La Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal ha querido homenajear a quien fue el alma mater del Taller, su capitán y fundador, Pepe Otal, con un cabaret protagonizado mayormente por titiriteros veteranos de la ‘vieja guardia’, por llamarlos de alguna manera, este sábado pasado día 1 de julio de 2017. Por supuesto, también actuaron algunos de los habituales de la casa, indispensable presencia para dar solidez al espectáculo y garantizar el estilo otaliano del evento.

Coordinó el acto con gran acierto Pedro Nares, fiel amigo de Pepe en vida, oriundo también de Albacete y autor de un film harto reconocido y celebrado sobre la vida del titiritero albaceteño: ‘Pepe Otal, el viaje infinito‘ (ver aquí). El homenaje se combinó con el recuerdo de Mariona Masgrau (ver aquí), otra titiritera emblemática que murió dos meses antes que Pepe, ambos muy amigos. También estuvo presente Lope de Alberdi, desaparecido hace un año, una figura nuclear del Taller en los últimos años (ver aquí).

Mariona Masgrau y Pepe Otal, de bolos. Foto de Marta Serrahima.

En los parlamentos se hizo mención también no sólo a la muerte de Rafael Metlikovez este año (ver aquí), una pérdida muy sentida por la profesión titiritera, al compartir tantos puntos de unión y complicidades mutuas, sino también a los demás titiriteros fallecidos en el último año, como Àngels Valero, Miquel Gallardo y Julio Michel.

Lope de Alberdi. Foto de Jesús Atienza.

El Cabaret.

¿Qué decir de estos espléndidos cabarets a los que el Taller de Marionetas nos tiene acostumbrados? Claro que cada vez es distinto, al actuar diferentes artistas, pero a pesar de ello, han conseguido los del Taller crear un estilo propio gracias a las eficaces y puntuales intervenciones de sus artistas residentes, que con los años han establecido  una línea de humor y de imaginativo desparpajo, siempre fresca y renovada. Habría que citar aquí a personas como Raquel, Marieta, Marta, Raúl, Mau, Otto, César, María, Ferran, Jonathan, Julieta, Laura, Víctor, Litus, Rafa, Paula, Pere, Bruno, Ángel, Pilar, Vicente, Valentina, Eva, Putxa, Ola, Jesús, por sólo citar algunos, pues la lista de los miembros activos del Taller es muy larga y todos intervienen y aportan en la labor creativa.

Importa elogiar una vez más a todos ellos y al modo en que están llevando las riendas del Taller, ejemplar en todos los sentidos, con la libertad que da saber que el padre fundador del invento, Pepe Otal, fue alguien que jamás pondría cortapisas a la evolución natural de las cosas, dejando libre el espacio de desarrollo tanto humano como profesional y artístico de los que se cobijan en su taller.

Rompió el hielo Padro Nares, como antes se ha dicho, mostrando las imágenes mencionadas sobre Pepe, Lope y Mariona, con palabras de los parlamentarios que conectaron muy bien con los presentes, despertando las fibras sensibles del lugar. A continuación, hubo una intervención musical de una orquesta de la casa, capitaneada por Litus con un espectacular trombón que sonaba muy bien y un Jordi Bertran disfrazado de pirata y armado con una guitarra. Acompañó con una guitarra muy bien templada la actriz titiritera María Planes y sostuvo el violín con maestría Vanesa. Mila Cubero sacó a actuar a Blacky, el negrito malabarista, una marioneta de las primeras de Pepe perteneciente al Circo Loco, que hizo las delicias del público. Demostró Mila estar en forma con el hilo, una técnica que conoce de mucho tiempo atrás.

Mila Cubero con el malabarista Blacky. Litus al fondo con su trombón.
Foto de Jesús Atienza.

Mau apareció entonces con su Gato, indispensable personaje de las noches otalianas, siempre provisto de un humor vivo, agudo e inteligente. Aprovechó el lapsus de Pedro, que en un momento llamó a Lope Diego, para jugar con esta nueva denominación de Diego Lope de Alberdi, que desternilló de risa al público.

Tampoco faltaron las dos cantantes Lara Epp y Agustina, habituales de la casa, que suelen llenar los intermedios y cambios de escenario con sus temas hilarantes de un gamberro siempre subido, en esta ocasión genialmente focalizado en el personaje de Pepe y su homenaje.

César y Víctor, dos titiriteros del Taller con mucha garra, sacaron dos ratones títere de guante que hicieron reír al respetable con sus chanzas, muy bien servidos por los dos manipuladores. A continuación, quién firma estas líneas aprovechó el retablo de los anteriores para ejecutar la rutina flamenca de Carmen, de su espectáculo A Dos Manos, con lengüeta y dos títeres. Salió bastante bien.

El momento de Carmen, de Toni Rumbau. Foto de Jesús Atienza.

