(En el ambigú del TOPIC durante la tercera Jornada de reflexión. Foto de Iñigo Royo)

Continuamos con este artículo el relato de las tres Jornadas de reflexión que la dirección del TOPIC propuso para la presente edición de 2022 alrededor del tema Títeres y Violencia. Tuvieron lugar los días miércoles 23, jueves 24 y viernes 25, de 17h a 10h en el Ambigú del TOPIC y, como comentábamos en el anterior artículo, fueron tres días muy interesantes en los que los ponentes invitados hablaron y debatieron sobre tres aspectos de la temática:

1- El Títere como herramienta de conocimiento y de transformación en el corazón de los conflictos, con Karim Dakroub y Dadi Pudumjee

2 – La violència dentro del Teatro de Títeres o, dicho en otras palabras, la violencia generada por los mismos títeres, con Roberta Colomo, Eudald Ferré y Paz Tatay

3- La violencia externa alrededor del Teatro de Títeres, con Adolfo Ayuso y David Zuazola

Toca hablar ahora de Paz Tatay y su experiencia con los títeres de cachiporra a través del personaje de Don Cristóbal Polichinela. Y situados ya en el tercer apartado, nos centraremos en las intervenciones de Adolfo Ayuso y de David Zuazola.

Intervención de Paz Tatay

El tercer ponente de la Jornada fue Paz Tatay, titiritera de Madrid instalada hoy en Toulouse, Francia, quien se inició en las artes con estudios de música, en los instrumentos de violín y flauta. Empieza su andadura titiritera en 1988, cuando trabaja con títeres en Madrid en el taller municipal del antiguo matadero, donde se construye escenografías, máscaras y los gigantes así como las carrozas del carnaval. En 1989, funda la compañía de títeres Marionetas del Matadero con Luis Montoto y se dedican al títere de hilo, con el espectáculo “Concertino”. La compañía se traslada en 1990 a Checoslovaquia, donde estudian las técnicas de la marioneta de hilo tradicional del centro de Europa en el Lidovske Muzeum en Brno, con Jaroslav Bleha, y talla de madera en los talleres de la escuela de marionetas de Praga (FAMU).

Paz Tatay. Foto de Iñigo Royo

Es a partir de 1992, y a través de sus encuentros con los maestros de la marioneta tradicional del sur de Italia (Pulcinella), que se interesa por el guante, creando su espectáculo Tauromaquia. En 1996, se instala en Toulouse, y funda su propia compañía: Pelele. Decidida a explorar la tradición española del títere de guante, rescata a Don Cristóbal Polichinela del olvido y crea en 1998 La muerte de Don Cristóbal y en 2009 Los funestos esponsales de Don Cristóbal.

Paz Tatay empezó diciendo que le parecía curioso el debate. Todo es violento, ¿acaso no lo son las tragedias griegas y tantas obras de la tradición? Para ella, el mundo es violento. Luego, ¿por qué los títeres no lo pueden ser? Dicho lo cual, se pregunta Paz: Hay titiriteros que se recrean en la violencia gratuita.

Títeres de Paz Tatar en la Tauromaquia. Foto T.R.

Para Tatay, los títeres tienen su propio lenguaje teatral, y a él hay que remitirse. Es simplemente un acto artístico. Por otra parte, la violencia titiritera sin humor no tiene gracia

Poner exceso en la violencia, en los garrotazos, es gratuito. En la obra, todo debe tener un sentido, todo es simbólico. Se está hablando de otra cosa, subyace una reflexión filosófica.

Intervención de Karim Dakroub desde el público el segundo día de las Jornadas. Foto de Iñigo Royo

También debemos tener en cuenta que procedemos de una época de patriarcado, en la que los hombres mayormente eran los titiriteros.Claro que también están presentes las mujeres, en los mismos guaratelle, por ejemplo, Pulcinella aparece con sus hijos y se representa el parto. 

Lo importante, para Tatay, es mantener un equilibrio entre la poética interna de la obra: en el caso de los títeres de cachiporra, sería entre la sátira, lo grotesco y la poesía. Esto es lo que hace que el trabajo de cada titiritero sea siempre personal, al depender de su propia sensibilidad. Y es que la tradición se transforma, no es necesario repetir esquemas ni, por supuesto, bestialidades. 

Paz Tatay con su Don Cristóbal Polichinela. Foto de Jesús M. Atienza

Pero para Tatay, no hay que edulcorar la realidad. La corrección de esta hiperprotección actual del público, especialmente del infantil, es peligrosa. No tiene que desaparecer el conflicto e imponerse lo blando. 

