Cabeza de Set para las representaciones de Punta de Nao (Cádiz), según Ramón Corzo Sánchez
Continuamos las crónicas del Congreso de Unima Federación España celebrado en Cádiz los días del 4 al 6 de noviembre de 2022, con la ponencia que leyó Felipe Garduño titulada ‘La Caleta de Cádiz (Punta del Nao) en los orígenes de las ceremonias con títeres de terracota’. Una muy interesante aportación que ilumina esta época de la historia tan importante y en muchos de sus aspectos, tan desconocida.
La Caleta de Cádiz (Punta del Nao) en los orígenes de las ceremonias con títeres de terracota
En primer lugar quiero agradecer a Juanma Benito y al resto de la organización del Congreso de UNIMA Federación en Cádiz, haber aceptado la presentación de este pequeño trabajo en el mismo. Así como haber incluido entre sus actividades la visita al Museo de Cádiz, tanto a la sala que recoge los títeres y decorados de La Tía Noríca, como a la sección de arqueología donde tuvimos la posibilidad de contemplar las figuras que a continuación vamos a analizar.
En este pequeño trabajo vamos a ver los que seguramente son los primeros restos de figuras articuladas y preparadas para moverlas por medio de hilos en la península ibérica; fueron encontrados en 1969 por submarinistas aficionados a la arqueología en las aguas de Punta del Nao, próxima a la Playa de la Caleta, hermoso paraje de la capital gaditana. Estos restos de terracota, que se exponen en ese museo desde 1970, fueron datados como procedentes del siglo V antes de nuestra era, lo que nos sitúa en el tránsito de la cultura tartesia a la fenicia que se asentó también en aquella zona.
Mi primer contacto con estas figuras se produjo en la ciudad de Sevilla, en la primavera del 2000, después de una actuación con las marionetas, al estar incluidas en una exposición temporal presentada en el Centro Cultural El Monte y cuya comisaria fue Carmen Aranegui, Catedrática de Arqueología de la Universidad de Sevilla. Tal como consta en el catálogo, posteriormente, ese mismo año fue presentada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el Museo Arqueológico de Alicante.
El título de la exposición fue Argantonio rey de Tartessos (El tesoro de El Carambolo) y presentó por primera vez en público –hasta entonces habían estado en la caja fuerte de un banco- el conjunto de joyas que con motivo de las obras para la ampliación del club de tiro a pichón de la localidad de Camas, próxima a Sevilla capital, había sido descubierto al final de los años cincuenta.
Las 250 piezas con las que se quería dar una imagen completa de la cultura tartesia de la era de Argantonio, procedían de 33 museos de España, Portugal, Francia y Gran Bretaña. Entre ellas estaban las encontradas en Punta del Nao, con la indicación de que habían sido aportadas por el Museo de Cádiz y que pudieron ser utilizadas para representaciones navales con motivo de la celebración anual del inicio del periodo de navegación.
El catálogo de la exposición supuso también un acercamiento a la realidad e importancia de la cultura tartesia, a la que nos vamos a referir brevemente para poner en contexto las figuras que vamos a analizar y la importancia de la navegación para esa ya mítica región de la Andalucía más occidental.
El corazón de Tartessos fue el triángulo formado por Cádiz, Sevilla y Huelva, aunque se extendió hasta zonas del sur de Extremadura y del Algarve y el Alentejo portugués. En ese espacio geográfico se desarrolló la cultura más elevada de aquellos tiempos a nivel peninsular, una cultura llamada orientalizante, con claras raíces en la cultura del Egipto de aquellos tiempos.
Para los expertos todavía no está muy claro si los tartesios eran los antiguos pobladores de aquella zona de la península ibérica o procedían directamente de oriente. Aunque sé poco de este tema, personalmente me inclino por lo primero, aunque luego, en la época tardía, fueron reforzados por los fenicios, considerándolos un antecedente de la futura cultura turdetana.