Pep Gómez y Mina Trapp actuaron entonces con uno de sus números antiguos que encandilaron al respetable, un idilio entre dos pajaritas de papel, una historieta inspirada en un cuento de Apel·les Mestres, poeta y pintor catalán de finales del XIX y principios del XX, que bordaron con una interpretación al estilo del cocotólogo. Demostró Pep encontrarse en buena forma, tras estar cuatro años retirado de los escenarios cuidando a su esposa Sara, que falleció recientemente. Su retorno a los escenarios promete sorpresas y nuevas creaciones de este iconoclasta artista del papel, de la palabra y de los títeres. Habrá que estar atentos. Mina, como siempre, insuperable.

Pep Gómez y Mina Trapp. Foto de Jesús Atienza.

La misma orquesta otaliana del principio salió de nuevo para tocar un tema compuesto por Jordi Bertran dedicado a Pepe Otal. Completaron el elenco musical Raquel con el bandoneón, y Raúl ejerciendo de pie de micro para el cantante Jordi. La canción gustó mucho, en el estilo propio de Bertran, con una letra muy lograda y ocurrente que repasaba ciertos trazos de la vida del de Albacete.

En la segunda parte, una sensual Laura Cortés cantó la canción del Pepino dedicada a Pepe, con el objetivo de invocar al difunto, tras tentarlo con procaces y atrevidas posturas que hubieran hecho las delicias del finado. Desconocemos si hubo contactos ocultos.

Laura Cortés en plena actuaciçón. Foto de Jesús Atienza.

David Laín participó con dos de sus números del espectáculo Mans, de títeres de guante, muy bien movidos por este veterano maestro de los títeres. Su dominio de las voces y la gracia de su manipulación conquistaron al público que siguió los sketch, el primero de corte taurino, con gran participación de los espectadores.

Núria Mestres nos deleitó con un número de su pequeña marioneta de hilo equilibrista Esquitx. Esta veterana titiritera, alumna de Tozer y amiga y colaboradora de Otal, demostró sus tablas y su tranquilo y consolidado oficio con este número poético  sencillo, que sabe ir a lo esencial sin necesidad de histrionismos vacuos.

Núria Mestres con Esquitx. Foto de Jesús Atienza.

Adolfo Ayuso vino especialmente de Zaragoza pues no quería perderse este homenaje a Pepe y subió al escenario para decir una sentidas palabras de recuerdo a Otal y especialmente de encomio a los actuales responsables del Taller, a los que elogió por el trabajo de mantener vivo y bien dirigido hacia el futuro este singular espacio del Raval barcelonés. Contó el interés mostrado por Pepe sobre su trabajo de investigación, cuando le dijo que había descubierto a un titiritero que había sido domador de leones. ‘Caramba, dijo el de Albacete, éste me supera!’. Desde entonces, mantuvieron ambos una estrecha relación personal y titiritera.

Adolfo Ayuso. Foto de Jesús Atienza.

Xavier Theros, de los añorados Accidents Polipoètics, leyó uno de sus profundos e histriónicos poemas, el del ‘Casi…’ donde se tocan casi todos los aspectos de la vida con el matiz del ‘casi…’, que casi lo hace todo tan feliz como infeliz. Dedicó el poema a Pepe, a Mariona y a Rafael Metlikovez, su compañero polipoético, cuyo fallecimiento ha roto este insustituible espacio a dos que eran los Accidents. La gracia y la fuerza de Theros leyendo su poema nos abrieron la esperanza de que quizás haya otros espacios por abrir esperando su momento. Tiempo al tiempo…

Xavier Theros. Foto de Jesús Atienza.

Andrea Lorenzetti quiso también estar presente en este homenaje con un número de impacto en el que nos explicó cómo la mujer más hermosa consigue convertirse en la novia del Diablo. Humor negro y tonos oscuros de este titiritero heterodoxo que con el tiempo va refinando su estilo en concisión y claridad de ideas, para ‘entrar a matar’ a la primera.

Hubo un momento para improvisaciones, una costumbre de los cabarets de la época otaliana, en el que cualquiera podía salir para hacer o decir lo que quisiera. Lo aprovechó Xavier Gimeno Soria, amigo del de Albacete, quién recordó cómo quedó afectado Pepe por la muerte de Mariona Masgrau y de las conversaciones que tuvo con él en aquellos últimos días de su vida, cuando asombrado por todos los documentales que se le dedicaban, se preguntó si la razón no era que se estaba muriendo y no lo sabía, o quizás lo sabía todo el mundo menos él.

También actuó Filipo, la marioneta payaso de Otal, uno de sus primeros muñecos, bien servida por Paula López, gran marionetista del Taller, y acompañada por la banda musical otaliana.

Paula López, con Filipo. Foto de Jesús Atienza.