Intervención de Ana Abán

Ana Abán, directora del festival El Parque de las Marionetas de Zaragoza, quien acudió a Tolosa para ver espectáculos y para seguir las tres jornadas sobre Títeres y Violencia, muy activa siempre en los debates, dijo que a ella no le molesta la violencia en los títeres. Pero lo que sí busca es que una función de los títeres de cachiporra, a los que su festival dedica un espacio privilegiado en el Parque Grande José Antonio Labordeta (en la plaza del quiosco de música), sea un hecho artístico de verdad: que tenga estilo propio, ritmo. 

José Luís Melendo interviene desde el público, flanqueado por Ana Abán y Manolo Gómez. Foto de Iñigo Royo

Para ella lo importante no es la violencia, sino la falta de arte, de ritmo, de alma. Cuando el espectáculo ayuda a superar el miedo al espectador, eso siempre resulta sanador. 

3- La violencia externa alrededor del Teatro de Títeres, con Adolfo Ayuso y David Zuazola

Intervención de Adolfo Ayuso: VIOLENCIA EXPRESA, VIOLENCIA ENCUBIERTA, EN LA HISTORIA DE LOS TÍTERES EN ESPAÑA

Aclaró Adolfo de entrada que se empezó a hablar de violencia en el teatro de títeres cuando estos estaban ya dirigidos exclusivamente, o casi exclusivamente, al público infantil. Pues históricamente hay que tener en cuenta que EL TEATRO DE TÍTERES NO ERA UN TEATRO PARA NIÑOS.

Durante siglos a los niños no se les ha considerado personas sino proyectos de personas, apenas han disfrutado de derechos, se han limitado a “estar”. La categoría de “ser”, salvo escasas excepciones en las clases sociales más elevadas, le ha sido otorgada entre mediados del XIX y principios del XX. Hay quien, con cierta osadía, cifra el descubrimiento de la infancia en 1838, fecha en que Dickens conmueve al mundo con su Oliver Twist

Adolfo Ayuso. Foto de Iñigo Royo

En los espectáculos de la calle siempre había algunos niños, aunque no fueran del agrado de los cómicos y saltimbanquis, porque los niños no podían echar la mísera moneda, ni siquiera dar un puñado de patatas o un trago de vino.

Ya en el siglo XVI, las compañías de teatro buscaban corralas de comedias o, en el peor de los casos, patios de fondas donde hacer su función. Eran locales cerrados donde los niños no entraban porque no tenían dinero. Si acaso, algún jovencito de buena familia que fuera introducido en sociedad por su padre.

LOS TÍTERES ERAN PARA ADULTOS Y POR ESO TRATABAN UNAS TEMÁTICAS CONCRETAS

Los títeres siempre han palpado la temperatura del entorno, han servido como periódicos orales de lo que se cuece en derredor. Frente a la violencia institucionalizada pero encubierta (salarios de hambre, desahucios, enfermedad, analfabetismo, represión policial y judicial) las historias de los títeres han mostrado su cachiporra teatral con la intención primera de provocar la RISA, quizá posteriormente como medio de denuncia, siempre secundario.

Portada de ‘Paris Pantin. Puppazi’, de Lemercier de Neuville. Archivo de Adolfo Ayuso

He aquí algunas de las temáticas para adultos:

Historias de crímenes y de santos (herederas de los romances de ciego)

Aventuras y desventuras de los pobres (heredadas de las que mantuvieron amos y criados en la Comedia del Arte)

El criado debe ser listo para poder comer y disfrutar algo de la vida. Son sus contrincantes los caseros, los comerciantes y usureros. Los clérigos y monjes. La policía, los militares y los jueces. Los médicos que no saben nada.

A Polichinela, que nunca llega a desaparecer en la Historia, le suceden figuras como Guignol, Gianduja, Lafleur, Tchantches, Giopinno, Don Cristóbal, Tòfol, etc, cada uno con sus características nacionales o regionales.

Historias de amoríos, mancebías, celos, infidelidades, estupros.

Grabado de una actuación de Lemercier de Neuville en un salón burgués. Archivo de Adolfo Ayuso

DURANTE EL PERIODO DENOMINADO DE VANGUARDIAS O EDAD DE PLATA 1905-1936

En este período, persisten las temáticas tradicionales pero matizadas y enriquecidas por aires cultos y vanguardistas: Falla, García Lorca, Conrado del Campo y Tomás Borrás, Rafael Dieste, Rafael Alberti. Sus propuestas siguen dirigidas prioritariamente al público adulto.

