A fin de dar satisfacción a las peticiones recibidas para publicar las distintas ponencias presentadas durante el Simposio “Putxinel·li. Entre el Mite, la Tradició i la Contemporaneitat” (días 21, 22 y 23 de noviembre de 2013, en el Instituto del Teatro de Barcelona, organizado por la revista Titeresante, ver aquí), y tras haber publicado ya el texto en inglés de Karim Dakroub sobre el teatro de sombras en el Mundo Árabe (en breve habrá más textos en Puppetring, ver aquí), presentamos a continuación la ponencia realizada por Pepe Bablé, director del Teatro de la Tía Norica y uno de los principales responsables de que esta tradición aún esté en activo. Un texto que constituye un testimonio valiosísimo, en cuanto se nos informa de primera mano y por el más íntimo de sus protagonistas, sobre la reciente historia de este teatro gaditano que constituye una de las tradiciones titiriteras más importantes y valiosas de la Península Ibérica.

La Tía Norica
Tía Norica. Foto de Francisco J. Cornejo, Museo de Cádiz, 1983.

ACTUALIDAD Y FUTURO DE LA TIA NORICA DE CÁDIZ

Hablar del momento actual de una manifestación teatral como La Tía Norica sin tener en cuenta su historia sería inútil. Son dos siglos de singladura artística, varias generaciones de teatreros las que han trabajado para su mantenimiento y proyección, y numerosos los públicos que han disfrutado de sus espectáculos.

Pepe Bablé - La Tía Norica
Pepe Bablé con Pinocho.

Como muchos son conocedores de los rasgos principales de su historia me voy a centrar en hacer un ligero viaje por su historia más reciente, que coincide con la recuperación de su legado, y en hacer una valoración del momento actual y de su posible futuro.

Desde hace treinta años el que les habla junto a otro buen número de personas, venimos trabajando para la recuperación y la revitalización de este fenómeno teatral; y la secuencia histórica se ha se desarrollado de la siguiente manera.

La Tía Norica

En 1982, los titiriteros aún con vida de la última generación del Teatro La Tía Norica, con la ayuda de algunos de sus hijos, ofrecieron una “exhibición ilustrada” dentro de la II Fiesta Internacional del Títere, en Sevilla. Esta exhibición fue tal éxito que alertó a las autoridades culturales de aquel momento de la necesidad de recuperar la tradición de los Títeres de La Tía Norica por su importancia histórica y artística. Así, el Ayuntamiento de Cádiz y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, acordaron la recuperación del legado histórico de La Tía Norica, desaparecida sobre los años sesenta del pasado siglo, para su puesta en valor teatral.

Entre aquellos titiriteros estaba mi padre, Eduardo Bablé, y entre aquellos niños que ayudábamos, estábamos yo y algunos de mis hermanos, que por entonces ya hacíamos pequeñas incursiones en el mundo del teatro alentados por la tradición familiar. Cuando aquellas autoridades pidieron a mi padre que iniciara un proceso para la posible recuperación de La Tía Norica, él nos pidió que colaboráramos en esa aventura.

La Tía Norica

Yo, aún guardaba en mi retina imágenes de aquellos asombrosos años de mi infancia cuando me adentraba en aquel retablo viejo de madera donde todo lo que contenía me seducía: desde el olor rancio del entarimado y las cuerdas del telar, hasta el de las telas raídas del vestuario de los títeres y la pintura caída de sus viejas caras; desde la magnificencia de la luz que proyectaba al embeleso del virtuosismo de la manipulación de aquellos personajes inertes. Y es que verles tomar vida de aquella manera tan asombrosa de manos de los manipuladores y la magia de todo lo que ocurría dentro en aquel pequeño retablo, fue la fascinación que me hizo siendo un niño enamorarme del mundo teatro. Enamoramiento que afortunadamente hoy, después de más de 50 años, aún permanece intacto.

La Tía Norica

Por eso, cuando mi padre reclamó nuestra ayuda para trabajar en la revitalización de ese mundo maravilloso, no tuve ni que pensarlo. Dejé de lo lado lo que estaba haciendo en teatro en ese momento y me puse en marcha. A petición de la Junta de Andalucía, elaboré un proyecto para la recuperación del legado de La Tía Norica y para la creación de un nuevo grupo de personas que pudieran encarar su revitalización y proyección artística.

