Desde su petrificación más absoluta, la taxidermia puede transmitir una teatralidad inquietante… Foto: Wikipedia
Los diccionarios nos informan que la taxidermia es el arte de disecar animales muertos para que adquieran apariencia de vivos.
El arte de los títeres, las marionetas, el teatro de sombras y el teatro de objetos consiste en dotar de vida a figuras corpóreas, cartulinas o láminas planas y utensilios diversos que previamente permanecen “muertos”.

Títere con apariencia animal, entre monstruo y mitológico Unicornio, a la espera de ser introducido en una mano humana y adquirir gesto y movimiento. Creación de Ezequiel Vigués “Didó”: Foto: MAE Museo de las Artes Escénicas-Instituto del Teatro de Barcelona.
En las “Memorias de Adriano” de Marguerite Youcernar, encontramos esta frase: “Las grandes actitudes de las estatúas me han servido para entender y apreciar el valor de la gestualidad”
El prestigioso director de teatro belga Jan Lauwers, en ocasiones utiliza para la puesta en escena de sus espectáculos (compartiendo espacio con actores y actrices) animales disecados por las hábiles manos de un taxidermista.

Espectáculo “Billy’s Violence” de la compañía NeedCompany. Dirección Jan Lauwers. Foto: TeatroMadrid
En la puesta en escena de la ópera “Moses und Aron”, de Arnold Schönberg, el siempre espectacular director italiano Romeo Castellucci incorporaba un buey vivo de 1500 kilos, pero adiestrado de tal forma que su estatismo absoluto en el centro del escenario, hacía pensar en un buey de Taxidermia.

La realidad animal, confundible con el arte de la Taxidermia en el creativo y sorprendente teatro de Romeo Castellucci. Foto: Ópera de París.
Los colectivos animalistas se alzaron en protesta, denunciando que la total y sorprendente congelación del animal, obedecía a haberle sido suministrada una inaceptable sedación… El que aquí escribe, prescinde de opinar hoy, sobre aquella pretérita polémica animalista del buey supuestamente “drogado”, pero manifiesta que tanto por el bien del animal, como por el de la ficción escénica, habría sido preferible que el espectáculo optase por un buey muerto, sometido al proceso vivificante y teatral de la Taxidermia.
En los contestatarios años 60 i 70 del pasado siglo, la mundialmente famosa, iconoclasta y lúdica compañía de Le Grand Magic Circus, dirigida por el genial Jerome Savary, tenía por costumbre incluir en la mayoría de sus espectáculos alguna escena con personajes de animales que podían tener procedencia escenográfica o bien ser una hibridación entre escenografía i taxidermia.
La compañía los presentaba como: “Los animales tristes de Le Grand Magic Circus” y la siguiente imagen nos proporciona un ejemplo inhabitual de taxidermia en movimiento.

Escena circense-animalista de Le Grand Magic Circus, con dos realistas cabezas de cebra proporcionadas por la taxidermia. Foto: Wikipedia
Actualmente, las prácticas taxidermistas se contemplan con desconfianza al ser asociadas (sin hacer distinción y generalizando en exceso) con una taxidermia destinada a satisfacer la vanidad delincuencial de algunos cazadores deseosos de exhibir en el salón de su casa, los trofeos de animales cazados furtivamente, infringiendo los períodos de veda o la protección de determinadas especies. Los taxidermistas que asumen este tipo de prácticas merecen ser censurados, pero no representan a toda la taxidermia.

En el taller, el trabajo de construcción que ejecuta el taxidermista guarda similitudes con el realizado por un constructor de títeres o marionetas. Foto: Wikipedia
Rastreando pacientemente bibliografía teatral y circense se encuentran algunas referencias del español Félix Malleu. En sus inicios profesionales (ubicados en el siglo XIX) ejerce como intrépido domador de fieras, con suficiente coraje para encerrarse en una jaula en compañía de osos y leones. Sus arriesgados números congregan públicos multitudinarios que aplauden entusiasmados. En 1892, coincidiendo con las festividades navideñas, actúa en Barcelona.
En una segunda etapa profesional, sorprendentemente, abandona las peligrosas fieras para hacerse titiritero. Vive un primer período de éxito y ya en su ancianidad, otro de decadencia y pobreza, convertido en titiritero ambulante por las calles de Madrid.
Actúa a menudo en el Paseo de Rosales y en el parque del Retiro. Parece ser (no existe documento gráfico que lo acredite) que sus desvencijados títeres de madera y cartón piedra compartían vetusto escenario con descascarilladas muñecas de porcelana y con algunos pequeños y polvorientos animales disecados.

Félix Malleu. Afamado domador de fieras y posteriormente artista titiritero de irregular trayectoria. Foto: Fantoche nº2. Octubre 2008
A lo largo del siglo XIX, las prácticas taxidermistas despiertan una amplia curiosidad. Su quietismo fascina y en parte se asemeja a la atracción que generan las figuras expuestas en los museos de cera. La taxidermia, crece y se instaura.
Si establecemos una comparativa a partir del hieratismo que en primera instancia a todos ellos les es común, podemos afirmar que la taxidermia y las figuras de cera adquieren su indudable poder comunicativo desde la permanencia en su inmovilismo. Por el contrario, muñecos autómatas, muñecos de ventriloquia, títeres y marionetas multiplican su extraordinario poder de comunicación cuando abandonan su previa actitud inerte.

