Enkarni Genua y Manolo Gómez tras recibir el Premio Victoria Eugenia a la Trayectoria Artística, en 2007

Contadas con los dedos de las manos son las compañías que llegan a cumplir 50 años de longevidad activa, siempre al pie del cañón. Tal es el caso de la compañía vasca Txotxongillo Taldea formada por Enkarni Genua y Manolo Gómez, constituida en 1971 y aún en activo, actuando con frecuencia, incluso en estos momentos de pandemia. Una singularidad, sin duda, casi una ‘anomalía’, en una época como la nuestra, en la que los proyectos culturales nacen y viven bajo el signo de la fragmentación atomizada, y donde lo propio es durar poco, presionados por la vorágine de los cambios.

Hace falta un fuste especial, una combinación de nervio, brío y lozanía, más el tesón de un empeño corajudo pero tranquilo, para poder capear temporales y reveses sin flaquear. Quienes conocen a Enkarni y Manolo saben perfectamente que el fuste del que hablamos es la pura y simple calidad humana que estos dos titiriteros de San Sebastián personifican.

Enkarni Genua y Manolo Gómez, año 1987

Por supuesto, también se forjaron en otra época. Todavía esta atomización del tiempo no había alcanzado España, que vivía entonces los últimos años del franquismo, más relajados que los primeros, pero con la cerrazón propia de la Dictadura. Era posible en aquel entonces embarcarse en proyectos de vida bajo una épica que solía ser de tipo reformista y regenerador, cuando no con pretensiones de cambiar el mundo. O al menos las sociedades en las que vivías. Estas inclinaciones marcaron muchos rumbos, y buena parte de las vocaciones artísticas y teatrales de los jóvenes de aquellos años cambiantes, nacieron bajo estos impulsos ético-épicos, con muchas ganas de correría por el mundo, y mucha inconsciencia aventurera. Caminos que hoy parecen no estar tan abiertos.

La última vez que asistí a un espectáculo de Txotxonguillo Taldea fue en el Titirijai de Tolosa del año 2019, cuando ofrecieron una representación de lujo de la obra ‘Erreka Mari’, estrenada en 1978, un clásico de la compañía que estuvo acompañada con la música en directo de una txalaparta con sus dos jóvenes intérpretes:  Lara Mitxelena  e Itziar Jauregui. Dije entonces en la crónica publicada en Titeresante (ver aquí):

Enkarni Genua en la obra ‘Erreka Mari’ (TOPIC, diciembre 2019). Fotografía de Iñigo Royo

Preciosa metáfora de lo que ha sido la historia de Txotxongillo fue la interpretación de las dos Txalapartistas, pues al igual que sus toques con la madera no pueden pisarse entre sí, de modo que su ejecución requiere una actitud de suma atención, respeto y empatía rítmica, al igual han debido tener una actitud semejante de ‘ejecución txalapartista’ los dos titiriteros Enkarni y Manolo en sus largos años de convivencia delante, detrás y fuera del retablo de los títeres. Una metáfora que, desde su percepción subliminal, creó en el teatro del TOPIC una poderosa ola de resonancias poéticas y emotivas entre el escenario, los intérpretes y el público.

Pero cuidado, su atención a la cultura y la lengua vascas, una de las constantes de su trayectoria, no significa que los dos titiriteros no se abrieran al ancho mundo, conscientes de que hoy en día, para abrir nuevos espacios entorno al teatro de títeres, es necesario no solo recorrer mundo, sino aprender de lo ajeno y dejarse sorprender por lo nuevo y diferente. De ahí sus constantes idas a Barcelona y a Charleville, donde conectarían con lo novedoso, y sus viajes titiriteros a tantos países, especialmente europeos y latinoamericanos.

Pero dejemos que sean los mismos Enkarni y Manolo quiénes nos expliquen sus inicios en lo que acabó siendo una completa y larga aventura con los títeres (para quien quiera conocer en profundidad la historia y las vicisitudes de Txotxonguillo Taldea, pueden descargar aquí el catálogo de la exposición que en el año 2013 el TOPIC de Tolosa les dedicó).

Los orígenes.

