(Ángel Calvente, director y fundador –junto a Carmen Ledesma- de la compañía de títeres El Espejo Negro. Foto: TitereDATA)

En 1963, el prestigioso Festival Cinematográfico de Venecia acogía la película de Luis García Berlanga: El Verdugo. El argumento incidía en la práctica de un siniestro oficio: el de verdugo oficial encargado de ejecutar amparado por la “legalidad” del gobierno franquista y mediante el sistema de garrote vil, a las personas condenadas a muerte.

La película El Verdugo, con dirección de Luis García Berlanga y guión de Rafael Azcona, mostraba una imagen crítica de aquella España aplastada por una cruel e implacable dictadura.

El régimen de Franco –como era de prever- intentó impedir la presencia de la película en el Festival, al mismo tiempo que la censura previa oficial, -impuesta a todo tipo de espectáculos y en aquella época vigente e ineludible- prohibía determinados fotogramas y ordenaba determinados cortes en el metraje.

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Luis García Berlanga, director de la película “El Verdugo”. Foto: es.ara.cat

Entre otros enemigos de la película, podemos citar a Alfredo Sánchez Bella, embajador de España en Roma y a Fernando María Castiella, ministro de Asuntos Exteriores.

Ambos políticos coincidían en considerar inoportuna una película que denunciaba la realidad política de España: un país sin libertades, un país europeo donde aún permanecía instaurada la pena de muerte. Un país antidemocrático donde la pena de muerte podía ser impuesta por cometer un delito común, y también –aún más inaceptable- por ejercer una actividad política clandestina opuesta a la dictadura.

El entonces director general de Cinematografía García Escudero era partidario de enviar a Venecia –como representación española- una película carente de crítica. A pesar de las diversas restricciones e impedimentos de carácter autoritario, El Verdugo logró estrenarse en Venecia, –al margen de la programación oficial- haciéndose merecedor del Premio otorgado por La Crítica.

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Fotograma de “El Verdugo”. De izquierda a derecha: Nino Manfredi, Emma Penella y José Isbert. El personaje de Isbert, extrae de su maletín las herramientas de verdugo. Foto: Espinof

Los principales intérpretes de la película El Verdugo son José Isbert, en el personaje de un verdugo profesional. Emma Penella, en el personaje de la hija del verdugo. Y Nino Manfredi, en el personaje de empleado en una funeraria.

Los personajes se conocen y entre los tres se establece un vínculo de amistad, pero cuando el verdugo descubre a los jóvenes en plena y lógica expansión sexual…, se escandaliza en nombre de la moral católica y les obliga a: ¡casarse de inmediato!

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La guardia civil requiere los servicios del nuevo verdugo, mientras el verdugo jubilado examina la terrorífica notificación. Foto: El Correo

Una vez casados, el verdugo decide jubilarse y traspasar su funesto oficio al yerno. Este intenta resistirse a aceptarlo, pero finalmente claudica, confiando en que nunca se verá en el trance de tener que ejercerlo. Los días se suceden en el marco de un matrimonio feliz, hasta que llega el fatídico momento en que el nuevo verdugo ha de estrenar-se en su oficio…ejecutando a un condenado a muerte.

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Cartel de la película “El Verdugo”. Foto: Filmaffinity

Críticos y profesionales del cine coinciden en considerar a El Verdugo como una de las mejores películas del cine español. Después de su paso por Venecia, El Verdugo obtuvo diversos premios: Festival de Cine de Moscú. Gran Premio de la Academia Francesa del Humor Negro. Premio San Jorge de la Crítica de Barcelona. Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos otorgado al director García Berlanga y al guionista Rafael Azcona. Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo a la actriz protagonista Emma Penella.