Dado el vasto repertorio que posee La Tía Norica, el proyecto se desglosaba en diferentes fases de trabajos; y para la configuración del nuevo grupo, invitamos a los antiguos titiriteros para que, de sus manos expertas y experiencia, nos transmitieran las técnicas del manejo de los títeres, los aspectos técnicos de sus herramientas expresivas y la idiosincrasia tan particular de La Tía Norica.

De ese proyecto solo se vieron culminadas dos fases que fueron las que dieron como resultado la recuperación de los espectáculos: “Autos de Navidad”, “Baile de Marionetas” y “El Sainete de La Tía Norica”, entre los años 1985 y 1986. Después de estos años, la Junta de Andalucía ya no lo siguió apoyando.

La Tía Norica

Desde 1989, es solo el Ayuntamiento de Cádiz el que propicia el mantenimiento del grupo a través de pequeñas subvenciones. De esta manera seguimos con las actividades necesarias para la recuperación del legado, con años donde las subvenciones difícilmente alcanzan para el mantenimiento del patrimonio que hemos ido generando. A pesar de ello, se han podido rescatar los espectáculos: “Batillo Cicerone, “pimpi” de “Cai” (1990); “La Tía Norica: el sainete, revisión del antiguo sainete (1999) y “El retablo de Maese Pedro” en 2001.

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En el año 2002, esta vez sí con una subvención especial de la Junta de Andalucía, se estrenó el espectáculo: “El Sueño…”.

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Durante estos años, el Teatro La Tía Norica ha formado parte de casi todas las ediciones del Festival Internacional del Títere “Ciudad de Cádiz”, y ha participado con representaciones y exposiciones en diferentes encuentros, como el Festival Internacional de Teatro de Madrid (1991), la Feria Internacional del Títere de Sevilla-Expo´92; el Festival Mundial de Teatro de las Naciones de Chile (1993); o el Festival Internacional de Caracas (Venezuela) en 1996, entre otros. Además de ofrecer actuaciones en programaciones propias y a petición de diferentes organismos, como universidades o asociaciones.

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En estos años La Tía Norica también ha sido objeto de reconocimientos. Entre otros, podemos señalar el del “Día Internacional de los Museos 1999”, organizado por el Museo de Cádiz dedicado a La Tía Norica; el “Homenaje de la profesión teatral andaluza” en la Feria de Teatro del Sur de Palma del Río”, en el 2000; el “Premio Nacional de Teatro “Lorenzo Luzuriaga”, otorgado por la Fete-UGT y el Museo Nacional del Teatro, de Almagro, 2004; el “Premio Nacional  “Assitej España”, en 2007; el Premio a la trayectoria profesional: “Por una vida dedicada a impulsar el Teatro de Marionetas”, del Parque de las Marionetas de Zaragoza en 2012;,  y, sobre todo, la “Medalla al Mérito en Bellas Artes del Ministerio de Cultura de España”, en el año 2002.

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En 2004 conmemoramos los veinte años de la creación del grupo y de la recuperación, con una exposición titulada: “El legado de la Tía Norica (1984-2004). Esta muestra reproducía la fachada y el interior de una casa típica gaditana, donde el visitante se veía envuelto por una escenografía de tamaño natural y donde pudo conocer el patrimonio compartido que constituye el legado de esta compañía. Como detalle de su instalación, comento que una de las estancias de la exposición, era el propio dormitorio de La Tía Norica, desde donde el visitante, al atravesar el espejo del armario de ropa, emprendía un viaje iniciático a través del tiempo para sumergirse, con pormenores gráficos y explícitos, en su historia.

En la actualidad, la compañía ocupa varios espacios de la ciudad como son una sede estable en el Baluarte de Candelaria para ensayos y talleres, y una pequeña nave industrial para el almacenaje de sus infraestructuras.

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El año pasado se inauguró un nuevo espacio teatral en la ciudad dedicado al Títere y que lleva el nombre de Teatro del Títere La Tía Norica, pero que no funciona como nuestra sala estable tal como se había venido anunciando desde los primeros años de su construcción; sino que es el lugar donde solo representamos nuestros espectáculos en las fechas tradicionales. En estos momentos estamos a la espera de ver el uso que se le va a dar durante el resto del año.

