Se ha estrenado este mes de agosto “Animales Animados”, el último espectáculo del Marionetàrium, la Compañía de Marionetas de Herta Frankel instalada en el Parque de Atracciones del Tibidabo. Una obra que no hace más que asentar de una manera magistral la voluntad firme de la compañía de conservar, restaurar y exhibir el gran patrimonio artístico y cultural que representa todo el legado de la gran marionetista austriaca, desaparecida en 1996.
La Rana. Foto de Alexandra Gutiérrez.
“Animales Animados” es, en efecto, un espectáculo basado en la reconstrucción de algunos de los títeres originales del reconocido constructor checo Zdenek Podhursky, hechos especialmente para Herta Frankel en 1969, y que fueron utilizados para la serie de televisión “El país de la Fantasía”, producción de TVE y de HR (la televisión alemana). Estamos hablando de unos magníficos títeres de madera, pensados para una manipulación de mesa, que Oriol Pont y Fernando Gómez han restaurado y puesto al día guardando la esencia y la eficaz belleza de los originales de Podhursky.
El Zorro. Foto de Alexandra Gutiérrez.
Con manipulación de Litus Codina, Josep Milan y Arnau Ramos, “Animales Animados” es un precioso musical de marionetas en el que, sin ninguna palabra, el público es transportado al peculiar mundo animal que los títeres seleccionados encarnan. Cuenta para ello con un escenario rotatorio ideado por José Menchero quien, junto con Raquel Bonillo, firman la escenografía del montaje. Fernando Gómez, responsable de la idea y de la dirección, ha realizado un magnífico trabajo de montaje de las coreografías y los gags a cargo de cada uno de los animales puestos en escena.
Son: un bonito búho que se mece colgado en la luna, una rana que es una de las piezas más logradas de Podhursky, un zorro que nunca acaba de encontrar a los dos conejos que entran y salen por dos agujeros, un oso que anhela coger la miel de un panal de abeja que cuelga de un árbol, un avestruz grande y majestuoso que baila y pone un huevo, que desaparece robado por un mono. El juego de los tres monos es sin duda uno de los momentos álgidos del espectáculo, un sofisticado ejercicio de manipulación a tres bandas que exhibe la maestría de los miembros manipuladores de la compañía. También el número del león, que al despertarse de su eterna sueño quiere hacer números de exhibición y logra arrastrar al público, que aplaude y da palmas. Una araña que acaba siendo engullida por la rana, la cual se encarga de cerrar la obra con una magnífica demostración de claqué. La gracia de los títeres, además de los gags y de las coreografías desplegadas, es que reproducen la gestualidad expresiva de cada uno de los animales con un extraordinario virtuosismo.
Los monos. Foto de Alexandra Gutiérrez.
Toda esta secuencia dura lo que dura una vuelta entera del escenario rotatorio, que va desplegando los preciosos decorados de alegres y vivos colores pensados para las diferentes escenas de los animales que les corresponden.
El público queda atrapado desde el primer minuto por la exquisita poesía que destila todo el montaje, con una selección musical que es uno de sus grandes aciertos, de una muy bien estudiada variedad y que huye de cualquier simplicidad chabacana. Se puede decir que los artistas titiriteros del Marionetàrium han conseguido con este obra una pequeña joya que junta la excelencia de uno de los genios constructores de los años sesenta con la maestría actual de los titiriteros del Marionetàrium.
La exposición de marionetas y los Grandes Constructores. Viaje a Corea.
Herta Frankel
Terminada la función, el público es invitado a visitar la exposición que hay en el recinto al lado del Marionetàrium. Allí se pueden ver varios retablos escénicos para algunas de las marionetas de hilo de la compañía, que sirven para que uno de los titiriteros manipuladores explique a los niños y a los adultos que han acudido los secretos técnicos del arte del hilo. Se exhibe el señor del sombrero de copa, un cuadro de flamenco, la bailarina clásica, el pianista, el saxofonista que toca en la bañera y Harpo Marx con su harpa.
Fernando Gómez, en un solo de marioneta con el payaso Karam, en la inauguración del Festival de Corea. Foto de Alexandra Gutiérrez.
En las paredes de la sala, unos grandes paneles ilustran los perfiles biográficos, con profusión de imágenes de sus principales marionetas, de algunos de los grandes constructores que trabajaron para Herta Frankel. Son Lluís Fontanet y Bosh (1915-1991), quien creó varias marionetas para Herta a partir de 1948. El valenciano y gran maestro fallero Regino Mas (1899-1968), el cual construyó para la compañía varias cabezas, manos y pies de marionetas. Harro Siegle (1900-1985), autor en 1951 del famoso caballo con jinete. Fritz Herbert Bross (1910-1976), maestro del gran marionetista Albrecht Roser y que en 1960 construyó para Herta el marinero acordeonista, el guitarrista de flamenco y el violinista de la cara blanca. Elvira de Loyzaga (1916-1996) a la que Herta Frankel encargó en 1960, en los inicios de TVE, la creación de varios títeres: el gato Chifú, el León, los Enanos, los Perritos Cantores, entre los que destaca la perrita Marilín. Zdenek Podhursky (1920-1982), el autor de los animales de la obra comentada.
Sede del Festival de Corea del Sur. Foto de Alexandra Gutiérrez.
Importante destacar que la compañía de Herta Frankel ha actuado estos días en el importante Puppet Festival Chuncheon de Corea del Sur con su espectáculo “Payasos de Madera”.
Uno de los payasos con los niños de Corea del Sur. Foto de Alexandra Gutiérrez.
Creo que Pilar Gálvez y Fernando Gómez, promotores y directores del Marionetàrium, pueden estar bien contentos y orgullosos de su trabajo. Al aceptar el legado de Herta Frankel, con quien trabajaron desde 1985 hasta el día de su muerte, aceptaron también la gran responsabilidad de conservar, exhibir y animar la colección de marionetas más representativa de los últimos sesenta años, todo un patrimonio cultural de un gran valor histórico y artístico. Y, por lo que hemos podido ver al subir al Marionetàrium del Tibidabo, se puede decir que su compromiso con este legado es de una fidelidad absoluta multiplicada por mil, si tenemos en cuenta además que sus espectáculos no paran de viajar por el extranjero, como ahora en Corea del Sur.
Herta Frankel con Pilar Gálvez y Fernando Gómez.