(Artilugio de Guixot de 8 en el Tinglado de Tolosa. Foto T.R.)

Se ha inaugurado este sábado día 25 de noviembre de 2023 la 41ª edición del Festival Internacional de Títeres de Tolosa, más conocido como Titirijai. Y se ha hecho por todo lo alto con cuatro títulos que de algún recogen el amplio abanico de modalidades teatrales que es hoy el Teatro de Títeres, Visual y de Objetos (TTVO): primero, en el Ambigú del TOPIC, a las 16h, Farrés Brothers con La Madriguera; a las 18h, en el escenario del Teatro del TOPIC, Orígenes, de Janni Young Productions y Phakana Dance Theatre; a las 20:30, Jordi Font con ELLOS Y YO o la sensación de que los árboles te miran; y en la calle, al aire libre, durante todo el día el jardín de juegos de Guixot de 8  titulado Cargot Picado.

El TOPIC, como todas las entidades que se precien, ha vivido estos dos últimos años un proceso de cambio y renovación, tras la exitosa etapa de Idoya Otegui al frente de la nave tolosarra, que debió retirarse por motivos de salud. La han substituido Juanjo Herrero y Estitxu Zaldua, dos jóvenes artistas de teatro visual, profesores ambos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Bilbao, conocida como Dantzerti, que se enfrentan con muchas ganas e ilusión a la difícil tarea de manejar un buque teatral del calibre del TOPIC. Un empeño sabiamente valorado por la profesión, muy satisfecha por el entusiasmo mostrado por la nueva dirección.

En el ambigúdel TOPIC. Foto de Ura Iturralde

Una programación que busca mostrar trabajos de las más jóvenes compañías del país, conscientes todos de la necesidad de encontrar y promocionar a los nuevos valores emergentes. Sin olvidarse de algunos de los artistas internacionales de mayor relieve en el campo del TTVO, como es el caso de Yanni Younge, de Sudáfrica, con Orígenes; Zaches Teatro de Italia con Cenicienta, Manual de Coriolis; Quiero la luna, de Partículas Elementares de Portugal, o Maletas Mágicas, de Carlos López y su compañera Cecilia, ambos residentes hoy en Argentina, en la provincia de Misiones.

Vamos a tratar en esta primera crónica del Titirijai con los siguientes espectáculos: Orígenes, de Yanni Younge; La Madruguera, de Farrés Brothers; ELLOS Y YO o la sensación de que los árboles te miran, de Jordi Font; y Gargot Picado, de Guixot de 8.

Apoyo de las instituciones

Como es costumbre en las inauguraciones del Titirijai, subieron al escenario antes de empezar el espectáculo inaugural los representantes políticos de la administración que habían acudido al estreno. En concreto, fueron las siguientes personas: Estitxu Zaldua y Juanjo Herrero, directores del TOPIC; Goiuri Ezeiza, la responsable de cultura del Ayuntamiento de Tolosa; Joxean Muñoz, representante del Gobierno Vasco; Ana Fernández Valbuena, Subdirectora de Teatro y Circo, del INAEM, Ministerio de Cultura; y Goizane Álvarez, de la Diputación de Gipuzkoa.

Intervención de Goiuri Ezeiza, del Ayuntamiento de Tolosa. Foto de Ura Iturralde

Tras el parlamento de Estitxu Zaldua, que dio la bienvenida a todos los invitados y al público en general, hablaron los distintos representantes políticos. Sus discursos fueron unánimes en valorar la importancia del Titirijai y en la necesidad de apoyarlo económicamente, al tratarse de un evento de los más valorados de España en este campo del teatro de títeres, visual y de objetos.

Ana Fernández Valbuena, en el Museo del TOPIC. Foto de Ura Iturralde

Especialmente significativa fue la intervención de Ana Fernández Valbuena, Subdirectora General de Teatro, del INAEM, que visitaba por primera vez el TOPIC de Tolosa. Impresionada tras recorrer el Museo y las distintas dependencias, indicó el apoyo que ya estaba prestando su departamento al festival, apoyo que en el futuro solo puede ir a más.

Orígenes, de Yanni Younge

Ya hablamos hace unos días de esta obra de Yanni Young Productions que junto con la compañía sudafricana Phakana Dance Theatre actuaron también en el Festival Internacional de Títeres de Bilbao (ver aquí). La volví a ver de nuevo en el teatro del TOPIC inaugurando el Titirijai, y esta segunda vez me sirvió para acabar de entender más detalles de la obra y, como suele ocurrir con las segundas veces, para disfrutarla todavía más que en la primera.

