(Loa artistas de las Varietés saludan al final de la sesión. Foto Manuel Silva)
Llegamos a la IV Crónica con títulos importantes y con una de las citas más esperadas del Titiriberia: As Varietés de Barriga Verde, un cabaret titiritero que desde el año pasado se realiza en el Campo de Arriba por la noche, un escenario ricamente coronado por los árboles de esta céntrica Alameda, por encima de la Plaza Castelao.
Hablaremos también de los cuatro espectáculos de Lambe-Lambe instalados en el mismo Campo de Arriba, dos de la cía. Os Monicreques de Kukas, y una de la ya veterana miniaturista María Dobronich, de la compañía Diáspora Teatro, que ha estrenado este año una pieza nueva, Memoria Material. También dentro del apartado Lambe-Lambe, la formación Laboratorio de Fantoches, de Inés Piñeiro, ha presentado A Ballarina.
A continuación, nos referiremos a los siguientes espectáculos: Alfombra Máxica, de Babaluva, con Mirari Urruzola; Costureiriña Bonita, de A Cova das Letras, con Cristina Collazo; Bonecos, de la cía. Red Cloud Marionetas, de Portugal; y el concierto-recital Brujas y Brujerías de Toti Martínez de Lecea, de Euskadi.
As Varietés de Barriga Verde
La intención del Festival con este espectáculo de Varietés, y tal como se especifica en el programa, es recrear el ambiente y los números que la familia Silvent, portadora y creadora del personaje de Barriga verde, representaba en su barraca o pabellón en las ferias de Galicia durante la primera mitad del siglo XX. Esto fue así hasta que la llegada de la televisión y del consumo, ya hacia los años sesenta y setenta, sentenciaron estos divertimentos. Los títeres y los decorados fueron guardados en cajas y desvanes, y el pabellón sirvió para bailes y otras diversiones, hasta que acabaron desapareciendo del todo.

Visión general del escenario y el público de las Varietés, durante la actuación de Dom Roberto. Foto Manuel Silva
Por supuesto, no se trata de hacer números semejantes a los de antaño, pero sí de recrear una atmósfera de Varietés con buena parte de los artistas presentes en el Titiriberia y otros que se ofrecen gustosos a participar en la aventura.

Raquel López Cendán hablando con el juez de la obrita de Barriga verde, a cargo de Larraitz Urruzola. Foto Manuel Silva
Uno de ellos fue la actriz Raquel López Cendán, que ya vimos en una edición anterior del Festival actuando con la compañía Trécola, en sustitución de Isa García. En efecto, López Cendán, que ya nos sorprendió entonces por su pericia actoral-titiritera, en su rol de presentadora de las Varietés, nos acabó de revelar su gran presencia como actriz, provista de una enorme versatilidad y dotes histriónicas. Lo más importante, se metió en el bolsillo al público y supo presentar a los diferentes números con chispa y comicidad, dueña del escenario. Le ayudó quienes fueron sus partenaires musicales: el Cuarteto de la Escuela de Música, cuatro virtuosos solistas de una banda compuesta por saxofón (bajo y alto), clarinete, oboe y flauta travesera. Una presencia clásica ya de las Varietés de Barriga Verde, ejemplo de la buena enseñanza musical que hay en la zona.

El Cuarteto en acción. Foto Manuel Silva
Fue el primer número un episodio del Teatro Dom Roberto, a cargo de Sara Henriques, que ya vimos en su espectáculo O Castelo dos Fantasmas (ver aquí), de la compañía Red Cloud Marionetas. Representó el número del Barbero, uno de los más clásicos del repertorio tradicional, que Sara bordó como suele hacer esta reconocida roberteira, mostrando el lado más exquisito y disparatado de este personaje del teatro tradicional de títeres europeo.
Siempre gozando de los interludios dirigidos por Raquel López Cendán y amenizados por el Cuarteto de Rianxo, el siguiente número fue interpretado por Borja Insúa, con una de sus facetas menos conocida: la del gran marionetista de hilo que es. Lo hizo sacando a un Louis Armstrong, trompeta en mano, que ejecutó con gran maestría un blues llegado del lejano jazz negro americano.