La ópera de Jaccques Offenbach “Los cuentos de Hoffman” interpretada por las marionetas de la compañía Marionettentheater. Foto: Salzburger Marionettentheater
El protagonismo que presenta el argumento de “Los cuentos de Hoffmann” se deposita en Olympia, un personaje femenino que no es de carne y hueso, no se trata de una persona, sino de una muñeca que cobra vida.
En el caso de una puesta en escena interpretada por marionetas, (como la de Marionettentheater) estamos ante el doble juego de una muñeca movida por hilos, interpretando a otra muñeca que cobra vida adquiriendo gesto, movimiento y voz de soprano.

En un escenario de títeres o de teatro de objetos, este mochuelo resucitado por el arte de la taxidermia perfectamente podría encarnar un personaje intelectual, que desde la atalaya cultural de los libros, observa con mirada severa la ignorancia que le rodea. Foto: Wikipedia.
En la Inglaterra de la época Victoriana, muchas familias acomodadas deciden (recurriendo a la taxidermia) convertir la dolorosa defunción de sus animales de compañía en un recuerdo permanente. O sencillamente, adquieren un animal disecado como elemento ornamental de sus salones. Con preferencia: las especies exóticas…
El movimiento animalista tardará años en hacerse notar, las leyes para la protección de los animales aún no se han implantado, de modo que tener en casa la cabeza disecada de un tigre, con la piel del resto del cuerpo sobre el suelo a modo de confortable alfombra, se convierte en una moda decorativa. Quien dice un tigre, dice un león, o un oso, o un etc.
La misma reina Victoria, adquiere, suministradas por el prestigioso taxidermista James Gardner, diversas taxidermias destinadas adornar las amplias dependencias del palacio de Buckingham.

A pesar de su presencia agigantada, la expresividad de este oso, (petrificada por la taxidermia) no parece beligerante. Instalada en un escenario, nos remitiría a un personaje portador de buenas intenciones, para nada peligroso. Foto: Wikipedia
Una época victoriana y una Inglaterra donde la caza se ha convertido en una gran afición. Son muchos los cazadores no furtivos, es decir legales, que desean tener colgada en la pared de su casa, la cabeza del ciervo o del jabalí que han abatido y así poder presumir y dejar constancia de su destreza empuñando la escopeta.
Destacables los taxidermistas James Gardner, padre e hijo. El padre (1802-1873) mostró una selección de sus animales disecados en la Exposición Universal de Londres del año 1851. La familia regentó diversos establecimientos de exhibición y venta de taxidermia. El padre, escribió con propósitos divulgativos y pedagógicos el libro: “Taxidermy Made Easy”, del cual (gracias al éxito obtenido) se publicaron hasta cuatro ediciones. La última, a cargo de su hijo James Gardner Junior.
El siglo XIX avanza con sus días, semanas y meses y un sector social que reclama asiduamente las prestaciones de la taxidermia, es el de los coleccionistas. Esas peculiares personas obsesionadas por poseer cuantos más animales disecados mejor.
En menor grado, el mundo del espectáculo también recurre a la taxidermia cuando necesita incorporar animales estáticos a sus escenografías.

Con su libro: “El origen de las especies”, Charles Darwin (1809-1882) revoluciona el panorama científico al introducir la idea de una evolución biológica natural, que desestabiliza las creencias bíblicas consideradas en aquel tiempo como sagradas e incuestionables. Foto: Wikipedia.
La taxidermia asume nuevas funciones cuando los descubrimientos e investigaciones del naturalista Charles Darwin (1809-1882) fomentan las ciencias naturales y la puesta en marcha de museos dedicados a divulgarlas. De inmediato, el trabajo de los taxidermistas adquiere una importancia considerable y los animales disecados se convierten en una herramienta cultural y pedagógica. Las vitrinas de los museos se llenan de animales muertos con apariencia de vivos.
Así, pues, la técnica taxidermista se desarrollaba en dos vertientes: una, del todo aplaudible, puesta al servicio de la ciencia naturalista. La otra, más gratuita y prescindible, se dedicaba a disecar animales para convertirlos en objetos decorativos.

Taxidermia operada sobre un grupo de lobos exhibidos con intención pedagógica y rodeados por una cierta escenografía. Foto: Wikipedia
De los animales disecados por la taxidermia se utiliza principalmente la envoltura externa de la piel, sometida a procesos químicos para garantizar su conservación. En los inicios, entre otros productos podía utilizarse el jabón arsenical (peligroso por sus emanaciones tóxicas) y el licor balsámico especial.
Para configurar la estructura de lo que vendría a ser el esqueleto o armadura se utilizaban materiales rígidos o flexibles diversos: madera, metal, alambre, mimbre, etc. Materiales coincidentes con los utilizados para la construcción de títeres y marionetas.
También diversos los materiales del relleno interno: arena fina, serrín, estopa, algodón, crines, paja, virutas de madera, fibras vegetales, etc.
Y la forma corpórea sobre la que descansa la piel, podía entonces y puede ahora, recurrir a modelados de yeso, arcilla, cartón piedra, papel maché, resina, etc. Materiales también adecuados para dar forma a títeres y marionetas.

