(Alonso ‘Coco’ Barraza. Foto familia)

Ha llegado a esta redacción la noticia de la muerte del reconocido titiritero de Salta Coco Barraza, creador junto a su compañera Juana Aliberti del Teatro Negro en el año 1983. Una figura clave del mundo de los títeres en Argentina, cuya casa en Buenos Aires, situada en calle Venezuela 3031, fue centro dinamizador de encuentros y de proyectos entre varias generaciones de titiriteros. A su lado estaba la librería La Nube, que fundó en los setenta Pablo Medina, y que más tarde se amplió a la casa de los Barraza-Aliberti.

Coco Barraza (2014). Foto El Tribuno

Hombre inquieto y abierto a lo nuevo, viajó por toda Latinoamérica y también estuvo en Europa, con estancias largas en Italia. Queda pendiente para la historia de los títeres en Argentina detallar la importancia de su papel junto a Juana Aliberti en el movimiento titiritero de los años 80 y 90 en Buenos Aires.

Publicamos a continuación el texto que ha escrito su hija Natalia Barraza Aliberti, directora y dramaturga abierta a los nuevos lenguajes del teatro visual y de objetos, residente hoy en Barcelona y colaboradora de Titeresante: Igualmente el texto del titiritero salteño Guaira Castilla que ha publicado en la revista ArteNautas (ver aquí) y que el mismo autor nos ha mandado.

Texto de Natalia Barraza Aliberti

¿Cómo se puede escribir sobre la muerte?

…se fue, se marchó, se extinguió, se marchitó…¿?…

¿Con qué licencia, estando viva, puedo usar términos terrenales para intentar describir o entender aquello que abandona la materia?

Sólo me atrevo a repasar -que ojalá sirviera para reparar- lo que sí experimentamos en esto que denominamos vida.

Sin duda su existencia fue una fiesta y una batalla simultánea. La medida justa entre la pasión y el dolor, de una intensa vida testigo y artífice de revoluciones varias. Su cuerpo, y su corazón cuando aún latía, recorrió miles de kilómetros gracias a su férrea profesión de titiritero.

Cincuenta años de oficio le sirvieron para llevar sus espectáculos a pequeños y grandes teatros, auditorios, escuelas, patios, plazas, para formar a cientos de personas, crear varios colectivos artísticos, dar cursos y conferencias, dirigir un museo del títere y un par de centros culturales. Sobre su compañía, de la mano con mi madre, se escribieron decenas de artículos, entrevistas, participaron en un montón de festivales y hasta les dedicaron viñetas de comic en el periódico Página 12 en Buenos Aires. Con el paso del tiempo, la humilde pero afortunada e internacional compañía Teatro Negro de Salta, después de infinitos periplos, se fue extinguiendo muy poco a poco.

Él lo sostuvo hasta el final. Solo o acompañado. Encarnó la esencia de esa entidad dando continuidad a la representación, investigación, formación y renovación del arte de los títeres, cuestionando los límites del objeto y de las posibilidades de interacción en la manipulación de los mismos. Vivió en México, España, Brasil, Italia y volvió a su natal Argentina y en cada ciudad en la que estuvo pudo compartir lo que hacía en diferentes dimensiones y formatos.

Coco Barraza en Salta (2014). Foto Pablo Yapura, El Tribuno

Coco Barraza falleció hoy, 31 de mayo del 2022. Y la única certidumbre que ahora tengo y me duele, es que ya no volveré a verlo.

Así, de golpe. O lentamente. En tu propia casa o en latitudes inalcanzables. Como una sorpresa súbita o un desgarro aletargado. Poco importa la distancia y duración del paso a la metamorfosis final. Entre ese espectro de posibilidades, la verdad absoluta en la que deriva lo vivo es en su irremediable impermanencia.

Agradecida por los referentes y valores que me dio e incluso por los que no pudo darme, por la cantidad inconmensurable de vivencias complejas como hijos de titiritero de esa generación, que nos tocó ser a mi y mis hermanos, y que solo quien lo es lo entiende, con todo aquello que vivimos juntos, cerca, distantes, lejísimos, e incluso a veces totalmente ajenos, orbitando cada uno en una punta distinta del planeta, rescato y retomo lo bueno que nos heredó un ser tan valiente y genuino que vivió de todos y muchos tipos de experiencias.

Agradecida también con todas las personas que le abrieron sus puertas y sus brazos durante su incansable caminar. Sé que quienes le conocieron brindaran a su salud y espero que su fugaz paso por nuestras vidas deje una huella alegre de fértil inspiración. Ante la única certeza tangible de que atravesaremos lo que nos toque hasta que la muerte detenga el transcurso de todo lo que acontece… lo que nos queda es vivir. Feliz metamorfosis papá.

Natalia Jimena Barraza Aliberti

Coco Barraza. Foto de Rocío Gabriela Zurita

Texto de Guaira Castilla

Hacía días que lo andaba recordando.

Con el plástico Francisco Soto y el cineasta Rolando Pardo, de sobremesa al calor del solcito y del ají, Francisco contó la idea de un trabajo de títeres para teatro negro. Reímos y comenzamos a sugerirle casos que podría incluir en la obra.

Francisco contó del Teatro Negro de Praga que vio en París y recordamos al Pequeño Teatro Negro de Salta que fundó Coco con Juana Aliberti.

Lo extraño es que a la semana, anoche, desperté y en menos de una hora, escribí muchas ideas y hasta un posible final para la obra de Francisco. Hasta que tuve que apagar la luz y volver a dormir.

Hoy que me entero de lo del Coco, pienso que ha estado conmigo iluminándome el pensamiento.

Lo conocí en el Primer Festival Internacional de Títeres de Salta que organizaba con su compañera y con el poeta José García Bes.

Luego lo vi en Buenos Aires donde organizó generosamente la presentación de mi trabajo para los artistas.

Algunas veces lo veía en Salta, o iba yo pisándole los pasos en México donde el maestro iluminador de un gran teatro lo recordaba con mucho respeto.

Dos encuentros, dos abrazos, unas risas y todos sus maravillosos trabajos.

Hoy que se vuelve a ir por el mundo, sé que lo seguiré tras de sus pasos con los mismos asombros que dejaba en mis pupilas como el destello de una velita mariposa.

Por Guaira Castilla
Salta 31 de mayo de 2022