Telba Marina Carantoña Aguilar nació el 30 de enero de 1939 en Cagua, Estado Aragua (Venezuela). Se inició en el teatro de títeres, en el año 1960 en Maracay, donde hacía teatro, y un día se le presentó un ángel hecho de papel maché vestido con un camisolín, al extremo de la mangas tenía cosidas unas manitas de fieltro. Ella lo tomó en sus manos y el angelito la miró fijamente a la cara y ella lo miró tanto que el angelito se volatizó, quedando convertido en un muñeco mágico que invadió todo su cuerpo.

Telba Carantoña
Telba Carantoña.

Nueve meses después, dio a luz su primer espectáculo de títeres, en una zona rural del Estado Portuguesa, en una programación organizada por la Federación Campesina. En el año 1962 se va a estudiar a Italia, donde ve muchos espectáculos y participa en cursos y talleres de formación en el área del teatro de muñecos. Regresa a Venezuela en 1965 y de allí en adelante, participó y organizó innumerables actividades, entre ellas: Teatro de Títeres de la Casa de la Cultura y Teatro Cadafe en Maracay de 1966-1967.

De 1968 a 1970 trabaja con Javier Villafañe en la Universidad de los Andes (ULA), Estado Mérida. En 1971 en Maracaibo, Estado Zulia, fue directora fundadora del Teatro Infantil y Títeres “Garabato” y comienza a trabajar como profesora de teatro con el Ministerio de Educación.

Telba Carantoña
Armando, Zayulit, Telba, José y Emmanuel en los valles del Tuy.

En el año 1977 funda en el Estado Guárico el Taller de expresión “La carreta de la alegría”. En 1978 participa en la organización de FENATTI, asociación gremial de titiriteros y es la responsable de organizar el IX Festival Nacional de Títeres, en San Juan de los Morros, Estado Guárico, hermosa actividad, pero llena de muchos contratiempos económicos. A raíz de esto, Telba queda no sólo con su economía rota, sino también con su cuerpo, ya que sufre un aparatoso accidente automovilístico, tratando de solventar tan difícil situación económica; esto la deja sin actividad durante 10 años. No se aleja totalmente de los títeres, escribía, dibujaba, asesoraba…

En 1988, dispuesta como siempre, participa en la organización de UTIVE (Unión de Titiriteros de Venezuela) y entrega al CONAC (Consejo Nacional de la Cultura) el proyecto que da como resultado la institucionalización del Programa para la Investigación y el Desarrollo del Teatro de Títeres en Venezuela. Posteriormente ese proyecto se trasformará en la Fundación Telba Carantoña para la Investigación y el Desarrollo del Teatro de Títeres, la cual nace el 30 de noviembre de 1990 y de la que ella es la presidenta, este proyecto ayudó al nacimiento de muchos grupos en el país y al mejoramiento profesional de muchos titiriteros. El mismo funcionó hasta el 2002, cuando cesaron las actividades, luego del poco apoyo económico. En ese mismo año 2002, publica Para recordar, cuaderno pedagógico, libro que contiene sus investigaciones en el terreno del teatro de títeres y recoge sus escritos en la columna homónima que publicaba en el Periódico Teatrino, publicación sobre teatro de títeres del cual fue fundadora y que se constituyó durante muchos años en el único órgano divulgativo de las actividades del teatro de títeres en Venezuela, pero que desapareció en 2004 cuando el CONAC le retiró su apoyo económico.

Son innumerables los reconocimientos otorgados esta mujer, manipuladora de titiriteros como la llamaba el maestro Freddy Reyna.

Telba Carantoña
Telba Carantoña.

Desde el 2012 su camino estaba entre Aragua, Margarita y Puerto Rico, este último lugar su hogar desde hace dos años. No se quedó tranquila, allí intentó formar un grupo de títeres en un colegio secundario, y además ayudó al grupo Cantalicio de la UCV a realizar un proyecto que pronto saldrá a la luz, amén de los consejos y seguimiento que realizaba al grupo que lleva su nombre Telba Carantoña Teatro, del Estado Vargas.

En la madrugada del martes 18 de octubre, Telba salió en gira definitiva, a organizar a los titiriteros en el cielo y a reencontrarse con su hijo, el también actor y titiritero Armando Chalbaud.

Hace 23 años te conocí.

