(Parte trasera del pesebre situado en la Plaza del Ayuntamiento de Barcelona, obra de Paula Bosch)

Llega la Navidad y toca felicitar a los amigos, conocidos, lectores desconocidos, y a toda la Humanidad entera, si queremos ser fieles al espíritu de estos días. ¿Cómo lo podemos hacer desde Titeresante? En Nápoles lo tienen claro: los amigos de Pulcinella, la máscara de la Comedia del Arte que representa a la ciudad, hacen pesebres en los que ponen todos los Pulcinellas que pueden. Basta dar una vuelta por Via San Gregorio Armeno para ver cómo aparece la conocida máscara en todas las paradas de figuras de pesebre.

Pulcinellas en los estantes de San Gregorio Ameno de Nàpols.

En Barcelona y desde Titeresante, seremos más prácticos y oportunistas: aprovecharemos el pesebre que el Ayuntamiento ha instalado en la Plaza Sant Jaume, el cual encaja como anillo al dedo con una de las ramas de nuestro arte: el teatro de objetos. No por nada la autora del pesebre, Paula Bosch, es escenógrafa de profesión.

Citamos uno de los textos que presentan el pesebre:

‘…y abrí el armario del desván y de allí salieron un montón de cajas de objetos olvidados, y entonces me di cuenta de que eran mis recuerdos dormidos de Navidad. El olor a canelones, las figuritas envueltas, las guirnaldas, los reencuentros… y supe que tú también tenías en tu casa, en tu Ciudad, tus propios objetos olvidados’.

Un texto que podría figurar en el interior de algunos de los espectáculos de teatro de objetos centrados en la memoria y en los recuerdos. La idea es muy buena. Por supuesto que ha recibido escarnios y críticas por sus cuatro costados, una tradición barcelonesa con los pesebres encargados por el Ayuntamiento, aunque debemos reconocer que de vez en cuando acierta, como fue el caso del pesebre del año 2016, obra de dos artistas relacionados con el teatro (lo que suele asegurar un buen resultado), el clown Toti Toronell y el artista visual Quim Domene: nueve esferas de cristal relacionadas cada una con una estrofa de un poema del poeta vanguardista catalán J.V.Foix.

Se ha criticado la actual instalación de Paula Bosch porque en él no se ve ningún pesebre, una falsedad pues, y tal como ha indicado la misma autora, hay en él una multitud de pesebre distintos, según escoja cada uno entre los múltiples elementos navideños que hay dispersos en las cajas.  

En cualquier caso, si alguna crítica mereciera sería, en mi opinión, que hay demasiada Navidad. Como si los habitantes de los pisos de los que se muestran las entrañas, fueran vendedores de objetos navideños, con la casa llena de sus variopintas mercancías. En vez de tanto cachivache navideño, se podría haber puesto más ‘Rastro’, es decir, más multitud de objetos dispares y abigarrados. Pero es de lógica que, por el contexto del encargo, la autora no tuviera más remedio que hacerlo así.

Creo que lo mejor de todo es esta invitación a dejar que el público escoja los elementos que más le atraen y se monte él mismo su pesebre o la historia que le apetezca. Por suerte, en una esquina de esta ciudad al revés amplificada en sus detalles interiores, hay, bien puestas en un armario, dos maletas.

Para la visión titiritera, son esenciales. Representan el viaje, la aventura, pero también el lugar donde se pueden esconder secretos y recuerdos no visibles, el lastre, por ejemplo, de las cosas que queremos dejar atrás, bien ocultas en un rincón. ¿No es esto la Navidad? Terminar una época para empezar una nueva, diferente y mejor.

El pesebre de noche.

Hay dos maletas. Quizás una contiene el pasado y la otra el futuro. La que nos interesa a nosotros es la segunda. ¿Qué contiene? Sólo la imaginación nos puede responder. Invitamos desde Titeresante a que cada uno la abra a su manera y encuentre el futuro personal que más le plazca. Sobre lo que nos podemos esperar en la esquina del próximo fin de año, hablaremos otro día. Entretanto, ¡Buenas Fiestas y Feliz Navidad!