Foto de Ura Iturralde

En efecto, vi hasta qué punto estaba estudiada la gestualidad de los bailarines africanos en cada secuencia y en las diferentes transiciones de los personajes, y la magnífica delicadeza del baile de Nkanyiso Kunene cuando arranca la obra, encarnando el gozo del regalo de su hija recién nacida, gozo que también sienten los manipuladores de la niña, estableciendo un patrón que seguirá a lo largo de toda la obra: los manipuladores encarnan las fuerzas, los miedos y las directrices interiores del personaje, que a la vez representan a la colectividad que dirige su comportamiento. Es decir, actúan como una especie de dobles interiores de la niña, que también son los dobles subjetivos de la colectividad a la que pertenece.

Foto de Ura Iturralde

La importancia de la figura femenina que surge en las secuencias poéticas y mágicas de su aparición me quedó mucho más clara esta vez, como otro doble de la niña pero con características muy diferentes: encarna una proyección propia hacia el futuro, pero también es la figura de su doble espiritual, una especie de ángel que guía a los niños cuando estos mantienen todavía la pureza intacta de los orígenes.

Foto de Ura Iturralde

Las escenas de violencia gestual de los bailarines son realmente magníficas, y la transformación definitiva de la niña, que adquiere su estado de mujer libre sin sus manipuladores, enfrentándose cara a cara a las negras realidades del entorno, nos lleva a un final cargado de emociones liberadoras.

Una obra ideal para abrir el Festival, con el público que llenaba hasta la bandera el teatro del TOPIC aplaudiendo entusiasmado.

La Madriguera, de Farrés Brothers

Ya conocía esta última obra de la prestigiosa compañía catalana Farrés Brothers, compuesta por Pep y Jordi Farrés (hermanos artísticos que no reales) quienes, junto a su director Jordi Palet, han puesto en escena una especie de cabaña de papel que viene a representar el interior de la madriguera de un conejo. Se invita a entrar a un público compuesto de unas veinte y tantas personas, con muchos niños de corta edad, para asistir a la secuencia de un pequeño conejo esperando a su madre, que ha ido a buscar comida.

Foto compañía

Desde el interior de este habitáculo de papel enterrado bajo tierra, los Farrés escenifican lo que ocurre fuera de la madriguera a través de sombras, sonidos y objetos que entran y salen por los agujeros naturales del techo, que en la ficción de la obra es el suelo de la tierra donde se halla el abrigo.

Pedí a la compañía si podía ver el espectáculo desde afuera, situándome en una posición simétricamente opuesta al público: mientras ellos imaginaban lo que sombras y sonidos sugerían, yo imaginaba al público, al conejito y al titiritero que conducía a los niños en su ficción.

Foto compañía

Y lo que ya me había gustado en mi primera visión del espectáculo, en esta segunda ocasión fue todavía a más, al asistir a una especie de ceremonia poética en la que se celebraba la imaginación en unos grados superlativos, con delicadas intervenciones lumínicas, sombras que abrían ventanas a lo desconocido y ruidos hechos para despertar la imaginación, alrededor de una delicada guarida de papel en cuyo interior había personas reales viendo e imaginando lo que desde afuera se insinuaba.

Foto compañía

Con una sencillez poética deslumbrante, los dos actores Pep y Jordi Farrés bordaron el rizo de un teatro que ofrecía el rito conmovedor de una percepción doble interior/exterior como pocas veces he visto.

Los espectadores salieron de la madriguera absortos y silenciosos, conscientes de haber vivido la experiencia insólita de una percepción doble entre la ficción y la realidad.

ELLOS Y YO o la sensación de que los árboles te miran, de Jordi Font

Pudimos ver en la Sala Miguel Arreche del TOPIC (la sala pequeña junto al escenario, también llamada de ensayo) la obra titulada ELLOS Y YO o la sensación de que los árboles te miran, de la que el joven actor y dramaturgo Jordi Font es autor y único intérprete, y codirector junto a Nina Solà Carbonell, que también firma el diseño audiovisual, parte muy importante en la obra. La iluminación corre a cargo de Mario Andrés.