Y preparando el número final, Marieta sacó a Jordi, el esqueleto realizado por Lope de Alberdi, una maravilla de marioneta pianista. Acompañada por la orquesta en pleno del Taller, se entonó entonces el tema clásico que suele cerrar los cabarets, el Rascayú con el que se acompaña la Esqueletada, cuando todos los que ya estaban en el escenario más otros del Taller que se subieron a él, se desnudaron para quedarse en pelota viva, cada uno con su marioneta o con un esqueleto de hilo.

La fiesta culminó con un pica-pica de excepción, fruto de las distintas influencias gastronómicas propias de un lugar tan cosmopolita como es el Taller. Las excelentes tortillas de patata, eso sí, fueron obra del fotógrafo Jesús Atienza, otro gran amigo de Pepe y autor también de buena parte de las fotografías de este artículo.

Igualmente, una orquesta improvisada dirigida por Mina Trapp y María, de las Feas, acompañadas de dos trompetas y un trombón de varas, amenizó las horas tardías con ritmos jazzísticos e improvisaciones varias.

Parlamento de Pedro Nares leído al inicio del Cabaret

Nos hemos reunido hoy aquí, para recordar a Pepe en el décimo aniversario de su muerte. Algo que no imaginábamos que pudiera suceder, sucedió, precisamente a él, que nos parecía inmortal, aunque de alguna manera sí que lo es, porque está vivo en este taller y en nuestro recuerdo, ya que como me dijo Litus en cierta ocasión: “una persona como Pepe es muy difícil de olvidar”.

Pepe Otal de joven.

Y aquí estamos, en su taller, entre sus títeres, en nuestro taller, entre nuestros títeres, creando y gozando, tal y como él hacía cada día de su vida, que nos parece que fue muy corta, ya que aún hubiéramos aprendido unas cuantas cosas más junto a él y nos hemos quedado sin unos cuantos momentos más de risas, de conversaciones y silencios, de cervezas compartidas, nos hemos quedado sin sus consejos, sin su ayuda en cualquier cosa que se le pidiera, porque la palabra NO, no formaba parte de su vocabulario.

No añoro los interminables viajes por carreteras de segundo orden a la increíble velocidad máxima de 90 kilómetros por hora, primero en el SEAT 1420 de color verde guardia civil, después en la furgoneta vols wagen con el motor en la parte de atrás, renqueante y un poco insegura (al menos a mí me lo parecía), pero cómo me hubiera gustado haber hecho unos cuantos viajes de este tipo desde 2007 hasta ahora, cómo me gustaría poder hacer uno mañana mismo.

Pepe Otal con su perro Nemo, en el Taller de la Barceloneta.

Nos hemos reunido hoy en su taller, en nuestro taller, para recordarlo de la mejor forma posible y como a él le hubiera gustado: con una fiesta. Una fiesta en la que hay amigos, títeres y, cómo no, cerveza.

Hay cerveza, pero no mucha comida; Pepe no comía mucho, un café con leche por la mañana, un menú al mediodía y una magdalena y un poco de chocolate por la noche. Confieso que no soy mal cocinero y os preguntaréis ¿qué tiene eso que ver con Pepe? Pues mucho ya que durante el tiempo que estuvimos montando el espectáculo Cuento de madera, tuve que practicar en la cocina, ya que nuestra economía no daba para ir a comer todos los días al restaurante Montse o al bar Jaica; tuve que meterme en la cocina porque a Pepe no se le daba bien cocinar, aunque hacía una tortilla de patatas muy buena y el 1 de noviembre, día de todos los santos, hacía una tarta de castañas buenísima, que aunque he tratado de emular nunca me ha salido bien. Puede parecer una frivolidad, pero echo de menos sus tortillas de patatas y su tarta de castañas de cada 1 de noviembre.

Pepe Otal, explicando la Creación, en el Gran Teatro del Mundo. Foto de Jesús Atienza.

Y hablando de ensayos, ¡Qué sinvivir preparar un bolo o estrenar un espectáculo! Para qué ensayar, si ensayar es…. de cobardes. Pero si había que ensayar se ensayaba, sobre todo si aparecía por aquí, o por el taller de la Barceloneta, Mariona Masgrau, posiblemente, fuera la única persona que le hacía ensayar más de lo estrictamente necesario.

Pepe Otal y la Muerte con violín, foto de Jesús Atienza.

Y ahora, para acabar, permitidme que me auto-cite: José Antonio Otal Montesinos, Pepe Otal, marino, titiritero, director de teatro, artista, artesano, actor, torero, boxeador, músico, don Juan atípico, fumador de pipa, amante de la cerveza y con más de cien mil amigos, nació en Albacete en 1946 y murió hace diez años en Cerdeña y allí, en una isla transmutada en barco, en medio del mar mediterráneo, la muerte se transformó en sirena, y le robó a Dante unos versos: ‘Soy, cantaba, la dulce sirena, que a los marineros en la mar desvío, pues escucharme de placer los llena; yo aparté a Ulises de su viaje errante con mi cantar y quien me conoce, ya nunca deja de amarme’.

Pedro Nares.