La fauna taxidermista de los felinos, expuesta en un museo o en un escenario, puede adquirir una presencia intimidatoria. Para gente demasiado impresionable: ¡maléfica! Foto: Wikipedia
La ficción truculenta, principalmente la cinematográfica, ha convertido al felino pantera negra, casi en demoníaco…
Mientras este artículo continúa asentado en el siglo XIX, en España, también en un contexto familiar, nos encontramos con la actividad del taxidermista José Mª Benedito Mendoza, que accedió al importante cargo de Preparador del Departamento de Historia Natural de la Universidad de Valencia.
El oficio de este destacado taxidermista se prolonga (ya entrados en el siglo XX) en la figura de sus dos hijos José Mª Benedito Vives y Luis Benedito Vives.
En el año 1913, el duque de Alba Jacobo Stuart-Fitz-James Falcó, caza un elefante africano en tierras del Sudán. Los colmillos de apreciado marfil se los adjudica. El voluminoso resto del paquidermo lo cede a la ciencia museística.

Ejemplar de elefante africano, poseedor de un volumen corpóreo capaz de llenar todo un escenario. Donado por el duque de Alba al Museo de Ciencias Naturales de Madrid y perpetuado por el excelente oficio taxidermista de Luis Benedito Vives. Foto: GoogleArts & Culture

Interior de la bien provista tienda del taxidermista de la Plaza Real de Barcelona. En primer término a la izquierda, un impresionante pariente de King Kong. Foto: Bioexplora
A lo largo del siglo XX, en una Barcelona aún no invadida por la masificación turística, concretamente en la populosa Plaza Real, se localizaba una tienda de taxidermia que sorprendía a los paseantes con la nutrida y variada fauna que exhibían sus escaparates. En la entrada, un cartel anunciando: “Museo Pedagógico de Ciencias Naturales.”

Lluís Soler Pujol, el famoso taxidermista de la Plaza Real, fue discípulo aventajado del no menos famoso taxidermista Francesc Darder. Foto: Bioexplora
La tienda del taxidermista ya no existe…, pero continúa ocupando un lugar en la memoria de muchos barceloneses que, con pesar, han visto desaparecer un buen número de establecimientos tradicionales y emblemáticos, condenados a ceder su lugar histórico y ciudadano a vulgares tiendas de “souvenirs” o de “burger-hotdogs”.
El documentadísimo periodista y cronista de la ciudad: Lluís Permanyer, en más de una ocasión ha alertado sobre una Barcelona demasiado ausente o indiferente en cuanto a preservar el patrimonio urbano.
En el inicio de este artículo he dejado constancia de como en determinados espectáculos, el teatro puede servirse de la taxidermia. El pintor surrealista Salvador Dalí, proclive a dotar de imaginativa teatralidad su museo, sus performance, presentaciones, inauguraciones, conferencias y actos varios, en alguna ocasión recurrió a la taxidermia…

Este magnífico caballo blanco, a pesar del estatismo que le confiere la taxidermia, “se esmera en subir las escaleras” del Hotel Ritz de Barcelona, camino de la suite ocupada por el genial Dalí. Foto: Archivo Fotográfico de Barcelona
La funcionalidad cultural y pedagógica atribuible a la taxidermia continúa a día de hoy, aumentando (con más o menos incidencia) los fondos de museos de ciencias e historia natural esparcidos por el mundo. Y dotando cuando artísticamente es requerida, alguna determinada escena de algún determinado espectáculo.

En la imagen, el taxidermista Diego Jara, adjunto al Museo Nacional de Historia Natural de Chile, imparte pedagogía instruyendo a un grupo de visitantes. Foto: Wikipedia
Con una intención pedagógica distinta y al mismo tiempo similar a la de Diego Jara, muchas compañías de títeres muestran al público (una vez concluida la representación) la cara oculta del espectáculo, les descubren las particularidades de construcción, caracterización y manipulación de cada uno de los títeres.

Al finalizar la representación de su conferencia-espectáculo:” El titiritero, la sombra y el doble”, Toni Rumbau muestra al público todos y cada uno de los secretos de su arte. Foto: T.R.
Concluyo este artículo con la interesante y sugestiva teatralidad que nos proporciona (sin ocultar la trampa al público) la falsa taxidermia de un animal inexistente, del todo inventado: Nandertalensis.
Imitando la apariencia verista de la taxidermia, “Nandertalensis” es una creación plástico-escultórica de los artistas Joan Fontcuberta y Pere Formiguera, que ha sido exhibida en distintas exposiciones, siempre presentada en una vitrina escenográfica que recrea la estética taxidermista.

La fascinante, teatral e imposible taxidermia de: “Nandertalensis”. Exposición Figuras del Desdoblamiento, Arts Santa Mónica 2015. Fondo: MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona). Foto: T.R.