ENKARNI — Tanto Manolo como yo, desde muy pronto hacíamos teatro de actor. Yo empecé en la escuela, y no debería hacerlo mal, pues solían darme papeles de protagonista. A los 15 años (soy de 1942), en la escuela de monjas a donde me llevaron mis padres, éramos solo chicas y hacíamos todos los papeles, también los masculinos, que solucionábamos con disfraces.

En el barrio vecino, había un grupo de chicos que también hacían teatro, y les pasaba lo mismo que a nosotras. Y coincidió que los directores de ambos grupos eran amigos, bueno eran novios de hecho, y pensaron, ¿por qué no sumar esfuerzos, y juntar a los actores? Así conocí a Manolo, en el escenario, donde representábamos obras de Miura, de Paso, de Benavente…, yo tenía 16 años, Manolo unos pocos más, él es de 1938. También hicimos teatro con otros grupos:  El grupo Antígona, del Club Vasco de Camping, en el TEU (Teatro Estudiantil Universitario), incluso viajamos a Sicilia, un viaje maravilloso, para representar la obra Peribáñez y el Comendador de Ocaña, de Lope de Vega. Un gran éxito y una peladilla en la boca que nos supo a gloria.

Y así, tras ensayar y actuar en muchas obras juntos, nos casamos en el año 1964, a mis 22 años. Y a los 23 teníamos nuestra primera hija.

Manolo Gómez y Enkarni Genua en 1971, con Eneko y Leyre, primeros títeres que hablaron en Euskera en Tele Norte

MANOLO —Yo dirigía el grupo de Teatro Estudio en San Sebastián, y queríamos hacer algo diferente, y fue en uno de esos momentos, cuando nuestra niña cumplió 2 años, que quisimos dedicarle una función de títeres en casa. Con nuestros  amigos, y con un titiritero del grupo de Colorín que nos enseñó a hacer cabezas, con el método clásico de muñecos de guante, montamos la obra. Enkarni hizo todo lo demás, el guion, vestuario, etc. Una función que representamos entonces en castellano. 

ENKARNI —El grupo de títeres nació más tarde. En 1971. Había que escolarizar a la niña, y empezaban entonces las Ikastolas. Escuelas más jóvenes, más participativas, en lengua vasca que entonces no se enseñaba en ninguna escuela oficial, nuestros amigos habían matriculado en una de ellas a sus niños, todo muy precario, y nos animamos. Pero nosotros no sabíamos nada de euskera, piensa que los padres de Manolo eran cántabros, y mi madre castellana, de modo que el castellano era nuestra lengua materna común. Pensamos que si nuestros hijos aprendían en euskera, haríamos bien en hablarlo nosotros también. Empezamos a estudiar euskera en casa, con una chica estudiante, Mari Carmen Garmendia, que acabó siendo Consejera de Cultura del Gobierno Vasco, y cuando empezamos a adquirir la lengua, vimos que era un patrimonio cultural de nuestro pueblo, que se hablaba en el medio rural, que estaba en peligro y que valía la pena defenderlo.  Seguimos así estudiando, y un buen día en que había una fiesta en la ikastola, ofrecimos un montaje de títeres para los niños. Lo hicimos en euskera, en nuestro caso aun tambaleante. La idea era hacerlo un solo día. Pero fue un revulsivo, pues todo el mundo se enteró de que había una pareja que hacía teatro de marionetas para niños en euskera. Era una novedad, y, sin hacer ningún tipo de propaganda, nos empezaron a llamar.  Nosotros hemos sido el grupo que menos hemos gastado en propaganda.

MANOLO —Nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo era algo necesario, cubríamos un hueco cultural importante, pues entonces no había casi nada en euskera, ni siquiera para los niños. El año siguiente aparecieron unos payasos, Kixki Mixki y Kaxkamelon, y con ellos recorrimos todo el País Vasco.

En ese momento nuestra única referencia era Colorín. Pero nosotros veíamos del teatro, y nos pareció que teníamos que formarnos como titiriteros. Fuimos a Barcelona a unos cursos de verano organizados por Rosa Sensat. No sabíamos nada de nada. Piensa que yo era administrativo en una caja de ahorros.