Hasta aquí se puede resumir el cronograma de estos últimos treinta años de la recuperación. Pero hablando sin la rigidez de los datos, y haciéndolo desde otro lugar, puedo afirmar que si hemos llegado hasta aquí, ha sido porque afortunadamente sigue intacta la voluntad de las personas que conforma el grupo que comanda el destino de La Tía Norica.

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Somos conscientes de que quedó atrás el tiempo en donde la ilusión de alcanzar metas y la fuerza de la juventud, eran el combustible vital para trabajar y pelear por ella; pero la voluntad sigue intacta porque está construida sobre el convencimiento del compromiso histórico con la tradición y con cada persona que, durante casi dos siglos, trabajó para mantenerla.

Sabemos que nos corresponde la parte alícuota de estos últimos años de trabajar de manera altruista por esta nueva Tía Norica; por acompañarla en sus achaques, por reír y gozar con ella, pero, aunque sabemos que ya formamos parte de su historia y que somos unos privilegiados por ello, no podemos remediar que el cuerpo y los sentimientos pasen factura.

La Tía Norica

A estas alturas ni los premios ni los reconocimientos vienen a paliar la desazón de sentir a veces que el trabajo realizado durante estos años ha sido en vano. Y lo pensamos porque somos conocedores y defensores de sus potencialidades; y de presenciar, en primera persona, como siendo una tradición que cuenta en su haber con reconocimientos, premios, homenajes, galardones, consideraciones, etc., nunca estos se han traducido en ayudas reales. Y es que conociendo su historia, y siendo una de las tradiciones teatrales más antigua de Europa -en 1810 ya era vieja y famosa-, me sigue resultando extraño que se encuentre en esta situación.

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Para entenderlo a veces pienso que a lo mejor esto ocurre porque es una manifestación genuinamente gaditana y sufre los problemas de la periferia; o porque tiene que convivir en una lugar donde existen otras tradiciones más importantes; o porque es una tradición dramática-folclórica donde redunda la improvisación y que defiende a ultranza lo “políticamente incorrecto”; o, en definitiva, porque no se puede catalogar en lo actualmente entendido como “contemporáneo”.

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Y esta es la realidad. Desde 1983 venimos trabajando con modestas subvenciones municipales que a veces no alcanzan –y si estas llegan, claro- ni para pagar las lámparas fundidas de los equipos de luces. Los presupuestos no suben y otras ayudas no llegan. Eso sí, desde que se nos concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España, la Junta de Andalucía nos tiene nominados para declararnos “Bien de Interés Cultural”, desde 2002; pero, aunque ya se han realizado todos los trabajos necesarios para desarrollar y solventar su expediente, aún no lo han resuelto de manera definitiva. En definitiva: si La Tía Norica sigue presente en el panorama teatral, es a costa del trabajo y al esfuerzo de las personas que configuramos su grupo.

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En fin, sea como sea, quiero dejar esta fase de lamentos para hacer una evaluación artística del momento actual de la Tía Norica.

Después de años de convivir con sus técnicas, sus textos, su historia y de ir asimilando su particular idiosincrasia, pienso que el actual valor de los nuevos modos de la Tía Norica, reside en la manera que tenemos de entender lo relacionado con el hecho escénico contemporáneo teatral y su fusión con los materiales heredados. Hemos asumido el compromiso con su historia, sus modos y maneras, pero lo hacemos intentando revitalizar una tradición secular, adaptándola a los tiempos que corren.

La Tía Norica

En los primeros años, donde nos enfrentamos al manejo de su compleja maquinaria y con su particular manera de hacer, adoptamos las formas expresivas y artísticas que nuestros mayores nos legaban, pero más tarde, una vez superada la etapa de aprendizaje y consolidación, iniciamos un proceso de desempolvamiento de espectáculos que tenían muchos años de vida y por los que habían pasado un buen número de actores que dejaron su particular huella.

