Desde el 15 de marzo hasta el 23 de junio de 2024, puede verse en el Centro del Carme Cultura Contemporània de València la exposición sobre los 45 Años de Historia del Teatro La Estrella, la reconocida compañía histórica que crearon en los años setenta Maite Miralles y Gabriel Fariza. Una exposición que solo podemos calificar de única y ejemplar, por su conciso, resonante y artístico diseño, y que también es un homenaje a uno de sus fundadores, Gabriel Fariza, más conocido como Gabi, que murió en septiembre de 2019.

Entrada de la exposición. Foto T.R.

Coincidí en esta visita con los dos maestros titiriteros Pilar Amorós y Paco Paricio, grandes amigos de La Estrella, que vinieron de Binéfar para ver juntos la exposición. La guía fue la misma Maite Miralles, que nos fue explicando los pormenores de lo que íbamos viendo paso a paso. Y así recorrimos las diferentes salas, un verdadero lujo y un gran placer, asombrados todos por los universos que se iban abriendo a medida que nos adentrábamos en las imágenes, los títeres, las instalaciones, los comentarios y los entresijos de La Estrella.

Califiqué antes la exposición de concisa, resonante y artística, y vale la pena detenerse en estos epítetos, pues darán una idea clara de partida al lector, animándolo a visitar esta singular y tan interesante exposición.

Resonancia histórica

Resonante porque a través de la trayectoria visual de La Estrella, percibimos el recorrido de la historia reciente de nuestro país y de las compañías que cambiaron el panorama del teatro español tras la caída de la Dictadura. El mismo origen de La Estrella solo se explica por los aires de cambio y las ansias de libertad y de abertura que se respiraron en aquellos años cruciales, a finales del Franquismo y en los inicios de la Democracia.

Cuadro de Maite Miralles, con Gabi y Maite al fondo. Finales años 70. Foto T.R.

La clave siempre está en las personas y en sus circunstancias particulares. En este caso son dos, ella y él, Maite y Gabi. Una historia de película en la que vida, tesón, arte, teatro, lucha y familia se funden en una trayectoria que, por su singularidad y resultados, tenía que ser conocida y exigía a gritos esta exposición.

Los protagonistas:

Maite Miralles:

Nos encontramos, en su punto de partida, ante una joven y brillante pintora nacida en 1948. Hija de una familia acomodada de Valencia, su madre, Teresa Pascual, fue una reconocida pintora, la primera mujer en estudiar Arte en la Escuela de Artes y Oficios (por cierto, Teresa Pascual dispone de una casa-museo en Benassal y da nombre a una de sus calles más céntricas -ver aquí). Por su parte, Maite aprende los rudimentos de su arte en la Escuela de Bellas Artes, que más tarde se convirtió en sede del CCCC, el mismo lugar donde ahora se presenta su exposición sobre La Estrella.

Maite Miralles a principios años 70: en la Escuela de Bellas Artes y con uno de sus cuadros. Fotos Familia Fariza-Miralles

Tras su aprendizaje, inicia una fulgurante carrera de exposiciones, revelándose como una artista independiente, innovadora y de una aguda mirada crítica. Dice un titular de prensa de 1973: ‘Maite Miralles o la independencia absoluta en el terreno de la plástica. Cuando se funden la capacidad técnica, la fuerza expresiva y el sentido del humor’. Críticos y entendidos la agasajan, asombrados de una tal precocidad.

Cuadro de Maite Miralles, principios años 70. Foto T.R.

Para comprender esta base de partida, basada en el rigor de la disciplina artística del dibujo y del color, es necesario ver algunos de los cuadros de Maite de su primera época, tremendas escenas, retratos y paisajes urbanos que, tal como sucedió en aquellos años, siguen impresionando al público de hoy. En la exposición se muestran algunos, a modo de ilustración de estas distintas etapas fundacionales.

Cuadro de Maite Miralles. Principios años 70. Foto T.R.