Manolo Gómez y Enkarni Genua en los estudios de Tele Norte, junto a Xabier Kintana (1973)

ENKARNI —Y yo de soltera trabajaba en una oficina, y antes de la boda lo dejé, porque en aquella época, una mujer casada dejaba de trabajar.  Yo siempre fui una buena estudiante, pero salí del colegio sin un papel que acreditara mis estudios.  En el colegio de monjas al que asistí estábamos divididas en niñas  ricas y pobres. Yo era de las pobres. Y a las pobres no nos daban bachillerato sino cultura general. ¿Para qué queríamos estudiar?, decían las monjas. Ustedes se casan, y ya está.

Me di cuenta de que mi sueño dorado era ser maestra, pero para esto necesitaba hacer el bachiller. Embarazada y dando a luz, hice los cursos para entrar en magisterio. Pero empecé a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto. Así que fue una época en la que hacía de todo: tener hijos,  criarlos, aprender euskera,  hacer la carrera, actuar con los títeres…

MANOLO —En este recorrido nunca dejamos el teatro. Contribuimos a la creación de los talleres de teatro del Gobierno Vasco en San Sebastián. Desde 1971, después de la primera función de títeres, hicimos dos cosas: ir a Barcelona, a la Escuela de Rosa Sensat, quienes nos remitieron a La Claca, Joan Baixas y Teresa Calafell, a los que fuimos a conocer en Sant Esteve de Palautordera; estuvimos con ellos, vimos su trabajo, y nos hablaron de Charleville. En 1973 fuimos con nuestros hijos al Festival de Charleville, pues a nuestra intención de hacer títeres se sumó el deseo de abrirnos, de aprender cosas e ir mejorando lo que hacíamos. Nos hicimos socios de Unima Francia y participamos en el grupo de Marioneta y Terapia que había en Charleville. Fuimos también a diversos festivales.  Descartamos entonces el teatrillo, que se nos hacía pequeño, y empezamos a experimentar con nuevas formas, más libres.

Erreke Mari y Martín, 1973.

ENKARNI —Visitamos también la escuela de títeres del Institut del Teatre. Empezamos a ir a todos los festivales de Barcelona. Participamos un par de veces en el festival. Incluso en Terrassa, donde se celebraba la Mostra de Teatro de Títeres del Estado de las Autonomías, nos dieron un premio, lo que nos animó mucho.

Fueron momentos muy importantes. Se trataba de salvar la lengua, y se apostó muy fuerte. También a través de las canciones. Es la época de Xabiert Lete, Lurdes Iriondo, Mikel Laboa… Mostramos a la gente joven, que no sabía euskera, que este vehículo cultural era importante. En este momento nuestra hija es profesora en la Escuela de Arquitectura de San Sebastián y las clases las imparte en euskera. Las cosas han cambiado mucho.

Enkarni Genua con Joxe Miguel Barandiaran, gran estudioso de Euskadi en temas de folklore y literatura vascas. 1976.

TR —¿Cómo era el ambiente en el que empezasteis?

MANOLO —En cuanto a los títeres, aquí no había ninguna referencia, solo Colorín, que arrasaba. Hay fotografías de sus actuaciones en Vitoria, llena de niños hasta la bandera, ‘¡Estacazos a la bruja, Colorín es el que empuja!’ Nosotros fuimos los primeros en hacer algo diferente.  Al ser pioneros, nos dimos cuenta de que teníamos que abrir puertas y ventanas. Por eso íbamos siempre a Charleville, e íbamos viendo cosas maravillosas

MANOLO —En cuanto al teatro, en San Sebastián, en la década de los 60 hubo una apuesta muy importante. Todos los grupos de teatro amateur, que éramos unos 10 en castellano y 2 en euskera, por iniciativa de un concejal de Ayuntamiento de San Sebastián, Jose Maria Aycart, se creó un Club de Teatro y a partir de esa iniciativa los grupos propiciábamos que todos los meses hubiera un par de representaciones de teatro en la ciudad.

En nuestro caso, durante los primeros años con los títeres, el hecho de que las representaciones se hicieran en euskera tuvo una gran aceptación. No nos invitaban desde los ayuntamientos, sino particulares, organización de padres, las ikastolas. No actuábamos en ningún teatro, sino en cualquier sitio, salas de las escuelas, salones parroquiales. Incluso en una ocasión actuamos en una cuadra. Era un movimiento popular. No existía todavía el Gobierno Vasco, ni Casas de Cultura, ni nada institucional. Iniciativas de padres y madres que querían que sus hijos se divirtieran en su lengua. Los títeres y los payasos, eran una herramienta.