Foto compañía

A destacar la escenografía, ideada y construida por Carlos Gallardo, por la importancia que tiene en la obra y por el ingenio con la que está hecha, al tratarse de una especie de mueble que al mismo tiempo es una casa, un pueblo, una familia y una especie de cómoda que guarda espacios exteriores e interiores de la vida del personaje.

Jordi Font ha querido construir un espectáculo que habla de la importancia que puede llegar a tener una familia, de ‘muchas tías’ en este caso, en la imaginación y en el recuerdo de una persona. Y a la vez, reivindica el derecho a recuperar estas vivencias cuando eres adulto, para revivir un pasado que todavía está vivo y que no quiere ni debe perderse. Lo hace Font inspirándose en su propia familia, que ha cogido como material poético de partida para este viaje por la memoria de uno mismo.

Foto compañía

En eso radica el mérito y el gran acierto del espectáculo: haber sabido tratar un tema que de algún modo pertenece a la intimidad del autor, recurriendo a las formas distanciadas del teatro de objetos, que le permiten tratar desde la poesía, el humor y la ironía a los distintos personajes, representados por bobinas o rodillos de hilo de distinto grosor, entre otros objetos.

El otro recurso utilizado por Font es el llamado Live Cinema, una cámara que capta imágenes de fotografías, dibujos u objetos pequeños, para lanzarlas a través de un videoproyector sobre la casa-mueble de los recuerdos, convertida así en una pantalla fragmentada de la memoria. Una artimaña que  consigue sus objetivos con gran naturalidad, huyendo de la tecnología pero sin esconderla.

Foto compañía

Por otras parte, el contraste entre la ironía de los objetos metaforizados y las imágenes reales de viejas fotografías de la infancia, es clave para dar profundidad y verosimilitud al relato, todo ello mostrado con la distancia de un lenguaje escénico (el teatro llamado visual y de objetos) que se corresponde a la distancia de la memoria del pasado que se contempla desde el presente. También es clave el texto, que sube y baja por el tiempo con toda libertad, fraccionando el discurso temporal pero sin perder el hilo de lo que se está contando, lleno de pinceladas poéticas que oscilan entre la ingenuidad, la sencillez y una sincera humildad.

Carlos Gallardo, Jordi Fony y Nina Solà Carbonell. Foto compañía

Todo este engranaje de distanciaciones y acercamientos se articula con una afinada interpretación que sabe combinar el registro alegre o triste de quien revive momentos entrañables e importantes de su vida, con un tono de contención irónica e inteligente. Esto hace que la actuación sea una verdadera delicia, que la jovialidad y simpatía del actor aumentan y ayudan a mantener.

La obra se convierte así en un ejercicio de cómo hablar de cosas personales en un escenario a través de las herramientas de distanciación del teatro de objetos y visual. O, dicho en otras palabras, cómo mantener la tensión propia de un relato autobiográfico que se mira de cerca y de lejos. Y quizás sea esa oscilación entre máxima proximidad y profundo alejamiento, uno de los secretos y el gran logro del espectáculo, un vaivén que mantiene el dramatismo y, en definitiva, la tensión viva de la obra.

Tráiler ELLOS Y YO o esa sensación de que los árboles te miran from Companyia Jordi Font on Vimeo.

Guixot de 8  con Cargot Picado

El público de Tolosa y yo mismo quedamos deslumbrados por la extraordinaria exhibición de juegos inventados por Joan Rovira que su compañía desplegó en el Tinglado, el magnífico espacio cubierto situado junto al río Oria, en el mismo centro de la ciudad.

Foto T.R.

Juegos realizados con piezas de reciclaje que parecen sacados de un basurero de chatarra y que, sin embargo, acaban siendo preciosas esculturas llenas de poesía, de ingenio, y provistas de una imaginación desbordante que parece salir del mismo metal que las compone. Esculturas, sí, pero que sirven para jugar.

Foto T.R.

Manillares, ruedas de bicicleta, trozos de somier recortado, tubos de metal, cadenas… Todo sirve para desplegar las ocurrencias de este artista de la invención que tiene una única pretensión: que se pueda jugar con cada una de las piezas creadas. Arte de utilidad lúdica, que interesa a grandes y chicos, a niños y adolescentes, a papis y abuelos.

Jaime Figueroa jugando con uno de los inventos. Foto T.R.

El público del Titirijai y los paseantes tolosarras que se acercaron al Tinglado disfrutaron de lo lindo, aprovechando el hermoso día de sol que los cielos desplegaron sobre Tolosa.