Borja Insua con el trompetista Armstrong
Y no podía faltar el alma de estas varietés, que no es otro que el mismísimo personaje de Barriga verde, en este caso servido con mano diestra por la titiritera Larraitz Urruzola, que urdió un pequeño sketch magníficamente interpretado con los personajes de Barriga Verde y del Juez, que como es de rigor acabó en la picota, o mejor dicho, en la horca. Lo resolvió Larraitz encajando la aparición de Barriga Verde con la misma canción que cantaba Raquel López al presentarla, la famosa ‘¡Ay Carmela!’, y se fue con la misma melodía, manifestando su congénita rebeldía. Mostró la titiritera con muy buen arte el ingenio, el arresto y las agallas de esta Madama Polichinela del finisterre europeo, siempre ansiosa de impartir justicia con la mano izquierda más que con la derecha, y de sacar a cualquiera las castañas del fuego, si la razón y las buenas causas lo justifican.

El cura Santi Prego interpela a Cristóbal, este con la estaca en mano. Foto Manuel Silva
Número que enlazó muy bien con el siguiente, protagonizado por esos dos grandes del teatro popular gallego, Santi Prego y Anxo García, que en efecto tiraron de una de las vetas más estudiadas por lo de Viravolta, el de los romances de ciego, aunque en este caso no fue ningún ciego sino ese gran actor que es Santi Prego, en un curioso papel de cura contador de cuentos que explicó la historia de San Cristóbal como la de un gigante que busca al ser más poderoso para servirlo, cuyas palabras iban acompañadas por los títeres manejados por Anxo dentro del retablo del Don Roberto, con Barriga Verde de protagonista, hasta que el cura acaba con ella y con Cristóbal, aunque este se ríe al final de todos, al juntarse con el títere y decir que es inmortal, como lo son todos los títeres al estar hechos de madera. Una manera de contar el origen de los polichinelas ibéricos, los también llamados Cristovos o Cristobitas.
Mostró Prego sus grandes dotes de actor, con un humor muy especial e inteligente, y Anxo bordó su intervención titiritera, como es propio de este maestro de Viravolta.

Anxo García y Santi Prego tras su intervención. Foto Manuel Silva
Remataron las Varietés Ero Vázquez e Isa García, de la compañía Trécola, que presentaron un número clásico que ellos suelen hacer con títeres, actuando en este caso como actores, con un texto maravilloso, escrito por Ero Vázquez, que nos trasladó al más genuino teatro popular del medioevo, con un diálogo entre una Vieja (interpretada por Ero Vázquez) y la Muerte (a cargo de Isa García), que la viene a buscar. La obrita muestra como la Vieja, provista de ingeniosa lengua, le da la vuelta a la situación convenciendo a la Pálida de que le ayude a terminar su trabajo antes de emprender el Último Viaje. Y aprovechando un descuido de la implacable Madama, le da tortazos con un saco de patatas dejándola inerte hasta al menos el próximo año, cuando sin duda regresará para cobrarse la pieza.
Los Lambe-Lambe en el Campo de Arriba
Como antes indicamos, fueron cuatro los teatrillos dirigidos a un único espectador que se plantaron en el Campo de Arriba, la preciosa alameda que corona el centro histórico de Rianxo. De la plaza contigua parte la Rua da Baixo, donde nacieron en casas casi colindantes el escritor, dramaturgo y titiritero Rafael Dieste, el político, escritor y caricaturista Manuel Rodríguez Castelao, más conocido como Castelao a secas y el poeta de la lengua gallega Manuel Antonio. Los tres con sus casas-museo de las que, por desgracia, solo está abierta al público la de Manuel Antonio.