Manolo Gómez y Enkarnbi Genua en la obra Ipurtargi (1985).

ENKARNI —Los padres eran los que pagaban lo mucho o poco que nos daban. No había ninguna llamada oficial.

MANOLO —Hay antecedentes históricos de antes de la Guerra Civil. Algún grupo de títeres. Pero así asentados, en el País Vasco con continuidad, los primeros fuimos nosotros.

ENKARNI —El plan del domingo era ese: cogíamos a nuestros hijos, a los títeres, íbamos a los pueblos, actuábamos y nos invitaban a sus casas, comíamos con la gente, nos enseñaban los rincones más atractivos, hacíamos turismo en nuestro propio País. En ese momento, la Editorial Erein empezó a editar nuestros cuentos. Con unas ilustraciones muy cuidadas. Nuestro primer ilustrador fue Jesús Lucas, un lujo de ilustrador y eso fue un revulsivo. También una casa discográfica, en primer lugar Beobide y después IZ., editaron nuestros cuentos y canciones, algunas canciones compuestas por Aitor Amezaga y otras que componía yo y él hacía los arreglos. A los pueblos íbamos con el teatro de títeres, pero llevábamos los cuentos y las casetes, que nos los quitaban de las manos. Hemos editados 42 libros de cuentos y 22 discos. Más tarde, las ikastolas se organizaron en una Federación, allí trabajé yo creando material didáctico para trabajar la expresión dramática en general, en donde también iban incluidos los títeres. Nuestros inicios fueron antes de la muerte de Franco. Corría la voz, la gente se enteraba y nos llamaba. Y como ves, nunca caminamos solos.

Manolo Gómez y Enkarno Genua con Printze Tzikia, estreno en el 1er Festival Titirijai de Tolosa (1983).

En el País Vasco sucedió algo muy importante, la aparición de dos festivales, en Bilbao (1982) y en Tolosa (1983). Nos llamó Miguel Arreche para orientarse y nosotros le indicamos los grupos más interesantes a invitar. El primer Festival en Tolosa fue estupendo, los Duendes, Maskarada… Los títeres cuajaron en Tolosa y desde ese primer momento nosotros hemos colaborado con ellos, al principio por pura necesidad, después nuestra ayuda no era tan necesaria, pero allá estamos, para lo que nos necesiten. El año anterior, fue el Festival de Bilbao.

Cartel del 32 Festival de Títeres de Bilbao 2013.

Bilbao y Tolosa nunca caminaran juntos. No se entendían entre ellos. Solo ahora desde hace unos años, hay entendimiento. Fue una pena, pues venían grupos muy interesantes desde muy lejos, y no podían actuar en los dos lugares. Cuestión de egos diferentes… A mi entender fue una pena, pero era un muro imposible de derribar.

Cartel del 1er Titirijai de Tolosa 1983.

MANOLO —En el País Vasco fueron naciendo otros grupos, Bihar, Panta Rei, Maskarada, Cobaya, Teatro Paraíso, Behi Bis, Kukubiltxo, Pro Ismo 0, Taun Taun, Azika, Taupada, Colectivo Humo, Deja Bu, Errer ke Erre, Gorakada, Corrado Masacci, Rosa Martinez, y alguno que tal vez se me olvide.  Algunos grupos han ido desapareciendo, pero otros siguen con su trabajo. 

ENKARNI —Además de los grupos están los dos Festivales que pronto se incrementaron, Gazteiz… Sestao organizó otro festival relacionado con Tolosa.

En Bergara, los de Taun Taun crearon el Festival de Títeres para Adultos, muy importante, que todavía existe, con exposiciones, charlas, cursos…

El momento actual.

TR —¿Cómo veis el momento actual?

ENKARNI —Yo ahora no tengo tanta información. Antes participaba en las comisiones de programación del Festival y del TOPIC y proponía compañías. Miraba todo lo que nos llegaba, hacía una selección de lo que merecía la pena, y se lo pasaba a Miguel e Idoya.

Pero hubo un momento en que Miguel empezó a ocuparse de todo y dejé la Comisión. Ahora no sé mucho como está el panorama, conozco a los veteranos y a los que vienen a Tolosa. Pero el movimiento joven titiritero no lo conozco. Solo lo que veo en Tolosa y en otros festivales a los que acudimos. En un momento, el Festival dedicó un par de días a grupos emergentes, para que pudieran recibir opiniones de los más veteranos. Pero ahora se ha dejado esa programación.