La desarrollada cultura y la floreciente economía de Tartessos tienen que ver con la abundancia de minerales de alto valor, como el oro y sobre todo la plata, sin olvidar el cobre, el plomo y el hierro tan abundantes allí, especialmente en la zona de Minas de Río Tinto, en el norte de Huelva. Esto favoreció el comercio con el oriente mediterráneo dando lugar a la cultura orientalizante, como antes se ha señalado.
Esta cultura dejó una huella escrita de mano de los historiadores del momento, destacando la existencia de un longevo monarca llamado Argantonio, que dirigió este pueblo durante unos cien años. Según Plinio el Viejo, el rey Argantonio vivió ochenta años en Gades (Cádiz). Se da la circunstancia de que Tartessos desapareció quince años después de la muerte de este monarca con motivo de la batalla de Alalia (535 a. C.) en la que etruscos y cartagineses se aliaron contra los griegos.
Todo esto nos acerca al Gades de aquella época, una ciudad formada sobre varias islas separadas por estrechos canales, más concretamente en una de ellas que recibía el nombre de Aphrodisías, derivado de la diosa Afrodita y en la que hubo un templo bajo la advocación de Astarté, variante de la diosa fenicia Asherat y con el que llegó a la Península deificada como señora de las batallas, la felicidad, los caballos y los muertos. También se corresponde con la Isis de Egipto, diosa de la navegación, circunstancia que será determinante para las conclusiones de este sencillo trabajo de documentación.
El historiador y arqueólogo alemán Adolf Schulten (1870-1960), que encabezó la investigación sobre la cultura tartesia durante la primera mitad del siglo pasado, en su visita de 1927 a Cádiz, al encontrar una cavidad en la Punta del Nao, en las inmediaciones del castillo de Santa Catalina, vio en ella la gruta del oráculo que acompañaba al templo de Astarté.
Esta localización fue desechada por Juan Ramón Ramírez Delgado, arqueólogo y director del Museo de las Cortes de Cádiz en su trabajo Los primitivos núcleos de asentamiento en la ciudad de Cádiz, publicado por el ayuntamiento de esa capital en 1982. Efectivamente, este autor cree que la ubicación del templo pudo estar en el interior de la isla de Aphrodisías, en un lugar próximo a la actual torre de Tavira, dominando la actual Playa de la Caleta y el antiguo canal de Bahia-Caleta. Se trata de la llamada Santa Cueva de Cádiz encontrada en el subsuelo de la iglesia de la calle Rosario.
Lo que sí es seguro es que Estrabón, refiriéndose al Cádiz de la época, dejó escrito que por donde muere el día hay una isla consagrada a Venus marina y en ella un templo con una profunda cripta y un oráculo. Sucede que la Astarté fenicia, con el paso del tiempo, se convirtió en la citada Venus marina gaditana.
Ya hemos llegado a un descubrimiento que considero muy importante para fijar el inicio conocido de representaciones teatrales con figuras en la península ibérica. Me refiero a esa serie de figuras que fueron encontradas en las aguas junto a la Punta del Nao por submarinistas aficionados a la arqueología en 1969, tal como ya se ha señalado. Todo este material formado por figuras votivas de una cerámica rojiza, comenzó a ser estudiado por Ramón Corzo Sánchez, historiador, arqueólogo y Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla, estudioso de la arqueología fenicio-púnica en Cádiz.
Ramón Corzo Sánchez da por sentado que en las inmediaciones de la Punta del Nao se encontraba el santuario de la diosa Astarté, atribuyendo las cerámicas encontradas bajo sus aguas a elementos votivos, portalámparas y quemadores de perfumes que se utilizaron en las procesiones marinas realizadas en su honor. También se encontraron muchas ánforas, que Corzo Sánchez interpreta como una parte del material que se iba a transportar y que se ofrecía a la diosa todos los cinco de marzo, al celebrarse el rito de la apertura de la navegación.
