por algún fenómeno de extraña mutación natural y necesitaran subir a los escenarios para vaciarse de ella compartiéndola con quienes han venido a verlos para gozar de su inventiva y sus ocurrencias.
Brilló una vez más Paco Paricio en el papel de cantante y animador, sustituyendo en cierto modo a quien últimamente ejerce este papel, su hija Eva, aunque tener a Paco en el escenario no deja de ser un lujo, que los espectadores del Parque de las Marionetas, que conocen bien a la compañía, supieron apreciar con buen conocimiento de causa. Y junto a él, el equipo de lujo que suele reunirse cuando Los Titiriteros representan sus espectáculos musicales ‘de gran jolgorio’, actuó con el tino de siempre, dando la nota y el ritmo adecuados, combinando el teatro con los títeres de figuras grandes, la música, el baile y la conexión constante con el público. En esta ocasión, junto a Marta Paricio y ya al final del espectáculo, participó también la nueva generación de la compañía, como puede apreciarse en estas imágenes.
Enardecido el público con los ritmos y los temas de Los Titiriteros de Binéfar, así empezó el Festival Internacional de Teatro de Feria, con esta nota alta con la que los cómicos de la compañía, siempre tan exigentes consigo mismos, suelen dar en sus espectáculos. Jolgorio del bueno, con canciones, bailes, chascarrillos, ocurrencias improvisadas y golpes de efecto visual y sonoro. Una lección de teatro de calle y de animación popular que los de Binéfar impartieron a legos y profanos, y que el público apreció con aplausos entusiastas.
Cuentos de papel y tijera, de Cachivache
De Madrid llegó esta pequeña maravilla de la compañía Cachivache Producciones, que dirige Eladio Sánchez, en la que se reproduce la película muda de Lotte Reiniger ‘La Cenicienta’, una joya del teatro de animación hecha con sombras y siluetas, con acompañamiento al piano a cargo de Juan Sánchez Molina y con la voz y los efectos sonoros especiales de Guillermina Calicchio, todo ello en directo.
Desde luego, un verdadero lujo, pues pocas veces nos es dado ver películas mudas con un acompañamiento de tanta calidad. Juan Sánchez Molina es de estos pianistas que la música les sale de las manos a chorro como por arte de magia y sin aparente esfuerzo alguno, improvisando diferentes piezas del repertorio clásico para dar en cada secuencia de la película la atmósfera indicada según los códigos de la tradición cinematográfica del cine mudo. En cuanto a Guillermina Galicchio, dotada de una hermosa voz y de una agradable presencia de estas que saben estar sin estar, se le notó su enorme oficio y ductilidad, así como sus recursos rítmicos y sonoros, al acompañar con silbatos, pequeños instrumentos de percusión y varios reclamos de caza la acción de las sombras, mientras decía las acotaciones escritas del filme.
Qué decir de la película de Lotte Reiniger Cinderella, de 1922, tan llena de humor, de ritmo y de bellas imágenes. Quizá lo que más sobresale de la misma sean las imágenes iniciales, centradas en unas tijeras que empiezan a moverse solas y que nos explican la misma fabricación de las siluetas que luego serán las protagonistas de toda la historia filmada. Un prólogo precioso a modo de making-of incrustado al principio mismo del filme, un alarde de inteligencia narrativa y de anticipación poética al cine del futuro.
Aquí pueden ver la película en cuestión, con música de acompañamiento en este caso de Karim Al-Zand:
Pequeños en la granja, de Títeres sin Cabeza
La compañía Títeres sin Cabeza, que dirigen Alicia Juárez y Fernando Martínez de Vega, presentó un fragmento de su nuevo espectáculo Pequeños en la granja, con los intérpretes titiriteros Natalia Artajona y Fernando Martínez de Vega. Una obra para niños de corta edad en la que se nos presenta a diferentes animales en escena con sus crías y con una peculiaridad que centra la puesta en escena: hablan sin hablar. Es decir, se comunican con sonidos que no son palabras sino onomatopeyas y distintos remedos del lenguaje humano trasladado al mundo de los sonidos inarticulados, sin significación, pero sí expresivos. Dicho en lenguaje técnico, con significantes sonoros sin significado alguno.
No es la forma en que los animales se comunican, pero sí que es tal como los humanos nos imaginamos que lo hacen. Expresiones sin contenido que emiten emociones, sorpresas, sustos, cariños, desalientos, miedos… Algo que compartimos todos los integrantes del Reino Animal, al menos los dotados de mecanismos expresivos sonoros. Un lenguaje ideal para niños que todavía no hablan o empiezan a hacerlo, y que consigue humanizar al mundo animal, acercándolo a nuestras sensibilidades humanas.
Son los protagonistas simples animales de granja, como indica el título, un gallo, una gallina, unos pollitos, tres cerditos, una pata que pone tres huevos… Preciosa la escena de la puesta de sus tres huevos, y cómo estos se convierten en los pequeños patos, incluyendo a un ‘patito feo’ que muestra su diferencia. Igualmente, muy logradas otras escenas de juegos y persecuciones entre los personajes, con momentos hilarantes protagonizados sobre todo por el gallo y la pata.
Los de Títeres sin Cabeza, dirigidos en este caso por Iñaki Juárez, del Teatro Arbolé, duchos en la manipulación cuidada y elocuente de los títeres sobre mesa, consiguen dar vida a sus personajes con mucha gracia y convencimiento. El público así lo entendió, al premiar con sinceros y sentidos aplausos su trabajo. Al acabar, y como viene siendo habitual hoy en día en muchos espectáculos familiares, los niños no quisieron irse sin una buena fotografía junto a los títeres y a sus manipuladores.
Hermosinda, de Los Claveles
La histórica compañía de Murcia Los Claveles nos regaló con una versión corta, adaptada al tiempo propio de los espectáculos del Festival de Teatro de Feria, de su última obra Hermosinda.
Todo un regocijo ver a esta veterana compañía en una obra donde pudimos constatar como el oficio de los años ha añadido sutileza e inteligencia al humor genuino que ha caracterizado siempre su trabajo. Un humor distanciado y levantino, socarrón en el deje narrativo de Aniceto Roca como músico narrador, y de una irónica aunque sincera ingenuidad en el de Paca García en el papel de Hada.
En efecto, creo que es en la feliz conjunción de estos dos sentidos del humor complementarios donde radica el secreto de este montaje sencillo pero que atrapa a los espectadores, pequeños y grandes, con una historia de cuento de hadas que se sostiene gracias a esta carga irónica de profundidad que sus autores le han puesto en los cimientos.
La magia de la hada Hermosinda consigue cosas impensables y a veces se equivoca. Muy divertido resultó el pequeño monstruo que se esconde bajo la cama, con una voz muy bien ajustada por Aniceto, y que encuentra la respuesta adecuada de la hada, que no se asusta de nada. Incluso hay un sueño en el que Hermosinda baja a las profundidades marinas, todo resuelto con una sencillez llena de poesía.
Un montaje que me pareció lleno de ingenio y de honestidad, en el que el buen hacer de Los Claveles, cual gotas de un destilado de los años, lo impregnó todo de humor inteligente y de una fina ironía, dejando el espacio suficiente para que la ingenuidad, tanto de Paca como de los niños, encontrara su lugar propio de acomodo.