En cuanto al País Vasco, los veteranos seguimos al pie del cañón, pero movimiento de gente joven no lo hay, o yo no lo conozco.  En San Sebastián hubo un tiempo en que se programó a través de Tolosa, pero no cuajó, y aquí no se programan muchos títeres.

MANOLO —Lo que sí vemos es que los titiriteros en activo, los profesionales,  tienden a aumentar su conocimiento, a mejorar la formación,  se hacen cursos en Tolosa, y luego en los productos que se presentan en el festival se observa que la gente tiene una mayor exquisitez, dedicación y calidad, a nivel general. Además, hay escuelas en todo España donde cada vez acude más gente.

Manolo en la obra Printze Tzikia, 1983.

Aquí en el País Vasco no hemos sido capaces de llegar a los actores y actrices que van empezando, ni a los veteranos, para que se interesen por lo nuestro, de enseñarles las posibilidades que tiene el teatro de títeres y objetos, también como complemento y ayuda para el teatro en general. Utilizar los objetos, etc. Eso no lo hemos conseguido.

ENKARNI — A mi parecer, en el País Vasco no hay mucho movimiento de gente joven alrededor de los títeres. Mal lo tenemos si en las escuelas de teatro no se imparte nada sobre títeres u objetos: si no hay una enseñanza, no se avanza, la gente no lo conoce.

Yo he sido profesora en la Escuela de Magisterio, y enseñaba teatro de títeres a los futuros maestros. Pienso que si lo hiciera ahora, lo haría mucho mejor, pues empecé en mis inicios, básicamente con mi entusiasmo. Eché semillas en todas las escuelas, ahora muchas de las escuelas que vienen a Tolosa, han tenido el conocimiento de los títeres porque han sido alumnos míos y hacen “algo” con los títeres. Pero son cosas muy puntuales.  Los jóvenes no se lanzan a la aventura de los títeres. No parece que haya mucha salida profesional. Gente joven, conozco algunos, pero pocos. Otro caso son las compañías que tienen relevo en sus propios hijos, como el Teatro Arbolé, los Titiriteros de Binéfar, La Puntual, La Estrella… Los hijos de Joan Andreu y Julieta, de Lleida…

En el País Vasco este movimiento no existe.

Imagen de ”Elurrezko Paupina’, 2010.

Los circuitos.

TR —¿Cómo veis el tema de los circuitos, de las programaciones, subvenciones?

MANOLO —Esta misma semana he estado en contacto con la promotora de cultura del Gobierno Vasco, que dispone de una red, Sarea, y en esa red solo están los grupos de teatro profesional, y no veo que haya profusión de grupos de teatro de títeres en ella, aparte de Panta Rhei. El teatro amateur y el teatro de títeres no están en la cabeza de la promotora del teatro del Gobierno Vasco.

Pero ten en cuenta que aquí hay cogobernanza con las diputaciones, aunque yo creo que no existe una coordinación general, fundamentalmente es con los grupos de teatros profesionales. No hay grupos de títeres en esta categoría. Puede haber cosas locales, pero no en esta red.

ENKARNI —Nosotros nunca hemos pedido subvención. Tampoco nos hemos preocupado por este tema. Una vez, al recibir los papeles de la Diputación, que normalmente no atendíamos, decidimos contestar, diciendo que nosotros existíamos pero que no pedíamos subvención. Cuando le preguntaron al director del Departamento dónde se debería archivar aquel extraño documento, contestó: vete a la tienda de marcos, compra uno, enmarcas el papel y lo cuelgas en la puerta de esta oficina.

Imagen de ”Elurrezko Paupina’, 2010, con Enkarni Genua y la acordeonista Anne Landa.

MANOLO —Lo que sí puedo decir, es que, a nivel de Diputación, se dan ayudas a la creación, sin límites si son títeres o no. Hay pues una puerta abierta a las ayudas y cada año se hacen convocatorias. 

También el Ayuntamiento de San Sebastián da ayudas a la creación para las artes escénicas.  Pero no me consta que haya de compañías de títeres que se acojan a ellas.

Los Festivales.

TR —¿Cómo valoráis los festivales?