Al contemplar por primera vez esas figuras, ya tuve la impresión de estar ante la primera manifestación del teatro de figura entre nosotros. Con motivo de la anterior visita a Cádiz, en 2015, para grabar un trabajo documental sobre el Museo del Títere de esa capital y del legado de La Tía Norica, tuve la oportunidad de entrevistarme con el director del mismo, el también investigador Juan Alonso de la Sierra, recientemente jubilado. Al preguntarle por estas figuras y su posible función teatral, me confirmó que, ciertamente, seguían expuestas en la sección de arqueología del museo, y que el autor de esa teoría era el ya citado arqueólogo Ramón Corzo Sánchez, facilitándome alguna documentación sobre el tema y la información de que todo ello estaba desarrollado en una publicación que este hizo en 1999 con el título de Venus marina gaditana.
Las figuras de terracota a las que vengo haciendo referencia, datan de entre VI y V siglos antes de nuestra era, y eran utilizadas para representar la búsqueda que la diosa Isis realizó por el Nilo en busca de su esposo Osiris, descuartizado por Seth, hermano del anterior. Mientras duró esa búsqueda se paralizó la navegación.
De entre estas figuras destaca la diosa Astarté o Venus Marina, de la que solo ha aparecido la cabeza con el busto, dañada en el rostro por el paso del tiempo, pero que conserva la belleza con la que fue modelada. Se trata de una pieza hueca realizada seguramente, según Corzo Sánchez, con largas tiras de arcilla provenientes de una zona próxima del borde de costa.
Esta figura, que fue adquirida a finales del siglo pasado por la sevillana Fundación El Monte, presenta en la parte inferior del busto unos agujeros o enganches para colocar el resto del cuerpo o algún vestido. Esto, además de representar a la diosa de la navegación, hace que se la considere parte de un conjunto de piezas dedicado a la representación del inicio del periodo de la navegación, rememorando la búsqueda que la diosa Isis hizo del cuerpo de Osiris por el río Nilo, tal como ya se ha señalado.
Para llegar a esta conclusión por parte de Corzo, fue fundamental la aparición de varias figuras más en el conjunto. Una de ellas es la cabeza vaciada de un perro con restos de articulación en el cuello, ojo humano y mirada frontal, de unos doce centímetros de longitud y que en la cultura egipcia representaba al dios Anubis, que como se sabe tenía forma de chacal. La otra figura es precisamente una cabeza de negroide, forma en la que se representaba a Seht (se le ubicaba en el Alto Egipto), el asesino de Osiris, y que tiene tres perforaciones en la cabeza, una en cada oreja y otra en la parte trasera del cráneo. En la parte superior de la cabeza presenta también otro orificio, en esta ocasión de mayor diámetro, que según Corzo pudo ser realizado para facilitar la cocción de la pieza. Todo esto unido a que en el cuello tiene un cilindro hueco como para articularlo al cuerpo, le ha permitido lanzar la hipótesis de que se trata de figuras elaboradas para ser utilizadas en una ceremonia.
El conjunto de piezas que se viene citando tuvimos la oportunidad de contemplarlo en el interior de una vitrina en la ya citada sección de arqueología de este interesante Museo de Cádiz, ubicado en la Plaza Mina de esa capital. Allí tuve la ocasión de explicar a los congresistas, divididos en dos grupos, la propuesta de interpretación de las mismas que hizo Ramón Corzo Sánchez.
Arriba, el dios egipcio Anubis, que como es sabido, se presentaba con la cabeza de un chacal, que como guía de las almas que era, ayudó a Isis en la búsqueda del despedazado Osiris, tal como ya se ha dicho.
Estas ofrendas a la diosa Astarté, patrona de la navegación, se celebraban cuando se iba a abrir el periodo de navegación anual, de esta forma, al representar el hallazgo de Osiris, las naves, con el tiempo adecuado, salían de nuevo a navegar. Ramón Corzo mantiene la teoría de que todas estas figuras servían para realizar una representación entre ritual y teatral, similar a la que sabemos que se realizaba en Egipto, ya que allí apareció una barca con figuras articuladas y los restos de los hilos que las movían.
