Madrid está de suerte. Para los que se interesan por las artes más nobles y antiguas de la marioneta, el próximo domingo 5 de marzo de 2017, a las 18h, tendrá lugar en la Casa del Lector (Matadero Madrid, Paseo de la Chopera, 14. 28045 Madrid) una conferencia y presentación del Teatro japonés de Bunraku a cargo del Maestro Kanjuro Kiritake III, uno de los más afamados titiriteros de su generación y heredero del mítico Kanjuro Kiritake II, acompañado de los también grandes titiriteros Minoshiro Yoshida y Kanjiro Kiritake. La entrada es libre hasta completar el aforo. El acto está organizado por la Fundación Japón de Madrid.

Bunraku, Kanjuro Kiritake III

El ningyô jôruri o bunraku, como se conoce al teatro tradicional de títeres japonés, considerado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, es un estilo de teatro altamente sofisticado en el que se combinan tres elementos, una narración que se “canta”, un acompañamiento musical, y, por supuesto, los títeres que interpretan el drama.

Es importante saber que el origen del Bunraku se encuentra en un género muy arraigado en Japón, el joruri, un estilo de narración que desarrollaron los trovadores en la Edad Media, cuando cantaban las crónicas de la época, como la Historia de los Genji (Genji Monogatari) o la Historia de los Heike (Heike Monogatari). Entre ellas, la historia de la princesa Joruri se hizo tan popular, que la gente empezó a asociar esta palabra -Joruri- con aquel estilo de narración.

Bunraku, Kanjuro Kiritake III

El Bunraku nace de la unión de aquellos trovadores y los titiriteros. Y a pesar de que ya existía en el siglo XVI, fue hacia la segunda mitad del XVII cuando un narrador de gran prestigio, llamado Takemoto Gidayu I (1651-1714), creó un estilo nuevo conocido con el nombre de Gidayu-bushi, mucho más dramático y expresivo que los anteriores. Takemoto se asocia con el dramaturgo Chikamatsu Monzaemon (autor de numerosas obras de Bunraku y de Kabuki, considerado como el Shakespeare japonés), y los dos convierten el arte del Bunraku en la más refinada literatura dramática de Japón.

Bunraku, Kanjuro Kiritake III

Takemoto funda en 1684 el teatro Takemoto-za en Osaka, y pronto su estilo influye en el mismo Kabuki, que adapta textos del Bunraku, mientras los actores intentan imitar a los títeres, tal es el éxito y el prestigio que éstos habían alcanzado. Se entiende que fuera así al expresar los títeres el ideal de contención y de codificación que se encuentra siempre en la base de la cultura japonesa. A su vez, las marionetas imitan también a los actores, mejorando de este modo técnicas y textos.

Bunraku, Kanjuro Kiritake III

La otra gran incorporación del Bunraku es la del músico con el shamisen, un instrumento de tres cuerdas con el que se acompaña toda la acción y las palabras de la historia. Es decir, un único narrador para todo el texto y todos los diálogos, y un único músico para su acompañamiento. De hecho, se considera al Bunraku como la unión de tres artes escénicas diferentes: las marionetas (ningyō), la recitación (jōruri) a cargo del recitador (tayū) y la música del shamisen.

Bunraku, Kanjuro Kiritake III

Esta sofisticación explica el interés que el Bunraku ha despertado en el mundo occidental desde que fue descubierto por las inteligencias europeas del siglo XX, como el mismo Roland Barthes, que le dedicó un capítulo entero de su conocido ‘Imperio de los signos’, un libro clave para entender la cultura de Japón, fascinado como estuvo por aquella peculiar descomposición de los signos expresivos. Un formalismo que ha inspirado profundamente al teatro contemporáneo de marionetas, al ofrecer una matriz de cómo tratar el lenguaje escénico separando voz, gesto, palabra, emoción y sonido musical. Otro ejemplo de esta influencia es la obra del titiritero Philippe Genty, quién en su viaje iniciático Expedición Alexandre (ver aquí) conoció de viva mano el arte del Bunraku, trabajando con el maestro constructor de  marionetas  Sennosuke Takeda y a través de su relación con la titiritera Michiko Tagawa. Aconsejamos igualmente el artículo de Yanisbel Victoria Martínez en Titeresante, ‘Paul Claudel: ensayos sobre el Bunraku’, de un gran interés (ver aquí).

Fotografías de Takashi Yagi.