ENKARNI —Tienen un papel importantísimo: para la gente y para los titiriteros. Que vengan 10 compañías de distintos lugares, con técnicas diferentes, supone una gran riqueza, se aprende mucho en los festivales.  Yo aprendo de todos.  Siempre hay cosas interesantes. Paralelo al festival, en Tolosa, se han celebrado las escuelas, de las que he hablado anteriormente, primero las de verano, pero luego durante el Festival.  Haría falta una coordinación de estos cursos, que debería venir de Unima Federación, para coordinar temas y fechas.

Cartel de la I Mostra de Titelles de l’Estat Espanyol (Terrassa 1983).

MANOLO —Nosotros somos festival-adictos. Aunque estemos ahora al final de nuestro recorrido creativo, siempre nos han interesado y hemos asistidos a muchos festivales, empezando por los de Charleville y Barcelona. A falta de la escuela, los festivales han sido un foco de alimentación permanente de lo que puedes hacer, de lo que quieres, de lo que te interesa. Son necesarios, mucho, y que se promocionen con intensidad para que todo el mundo se acerque a los títeres. Es una vía de aprendizaje fundamental.

Importante que después de las funciones se hable con los actores, como se hace en Tolosa, con la ‘copa con’.

ENKARNI —Lo que más valoro de los festivales, además de los espectáculos, es el contacto con la gente, los colegas. Encontrarme con los viejos amigos.

La Formación.

TR —Centrémonos en la formación. ¿Cómo veis este asunto en el campo del teatro de títeres, visual y de objetos?

ENKARNI —Me parece que los titiriteros nos formamos con cursos puntuales, que todos son muy importantes, desde luego. Yo agradeceré siempre al curso que hice con Paco García del Águila, que organizó Unima Valencia, donde aprendí mucho de lo que después he utilizado en mi trabajo. Pero me parece que una escuela necesita algo más. Hace años escribí un método para las escuelas (6-12 años), seis libros de cómo trabajar la expresión dramática en la Escuela. Considero que para tener una formación hay que ser regular, se requiere una continuidad, si no, no funciona. No se puede formar con un sistema fragmentado. Tiene que haber un orden, una organización, lo mismo que sucede en cualquier disciplina. Pero a falta de esa estructura general, los cursillos son importantes.

‘Los Títeres’, libro de Enkarni Genua.

Lo importante es dar los fundamentos, un esqueleto, donde se va poniendo cada tema en su sitio. Se necesita un armazón: aquí la escenografía, allá los muñecos, la dirección, el objeto, el guion, el argumento… He sido profesora de historia, y en historia necesitas un armazón para ir colocando los acontecimientos históricos. ¿Dónde, por qué y cuándo sitúas la Primera Guerra Mundial en el esqueleto de la historia general? Todo sirve, pero no tiene sentido que en una escuela de teatro se den tres clases de títeres, dos técnicas y sanseacabó. Lo que importa es una estructura y una regularidad.

MANOLO —Cuando nosotros empezamos, Toni, solo había algunas academias y dos escuelas de teatro: en Barcelona y en Madrid. Hoy, todas las autonomías tienen sus escuelas de teatro. Incluso en el País Vasco, que ha sido remiso a producir ‘parados’, también hay escuelas de teatro. Cualquier disciplina que quiera crecer, necesita escuela. Los títeres no tienen escuela. Mi reflexión va en la siguiente dirección: la escuela de lo que sea es necesaria para que lo que sea crezca. Siendo realistas hoy, no podemos aspirar que en las escuelas de teatro haya asignaturas sobre títeres. Pero creo que ahora habría que procurar que cada una de estas escuelas oficiales se enganche con el tema de los títeres. Es un cometido que deberían tener los responsables de formación de la Unima Federación España, procurar que en cada una de las escuelas de teatro del país se pueda plantar una primera semilla para que, a nivel de escuela, esta materia como los títeres pueda crecer. Hacerlo en las escuelas que ya existen. Sembrar una semilla.                   

ENKARNI —Insisto que, para implantar esta semillita, es necesario que alguien haga un recorrido de los elementos fundamentales, para que haya un rigor, para no caer en los picoteos, para que sea una escuela de verdad. Un plan de estudio es necesario.