Estuviera o no en ese lugar el templo de la diosa Astarté, por las investigaciones realizadas en las aguas de Punta del Nao se sabe que allí existen abundantes restos de lo que claramente parecen exvotos ofrecidos a la diosa. Allí se debía realizar también la ceremonia que, el cinco de marzo, inauguraba anualmente el periodo de navegación.
Este ritual continuó cuando a Astarté los romanos comenzaron a llamar la Venus marina y, tal como cita Corzo, el escritor nacido en Cartago, Lucio Apuleyo, en su obra El asno de oro refiriéndose a estas ceremonias, habla de los dioses que permiten ser llevados por pies humanos, a lo que añade cómo las imágenes parecían respirar. Comentario que da una idea del realismo que tenían aquellas representaciones con figuras.
En esta obra, Apuleyo dejó la mejor y más completa descripción de las procesiones navales con motivo de la reapertura de la navegación. En los detalles que da sobre el pelo húmedo, ondulado y que caía sobre los hombros de la diosa, Corzo cree ver la figura de esta Venus marina gaditana
En muchos de los trabajos sobre el origen de las marionetas se habla de representaciones de la búsqueda de Osiris por el Nilo a cargo de la diosa Isis, con figuras articuladas y movidas por hilos. Para los marionetistas de la generación que recuperó este género teatral a partir de los años setenta en España, esta interesante cita la encontramos en Titelles, teatro popular, extensa obra sobre la historia de los títeres publicada en 1981 por Francisco Porras, curiosamente en la Biblioteca de Visionarios, Heterodoxos y Marginados.
Este prestigioso titerero, como él gustaba de llamarse, al analizar los vestigios más antiguos de los títeres hace la siguiente cita:
Por un feliz hallazgo localizado a principios de siglo (1904) en Antinoé, por el arqueólogo francés Gayet, se puede demostrar que los muñecos articulados ya actuaban en el Egipto de las dinastías faraónicas.
En la tumba de la sacerdotisa de Osiris, la bailarina Jelmis (“su preciosa bailarina”, según se lee en su sepulcro), junto a su momia se halló un bello barquito de madera tripulado por figuritas de marfil. Y una de esas figuritas estaba articulada, pudiéndose poner en movimiento mediante hilos. Es decir, una marioneta. Este barco en miniatura … tenía en el centro una especie de casa, cuyas puertas, también de marfil, dejaban ver al abrirse un tinglado de marionetas, con cinco figuras, siendo la del centro –la diosa Isis- articulada como la que ya hemos dicho.
En el momento del descubrimiento minúsculas hebras de hilo estaban todavía pegadas en las figuritas, en los lugares apropiados para saber que desde allí habían sido manipuladas.
Conocer este hecho nos sirve no sólo para saber de la antigüedad de los títeres, sino para constatar cómo esta búsqueda del descuartizado Osiris por su esposa Isis, pasó de Egipto a Tartessos donde, como ya se ha dicho, se desarrolló entre el segundo y el primer milenio antes de nuestra era, una cultura muy influenciada por oriente, y muy especialmente por el país de los faraones.
Todo esto parece indicar que, tras el ocaso de la cultura tartesia y el posterior afincamiento de los fenicios en Cádiz, para ellos Gadir, estos continuaron el rito de la apertura de la temporada de navegación con una procesión marítima y una representación con las figuras antes señaladas, aunque en esa época la ofrenda será a la diosa fenicia Astarté, equivalente a la Isis egipcia y anterior a la Venus marina de los romanos.
Es necesario apuntar que los fenicios extendieron la presencia de la diosa Astarté por buena parte del mediterráneo, mereciendo especial atención la figura sedente de esta diosa, seguramente encontrada en el Cerro de El Carambolo y que conserva un solo brazo. El otro, muy probablemente, era articulado y permitía ser movido por algún oficiante y así poder realizar representaciones rituales.
El profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, nuestro colega Francisco J. Cornejo, también se ha referido a este tema, por ejemplo, cuando en un informe sobre la historia de los títeres de Andalucía elaborado para UNIMA Federación, comenzaba así:
Los habitantes de las tierras meridionales de la península Ibérica parecen haber sido, a lo largo de su historia, bien propensos al uso y disfrute de los títeres. Los fenicios celebraban a su diosa Astarté con figuras, como la que conserva el Museo Arqueológico de Sevilla, con extremidades móviles para sus cultos sagrados (suponemos).
De esta estatua de Astarté, encontrada en el yacimiento de El Carambolo en la localidad de Camas (Sevilla) se ha dicho que pudo ser adquirida en Cádiz, aunque conviene recordar que el río Guadalquivir, tres milenios atrás, llegaba casi hasta la ciudad de Sevilla, formando un gran estuario navegable con Sanlúcar de Barrameda por un lado de la amplia embocadura, y por el otro El Rocío con su entorno de arenales. De esta forma, el cerro de El Carambolo podía ser una guía natural para los navegantes que se dirigían a Sevilla. Allí llegaba también el floreciente comercio del mediterráneo, hecho en el que algunos encuentran la razón para la existencia del renombrado tesoro que en 1958 allí se descubrió.
Esa zona en la actualidad alberga las islas que forma el Guadalquivir (Isla Mayor, Isla Menor e Isla Mínima).
Si volvemos 3.000 años atrás, tal como se señala en la publicación Cultos y ritos de la Gadir fenicia, coordinada por Mª Cruz Ceballos en una colaboración de la Universidad de Cádiz y la de Sevilla, casi toda esa zona de marisma entre la costa y la ciudad de Sevilla era un amplio estuario navegable con una bocana que iba desde Sanlúcar de Barrameda en una orilla, hasta los arenales de El Rocío en la otra.
Según indican Mari Belén y José Luis Escacena en su trabajo Testimonios religiosos de la presencia fenicia en Andalucía Occidental, todavía en la primera mitad del primer milenio antes de nuestra era existía ese estuario que era conocido como el Golfo tartésico.
Este hecho nos revela una vez más la importancia de la navegación en esta zona y su desarrollo económico y cultural desde tiempos remotos. Es el momento de señalar la relevancia de la isla de Sancti Petri y el canal de entrada a Gadir del mismo nombre, que según los historiadores albergó el templo de Melqart dedicado a Heracles, el Hércules gaditano, que fue anterior a la fundación de Cádiz y figura en el escudo de la bandera de Andalucía.
La extensión del culto a Isis hasta la ciudad de Alejandría en la costa mediterránea de Egipto, con cultura helenística, propició su expansión con varias formas por todo el mare nostrum. Para recordar lo que ha significado en el inconsciente colectivo mediterráneo, sirve muy bien este himno encontrado en Cime, entonces una ciudad griega de Asia Menor, y fechado entre los siglos I y II de nuestra era, y que dice así:
Yo establecí los caminos de las estrellas
Yo inventé la navegación
Yo aplaco el mar y desencadeno la tormenta
Yo soy la señora de la navegación
Yo hago innavegable lo navegable a mi antojo
Yo traje las islas del fondo del mar a la luz
Yo soy la señora de la tormenta.
Volvamos al tema central para concluirlo mostrando unas pocas figuras más de las muchas sacadas del agua en el entorno de La Caleta, comenzando por esta figura votiva que se conserva en el Museo de Cádiz y que según Corzo Sánchez puede ser una figura femenina con una estrecha túnica y un brazo levantado que presenta un orificio para portar unas andas con algún objeto procesional o de ofrenda.
En este museo se conservan también dos discos de unos 17 centímetros de diámetro, con un agujero reforzado en el centro, y que nuestro arqueólogo interpreta como dos ruedas de un pequeño carro votivo. Es mucho lo que parece indicar que estamos ante pequeñas representaciones de teatro de figura, una de las formas que hoy utilizamos para el teatro de títeres.
