(Ero Vázquez e Isa García flanqueados por Pituquito y Pituquita, más el Demonio. Foto Manuel Silva)

Lo bueno de un festival como Titiriberia es que además de programar espectáculos, ofrece la posibilidad de instruirse y de conocer en profundidad algunas de las materias que conciernen a esta modalidad teatral: encuentros académicos o profesionales, cursos especializados, charlas temáticas u homenajes i ofrendas a personas relevantes del presente o del pasado.

En esta crónica hablaremos de algunas de estas actividades complementarias que dan al Festival un enorme valor añadido, algunas veces de tipo simbólico e histórico, y otras de una tremenda utilidad práctica. Nos referimos al curso dado por Santi Prego sobre Dramaturgia de la Farsa; a la ofrenda realizada a Rafael Dieste en el Camposanto de Rianxo donde está enterrado; o a las pesquisas presentadas por Anxo García y Comba Campoy sobre la tradicional usanza que tenían los ciegos de explicar historias acompañándose de títeres, muñecos o imágenes. Asuntos aparentemente solo de interés histórico, pero muy presentes y activos en la práctica titiritera actual.

Hablaremos también de algunos espectáculos, como el Pituquito Literal de la cía. Trécola, o el Barriga Verde de Larraitz Urruzola, ejemplos ambos de farsas teatrales en su modalidad titiritera.

Dramaturgia de la Farsa, curso de Santi Prego

Este cronista tuvo la suerte de asistir al primer día del curso que ofreció el actor, titiritero y profesor Santi Prego sobre la Farsa, un modelo dramatúrgico que, como es bien sabido, se ha aplicado de mil maneras diferentes a lo largo de la historia del teatro. Nos habló de la farsa medieval, especialmente de la nacida en Francia en el medioevo, a pesar de que sus raíces en Occidente se pueden ya encontrar en la antigüedad, como explicó Prego, en las obras de Aristófanes, de Plauto, por no hablar de las farsas atelanas que se representaban en la zona de Nápoles en época romana. En España, la encontramos en los pasos, entremeses y sainetes ya desde la Edad Media.

Santi Prego y su doble. Foto Manuel Silva

Dice Santi Prego:

La farsa es un género: carnavalesco y subversivo, de origen medieval, representado por personajes populares típicos y con un humor grotesco.

La farsa NO es un género: Hay autores que niegan que la farsa sea realmente un género y afirman que es más bien un tratamiento o fórmula aplicable a cualquier género. Es decir, que cualquier pieza teatral o performativa puede convertirse en farsa: una tragedia, una obra de teatro, una comedia costumbrista, etc.

Foto Manuel Silva

Una bonita ambivalencia que dice mucho sobre la riqueza y la complejidad del tema. Precisa a continuación Prego:

La farsa, como género, es comedia y, por lo tanto, exige una dinámica basada en el ritmo. Sin embargo, la comedia a veces apela al juego intelectual, mientras que la farsa siempre es explícita y corporal. La farsa nunca es sentimental ni psicológica.

También exige un tono extravagante, absurdo y, en ocasiones, agresivo y/o erótico.

En el canon de la farsa medieval, el reparto es reducido: tres o cuatro personajes de un estrato social definido. Además, su duración es corta.

Marián González, titiritera y alumna del curso, con un títere. Foto Manuel Silva

Quién esté interesado en profundizar sobre esta temática, puede entrar en la página web del profesor Prego, donde ofrece libremente sus investigaciones sobre el tema (clicar aquí)

En el curso obtuvimos una rica panorámica de esta modalidad teatral que, tal como se nos indicó, se encuentra en todas las tradiciones teatrales del mundo, desde el teatro tradicional japonés (en los entremeses o pequeños interludios del Teatro Noh, por ejemplo), de Indonesia, de la China, etc.