Hasta que no pasaron unos años, y nos pudimos sacudir el polvo de la tradición y el respeto a unas “maneras” de entender el hecho teatral de entonces, no pudimos desarrollar un discurso escénico propio. Y lo hicimos porque sentíamos que había llegado el momento de ponernos al día; no éramos arqueólogos teatrales, sino gente que necesitaba decir cosas diferentes con los mismos textos y del manejo de los títeres de siempre.

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Actualmente, en nuestros espectáculos, los elementos están utilizados a favor de un proceso que busca la seducción y la emoción del espectador. Desde la nueva dramaturgia del texto antiguo, que ha sido revisado y reformulado, hasta el tratamiento de los aderezos escénicos, están al servicio de las nuevas puestas en escena.

Nuestras propuestas quieren ser una nueva forma de entender el teatro de títere popular, con espectáculos que respete lo tradicional pero que emplee elementos actuales; manteniendo vivas las características del teatro popular español, pero que tenga como  resultado ser un trabajo preciso e impactante. Y lo deseamos desde el convencimiento, equivocado o no, de que si actualmente un espectáculo de títeres destaca de manera diferente a otro, es porque debe intentar ser algo más; no ser solo un espectáculo que se sostenga solo en la didáctica o lo artesanal.

La Tía Norica

Defendemos esto porque detrás de La Tía Norica hay que gente de teatro, no sólo artesanos expertos en la construcción de muñecos, ni simples mantenedores de un arte considerado como menor. Somos defensores del títere y del teatro con mayúsculas, y trabajamos para que el títere sea tratado como una herramienta al servicio del teatro, e intentando elevarlo a otra categoría artística y expresiva.

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Para terminar y dejar constancia de nuestras contribuciones a la revitalización de las piezas reestrenadas hasta la fecha del repertorio, y que han sido: “Batillo Cicerone, Pimpi de Cái”; “La Tía Norica: El Sainete…”, “El Retablo de Maese Pedro”, de Manuel Falla, primera versión autóctona en toda la historia de este Retablo,  y “El Sueño…”, y que se han realizados guardando fidelidad a la antigua tradición y conservando la idiosincrasia del peculiar títere gaditano,  quiero leeros diferentes citas que Desirée Ortega, historiadora de La Tía Norica, ha dejado escritas sobre nuestro trabajo y nuestra técnica. … “Mantenerse durante casi 200 años es todo un récord. El secreto está en la sabia combinación de tradición con modernidad, y en la habilidad de los titiriteros gaditanos para hacer diferente cada función. Existen unos guiones básicos sobre los que se improvisa continuamente, introduciendo todo tipo de comentarios, chismes, anacronismos o anécdotas de actualidad, resultando un tipo de espectáculo abierto que se renueva constantemente. En los “Autos de Navidad”, han podido ver a los pastores ensayando un repertorio carnavalesco, después de confundir al ángel de la Anunciación con un OVNI. Además, se han ido incorporando nuevos conceptos estéticos que se derivan de la aplicación tecnológica en la puesta en escena teatral, como la luz espectacular o las grabaciones sonoras. Así, en la última versión de la aventura de Dª Norica, realizada en 1999 los antiguos decorados pintados se sustituyeron por una escenografía corpórea que copia la realidad hasta el mínimo detalle, apoyada en una iluminación que imita el paso de todas las horas del día. El realismo, se combinó, sin embargo con elementos distanciadores que inciden en la teatralidad del espectáculo, como la fue la idea de mostrar al público la maquinaria escénica en el cambio de decorados”.

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Dejando aparte los “Autos de Navidad”, que son los textos más antiguos del repertorio y que son revisados periódicamente en dramaturgia y escenificación, y en repertorio desde 1985, me quiero centrar en nuestras últimas producciones: la trilogía de sainetes costumbristas, la puesta en escena de la ópera breve de Manuel de Falla, “El Retablo de Maese Pedro”, y “El sueño…”.

La trilogía es el resultado de la elección de tres sainetes costumbristas de los muchos que conforman el repertorio del legado. En su origen son textos fruto del momento histórico y de la época en que se crearon, y cada uno con argumento y temática diferente. Su elección está condicionada por el deseo de que, proveyéndoles de un hilo argumental, puedan hilvanarse entre sí, y ser vistos por separados sin que pierdan su estructura dramática original.

