(Toni Rumbau. Foto de Iñigo Royo)

Ha sido una sorpresa y una gozada ver este último trabajo de Toni Rumbau en un marco, el festival IF Barcelona, que por lo visto inventó él mismo en el año 2015. Pensaba que este viejo banderillero de los títeres al que voy siguiendo desde hace años se había retirado del ruedo escénico, y he aquí que de pronto reaparece con una conferencia que se proclama también espectáculo y que tiene su punto de mira en lo que es su propia profesión: la de titiritero. 

Foto de Iñigo Royo

Lo hace en conjunción con Eudald Farré, reconocido titiritero de Valls que cumple funciones de director y de co-actuante, inteligente decisión del autor para asegurarse, tras unos años de abandono de las tablas, el rigor de un savoir faire digno y razonable. Para la escenografía, ha recurrido a otro valor seguro, el de José Menchero, al que recordamos en las varias aventuras operísticas de Toni. Magníficas las siluetas y las imágenes creadas para las sombras, a cargo de Clementina Kura Kura. Y no podemos dejar de mencionar a la música, a cargo del compositor Octavi Rumbau, presente en las escenas de sombras, que ha sabido construir unos espacios sonoros sutiles y a la vez contundentes, otorgando una enorme profundidad a sus contenidos simbólicos. 

Con Malic. Foto de Iñigo Royo

Pienso: bien hecho que al llegar a una cierta edad, uno se ponga a auto-observar algunas de las cosas que se han hecho en esta vida, y digo ‘algunas’ porque bien sabemos los que conocemos a Toni su predisposición congénita a prodigarse por lugares no siempre coincidentes. En este caso se ha centrado en lo que tiene relación con una de sus facetas más contumaces, la del oficio de los títeres. 

Foto de Iñigo Royo

Hasta aquí, todo correcto. Pero es que Rumbau riza el rizo con su obra El Titiritero, el Doble y la Sombra, al despacharse con una auto-observación que atraviesa esos espejos que, según constatada opinión del propio autor, son los títeres. Y lo hace para contarnos, ‘desde su otro lado’, qué son y qué representan estos seres que necesitan hilos, guantes y varillas para moverse. 

En efecto: si abriéramos la cabeza de Toni, veríamos que está llena de dobles y de espejos que le permiten ponerse en la piel de sus criaturas y ver a través de sus ojos al mismo titiritero que les ha tocado en suerte, con todos sus defectos, miserias y humanas debilidades, para ver si le dan un empujoncito y lo redimen de su baja rendición escénica. Asimismo, al ponerse en el pellejo de los títeres, nos muestra la historia secreta de estos, a través de una génesis sólo conocida por ellos mismos, es decir, su historia secreta, en la que aparecen como seres primigenios creadores de mundos, culturas y civilizaciones.

¿Qué somos entonces los humanos? Meros esclavos de estos seres primordiales que nacieron libres y creadores, y que fueron condenados por los dioses arcaicos a vivir sometidos, atados a sus hilos, guantes y varillas. Eso es lo que desvela Rumbau al cruzar el espejo de los títeres e inmiscuirse en sus intimidades más secretas.

Foto de Iñigo Royo

Los humanos, olvidadizos como somos, embebidos por nuestras altisonancias delirantes, pronto perdimos cualquier recuerdo de estos dobles primigenios que nos dieron el fulgor de la vida, la libertad y la imaginación. Tras olvidarlos, construimos nuestras lamentables ciudades, culturas y civilizaciones, en las que el factor rebaño ha esquilmado cualquier atisbo de sus presuntas luces originarias.

A través de su conferencia y de una brillante secuencia de teatro de sombras, el titiritero parlanchín nos va revelando todos estos secretos mientras nos muestra las caras dobles y ocultas de estas criaturas llamadas marionetas. Sin mencionarlos, el autor juega con unos espejos invisibles que se dejan intuir si aplicamos una mirada oblicua a lo que vemos en el escenario. De entrada, los dos títeres que son sus dobles, puros espejos que podríamos llamar de la alteridad: reflejos del titiritero con vida propia. Lo cuestionan o incluso se alían entre sí para torearlo y darle una estocada que, lejos de matarlo, salva al titiritero de su desastre.

Foto de Iñigo Royo

Otro espejo elíptico aunque en este caso dotado de realidad física, es el teatro convertido en lo que podríamos llamar un ‘mapa o superficie de sombras’. Ese mapa-lienzo se llena de luz y vida propia para mostrarnos qué hay detrás del espejo imaginario que tienen los espectadores enfrente: las entrañas míticas de las criaturas que nos desdoblan en los escenarios, mientras nos dejamos embobar por la fuerza de unas imágenes que recrean algunos momentos álgidos de esta historia oculta y prohibida de los títeres. Pero también nos revela imágenes de la grandeza de un oficio que nace de la humildad y de una vocación de servicio a esta curiosa tauromaquia teatral que son las marionetas.

Foto de Iñigo Royo

En el desenlace, los efectos de espejo consiguen apoderarse del mismo titiritero, que se ve trasladado literalmente ‘al otro lado’, para surgir de él renacido de sus ruinas. Esto es lo máximo que podemos decir para no desvelar más de la cuenta sobre la obra.

Creo que Rumbau, con su conferencia-espectáculo, ha urdido dos cosas: de entrada, una arquitectura escénica compuesta de cuatro o cinco movimientos que sirven al autor para colocar los antes mencionados espejos oblicuos. Ellos nos dan las imágenes indispensables para vislumbrar un complejo universo hecho de dualidades, de reflejos paradójicos y de mundos que se cruzan y se superponen. Por otro lado, estos cinco movimientos se nos van desvelando como la secuencia de un ritual de transformación que contiene incluso la clásica marmita de los cuentos alquímicos. De ella surge y resurge el títere como símbolo de regeneración interior y, a través de su grito libertario, de energía creadora. 

Saludos: Eudald Ferré con Toni Rumbau. Foto de Iñigo Royo

Un trabajo peculiar y llamativo que ha sorprendido a quienes creíamos que Rumbau se había definitivamente decantado por la letra escrita de la crítica y la observación de lo ajeno, y que con este regreso a las tablas parece haber puesto sobre el escenario lo que viene haciendo desde sus blogs, libros y revistas: ejercicios de auto-observación sin salirse del oficio titiritero.

(Reportaje fotográfico de Iñigo Royo en la función realizada en el TOPIC de Tolosa, en el Titirijai 2022)