En cuanto a la necesidad de disponer de una Escuela Superior como la de Charleville, antes necesitas a la gente y esta formación básica de las Escuelas de Teatro.

Los Museos.

TR —Hablemos de los Museos.

ENKARNI —Los museos son importantísimos, un lugar para recoger el patrimonio. Por ejemplo, estuvimos en un tris que todo el material de Colorín acabara echado a la basura. Intervenimos a tiempo, y por suerte todo está ahora en el TOPIC. Guardar patrimonio. Esencial.

Por otra parte, los museos tienen que ser interesantes, pues la gente que viene a ver un museo, quiere ver cosas vivas, cómo se hace, una función, que haya teatro.

Enkarni Genua con Idoya Otegui, niños del público y Mariona, la mascota del TOPIC

Se podría decir que, a lo largo de tantos años, en el TOPIC las visitas guiadas han sido importantes. Es necesario explicar lo que se está viendo, pues sino los visitantes salen como han entrado. Veo indispensable que haya una visita guiada. Lo hicimos para niños y niñas, y después para adultos. Se prepararon unos guiones, en los que participé, que tuvieron mucho éxito. El museo tiene que ser explicado. Claro que esto requiere dinero, para poder pagar a los guías, organizar, etc.

Y, por supuesto, cuantas más actividades complementarias tenga un museo, mejor, esto es fundamental.

El TOPIC.

ENKARNI —Creo interesante hablar de TOPIC porque es una de las creaciones  de nuestra vida. Desde que los títeres llegaron a Tolosa surgió la idea de que permanecieran a lo largo del año. Y un muy pequeño grupo trabajó para que esto así fuera. Y hace 11 años que TOPIC es una realidad en Tolosa. Un lugar donde los títeres viven, donde los titiriteros acuden a presentar sus trabajos, donde los niños disfrutan con los títeres. No me voy a extender porque casi todos los titiriteros lo conocen y si no es así los esperamos. Nuestra aportación fue un pequeño tornillo en una gran rueda. Pero en toda empresa, todos somos importantes. Y además está Mariona, la mascota de TOPIC, que construí yo y a la que le he dado voz. A mí me hace una ilusión muy grande que cuando yo ya no esté, ella sí estará porque se ha ganado el cariño de todos los niños.  

Enkarni Genua con Mariona y Txirene, en la exposición del TOPIC en el Parlamento Europeo (2014)

Las organizaciones. La UNIMA.

TR —Vosotros que ya desde los inicios fuisteis socios de UNIMA Francia, cuando aún no existía en España, me imagino que dais mucha importancia a organizarse.

ENKARNI —Manolo fue presidente de Unima Federación España del 89 al 93, y luego otros dos años más. Yo he sido presidenta de Unima Euskadi de 2007 a 2016. Si has tenido responsabilidades, ves las cosas de un modo distinto que el socio de a pie.

Creo que no hemos conseguido darle la vuelta, a esa desafección hacia UNIMA. Recuerdo que uno hablaba en su día de la ‘cúpula’, de los que ‘mandaban’, se decía, ‘ellos se lo guisan y ellos se lo comen’. Pero cuando estás dentro, sabes que eso no es así. Manolo fue un presidente de UNIMA que se ponía en comunicación con todos, se escribían, hablaban, perseguía el tema. Pero no todo el mundo tienes estas cualidades. Creo que se ha creado una separación respecto de la gente de a pie. ¿Para qué quiero Unima?, se preguntan algunas personas. ¿Qué saco de ella? Allí se mangonea, opinan otros. Es muy difícil crear un interés. Porque no se trata de preguntar qué me da Unima sino qué es lo que yo puedo dar a la Asociación.  Nosotros hemos mandado cuestionarios, preguntando sobre qué temas interesaban a los socios, pero la contestación ha sido muy muy escasa. Ahora Felipe Garduño es el presidente aquí, en la UNIMA Euskalerria, pero a  veces da la impresión que nuestra dedicación es como hablar en un desierto.

Idoya Otegui durante el Congreso Mundial de UNMA 2016. Foto de Joaquín Hernández.

Cuesta mucho que la gente participe en los proyectos que se proponen. Como cuando hicimos la canción de la paz, para el Día Mundial de la Marioneta. Lo hicimos con un vídeo teniendo como fondo la escultura de la Paloma de la Paz que hay en San Sebastián, obra de Néstor Basterretxea, fue un montaje que hicimos nosotros con Bihar, pequeño y discreto, pero gustó.