Buen ambiente en el Campo de Arriba con los cuatro artistas de Lambe-Lambe. Foto Manuel Silva
Vamos a fijarnos en los cuatro casos de tutilimundis que pudimos ver en el Titiriberia 2025.
S.O.S. y Gernika, de Os Monicreques de Kukas
Pudimos ver de nuevo estas fascinantes creaciones de la histórica compañía de Galicia el año pasado y también el Gernika en la edición del Titiriberia de 2023, en su estreno. El primero, S.O.S., servido con mano diestra por Isabel Rey y el segunda por Marcelino de Santiago Kukas.

Isabel Rey y Marcelino de Santiago Kukas en segundo plano, con sus teatrillos. Foto Manuel Silva
De nuevo se repitió este orden en la presentación de este año, y los espectadores pudieron gozar de dos Lambe-Lambe que a mi modo de ver, constituyen unas obras maestras del género, por la exquisita calidad de las imágenes que podemos ver a través del ojo de la mágica cajita, que no es tan pequeña si tenemos en cuenta todo lo que aparece en su interior, aunque luego comprendamos que se trata de un teatro de miniaturas en el que importa mucho el ‘cómo se hacen las cosas’, además del ‘qué se dice’.

Campo de Arriba. Foto Manuel Silva
De autoría y dirección compartida por los dos miembros de la compañía, con los títeres y escenografías a cargo de Kukas, las dos creaciones son un ejemplo de la exquisita calidad del trabajo de Os Monicreques de Kukas, que han tratado por todo lo alto estas dos piezas de lo que podría ser considerado por algunos como ‘un teatro menor’, al tratar a los humildes teatrillos como si fueran el mismísimo Teatro Real de Madrid o cualquier otro de los monumentales templos a Talía que hay por el mundo.
Mientras S.O.S nos muestra los desastres consecuentes del trágico hundimiento del Prestige, Gernika nos habla de otro tipo de desastres, los propios de la Guerra Civil Española y del bombardeo del pueblo de Gernika, que Picasso inmortalizó en un cuadro. Ambos desastres, los naturales y los producidos por la guerra, están hoy en auge y por ello mismo gozan de una gran actualidad.

Foto Manuel Silva
Lo que caracteriza estas dos pequeñas puestas en escena es la gran calidad de los elementos que entran en acción, obra de alguien que domina la plástica, como es el propio Kukas, y elaborado con los rigores y el perfeccionismo que siempre ha buscado Isabel Rey como directora. Como ya dijimos en 2023 sobre el Gernika, ‘Más que un Lambre-Lambe al uso, su cajita parece un cuadro animado de tres dimensiones para ser contemplado desde la intimidad del ojo que lo abre al mundo, y en el que belleza y tragedia se unen para denunciar hechos que no hay que olvidar’.
Y lo hace basándose en la plástica del conocido cuadro del Gernika de Picasso, imaginando cómo sería el lugar antes del bombardeo y, tras la hecatombe, a través de una metamorfosis completa del paisaje, verlo tal cómo quedó, siguiendo la guía del conocido cuadro. Mediante movimientos precisos y cuidadosos, unas pequeñas marionetas provistas de mucha gracia y detalle, muy bien animadas por Kukas, nos muestran el antes y el después del funesto ataque.

Foto T.R.
En el caso del accidente del Prestige, Kukas e Isabel han preparado una situación diferente, marítima en este caso, como es el del petrolero que se partió en dos, vertiendo toda su carga frente a las costas gallegas. Un tutilimundi que se estrenó en octubre de 2023 en Pontevedra, a raíz de la exposición Sempre máis. Arte, ecoloxía e protesta na Galiza do Prestige.
En S.O.S., más que explicar un antes y un después, se muestran los dos lados del asunto: el mar con todo lo que sucede en su interior, y la costa, donde los humanos debemos lidiar con el desastre ecológico del chapatote.
Memoria Material, de María Dobronich, de la compañía Diáspora Teatro
De nuevo acudió a la cita del Lambe-Lambe la actriz y titiritera María Dobronich, que ya vimos en la edición de 2022 con la obra Victoria, que entonces presentó tratando la temática de la migración, los recuerdos y la memoria. Una temática que, siguiendo el mismo enunciado del nombre de la compañía, Diáspora, constituye uno de los ejes del trabajo de Dobronich.