En el primer trabajo de esta trilogía, estrenado en 1991, “Batillo cicerone: pimpi de Cái”, a partir del sainete “Batillo cicerone” de principio del siglo XX, tomé como excusa el eje de su argumento para realizar una puesta en escena donde se trasladaba al público a una  proyección de cine mudo: la llegada a Cádiz a principios del siglo veinte, de un productor de cine cubano que llegaba en busca de jóvenes artistas, y al que Batillo, sobrino-nieto de la Tía Norica, le sirve de cicerone. La narración escénica del sainete se hizo en dos planos: la cinematográfica con el soporte de la proyección en blanco y negro de una película interpretada por actores, que se mezclaba a veces con las imágenes a color y tridimensional de los títeres; y la narración real y el desenlace del conflicto, que se interpretaba y representaba dentro del retablo con títeres y con escenografías corpóreas.

Fue un trabajo de difícil solución técnica para aquellos momentos dada la complejidad de mezclar con herramientas precarias los dos lenguajes, pero nos adelantábamos en el tiempo con una propuesta estética novedosa en el complejo mundo del títere.

A este espectáculo, paréntesis en la recuperación de la trilogía de sainetes costumbristas, le siguió la puesta en escena de “El Retablo de Maese Pedro”, de Manuel de Falla. Montaje realizado en 2001, en coproducción con la Orquesta “Manuel de Falla” de Cádiz, y con ocasión de la celebración del centenario del nacimiento del compositor gaditano.

Este montaje nos permitió salir por primera vez del encorsetamiento de nuestro retablo y enfrentarnos a la puesta en escena de una ópera. Abandonamos el cobijo de nuestro retablo e hicimos un espectáculo de títeres sobre un escenario de caja italiana.

La escenografía de gran formato que diseñamos nos facilitó que pudiéramos integrar en un mismo espacio a los cantantes, a los actores y a los manipuladores que daban vida a la narración del “Retablo…”. Igualmente nos ofreció un marco idóneo para el manejo de títeres con distintas técnicas a las usuales del retablo de La Tía Norica.

La Tía Norica

Esto también vino a favorecer que, por primera vez, nuestros manipuladores trabajaran en escena abierta y que fundieran su cuerpo con el de los títeres a la vista del publico; así como narrar “El Retablo de Maese Pedro” de forma contemporánea a través de una dramaturgia escénica basada en la acción física de los actores, que intentaba explicar de forma más didáctica el argumento quijotesco.

Fue un homenaje tanto al músico como a Miguel de Cervantes, del cual parte Manuel de Falla para realizar la partitura, y un auto-homenaje a nuestro Teatro. Se dice que en sus primeras representaciones en los años veinte del siglo pasado, actores de la “La Tía Norica”, prestaron su ayuda a Manuel de Falla en su puesta en escena. Fue en definitiva, un homenaje de Cádiz y de los títeres de “La Tía Norica”, teatrillo que Manuel de Falla tanto quería y que tan bien supo explicarle y enseñarle a otro no menos insigne artista andaluz, Federico García Lorca, el cual bebió de su fuente para inspirarse e inmortalizarla en su “Retablillo de Don Cristóbal”.

La Tía Norica

Con el espectáculo “El Sueño…”, segunda entrega de la trilogía de sainetes costumbristas, a partir del sainete de Manuel Martínez Couto: “El sueño de Batillo”, y estrenado en 2002 en la Sala “Alhambra” de Granada, me aproveché de su frágil y sugerente argumento, para realizar un trabajo onírico y mágico.

Por primera vez no hice una revisión dramatúrgica del texto tradicional, sino que, respetando personajes y situaciones, incluí otros nuevos personajes y creé nuevas escenas.

Construyendo situaciones entrelazadas por un fino hilo argumental y, aprovechando que su argumento original me obligaba a desarrollar gran parte del espectáculo en el fondo del mar, desplegué un imaginario universo narrativo visual, donde el aderezo técnico, plástica, música y luminotecnia, jugó un papel decisivo.