Tras pasar un año en Italia, con una de las codiciadas becas Castellblanch de la época, se traslada a la capital de España donde gana el Premio Ateneo de Madrid de 1974. Y allí, después de estar casada con un marino mercante con el que da la vuelta al mundo, conoce en 1975 a Gabi Fariza. Saltan las chispas del amor y Cupido lanza sus flechas y redes. Se inicia así el cambio de rumbo que la llevará a su astro soñado, lo que acabará siendo La Estrella.

Gabi Fariza:

Otro caso de película. Nace Gabi en 1950 en un cuartel en Navas del Madroño, Extremadura, hijo del guardia civil Don Héctor Fariza. Conoce de niño la dura realidad de las zonas rurales más pobres del país, cuando la Guardia Civil vivía en situaciones precarias en cuarteles sin ningún tipo de holgura. Su padre, una persona recta y firme en sus principios, le educa en los valores de la honestidad. Ya de muy niño, Gabi destaca por su faceta histriónica, emprendedora y teatrera. A los cinco años, monta un cine privado y clandestino en el cuartel con su cine-Nick, hasta que su padre lo descubre y lo reprende, por cobrar entrada a los demás niños. Su fantasía no tiene límites y le fascina actuar delante de un público, como hace en varias ocasiones siendo aún muy chico. Luego, cuando la familia se instala en Salamanca, entra en grupos de teatro aficionado.

Gabriel Fariza, arriba, junto a sus padres, Ascensión y Héctor, y sus hermanos Vicente y Chon. Llegaron a ser 7 hermanos. Puri Fariza, también titiritera residente en Valencia, fue la más pequeña de los hermanos y nació años más tarde. Foto Foto Familia Fariza-Miralles

Llegados aquí, es imprescindible leer el libro autobiográfico que escribió Gabi antes de morir, publicado en Memoria de la Escena Española por la Fundación AISGE en 2018: Rabiosamente jóvenes, agresivamente dinámicos.

Cartel de una de las producciones de la cía. Grupo de Cámara y Ensayo 3-2-1, durante la estancia de la familia en Salamanca. Febrero de 1969. Foto T.R.

Una maravilla de texto para saber lo que fue la España de la postguerra y entender cómo un hijo de Guardia Civil formó parte, a los 18 años, de algunos de los grupos de teatro independiente más importantes de los años sesenta: Los Goliardos y Tábano. Más que una autobiografía, es un libro de vida y de iniciación al oficio titiritero.

Programa de ‘La Boda de los Pequeños Burgueses’, de Los Goliardos. Con Santiago Ramos, Chari Urricelqui, Cristian Casares, Gabriel Fariza, José M. LaComa y Laly Salas de espaldas. Foto Familia Fariza-Miralles

El humor de Gabi es exquisito y duro a la vez, desmenuzando en su libro la aventura vital, teatral y empresarial de quien fue un luchador empedernido y vocacional. Con una obsesión: disponer de un lugar propio donde actuar.

Portada del libro autobiográfico de Gabi Fariza

Sin duda su infancia a salto de mata, de cuartel en cuartel, como me confesó él mismo en una ocasión, propició esta necesidad de tener casa propia donde practicar su profesión: dos teatros en Valencia, el Cabanyal y La Petxina, y un espacio rural cuando, inspirados por sus amigos Los Titiriteros de Binéfar, con su Casa de los Títeres en Abizanda, crean un teatro a 1.500 metros de altura, en un caserón de Alcalà de la Selva, en la Sierra de Gudar, provincia de Teruel.

Hoy siguen en activo los dos primeros, dirigidos por Maite Miralles y su hijo Simón Fariza.

Una España pobre, que aspira a más…

Con este título inicia la exposición su recorrido por la vida de La Estrella en el CCCC. Dos paredes que se miran: en cada una de ellas, datos escuetos de lo que ocurre a ambos personajes entre 1948 y 1975.

