El Club del Festival, allí donde por las noches se reúnen titiriteros, congresistas, programadores y otros aficionados al tema de los títeres, se encuentra en las antiguas dependencias de los bomberos de San Sebastián, un edificio municipal que la ciudad ha puesto en manos titiriteras, quizás pensando que al ser un edificio vacunado en fuegos y desastres, al haber alojado a los apagafuegos durante tantos años, no habría que temer nada ante los posibles desmanes de sus actuales ocupantes, esos artistas a los que algunos jueces consideran peligrosos, encarcelables y de poco fiar.
Dos voluntarios en un número de magia de la noche gallega. Foto DSS2016.
La cuestión es que cada noche suceden allí cosas. El primer día, fueron los unimeros euskaldunos los encargados de animar la fiesta, quienes dejaron el listón muy alto, como ya dijimos en una anterior crónica. Ayer tocó el turno a los gallegos -pues es sabido que el Club está animado cada noche por una Unima autonómica diferente, dando de este modo a los participantes extranjeros del Congreso alguna pista sobre la realidad fragmentada de nuestro país.
Y a fe mía que por poco no se levantan los bomberos donostiarras de sus tumbas -los ya fallecidos, claro- ante la queimada de altos fuegos que hicieron los gallegos, bajo los oficios de Jorge Rey y de Carmen Domecq, que aún siendo él de origen argentino y ella andaluza de nacimiento, ejerció especialmente la segunda de meiga gallega – nombre que en esta región extremo occidental de la Península se da a las brujas- con un convencimiento estremecedor.
Carmen Domecq ejerciendo de meiga. Foto DSS2016.
En efecto, Rey y Domecq fueron los extraordinarios maestros de ceremonias que recibieron al público y les introdujeron en los arcanos de la cultura popular gallega, con sus romances cantados, unas figuras preciosas de caballeros con sus caballos, y una queimada de aguardiente de una pureza alcohólica inaudita, que quemó un buen rato mientras se iban sucediendo las manos que la removían, entonando canciones profanas y brujeriles de los cinco continentes del mundo.
Abiertas las puertas del averno, y ya todos armados con el mágico y pecaminoso brebaje que había sido maldecido por mil lenguas diferentes, pudieron surgir los espíritus y demonios que esperaban entre bambalinas, con sus máscaras y sus bailes arcaicos, procedentes de la región de Bali, Indonesia.
Bailarín de Bali.
En efecto, ayer hizo una demostración de su arte y poderío icónico la delegación de Indonesia que asiste al Congreso con un claro objetivo: postularse como el lugar idóneo para celebrar de aquí a cuatro años el próximo Congreso de Unima 2020.
Bailarina de Bali. Foto DSS2016.
Sacaron para ello a varios bailarines de danzas rituales, indicando a los presentes que su candidatura unimista o unimera, llega avalada por los cielos y los infiernos, amén de una lista de espónsores que los actores recitaron al acabar la demostración, quizás indicando a los descreídos que además de los poderes fácticos espirituales, disponían también de los fácticos de verdad, de los que mandan -aparentemente- hoy en día, es decir, los bancarios e institucionales.
bailarín de Bali.
Hoy, el entretenimiento regional -autonómico o nacional, según las distintas sensibilidades- irá a cargo de la Unima de Cataluña y de la de Valencia, unidas ambas en ese eje mediterráneo que unos quieren atar con trenes y otros con la lengua. Desconozco su programa de actuación, de difícil cocción, tras los listones puestos por vascos y gallegos, el cual estará en manos de un grupo de jóvenes titiriteros capitaneados por Xesco Quadras, Pere Bigas, Bruno Valls, Néstor Navarro, el ya no tan joven Carles Cañellas y aún otros del ámbito del Taller de Marionetas de Pepe Otal. Una delegación, la catalana, joven y provista de un enorme empuje, mostrando la realidad actual del momento titiritil en Cataluña, muy activa y prometedora.
Y tras Cataluña, saltará al ruedo Corea, el otro país con ganas de organizar el Congreso de 2020. ¿Qué sorpresa nos tendrá reservado este país del Lejano Oriente? ¿Con qué armas y argumentos intentará convencer a los congresistas para que les voten? ¿Sacarán también a relucir a dioses y espíritus, o se valdrán de las mañas tecnológicas y futuristas de las que están tan dotados?
Sin duda estas veladas de competiciones internacionales con sus demostraciones nocturnas, constituyen uno de los momentos más entretenidos de la semana congresual desarrollada en San Sebastián. Mañana comentaremos la jugada y, en dos días, sabremos a qué delegación los dioses titiriteros han otorgado la corona de laureles.