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“El Verdugo”en una adaptación para teatro de títeres. La hija del verdugo, el verdugo padre, y sus respectivos actores-manipuladores. Foto: José Luis Gutiérrez

Sesenta años después, en enero de 2023, en el Teatro del Soho de Málaga, -un espacio de gestión privada puesto en funcionamiento en el año 2019 por iniciativa del actor Antonio Banderas con el soporte de CaixaBank- la compañía Espejo Negro dirigida por Ángel Calvente, pone en escena una creativa versión para títeres de El Verdugo.

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Vida familiar: El yerno, el verdugo veterano, y su hija. Foto: José Luis Gutiérrez

La versión titiritera de Calvente es fiel al guión de la película y al mismo tiempo aporta creatividades inherentes al lenguaje del teatro de títeres, por definición más histriónico que el lenguaje cinematográfico.

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Escena que nos muestra la necesidad de acatar la férrea burocracia de un gobierno dictatorial, para acceder al “respetable” oficio de verdugo. Foto: José Luis Gutiérrez

Si la película de Berlanga puede calificarse como una mixtura de drama y comedia realistas, sobre las que siempre planea un cáustico humor negro, el espectáculo de Calvente se inscribe en un estilo más cercano a la farsa irónica y tragicómica.

Estilo lógicamente más teatral pero no menos crítico, si se compara con el de Berlanga. En la película, el personaje interpretado por Nino Manfredi se nos aparece extremadamente cohibido, pasivo, débil de carácter, vencido por los acontecimientos, rebosante de bondad.

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El rostro del actor-manipulador nos muestra su inmersión en las acciones que protagonizan los títeres. Foto: José Luis Gutiérrez

En la versión para títeres de Calvente, el mismo personaje muestra un similar desconcierto y estupor, pero al mismo tiempo se adivina en él una actitud algo menos dócil y conformista, más orientada, pese a la enorme contrariedad, por un instinto de supervivencia similar al que puede presentar un náufrago en medio del océano, aferrado a un simple madero… Una opción dramatúrgica que sutilmente acentúa la carga crítica del espectáculo.

La versión de El Verdugo que nos ofrece la compañía de títeres El Espejo Negro, incorpora a su teatralidad diversas incursiones musicales. A destacar: la famosa Habanera de la ópera Carmen de Bizet. O la canción-copla Pena, penita, pena de Lola Flores.

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Escena de intensidad dramática, acrecentada por las sombras proyectadas que le añaden un valor expresionista. Foto: José Luis Gutiérrez

Destacable también en ese estilo más teatral y titiritero, el diseño de iluminación a cargo de Laín Calvente, con un expresivo juego de contrastes entre claros y obscuros.

La interpretación viene servida por un total de 16 títeres,  cada uno con una altura aproximada de 60 centímetros y construidos en goma espuma. Sus gestos y movimientos se inscriben en la modalidad de títeres de mesa.

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En los rostros de los tres títeres es bien visible la calidad expresiva con que han sido diseñados y construidos. Foto: José Luis Gutiérrez

Tres actores y una actriz: Laín Calvente, José Vera Nicart, Carlos Cuadros y Susana Almahano, se ocupan de la manipulación y animación de los títeres. Función que desarrollan con una intensa implicación en la dramaturgia y acciones del espectáculo.

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Si las imágenes de exteriores son una característica del lenguaje cinematográfico, el lenguaje de los títeres también es capaz de recrearlas con poético y sugerente acierto. Foto: José Luis Gutiérrez

Es de recibo felicitar Ángel Calvente por su inteligente propuesta. Adaptaciones para títeres y marionetas de las grandes obras del teatro, la literatura, la ópera, el ballet o el cine, deberían hacerse más presentes en los escenarios.

Imaginar, por ejemplo, una versión de La Tempestad de Shakespeare –obra trufada de efectos mágicos- trasladada al lenguaje de títeres o marionetas, puede ser un incentivo. La propuesta, para quien desee recogerla, ahí queda…

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Cartel del espectáculo de títeres “El Verdugo”. Foto: Compañía El Espejo Negro. Teatro del Soho CaixaBank