Concisión, decíamos al principio. Seguramente es en esta entrada donde más brilla esta cualidad, que cabe asociar a contención. Y se nota aquí la mano de la artista que ha manejado el grueso del diseño expositivo, Maite Miralles, junto a sus dos hijos Simón y David: el rigor que exige un cuadro que quiere expresar mucho con los elementos justos e indispensables.

Objetos relacionados con Gabriel Fariza en la exposición. Foto T.R.

El cuadro de estos dos muros que se miran, se contrastan y avanzan en paralelo para su encuentro final, denota la mirada de la artista segura en sus trazos, que sabe muy bien lo que quiere y lo que necesita: objetos preciosos de la memoria, viejas fotografías, algunos recortes de periódico y, en el caso de Maite, dibujos y cuadros.

Cuadro de Maite Miralles, años setanta. Foto T.R.

He aquí la mirada artística anunciada antes, que poco a poco se irá desplegando a medida que avance la cronología y se amplifiquen los resultados, siempre con este sentido exacto de la medida, la contención concisa, el equilibrio de las formas, de las instalaciones y de los colores.

Esos dos universos paralelos se encuentran y se establece una relación vital y profesional regada por el Amor. En la primera sala, al fondo, vemos un atractivo recinto con una entrada abierta a través de la cual intuimos unos colores y unos personajes.

La buhardilla. Foto T.R.

Se trata de la llamada buhardilla, referencia al pisito que ocupó la pareja, con una cama frente a una ventana abierta que da a los tejados de Madrid. Allí se fraguan los primeros planes de la nueva unidad creada. Y lo que más atrae a los dos enamorados es preparar juntos las actuaciones en los escenarios naturales del Retiro, donde Gabi hacía sus pinitos teatrales de solista, tras la etapa del Teatro Independiente y una vez terminados los dos años de mili en el cuerpo de Paracaidistas.

Madrid. El Retiro. Primeros espectáculos. Viaje a Centroamérica

Entramos en la sala roja. Tal es el color que ha escogido Maite para ambientar este gran espacio donde se habla de los primeros años de actividad en Madrid. Años frenéticos de activismo plástico, teatral y vital. Por eso el título de la sala es el mismo que el del libro de Gabi: Rabiosamente jóvenes, agresivamente dinámicos

En 1978 nace la primera producción del joven equipo de artistas, Jugo de juguetes: ella pone la plástica y la visión colorista; Gabi el desparpajo, su experiencia en el teatro y una fértil imaginación.

Dos cuadros de Maite Miralles de la época Madrid, años 70. Foto T.R.

Obra pensada para pasar el sombrero en el Parque del Retiro o en el Rastro de Madrid. Y para explicarlo, Maite nos invita a ver la escena de una actuación en la calle, con un tapiz redondo en el suelo, el mismo que usaron en aquellos tiempos; el sombrero, elemento clave para financiarse; algunos juguetes de maderas construidos por la pareja; y una figura plana de medida natural que representa a Gabi en plena actuación. A su alrededor, varios figurines hechos de recortes de madera pintados, donde se ven los rostros de los asistentes.

Gabi en el Retiro con ‘Jugo de juguetes’. Espectadores y el tapiz de actuación con el sombrero. Foto T.R.

Todo está a una escala real 1/1: el grupo de espectadores recortados, el actor-titiritero vestido de blanco y algunos de los juguetes que utiliza Gabi.

Gabi en el Retiro con ‘Jugo de juguetes’. Espectadores y el tapiz de actuación con el sombrero. Foto T.R.

Una escena situada en medio de la sala roja, como si fuera el corazón de aquella época tan cargada de energía, bombeando el empuje primigenio de la compañía: nacen sus dos hijos Simón y David, y en 1982 estrenan El Circo Malvarrosa, una obra en la que estalla toda la fuerza de la pareja de artistas: el colorido y el impacto de la plástica de Maite, y la locura interpretativa del Gabi solista, que interpreta a todos los personajes del circo.

Escenario del ‘Circo Malvarrosa’. Foto T.R.