María Dobronich con su teatrillo. Foto Manuel Silva
Y mientras en Victoria había el desasosiego de los desarraigos producidos por los viajes obligados y la emigración, en Memoria Material pasa a un nuevo registro, siempre dentro del mundo de la memoria y de los recuerdos, que ya no debemos asociar necesariamente con el dolor y la pérdida. Impera aquí la idea del viaje, y los objetos nos llevan a momentos mágicos o poéticos, a recuerdos o a añoranzas difusas, que exigen una estética apropiada, a modo de un rito visual capaz de trasladarnos a paisajes y panorámicas distintas. Un mundo de pinceladas sensibles, de pequeñas sensualidades que surgen de los objetos cuando estos están presentados bajo ese prisma, con mapas que nos hablan de distancias, del viaje, de caminos y de geografías distintas.

Foto Manuel Silva
Un exquisito trabajo de María Dobronich que gustó mucho a los afortunados espectadores que hicieron la obligada cola ante el visor del Lambe-Lambe.
A Bailarina, de Inés Piñeiro, de Laboratorio de Fantoches
El cuarto lambe-Lambe visto en Rianxo fue el creado por Inés Piñeiro, de la compañía Laboratorio de Fantoches, titulado A Bailarina. La obra, realizada con unas escenografías clásicas parecidas a las usadas por los históricos teatrillos de papel que se hacían en las casas e incluso podían comprarse en las librerías, es en realidad un alegato al valor de la naturaleza frente a las pompas artificiales de los protocolos reales y burgueses. Una obra que va al grano en cuanto al significadlo, con la historia de una bailarina que busca su máxima realización en una corte real. No vamos a indicar el desenlace, para no hacer un flaco favor a la obra a modo de spoiler, solo indicar como el valor de lo natural, y muy especialmente la gran creatividad que muestra el mundo de la vegetación, con sus grandes arquitecturas arbóreas, triunfa sobre la purpurina superficial de los fastos reales del poder.

Inés Piñeiro con su teatrillo. Foto Manuel Silva
Inés Piñeiro mostró un muy buen gusto en sus elaborados paisajes y decorados, que encandiló a niños y mayores.
Alfombra Máxica, de Títeres Babaluva
Mirari Urruzola es la autora e intérprete de esta obra dirigida a bebés, algo que parece imposible y que siempre ha despertado la curiosidad de este cronista: ¿qué puede ofrecer el teatro a unos niños de tan corta edad?
Un tipo de teatro que lógicamente está dirigido no solo a los niños más pequeños, sino también a sus padres o familiares, pues alguien los tiene que acompañar para ir al teatro y durante el tiempo que dura la representación. Y lo que vi en la sala del Auditorio de Rianxo donde se ofreció el espectáculo, me dejó aturdido y desconcertado. De entrada, había sobre todo mamás y bebés, con algunas hermanas de estos y algún padre despistado que más bien intentaba disimular su presencia por los asientos laterales. Porque en seguida me di cuenta de que me encontraba en un lugar donde imperaba lo maternal, lo femenino por antonomasia. Todo en el ambiente rezumaba este espíritu de entrega, de conexión inconsciente y natural entre madres e hijos, de maternidad espontánea, femenina y casi me atrevería a decir ‘mamífera’, en la que los elementos machos de la especie más bien molestaban o sobraban.

Mirari Urruzola en la alfombra. Foto Manuel Silva
La misma intérprete, Mirari Urruzola, emanaba esta especie de entrega indiferente, misteriosa y desconocida por mí, de quién sabe que lo único que debe importarle es que el tiempo y el espacio sean un colchón relleno de suaves plumas, donde el reloj no existe ni aprieta, a pesar de ser muy consciente de que con dos minutos más de sesión, los lloros empezarían a sonar, acuciados los bebés por hambres repentinas.
El mismo escenario era lo que dice el título, una alfombra mágica, en el sentido de establecer una superficie donde andar descalzo y gatear, y en la que había ‘sorpresas’ para los que por allí se arrastraban: cojines de diferentes colores, una especie de setas blandas con las que interactuar, pequeños parches de espuma que escondían inocentes tesoros, huellas de colores para tocar, pisar o saltar.