En “El Sueño…”, nuestro personaje Batillo, héroe local en el devenir de los años, se ve en medio de un sinfín de aventuras. Envuelto en las telarañas de un sueño, se ve obligado a lanzarse desde un barco al agua; y tras darse cuenta de que puede hablar y respirar bajo ella, nada desesperadamente hacia Cuba en contrapunto al emigrante que hoy nos sigue llegando desde cualquier parte o a los que huyen de aquel lugar caribeño.

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En este transitar marítimo se enfrenta con héroes y mitos de la literatura universal. El Capitán Nemo, Popeye, Ulises, el Capitán Garfio, Simbad, entre otros personajes y mitos enraizados con el mar, son encarados con el carácter ácido e irreverente de nuestra peculiar forma de entender el teatro popular; y todos ellos en un teâte a teâte con nuestro héroe gaditano.

Así, hasta llegar al final del espectáculo cuando, en una revisión del tema clásico de la identidad del personaje imaginario, Batillo se encuentra con Pinocho, héroe universal y tan ligado al mundo del títere, dentro de aquella ballena creada por Collodi, para que lo meta-teatral ligue en justa medida con el meta-lenguaje. En definitiva, Homero, Julio Verne, Collodi, Perrault, Disney, etc., y nuestro mito gaditano, fundidos y mezclados en un lenguaje universal para el juego teatral.

La Tía Norica

Para su narración escénica, creé una puesta ágil donde el espectador se sintiera cómplice del espectáculo y apelara a su imaginario creativo y emocional.

Cada escena es un guiño cómplice a distintas formas de entender el hecho teatral, y tiene como culminación un momento musical donde, se homenajea a diferentes formas de entender el teatro musical; desde la opereta italiana hasta la sicalíptica española de principios del siglo veinte, pasando por el mejor estilo musical de Broadway o el del mundo de Disney.

Hasta la fecha es nuestro trabajo más exhaustivo e importante. En el aspecto técnico se realizó una nueva investigación sobre la construcción del títere gaditano en el devenir del tiempo, llegándose a la decisión de respetar sus técnicas más genuinas pero empleando materiales y soluciones técnicas más actuales

Se confeccionaron títeres, tanto de hilo como de peana, con la solución técnica más adecuada que cada escena del espectáculo demandaba; y para conseguir un resultado estético impactante, no escatimamos esfuerzos y se trabajó durante tres años. Así, desde el proyecto de cada elemento que conforma el espectáculo, hasta el diseño de luces, fue objeto de un pormenorizado estudio y análisis.

Con la luminotecnia opté por un diseño con pocos aparatos que facilitara la recreación de diferentes atmósferas y efectos, y teniendo en cuenta las limitaciones espaciales de nuestro retablo; tener actores en los puentes manipulando los títeres, dificulta la luz cenital por las sombras que provocan. Y se conforma de atmósferas realistas, oníricas y pequeños efectos.

La Tía Norica

La construcción, a la vista del público, de un barco realista con ligeros empréstitos de Da Vinci; la mágica solución de la desaparición de una casa bajo un manto de estrellas; varias escenas en el fondo del mar y una escena musical que convierte todo el retablo en un inmenso cabaret, se resuelven con un diseño de fácil resolución técnica.

La tercera parte de la trilogía de sainetes costumbristas espera su próximo estreno, pero será para más adelante; cuando tengamos los recursos suficientes y las herramientas adecuadas para ello.

Y ahora ya sí para terminar, quiero leeros una nueva cita de Desirée Ortega, que para sintetizar el devenir de esta tradición tan genuina, creo que viene muy bien. Dice así:

“Por eso, como siempre aparece -a pesar de sus años-, “con la cara lavada y recién peiná”, la Tía Norica tiene un cierto carácter de Ave Fénix. De “incombustible”, según la catalogó Fernando Quiñones, a la que nunca le mete el cuerno por el escritorio “el toro del tiempo”, sosteniendo con fuerza, esos hilos de la vida que conectan pasado, presente y futuro, a través de un sencillo -aparentemente- espectáculo de marionetas”..

Pepe Bablé
Director del Teatro La Tía Norica
Barcelona, noviembre de 2013

Todas las fotos publicadas en este artículo, menos la primera, han sido cedidas y son propiedad de la compañía de la Tía Norica de Cádiz.