Carnaval en Roma (detalle). Óleo de Johannes Lingelbach, c. 1650/1651. Imagen extraída de Wikipedia. Johannes Lingelbach – Fotografía propia

En la tradición occidental, cuajó en la llamada Comedia del Arte, que de Italia pasó a todo el continente, y que encontramos también en los diferentes teatros de títeres populares.

Pero no solo de teoría iba el curso, también hubo práctica con algunas técnicas básicas que pudimos aplicar en los ejercicios propuestos.

Murga de carnaval en la ciudad bonaerense de Junín, 1916. Imagen extraída de Wikipedia

Quien quiera iniciarse en estos quehaceres teatrales, no tendrá más remedio que acudir a quienes lo enseñan, entre cuyos especialistas destaca el actor y profesor Santi Prego, maestro adecuadísimo para este menester, como pudimos comprobar sus afortunados alumnos.

Ofrenda a Rafael Dieste

Viene a ser ya una costumbre del Titiriberia hacer una ofrenda al lugar donde está enterrado el gran escritor y titiritero gallego Rafael Dieste (1899-1981) nacido en Rianxo, una modesta tumba situada en el Camposanto de la ciudad. Allí reposa bajo el nicho de su mujer Carmen Muñoz Manzano.

Campo Santo de Rianxo. Foto T.R.

Se inició esta costumbre en el Titiriberia del año 2023 (ver aquí) cuando acudieron los titiriteros Anxo García, encargado de pronunciar las palabras de homenaje, Borja Insua, Santi Ortega y quien escribe estas líneas, además de los académicos a su derecha, Uxío Otero Urtaza y su mujer Ana Rodríguez Eyré.

El ramillete de la ofrenda. Foto T.R.

En esta ocasión ofició el actor Marcelino de Santiago ‘Kukas’ y puso el ramillete de la ofrenda Anxo García.

Anxo García y Marcelino de Santiago Kukas preparando la ofrenda y el parlamento. Foto T.R.

Tal como suele hacerse cada año, en vez de flores, la ofrenda consistió en un ramillete de varios palitos de madera coronados con la imagen de los personajes que Dieste tanto amó y de los que habló en sus obras y estudios: Barriga Verde, Peito de Lobo, Lupiña, Demo, Urco…

El nicho de Rafael Dieste. Foto T.R.

He aquí la foto de familia de la ofrenda.

Foto de familia de los asistentes. Foto Antonio

Charla de Anxo García y Comba Campoy sobre ‘O Cego dos Monifates’

Quisieron averiguar ambos indagadores qué es lo que se sabe sobre estos pregoneros itinerantes de historias, generalmente ciegos, que recorrían los caminos de Galicia y se servían de cartelones, aleluyas, títeres, siluetas, una zanfoña o simplemente una guitarra. Narradores que en el pasado sustituían la falta de medios de comunicación para dar a conocer las noticias más interesantes y populares del momento, que por regla general eran historias de crímenes descomunales o muy corrientes pero tratados con palabras y epítetos desorbitados. Los bululús, maltranas, los cegos dos monifates, y toda la llamada Literatura de Cordel.

Hicieron mención ambos estudiosos del gran trabajo efectuado por el profesor Julio González Montañés sobre los orígenes el teatro en Galicia, cuyas pesquisas pueden consultarse en su blog Teatro y Espectáculos Públicos en Galicia (clicar aquí). En dicho blog hay muchas referencias a las distintas modalidades teatrales del Medioevo, con capítulos muy completos dedicados a los títeres, autómatas, volatines, distintas formas del teatro religioso, etc.

Como explicaron Anxo y Comba, no son muchos los testimonios de estas prácticas parateatrales de la calle, aunque, a decir verdad, las imágenes mostradas durante la sesión abrieron los ojos a los presentes sobre cómo ejercían sus funciones tales titiriteros ambulantes. Imágenes que ambos indagadores han ido recopilando a lo largo de sus estudios y que se incrementaron en vistas a esta presentación.