La obra es un éxito total: entusiasma a los espectadores, y los festivales se pelean por programarla. Empieza la carrera artística de La Estrella.

Recorrido del viaje a Centroamérica. Foto T.R.

Antes, los dos jóvenes activistas viajan a Centroamérica durante un año, actuando con su Jugo de Juguetes, en una versión nueva creada allí mismo exprofeso, pues salieron de España ligeros de equipaje. Mientras, Maite no cesa de dibujar y pintar, generando una obra tan sólida y atractiva, que la invitan a exponer en varias de las capitales visitadas.

Tres cuadros de Maite Miralles de los realizados en Centroamérica. Foto T.R.

Algunos de estos cuadros aparecen en la exposición, así como el mapa de este viaje iniciático, que cuaja la relación artística de ambos.

Y aparece entonces una de las creaciones más notables de esta época: Tomasín, un magnífico muñeco de ventriloquía con el que Gabi se desdobla en sus actuaciones. Con él actúan por América central y, al regresar, también lo saca en TVE.

Tomasín. Foto T.R.

En la Sala Roja, además de la escena del Retiro, se nos muestra en uno de sus lados el escenario entero del Circo Malvarrosa, con una pantalla encima donde vemos a La Estrella montando y actuando con la obra.

Un florido teatro de madera pintada y recortada, con preciosos relieves, donde el estilo colorista de Maite se despliega con todo su esplendor. Dentro, algunos de los muñecos de la obra. Hoy, todavía puede interpretar la obra con la misma fuerza que su padre, David Fariza.

Los visitantes posamos con Maite Miralles en el escenario del Circo Malvarrosa. De izquierda a derecha: Paco Paricio, Maite, Pilar Amorós y Toni Rumbau. Foto T.R.

También es la época donde se inician los trabajos intensos de taller, mientras Maite va refinando su arte pictórico con cuadros cada vez más intensos.

Y al otro lado de la sala roja, unos viejos televisores de los años ochenta reproducen imágenes en vídeo de otra de las facetas de Gabi: sus andanzas por televisión española, sus trabajos hilarantes de publicidad, su participación en programas como ‘Barrio Sésamo’, ‘La Cometa Blanca’, ‘Los Episodios’, entre otros, y una entrevista que le hacen a ambos en su casa de Madrid.

La Sala Azul: Valencia y la Verdadera Historia de Bombalino y Cuchufleta

En el año 1990 se instalan en Valencia. Lo decide la familia entera regresando un día de una gira por Europa. Mientras conducen la furgoneta por las carreteras del litoral, con la intención de llegar a Valencia y visitar a la familia de Maite, niños y adultos deciden mudarse de Madrid a la capital del Turia. De ella ya no se moverán, convirtiéndola en la ciudad de sus anhelos y sueños de vida y teatrales.

Y es aquí donde Gabi Fariza puede por fin enraizarse, sentar sus casas-cuartel teatrales, fijas y estables. Aunque para ello seguirán un proceso largo de aprendizaje, en sintonía con Los Duendes, la compañía creada por otro titiritero foráneo pero instalado en Valencia, Alberto Cebreiro, juntamente con su compañero Sise Fabra. Dos experiencias que les permiten comprender los secretos de convertirse en empresarios teatrales.

Interior del Teatro La Estrella del Cabanyal. Foto T.R.

Mientras construyen la vivienda y espacio teatral de lo que será el Teatro del Cabanyal, el dueño de la discoteca ACTV de Valencia les alquila su local para que las marionetas le den vida de lunes a viernes. Entre ambas formaciones, levantan el teatro desde cero: Los Duendes se encargan del papeleo y de conseguir las funciones en los colegios, los de La Estrella construyen bancos y toda la estructura teatral. Se reparten las funciones y programan durante tres o cuatro temporadas. Éxito total.