Foto Manuel Silva
Al principio y durante unos quince minutos, solo actuó en la alfombra la actriz conductora Mirari, casi sin hablar, para mostrar con el ejemplo lo que ofrecía aquel suelo mágico, de vez en cuando acompañada de algunas músicas sutiles, con los cantos de Merran Laginestra que suele acompañar a Mirari en otros espectáculos. Los niños y mamás se sentaron la mayoría en el suelo, todavía no dentro de la alfombra. Hasta que la intervención de Mirari no acabó, no pudieron entrar madres, padres si había alguno, bebés y niños acompañantes, para jugar con lo que encontraban allí, como si estuvieran en uno de esos parques de juegos infantiles pero realizado bajo otros prismas, desde una óptica esencialmente maternal.

En la alfombra. Foto Manuel Silva
Salí de la sala a los pocos minutos, consciente de que seguir allí era invadir una privacidad que me expulsaba, solo apto para quienes respiran y exhalan este espíritu tan intransferible de madres e hijos en su más tierna edad. Creo que los pocos señores que quedaban por allí hicieron lo mismo, ansiosos quizá de volver a respirar los aires viciosos de la masculinidad callejera, con sus bares, sus cañas y sus instintos depredadores.

Foto Manuel Silva
En este espectáculo, los espectadores de verdad no aplauden, todavía no saben de estas cosas, pero lo cierto es que todos los que han participado y jugado en la alfombra mágica, salen del recinto con la cara y el espíritu transfigurados. Una hora de maternidad plena asumida, de reconocimiento mutuo entre sus pares, dejando a los bebés en su autismo primerizo jugar cada uno a lo suyo, mientras las madres socializan en plena libertad y sin testigos abyectos o indecorosos, entre ellas y sus cachorros.
¡Admirable al cien por cien!
Costureiriña Bonita, de A Cova das Letras, con Cristina Collazo
Fue un sumo placer asistir en la Playa de Tanxil al estreno de Costureiriña Bonita, el último trabajo de esta joven y gran actriz gallega que es Cristina Collazo, que ya hemos visto en Rianxo varias veces, siempre dejándonos con la boca abierta, tal es su desparpajo, su dinámica y vigorosa presencia. La vimos en 2002 encarnando a la popular bandolera Pepa A Loba, personaje histórico y legendario, que Cris bordó también en la playa de Tanxil; en 2024 con Chafallas. A vendedora de fume en el Campo de Arriba. Ya entonces presentó un artilugio que funcionaba a modo de Retablo de Actriz, una especie de mueble escenográfico de donde salía todo, a veces funcionando como un teatrillo, o escondiendo misteriosos frascos de donde extraía sus fumes fantásticos.

Cris Collado con la máquina de coser. Foto Manuel Silva
En esta ocasión, Cris Collazo se inventó un nuevo artefacto, maravilloso en todos los sentidos, pues era tanto un depósito de ideas, como una máquina de coser, o una caja de las sorpresas. Y es que la obra, como el mismo título indica, trata sobre una costurera que aprende a serlo ayudada por lo que le enseñó su abuela, y con la ayuda de una gran aguja mágica y de los patrones costureros heredados. Un homenaje, en realidad, a las costureras de los años setenta, cuando todo se hacía a mano y los vestidos se cosían y reparaban en casa, donde una buena mayoría de las mujeres sabían de estas artes.