Ahora se quiere hacer otro video sobre ‘ánimos, ánimos, a tirar palante…’, lema propuesto por la UNIMA, pero no sé qué respuestas habrá…

MANOLO —Una organización depende del volumen de asociados que tiene para crear actividad. Si hay pocos asociados, se debilita. Para que funcione, primero se necesita una oferta interesante que arrastre al colectivo, pero si no hay un mercado amplio, se hace difícil que las organizaciones funcionen. En segundo lugar, que las personas que la conducen pongan intención y necesidad. Personas que se interesen y trabajen. Todo descansa sobre las personas. Si no hay personas interesadas, es difícil que funcione. La organización debe dar cosas a los asociados. Aquí en Euskadi hay más de treinta socios en UNIMA, pero participan pocos.

La crisis del COVID-19.

TR —Para acabar, ¿cómo veis la crisis del COVID? ¿Cómo saldremos de ella?

ENKARNI —Desde luego, vamos a salir del COVID cambiados. Con recelos, miedos. Por ejemplo, el TOPIC, para que funcione, necesita que numerosas escuelas vengan a Tolosa. Pero eso ahora no es posible. No pueden ir todos juntos. Las escuelas están funcionando muy bien, pero fragmentadas en burbujas, y por tanto no se pueden mover todos a la vez. Solo grupos de 20 niños. Protegidos. La actividad normal del TOPIC de Tolosa, si no contamos con niños y niñas, se reduce.

Idoya Otegui, Nekane Garyailde, Enkarni Genua y Karmele Cruz, Madrid 2019

En nuestro caso, con la compañía hemos mantenido la actividad.  Desde que empezaron las escuelas, nos han llamado, pero nos han duplicado el trabajo, pues tenemos que hacer dos funciones en vez de una, para grupos muy reducidos. Trabajas doble pero el resultado económico se resiente. Veo que sigue habiendo deseo, ganas de títeres, todo es muy incierto.

Yo he puesto la carne en el asador para que siga la actividad. Nos va a costar en líneas generales que arranque.

En Tolosa se ha hecho una oferta de funciones On Line para las escuelas, un esfuerzo grande y para pocos asistentes. Pero el trabajo On Line, no es lo mismo que el teatro, que es en vivo… No engancha de la misma manera.

Va a ser una cuesta arriba.

MANOLO —Yo soy optimista. Yo no voy a ninguna escuela, eso es verdad, y no conozco tan de cerca la situación como Enkarni. Pero veo que hay una corriente que cree en la cultura, como un bien necesario y decisivo. Soy optimista en este sentido. Entre el estudio que estáis preparando y el interés que se va despertando con el tema de la cultura, estoy animado. Desde luego, ahora todo está constreñido, pero soy optimista, siempre lo he sido, y creo que la cultura es el camino de futuro de las sociedades. Si no hay cultura, los gobernantes serán más tarugos… Saldremos de esta historia bien.

ENKARNI —En San Sebastián el teatro se está programando con regularidad, y además con llenos, te quedas sin entrada a la que te descuidas, se llena. Al 40%, pero se llena. Y lo mismo los conciertos. En Donostia se llena todo. La gente tiene ganas. Mientras se hagan las cosas bien, que haya calidad en lo que se organiza, seguridad, se sigan los protocolos, etc., la gente no tiene miedo de ir al teatro.

TR —¿Habrá unos felices años 20 del siglo XXI?

ENKARNI —Yo tengo a los niños en la cabeza, y mover a los niños en época normal, es ya un gran esfuerzo de los maestros, esa alegría de moverse, de los niños que iban en masa, acompañados de los maestros, las escuelas están trabajando mucho, van sobrecargadas, tienen que separar, vigilar, duplicar… costará volver a la normalidad.

Pero bueno…, vendrá  un tiempo  nuevo. Vendrá

Enkarni Genua y Manolo Gómez, en los saludos de la obra ‘Erreka Mari’ (TOPIC, diciembre 2019). Fotografía de Iñigo Royo.

(Entrevista realizada en el marco del Estudio sobre el Sector del Teatro de Títeres, Visual y de Objetos, coordinado por UNIMA Federación España. Publicado en Titeredata.eu)