Presentamos aquí algunas de las imágenes mostradas por Anxo y Comba, tal como se mostraron en Rianxo, gentilmente cedidas por sus recopiladores:

Cómo dice la Wikipedia sobre el tema: Los ‘pliegos de cordel’,​ hermanos de los romances y las coplas de ciegos, están escritos con tópicas rimas romanceadas y en muchas ocasiones ilustrados con xilografías. Las estrofas más comunes son de dos, seis o diez versos, que eran recitados o cantados por los vendedores en las plazas de las ferias, de villa en villa. Acompañados en ocasiones de instrumentos como la zanfona, el violín, la vihuela o pequeños acordeones, sus representantes solían ser mendigos invidentes.

Pituquito Literal, de Trécola

Fue una sorpresa y un placer ver de nuevo a Pituquito en acción, este personaje creado por Ero Vázquez Cabrera que se presentó el año pasado en su primera historia dirigida por Isa García Coldeira, la otra componente de la compañía Trécola. En esta ocasión, fueron ambos los titiriteros dentro del retablo sirviendo la función, y hay que decir que entusiasmaron al público mixto, grandes y pequeños, que acudieron al magnífico Parque de Santa Lucía, en la parroquia de Asados de Rianxo, junto a un elegante ‘palco de música’..

Palco de música en el Parque de Santa Lucía, en la parroquia de Asados de Rianxo. Foto T.R.

Comba Campy presenta a la compañía. Foto Manuel Silva

Pituquito es el héroe polichinesco que creó Ero Vázquez buscando a un prototipo que le permitiera entrar en la pléyade de los titiriteros de oficio y cachiporra. Y debemos decir que en este nuevo espectáculo mostró el personaje todo su potencial, perfilando Ero con mano segura y verbo afilado su bizarro carácter: un joven todavía en los lindes de la adolescencia que habla el lenguaje propio de los de su edad cuando estos crecen y aprenden en la calle, usando una lengua popular de rústica simpleza pero que paradójicamente ilustra la gran riqueza del gallego, capaz de subir y bajar sin problemas por la escala social, sin que títeres y titiritero se despeinen en esta labor.

Los de TRécola en acción. Foto Manuel Silva

Un verbo, el de Pituquito, que termina todas sus frases con el popular bro, esa coletillausada con tanta frecuencia por los jóvenes de hoy para establecer sus lazos de empatía y complicidad. Lo bueno del héroe de Trécola es que lo utiliza tanto para dirigirse al señor Millonetis, uno de los personajes principales de sus historias, viejo hombre de negocios sin alma alguna, al guardia de turno, a la mismísima Muerte, o a su querida Pituquita, con la que mantiene lazos amorosos de una tipología muy sui generis.

El Millonetis y Pituquito. Foto Manuel Silva

Ero Vázquez e Isa García mostraron los dos un pleno dominio en el manejo de los títeres y en la soltura y riqueza de la voz, algo indispensable para este tipo de teatro. Consiguieron con ello atrapar la atención de niños y mayores: los primeros inmersos en los juegos y los disparates de todos sus personajes, buenos y malos, con el gancho de la lengua que era como si los títeres se metieran en sus propias cabezas, tal era su cercanía con ellos, y los mayores deslumbrados por la gracia del lenguaje, y por el desparpajo descarado de los personajes y sus acciones, un teatro del absurdo basado en la farsa más elemental y, por ello mismo, tan funcional.

Ero con dos títeres. Foto Manuel Silva

Tres historias que seguramente van a convertirse en clásicas del personaje y de Trécola: la del Millonetis que solo persigue enriquecerse sea como sea, inspirado en un modelo real de los que tanto existen en el mundo; el número del Barbero que se escapa de las típicas rutinas del Dom Roberto y se acerca más a los personajes de las óperas de Mozart o de Rossini; mientras la tercera historia se centra en presentar a la enamorada de Pituquito, la llamada Pituquita, con unas curiosas relaciones adolescentes muy en consonancia con sus formas desenvueltas en el hablar.