Junto a restos de las posibles mercancías de las naves transportadas en ánforas, se encontraron diferentes quemadores de perfumes que nos hablan de rituales en las ofrendas a la diosa de la navegación, tales como el que se presenta a continuación y que también fue encontrado en la Punta del Nao y puede verse en el museo junto al resto de las figuras.
La diosa sedente y articulada datada de los siglos V – IV antes de Cristo.
La visita a la sección de arqueología nos deparó una sorpresa más, concretamente en la del segundo grupo en la que nuestro colega ya citado, Paco Cornejo, profesor y conocedor de estos temas, destacó la presencia de una divinidad femenina sedente de la época citada y elaborada con la famosa piedra porosa y oscura de Cádiz conocida como piedra ostionera.
La figura había sido reutilizada pero parece tener su origen en algún templo divino y presenta unas cavidades cuadradas en la zona de los brazos que hacen pensar en que pudo tener brazos articulados para algún ritual.
Igualmente en la base de la cabeza (que ha desaparecido) también presenta un orificio para alojar algún perno que sujetara y permitiera dar movimiento a la misma. Para cualquier especialista en el tema de las marionetas llama también la atención la presencia de una ranura en la parte alta de la butaca o trono en el que está sentada y que bien pudiera estar realizado para colocar la barra con la que se daba movimiento a la cabeza.
Las referencias desde la antigüedad a ese tipo de ceremonias en los templos hacen muy verosímiles esta posibilidad. Igualmente, todo lo planteado por Ramón Corzo Sánchez para las figuras de La Caleta con su uso ritual en la ceremonia de la apertura de la navegación.
Como marionetista me gustaría que fuera acertada esa hipótesis, como especialista y estudioso de ese campo y su historia, me parece verosímil. Además quiero creer que así es o por lo menos siento la necesidad de divulgarlo, de darlo a conocer. Esta ha sido una oportunidad de hacerlo que agradezco y no olvidaré.
El carnaval como continuidad de estas celebraciones
Ramón Corzo Sánchez en su ya citado trabajo Venus Marina Gaditana afirma lo siguiente: Tras leer la descripción de la procesión de Isis que presenció Lucio, el personaje de Apuleyo, en Cencreas, parece segura su identidad con las que celebraban los gaditanos en el siglo V a. C., tanto por los componentes del mito que se representaba, como por los elementos formales del culto, pero hay también una coincidencia notable de los sentimientos y las expresiones populares de esta fiesta con lo que hoy denominamos “carnaval”, la fiesta más importante de la isla gaditana y de sus contornos, hasta nuestros días.
Da por claro que lo que hoy se celebra es una fiesta del calendario cristiano y no una rememoración de las procesiones para la reapertura del ciclo de la navegación, pero también que hay ciertas coincidencias, como por ejemplo la época en la que se celebran y que tiene que ver con el inicio del año lunar, es decir, a finales de febrero o primeros de marzo.
En el carnaval gaditano siempre ha habido espacio para las carrozas tirando de una nave y se han oído coplillas haciendo referencia a la diosa marinera y a su templo en la Punta del Nao, la siguiente es un bonito ejemplo:
Me dijeron que Cádiz para el turismo
no tiene nada que pueda interesar
ni alcázares ni Alhambra ni algún tipismo
que nos muestre sus huellas de antigüedad.
Precisamente Cádiz por ser antiguo
ni sus propias ruinas le quedan ya
pero hay en la Caleta muchos indicios
de la época quien sabe de los fenicios
que con el tiempo lo hacen.
Por lo tanto es mi Caleta
(es) museo de antigüedades
pero hay que ser palometa
para visitar sus naves.
Si yo tuviera riquezas
reconstruiría sus canales
edificándolo mismo que Venecia
o como suponemos que fue aquel Gades.