Foto Manuel Silva
La obra, a pesar del viento que atacó sin tregua la representación, brilló como una de las joyas vistas en el Titiriberia de este año. Cris Collazo demostró ser una actriz de una potencia invencible, sólida y capaz de ponerse al público en el bolsillo con solo cuatro frases, provista de este sexto sentido que tienen algunos actores y actrices mutantes que parecen haber nacido en un escenario.

Foto Manuel Silva
Obra de transformismo continuo, pues cada nuevo vestido es probado por la costurera, con lo que hay una constante transformación del personaje, uno de los objetivos que creo buscó su autora. Objetivo magníficamente logrado, a pesar de la lucha constante que tuvo que hacer con los elementos.

Foto Manuel Silva
Cris Collazo encandiló una vez más a los espectadores, un estreno al que asistió su abuela, persona a la que iba dedicado el espectáculo, un homenaje a la figura tan importante de la costurera en tiempos no tan lejanos y todavía existente en tantos lugares. Costureras o costureros, que hoy en las grandes ciudades debemos buscar en las sastrerías marroquís, indias, chinas o pakistanís, donde se encuentran maestros del corte y la confección, como es mi caso, que acudo a un sastre de más de cinco generaciones de Lahore, Pakistán, instalado en el centro de Barcelona.
Bonecos, de la cía. Red Cloud Marionetas
He aquí uno de los espectáculos más esperados no solo por la valía de quien es su principal cara visible Sara Henriques, maestra del Dom Roberto que actuó días antes con su O Castelo dos Fantasmas (ver aquí), sino también porque estaba dirigido por el gran actor, contador y director teatral gallego Quico Cadaval, persona tan querida como respetada en su tierra.
Dice el programa de mano:
Hace muchos años, cuando los animales vivían juntos en la misma aldea, muchos se disfrazaban de humanos para escapar de los cazadores, y algunos humanos se transformaban en animales para esconderse de otros depredadores, como los lobos, y así atacar mejor a sus presas. Incluso hoy, se necesita mucha atención para distinguir si el zorro que tenemos delante es en realidad un zorro o una persona disfrazada de zorro. ¡O incluso un zorro disfrazado de persona!

Sara Henriques en una de sus transformaciones. Foto Manuel Silva
Una obra de constantes transformaciones y de una ambigüedad radicalmente consubstancial entre humanos y animales, como es propio de las sociedades animistas, en este caso africanas. Tres cuentos, los que nos cuenta Red Cloud, a través del impecable trabajo de Sara Henriques, una titiritera actriz que brilla en el escenario con su presencia y su elegante dicción. Una obra de enorme complejidad que se ha querido explicar a través de una superposición de distintos registros -escenas de figuras pequeñas que vemos aumentadas mediante el vídeo en directo, proyectadas en una pantalla grande situada en otra parte del escenario, escenas de máscaras y muñecos grandes de medida humana, de títeres de tamaño mediano, y escenas de superposición del vídeo más sombras realizadas también en directo-. De hecho, todo nace y termina en el escenario pequeño, de donde emanan los personajes y las distintas historias y los demás registros.

Foto Manuel Silva
No era nada fácil combinar una tal variedad de registros, solo con Sara como actriz y titiritera, y una segunda actriz en el papel de ayudante que interpreta el rol de una especie de duende que surge cuando se lo necesita.
Sin duda hay que buscar la clave del asunto en el trabajo realizado por el potente equipo artístico compuesto por Sara Henriques, Rui Rodríguez, escultor y tallista de todos los títeres de la obra, Jorge Louraço Figueira, autor del texto, y la dirección de Quico Cadaval, experto en eso de contar cuentos e historias. Todo ello explica que estos diferentes registros hayan fluido entre sí como la seda, pasando de una escena a otra sin ninguna rotura, y de una historia a la otra casi sin darte cuenta.

Foto Manuel Silva
La realización plástica de Rui Rodríguez es preciosa, inspirada directamente en el arte africano, con sus máscaras y sus marionetas de grandes tamaños, y con una interpretación potentísima de Sara Henriques, capaz de ponerse en la piel de todos los personajes, sean humanos o animales.