Pero no contentos con esta experiencia, las dos compañías se enamoran un día de un salón parroquial, el de la Iglesia de Vera, y preguntan al párroco si les quiere ceder el local a cambio de arreglarlo, darle vida y pagarle un porcentaje de la taquilla. El párroco acepta encantado. Acondicionan el espacio con grandes esfuerzos y trabajos, y se instalan cuatro años en el lugar. Otro éxito total: pasan por el teatro alrededor de 10.000 escolares por año.

Fachada del Teatro La Estrella del Cabanyal. Foto T.R.

En abril de 1995, Gabi y Maite abren el primer teatro propiamente de la Estrella: la Sala Cabanyal, en la planta baja del edificio que han comprado. La vivienda se halla en el piso de encima. Pero ¡ai!, no saben que hay planes del consistorio valenciano para derrumbar medio barrio y para abrir una ancha avenida que lo pretende cruzar. Su local queda justo en medio de la zona afectada.

Pero nada amedranta a los artistas teatreros recién llegados. La lucha por salvar el Cabanyal empieza y ellos se apuntan y cofundan el movimiento vecinal. Una lucha de años que incluso conduce a Gabi y a David a pasar una noche en los calabozos de la comisaría central.

Concentración organizada por la plataforma vecinal Salvem el Cabanyal en la plaza de los Pinazo, Valencia. En primer plano, Gabi Fariza. Foto Juan. J. Monzó

Una lucha que cruza las fronteras regionales y se internacionaliza, con la llegada del mismo Darío Fo, recién Premio Nobel de Literatura, sumado a las protestas. Tras muchos años de pelear, los vecinos ganan y el Ayuntamiento debe cambiar su plan. El Cabanyal se salva y con él el teatro de La Estrella.

Todo ello aparece reflejado en la Sala Azul de la exposición, con un magnífico cuadro de Maite donde se expresa con intensidad el drama de la feroz resistencia popular del barrio.

Cuadro de Maite Miralles sobre El Cabanyal y la lucha vecinal. Foto T.R.

En el entretanto, obligados a detener las actuaciones en el teatro del Cabanyal, abren otra sala situada más cerca del centro de la ciudad: La Petxina, que todavía sigue abierta hoy como la segunda sala de La Estrella.

Gabi y Maite en la entrada de La Petxina. Octubre 2018. Foto T.R.

El repertorio

Crear un repertorio, he aquí otra de las obsesiones de Gabi Fariza. Inspirado por las tradiciones titiriteras del Mediterráneo, que conoce bien, y muy en concreto por los teatros de la Opera dei Pupi de Sicilia, donde se representan obras que pueden durar semanas y meses en llegar a su punto final, se pregunta: ¿por qué no hacer algo parecido, pero con obras independientes?

Dos cabezudos representando a los payasos Bambolino (Gabi) y Cuchufleta (Maite). Foto T.R.

Crean entonces dos personajes-payaso, el que ya existía, Bombalino, a cargo de Gabi, y el nuevo a cargo de Maite, con el nombre de Cuchifleta. Es su turno de saltar al ruedo de la escena: ponerse la nariz de payasa es como ponerse una máscara, y así se hace ella también actriz. Ellos son los que arrancan y presentan buena parte de las obras. Entretanto, van apareciendo títulos, uno tras otro: Bombalino y Cuchufleta, dos payasos de peseta, El Pequeño Fausto, La Bella Durmiente, Los Músicos de Bremen, Pulgarcito en China, El médico a palos, El Retablo de Maese Pedro, El patito feo, Ratones de colores, Los 3 cerditos y… ¡¡¡el lobo!!!, Animal Circus, Spanis Circus, Hansel y Gretel, ….

Vemos en una pared los carteles creados por Maite de todos estos espectáculos.

Algunos de los carteles de Maite Miralles de los espectáculos del repertorio de La Estrella. Fotos T.R.

Maite y Gabi en Espanis Circus. Foto La Estrella

En medio de la Sala Azul, la Camioneta Cuchufleta, un hermoso cochecito-retablo que se convierte en circo, y a su lado, el caballo Houyhnhnm de Gulliver.