Aquí no hubo reyes moros
que nos legaran mezquitas
pero bajo esas aguas hay un tesoro
que viven como reinas las mojarritas.
Lo cierto es que desde la utilización de las máscaras en la antigua Mesopotamia, pasando por la utilización de los títeres en Grecia y Roma, en los carnavales tenemos un magnífico material para analizar formas parateatrales que tienen mucho que ver con el uso de las máscaras, los muñecos y las representaciones teatrales.
Al estudio de los carnavales del norte peninsular he dedicado también varios años, así como a estudiar todo lo referente a los vestigios que muestran los rituales que propiciaron las formas teatrales y todavía son visibles en esas cuevas, que en conjunto han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Me refiero a cuevas como la de Candamo con su famoso camarín, que al contemplarlo parece que se está ante el escenario más antiguo de la historia de la humanidad, la de Tito Bustillo, en la que en banderolas translúcidas hace unos 30.000 años la mano humana pintó una figura femenina y otra masculina, de modo que al mover una antorcha parecen juntarse. Ambas cuevas están en Asturias, la primera en la cuenca del río Nalón y la segunda próxima a la desembocadura del Sella. Parte de este estudio ya fue publicado en Titeresante (ver aquí).
Yanisbel Martínez y Enrique Lanz han contribuido a divulgar el ya famoso chamán de la cueva de El Castillo en la localidad cántabra de Puente Viesgo. Se trata de una estalagmita que se asemeja a un humano con cabeza de bisonte o animal similar y que en el paleolítico fue modificado con abrasivos para aumentar ese parecido y para proyectar su sombra sobre la pared frontal, que también fue modificada con pintura para aumentar así la forma del chamán.
A esta estalagmita ya se refirió el cineasta sueco Victor Sjöström (1879-1960) en su trabajo “El asombroso lenguaje de la sombra en la Carreta Fantástica”, allí dice: La contraposición entre luz y sombra puede parecer simplista, por maniquea, pero de hecho ha tenido una gran repercusión a lo largo de la historia … se ha explotado desde el arte paleolítico, como atestigua, por ejemplo, el pilar estalagmítico antropomorfizado de la cueva de El Castillo en Puente Viesgo.
Mucho es lo que en los últimos cuarenta años se ha avanzado en el conocimiento del pasado remoto de las representaciones con títeres o figuras, pero se debe continuar buscando con la luz que se desprende de la curiosidad y del deseo de conocimiento.
No debo terminar este trabajo sin señalar que, a diferencia de lo que afirman los primeros versos de la coplilla de la chirigota de carnaval antes citada, Cádiz cuenta con un rico patrimonio arquitectónico del pasado que debe ser bien conocido y admirado. Este congreso con sus visitas y otras actividades ha contribuido a ello. ¡¡¡Enhorabuena a los organizadores!!!
Felipe Garduño Hernández (Cádiz, 5-11-2022)
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
· En busca de los dioses de Cádiz. Por Cristina Soler Gallo. Grado en Humanidades, curso 2019 – 2020.
· El Carambolo. Cincuenta años de un tesoro. María Luisa de la Bandera Romero y Eduardo Ferrer Albeda. (Coordinadores) Universidad de Sevilla (2010)
· Cultos y ritos de la Gadir fenicia. María Cruz Marín (Coordinadora) Universidades de Cádiz y de Sevilla. (2011)
· La fundación de la ciudad de Gadir y su primer santuario urbano de Astarté-Afrodita. Alfredo Mederos Martín. Universidad Autónoma de Madrid. (2011)
. Argantonio rey de Tartessos. (El tesoro de El Carambolo) Fundación El Monte (Sevilla – 2000) (Catálogo de la exposición)
. La venus marina gaditana. Ramón Corzo Sánchez. Sevilla – 1999
· La Caleta de Cádiz (Punta del Nao) en el origen de las representaciones con títeres de terracota. Ponencia presentada por Felipe Garduño en el Congreso de UNIMA en Cádiz (5 de noviembre de 2022)