Hace veintitrés años, más o menos por esta época, recuerdo vagamente haber entrado en lo que era el Complejo Cultural José María Vargas, recuerdo haber acompañado a mi mamá a inscribir a mi hermana en danzas, y que me llevaran a la oficina donde comenzaría a hacer títeres, luego de eso no recuerdo mucho en concreto, pero mi mama me contó y luego me lo corroboraron, que no me querían inscribir en ese taller, era muy pequeño, de tamaño y edad, y no podía; salí llorando de la oficina, mi mamá me dijo que me inscribiría en la orquesta y yo le dije que no (veintitrés años después, no me arrepiento de ese NO), y bajamos las escaleras que nos llevarían al lobby y de allí a la casa sin taller para mí.

Telba Carantoña
Títeres de a compañía Telba Carantoña.

Al pie de las escaleras estaba ella, Telba Carantoña, le preguntó a mi mamá qué me pasaba. ¿Por qué ese niño llora? Y mi mamá le dijo que no me habían dejado inscribirme en el taller de títeres, ella dijo: ¿cómo que no? Y me tomó de una mano y subimos, yo recuerdo ese toque, ese impulso, pero no más, según el cuento ella misma me inscribió y una semana después inicié mi primer taller de títeres.

Ella siempre vigilaba, bajaba frecuentemente y veía los títeres que íbamos formando, les hacía cumplidos y recuerdo, que una vez dijo que el Genio (mi primer títere) era hermoso.

Ella, junto a Levy Rossel, me dieron mi primer diploma. Ella siempre estuvo, desde ese primer día, junto a mí, siempre sin importar nada, con ella aprendí dirección, sin que ella me  enseñara, aprendí viéndola,  de ella aprendí disciplina, y no dejarme derrotar por las adversidades, de ella aprendí que sea rojo, verde, blanco o purpura el partido de turno, hay que trabajar por y para los niños que no tienen partido político, de ella aprendí que los golpes pueden ser fuertes, pero más fuertes deben ser nuestras piernas para levantarnos y continuar caminando. Con ella aprendí a cocinar, a servir una mesa, a que el pan no debe comerse directo sino cortarlo en pedazos, aunque ella no podía cortarlo, de ella aprendí que el titiritero debe ser un artista integral.

Telba Carantoña
José Quevedo, Telba Carantoña y Emmanuel Gunezler.

La última vez que nos vimos fue en Argentina, compartimos varios días, tomamos vino, hablamos de los proyectos, de mi vida, de a dónde quería llegar, de los títeres y los titiriteros. Fue la última vez que nos vimos en persona, que nos abrazamos, que nos dimos un beso, pero no perdimos el contacto, siempre estuvo allí, a lo lejos, pendiente, aconsejando, y nunca regañando, siempre con un consejo, una palabra de aliento, de continuar, de no quedarnos estancados. Siempre quise darle motivos de orgullo, no sé si lo logré pero sé que su cariño  para con nosotros era y es inmenso, desde noviembre pasado me alentaba a conocer algunos titiriteros y trabajos que le parecían interesantes, para mí nunca descansaba, su  partida es un golpe fuerte. Pero patio al alba, así para confundirse con la luz del sol, esa luz que ella siempre irradiaba.

Telba, sin duda eres una de las mujeres más importantes de mi vida, me enseñaste el camino de los títeres, fuiste mi manipuladora en muchos momentos (como le decía Freddy Reina: Telba no manipula títeres, pero manipula titiriteros). Doy gracias a dios, porque me encontraras al pie de esa escalera, que no me hayas dejado salir de allí sin darme este oficio que tanto amo, respeto y defiendo. Doy gracias porque te convertiste en una segunda madre, porque siempre tenías palabras de aliento y por tu sonrisa. “Carmencita y las flores” fue la última obra que te pudimos mostrar, pero de las siguientes todo lo sabías, yo te contaba cómo iban a ser los títeres, los colores que usaríamos y demás, el último proyecto sé que te gustó, porque lo veías arriesgado y un lujo de riesgo me dijiste.

Celebro tu vida Telba, tus logros, no te despido, pues despedirme de ti, sería olvidarte, y no puedo hacerlo, no quiero y no me permitiré hacerlo, el grupo que dirijo lleva tu nombre gracias a Armando y a ti misma. Te amo y sé que Armando te estará abrazando ahora y estarás con Javier, hablando y tomando vino, con Eduardo y tantos otros que seguramente te recibieron con aplausos y una fiesta.

TE AMO TELBA

José Quevedo.