Foto Manuel Silva
La obra, presentada en el escenario del Auditorio de Rianxo, gustó mucho al público mayormente titiritero que acudió a la cita. La lengua portuguesa usada en el espectáculo no fue ninguna barrera para los gallego hablantes, algo que siempre envidiaré a los nacidos en Galicia. Los que no lo éramos, a pesar de entender bien el portugués como es mi caso, tuvimos algunas dificultades de comprensión pero que tampoco fueron tan importantes, teniendo en cuenta el peso de los registros plásticos de la obra.

Foto Manuel Silva
Un éxito rotundo de esta colaboración galaicoportuguesa de una compañía que no se resigna a lo trillado, sino que busca más allá de lo que mandan las tradiciones, sin romper con los potentes hilos que nos unen a ellas.
Brujas y Brujerías de Toti Martínez de Lecea
He aquí un espectáculo que sin serlo -en realidad, habría que definirlo como un concierto recital en el que la palabra y la música dialogaban entre sí- lo fue sin duda, por el arrojo y la energía mostrados por sus intérpretes: los músicos Edurne Zabalo con el clarinete y Gorka Hermosa con el acordeón y la contadora, escritora, novelista, actriz, titiritera (de la antigua cía. Kukubitxo de Euskadi), investigadora de las cosas sabidas pero ocultas Toti Martínez de Lecea.

Edurne Zabalo, Gorka Hermosa y Toti Martínez de Lecea. Foto Manuel Silva
¡Menudo temple y bravura la de estos tres artistas, que galvanizaron nada más sonar los compases iniciales y oír las primeras palabras, al público del Festival Titiriberia! Lástima la dispersión de los asientos y la lejanía en que estaban situadas las sillas, ante una sesión que tenía más de ceremonial y de rito que de espectáculo propiamente dicho. Pero aún así, los presentes nos quedamos fascinados escuchando la ferocidad de los diabólicos ritmos de una tal embriagadora música, más la arrolladora parla de Toti Martínez de Lecea, que nos situó con descarnada crudeza ante las históricas realidades relativas a brujas y brujerías, sin dejar títere con cabeza. Toti es de estas personas que no comulga con las mistificaciones sensibleras de los new-age brujeriles, sino que dice las cosas por su nombre real y verdadero, que no siempre coincide con las convenciones asumidas por la estupidez humana.

Foto Manuel Silva
Fue un verdadero ceremonial de la desmitificación más cruda y visceral que jamás haya oído de boca humana, a cargo de alguien poseída por una energía arrolladora, que podía con propios y extraños, cortando el bacalao por donde había que cortarlo, cortando la música si se le había olvidado algún punto importante, y despreciando con elegancia y suma educación al público adormecido que asistía de lejos indiferente al chorro de arte y de pasión que salía del escenario.

Foto Manuel Silva
Finalmente comprendí que tan importante era el contenido de lo que se hablaba como el modo de decirlo, como si la boca de Toti fuera un instrumento más que subía y bajaba por la escala de las emociones y de las energías ocultas, dialogando directamente con estos otros dos chorros de pasión ritmada de Gorka Hermosa y Edurne Zabalo. Parecían tres seres surgidos de las nieblas montañosas del País Vasco, donde al parecer había tantas brujas, lo que, en palabras de Toti, significa mujeres potentes y sabias que bebían de las energías milenarias de los conocimientos propios de la tradición oral respecto a la tierra y la naturaleza, sustituyendo a los médicos que entonces no había pero que tanto se necesitaban. Energías que siguen vigentes y hoy parcialmente desmitificadas y más o menos a salvo de los inquisidores religiosos o laicos, esos que siguen empeñados en reprimir lo que brota en libertad y a los que dicen las verdades de verdad, esas que no se predican, sino que se tienen o no se tienen, y se callan.

Foto Manuel Silva
Un verdadero festín de música y palabras de tres grandes artistas aunados en el placer de hablar y de hacer sonar sus instrumentos. Un lujo para el público de Rianxo.