Helena Cortesina y Federico García Lorca, con Don Cristóbal. Títere expuesto realizado por Helena Millán. Exposición ‘Magia y Memoria de las Marionetas: Aragón-España’ comisionada por Adolfo Ayuso. Foto T.R.

Se crea un importante movimiento de literatura infantil y de teatro infantil, cuyo mayor exponente en los títeres es el Teatro Pinocho, de Salvador Bartolozzi y Magda Donato.

DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Se imponen las farsas que ridiculizan al enemigo, especialmente a los militares españoles y extranjeros y al clero y a la burguesía. En menor grado se alaban a los héroes que realizan hazañas militares.

Títeres de Helena Millán. Reproducción de una escena de La Tarumba. Exposición ‘Magia y Memoria de las Marionetas: Aragón-España’ comisionada por Adolfo Ayuso. Foto T.R.

Este fenómeno se da en ambos campos combatientes pero está mejor organizado y con más apoyo cultural entre los defensores de la legalidad republicana: La Tarumba.

DURANTE EL FRANQUISMO

Desaparece completamente el teatro de títeres dirigido a los adultos.

Se sigue utilizando la estaca o cachiporra pero ya no recae sobre las personas pudientes o los representantes de la iglesia o el orden.

Títeres de las campañas del Frente de Juventudes. Exposición ‘Magia y Memoria de las Marionetas: Aragón-España’ comisionada por Adolfo Ayuso. Foto T.R.

En un primer momento puede recaer el castigo sobre personas consideradas enemigas (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas), pero enseguida se cambian por unos personajes malos, sacados de los cuentos tradicionales: brujas, ogros, dragones, demonios que son simbólicos de los enemigos políticos.

La estructura de la mayoría de las obras se centra en un joven alegre y emprendedor que realizará diversas hazañas, la más habitual el rescatar a una niña o a una princesa, de las garras de los personajes malos.

CAMBIOS TEMÁTICOS CON LA LLEGADA DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA

Se produce un movimiento de defensa de aquellos personajes que habían sido considerados malos: surgen brujas buenas, ogros amables y dragones que no quieren hacer daño a nadie

Con la mejor intención de buscar un mundo más habitable, más amable, los títeres comenzaron a ser también más amables. Comenzaron a enseñar a los niños a cuidar sus dientes, a arrojar los plásticos y el vidrio al contenedor correspondiente, a no comer chuches. a cuidar las plantas y el bosque, a no malgastar el agua, a despreciar la violencia como método para resolver conflictos

Los títeres se volvieron más pedagógicos, más buenos, más amables. En sí no estaba mal, las intenciones eran buenas, pero algunos mantenemos la duda de que los niños han creído que el mundo era tan bueno como nos enseñaban esos títeres. 

Se ha puesto especial interés en eliminar cualquier muestra de violencia, especialmente la que representa la estaca o cachiporra.

ESTA SITUACIÓN YA SE DIO EN EL SIGLO DE LAS LUCES (s. XVIII) 

También desde posiciones “progresistas”, como las afirmaciones del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, 1790:

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744 – 1811). Retrato de Suárez Llanos (1864)

“No pocas de nuestras antiguas comedias, casi todos los entremeses y muchos de los modernos sainetes y tonadillas llaman y aficionan al teatro a la parte más ruda y sencilla del pueblo, deleitándola con las groseras y torpes bufonadas, que forman todo su mérito.

[…]

Y pues que los jóvenes ricos han de frecuentar el teatro, ¿por qué, en vez de corromperlos con monstruosas acciones o ridículas bufonadas, no los instruiremos con máximas puras y sublimes y con ilustres y virtuosos ejemplos?

[…]

¿De qué serviría que en el teatro se oigan solo ejemplos y documentos de virtud y honestidad, si entre tanto, levantando su púlpito en medio de una plaza, predica don Cristóbal Polichinela su lúbrica doctrina a un pueblo entero, que con la boca abierta oye sus indecentes groserías?”

Y NOS LO RECORDABA EL ESCRITOR RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA EN LA DÉCADA DE 1920.

“Los niños necesitan ese teatro. Los niños sin teatro de polichinelas, serán niños secos, sin corazón, que no sabrán cómo está llena de palos y bastonazos la vida y que, por lo tanto, recibirán los más fuertes golpes en sus cabezas cuando más descuidados estén. Hay que enseñar a los niños que la vida es una vorágine de garrotazos y que hay que saber sortearlos, estar prevenido y conseguir que se desvíen y remachen el marco del escenario.”

