Casi llena estaba la sala Mirlo Blanco del Teatro Valle-Inclán (una de las sedes del Centro Dramático Nacional en Madrid) para ver el reestreno de Aventuras de Don Quijote de la Mancha, montaje que inicia este curso 2015-16 de Titerescena. La obra, estrenada hace algunos años, ha sido recientemente remontada con nuevos actores-manipuladores y algunos reajustes. Y allí estábamos los niños y los no tan niños preparados para ver cómo nos contaban una de las historias más contada de nuestra ficción escrita y teatral. Ha habido y habrá muchos Quijotes; en títeres también. Pero la verdad es que no todos pasan el corte. A mi entender, la versión de El Retablo cumple las expectativas y con nota.

El Quijote de El Retablo

Primero, algunos datos. El lugar ya lo sabemos; fecha, 17 de octubre de 2015 a las 13:00. Elenco: Pablo Vergne (alma matter de El Retablo), Gillermo Gil (de Tropos Teatro) y Esteban Pico. Para quien no supiera que se tratara de un reestreno (como un servidor), no se notó en ningún momento falta alguna de engrasamiento. Aquello empezó con fuelle y funcionaba bien. Este montaje de El Retablo es, vaya por delante, muy muy titiritesco, con buenos juegos títeres-publico y sus buenas dosis de gamberrismo. Es también un montaje ingenioso, dinámico, con la justa profundidad, con diversidad de técnicas y fiel al obra maestra cervantina (acertada selección de los episodios). Buena señal es pensar que el conjunto funcionaría perfectamente como un primer Quijote para un niño…

La técnica predominante es el títere de hilos con varilla central (como los pupi italianos), y ciertamente fue de agradecer que los títeres estuvieran casi todos a la vista. Colgados, atentos esperando su momento, son el fondo de la escenografía. Además, aparecen títeres de guante con boca y varilla (regalando divertidos y alocados momentos, como el de la carta para Dulcinea) y también un miniteatrillo de títeres manipulados con varillas desde arriba. Momento este último muy afinado, no podía faltar el teatro dentro del teatro y la escena de Maese Pedro el titerero. Buena nota también para la realización de los títeres y la “cacharrería” escénica (sobresaliente para un sorprendente caballero metálico que cabalga hacia el teatro de objetos).

El Quijote de El Retablo

La dramaturgia es uno de esos logros que suelen pasar desapercibidos. Pero meterse con el texto cervantino puede ser todo menos fácil. Además de la ya citada selección de los episodios, la actualización del texto clásico está bien lograda. Sancho es un buen ejemplo: réplicas divertidas y muy en sintonía con el lenguaje infantil actual (sí, el desparpajo de Guillermo Gil también ayudaba…). En resumen, un texto cuidado y con otro acierto último: no edulcorar el final con la muerte en cama de Alonso Quijano.

El Quijote de El Retablo

Como la manipulación también está afinada y en su sitio, diremos algo no tan bueno por aquello de no decir todo bondades: personalmente me hubiera gustado, como colofón, haber incluido alguna escena quijotesca que sorprendiera por su elección (al menos a los padres que suelen acompañar, más o menos convencidos, a los hijos).

Por lo demás, si pueden no se pierdan este montaje. Don Quijote sigue cabalgando, y si sus brazos cuelgan de hilos y lo hace sobre un Rocinante con ruedas, mejor que mejor para los amantes de los títeres…