Cochecito del Circo Sueco y el Caballo al fondo, en medio de la Sala Azul. Foto T.R.

La compañía crece y la familia ‘payasa’ de La Estrella se multiplica. Son: Bombalino (Gabi), Cuchufleta (Maite), Coscorrito (David), Pardaleta (Ana Burguet), Patatín (Carlos Carvajal) y Pantolina (Carmen Comes).

La Estrella Cinema

Hemos llegado a la última sala de la exposición. Aquí hay sillas donde descansar y ver unas películas o un espectáculo. También hay dos mesas donde niños y mayores pueden dibujar lo que les apetezca. Sus dibujos están pegados en las paredes, las cuales se van llenando de retazos de imaginación y de visiones plasmadas por los artistas espontáneos inspirados por todo lo que han visto.

Los visitantes descansan envueltos por las imágenes de los niños en las paredes, Al frente, la proyección de algunas películas de La Estrella Cinema. Foto T.R.

Respecto al contenido temático de esta sala, nos encontramos ante otra de las facetas de La Estrella: su trabajo fílmico, el documentalista, y sobre todo el de los dibujos animados. Lo realiza Simón Fariza, el hijo mayor que además de llevar ahora la compañía junto a su madre Maite, se ha especializado en el cine y la animación. Para ello se basa en los dibujos de Maite Miralles: ella crea todos los fondos, y esboza los personajes, los cuales luego son desarrollados por técnicas de animación digital.

Imagen de ‘El món de Babú’ . Foto La Estrella

Así han aparecido muchos proyectos, siendo el más relevante de todos ‘El món de Babú’ (‘El mundo de Babú): una maravilla basada en un texto escrito por Gabi Fariza muy comprometido con la lucha ecológica y cuya filmación ha sido comprada por la televisión valenciana.

Imagen de ‘El món de Babú’ . Foto La Estrella

Un ejemplo de su trabajo es ese documental que mostramos sobre Os Bonecos de Santo Aleixo, una tradición del Alentejo portugués que los actores del CENDREV (Centro Dramático de Évora) mantienen viva, y con la que la Estrella ha mantenido estrechas relaciones de amistad.

Conclusión

Hemos llegado al final de nuestro recorrido. Sentados frente a las proyecciones de la última sala y rodeados por todos los dibujos que han dejado los niños visitantes, imbuidos y aún atrapados por tantas imágenes de impacto, tanto yo como los dos titiriteros de Binéfar somos conscientes de haber asistido no solo al despliegue de toda una carrera artística de alta intensidad, como es la de la Estrella, sino también de nuestro pasado reciente que aflora en las diferentes secuencias plasmadas por la exposición.

Casi cincuenta años de historia y de entrega absoluta a la honestidad de un oficio, el del cómico y titiritero, propia de una época en la que aún era posible saltar al ruedo, a la calle en este caso, para tejer desde aquí un camino combinado de Vida, Arte y Teatro. Años trufados de una ilusión que todavía perdura, con fructuosas vías de desarrollo a través de las nuevas andanzas de los hijos de Gabi y Maite (David en Portugal embarcado en nuevos proyectos teatrales, Simón en Valencia con su dedicación al séptimo arte), mientras la mano segura de Maite Miralles, con el apoyo de sus dos hijos, sigue llevando el timón de La Estrella, aplicada de nuevo en los trabajos plásticos, compositivos y de instalación que conlleva una exposición como la presente. Unas fecundas vías de desarrollo de cuya extraordinaria vitalidad solo podemos esperar abundantes y aún mayores maravillas.

Maite Miralles en la buhardilla. Foto T.R.

Conclusión: no se pierdan esta visita. Si están ya en Valencia, acudan de inmediato al CCCC. Si son de afuera, no duden en viajar a ella y gozar de esta exposición.

Por otra parte, recorrer la ciudad del Turia les reportará no pocas sorpresas, de las que suelen entusiasmar a los amantes de los títeres y de las figuras. En una próxima crónica hablaremos de algunas de ellas.