El Barbero. Foto Manuel Silva

El título, con el adjetivo Literal acompañando al nombre del héroe, nos indica ya que estamos plenamente instalados en los registros del habla popular más elemental y literal, base principal del nuevo estilo cachiporrero creado por los Trécola, una innovación que se sitúa ya en una clara visión de futuro de este tipo de teatro. Un logro inmenso logrado por Ero Vázquez e Isa García.

Pituquito y Pituquita. Foto Manuel Silva

Doña Barriga Verde, de Larraitz Urruzola

Ya hemos hablado en otras ocasiones de la feliz creación realizada por Larraitz Urruzola con la colaboración de Santi Prego, de un Barriga Verde convertido en mujer, es decir, en Dona Barriga Verde, poniendo del revés algunos de los tópicos machistas del personaje y dibujando a una heroína polichinesca peleona y pendenciera, que se ha tomado muy en serio eso de poner a raya a maridos, amantes y a cuántos otros pantalones se le crucen por el camino.

Larraitz Urruzola presenta el espectáculo. Foto Manuel Silva

Una obra que es a la vez farsa titiritera y manifiesto feminista, pues no hay artimaña que se le escape a la sagaz Dona Barriga Verde, mujer que gusta de la vida y de los hombres, solo desde posiciones libertarias y emancipadas. Lo que hace las delicias del público femenino, y sin duda causa desconcierto en las mentalidades más cerriles de los especímenes machos.

Roberto, el marido de Dona Barriga Verde. Foto Manuel Silva

Pero mientras se va desplegando esta inversión de los valores, la obra muestra buena parte del repertorio de los títeres populares, con números clásicos como el del Baby, cuyos lloros acaban con la paciencia de la fiera madama, homenaje al Punch and Judy más ortodoxo, o la pelea con la Muerte, que acaba colgada y burlada como manda la tradición, la pendencia con el Dragón que sale de los infiernos, o el mismísimo Demonio, con quién se bate, aquí sí, como Dios manda, con la cachiporra bien afilada.

Barriga Verde con Roberto. Foto Manuel Silva

El estilo de Larraitz es enérgico, en la línea de los Professors of Punch and Judy más expeditivos, de los que van al grano sin dejarse amilanar por nada ni nadie. Su estilo farsesco encaja en cierto modo con la fresca farsa moralizante del medioevo, al proponer códigos nuevos de conducta, diferentes si no opuestos a los que predicaba en aquel entonces la Iglesia, por supuesto.

Pelea con el Dragón o Cocodrilo. Foto Manuel Silva

Destaca la preciosa factura de los muñecos y del mismo retablo, de tonos clásicos y populares, manifestando el deseo de la titiritera de situar a su heroína en el palmarés de los polichinelas europeos de toda la vida. Algo que ambas mujeres persiguen con ahínco y porfía, mientras van afinando práctica y contenidos a través del contacto con el público que el teatro de títeres popular exige.

Con la Muerte. Foto Manuel Silva

Que a Larraitz Urruzola, que lleva a cuestas la responsabilidad de la producción del festival Titiriberia, le sobren energías para colgar el hábito de la gestión y vestir las tremendas galas titiriteras que Dona Barriga Verde exige, nos indica el enorme empeño de su vocación titiritera: solo sacando de la maleta a esta especie de doble suyo oculto para ponerla en solfa en el retablo correspondiente, solo a través de estos ardides renacen las energías que requiere organizar un festival de semejante complejidad. ¿Acaso no es esta la función de estos héroes polichinescos, revitalizar a sus servidores ocultos, a través de una energía que extraen de las arcaicas tradiciones milenarias? La misma asociación Morreu o Demo, ¿no extrae acaso su razón de ser y su vitalidad del personaje al que sirven, Barriga Verde?

Tras la función. Foto Manuel Silva

Una Dona Barriga Verde de la que sin duda oiremos hablar.

Larraitz con Dona Barriga Verde. Foto Manuel Silva