Ramón Gómez de la Serna con su muñeca de cera. Foto de Alfonso Sánchez Portela

LA POLÉMICA SOBRE LA VIOLENCIA EN LOS TÍTERES NO ES NUEVA, HA EXISTIDO SIEMPRE

Intervención de David Zuazola: VIOLENCIA EN EL TEATRO DE TÍTERES

Si me permiten , quiero comenzar diciendo que tengo más preguntas que respuestas. 

¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia de género?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Suicidio?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia Religiosa?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia por omisión?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia de Estado?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia económica?
¿Cuántos espectáculos de títeres vemos sobre Violencia Interpersonal?

En el teatro de títeres vemos muchas veces agresión, que no es lo mismo que violencia. Aunque como todo esto puede ser debatible, se han establecido ciertos criterios que pueden ayudarnos a entender la diferencia.

David Zuazola. Foto de Iñigo Royo

AGRESIÓN

– La agresión es un ataque que se da contra algo o alguien fruto de la agresividad, es innata al ser humano y los animales. La agresión es instintiva, biológica y regulada por reacciones neuroquímicas que se controla por la cultura transportándola a un instinto social. La agresión es inconsciente.

VIOLENCIA

– La violencia proviene de la socialización y la cultura. La violencia es un producto cognitivo y sociocultural que se va dando por los valores, ideologías, símbolos y roles sociales. La violencia es una conducta que se aprende y se hace con intencionalidad y premeditación.

En el teatro de títeres muchas veces vemos el resultado de la violencia, es decir el hecho concreto, por ejemplo, un perro herido llorando en un rincón. Pero pocas veces vemos al dueño golpeando el perro hasta hacerlo sangrar. Tampoco escarbamos en el origen, y por qué el dueño actuó de esa manera. ¿Cuántas veces vemos obras de títeres escudriñando el cerebro humano y las enfermedades mentales que llevan a los actos violentos? 

David Zuazola en ‘Ala Sucia’. Foto compañía

El otro día leí algunos datos interesantes, pero quizás me llamó la atención que según muchos  expertos, la violencia tiene como origen LA INCAPACIDAD DEL SER HUMANO DE GESTIONAR LAS EMOCIONES. ¿Cómo reaccionamos ante estímulos negativos, y cómo controlamos nuestras ansias de ejercer la violencia sobre alguien, algo, o incluso sobre nosotros mismos? Entonces me pregunto ¿Existe este tipo de teatro de títeres? ¿Un Teatro de títeres que se centre en las emociones, en el entendimiento de ellas, en las enfermedades mentales? Quizás una que otra obra pueda tocar muy por encima estos aspectos… 

¿Pero qué pasa con los directores de Festivales, los programadores, los espectadores? ¿Quieren ver algo así o prefieren otro tipo de espectáculos? Nos enfrentamos los creadores a una disyuntiva…comer y o no comer, esa es la cuestión. Es decir, el primer acto violento parte de los creadores y no de los títeres, marionetas, figuras, muñecos, objetos o como quiera usted llamarles.

El Vampiro, ‘El juego del tiempo’, de David Zuazola. Foto de Jesús M. Atienza

En España, el promedio de suicidios es de 10 al día. El suicidio, además, es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años y el teatro de títeres…calla. El origen de la mayoría de estos casos son los problemas de salud mental. Me sigo preguntando ¿Dónde puedo ver un espectáculo que hable sobre ello? 

Muchas veces vemos en las Guerras el mayor acto de violencia. Esto apoyado por los medios de comunicación y los datos superfluos sobre la violencia en el mundo. No es necesario asistir a una guerra para entender la violencia. Ya la podemos encontrar en el barrio, en la calle, en el parque, o en nuestra propia casa. Y si hablamos de muerte, comparemos las personas que mueren en una guerra, con las que mueren asesinadas cada día en el mundo. Porque el mundo es la cuestión. Nos centramos en nuestros micromundos y analizamos la violencia cómodamente desde nuestros talleres o nuestros salones, durmiendo en colchones y con la barriga llena como lo hacemos ahora. Hoy.

Hace poco que vivimos una guerra que nos pega cerca, la guerra en Ucrania. Por mi trabajo he estado este año en muchas oportunidades en Polonia, país vecino, y hasta ahora no he visto de parte de los creadores ningún espectáculo de títeres que se centre en este hecho de contingencia internacional, sin embargo, si he notado una diferencia en el espectador. 

Imagen de ‘Robot’, de David Zuazola. Foto de Iñigo Royo

Siento ser autoreferente, pero en este punto puedo compartir una experiencia personal. Este año he tenido la oportunidad de presentar mi espectáculo “Robot” en diversas oportunidades en Polonia, Un espectáculo ciertamente violento, que nace como una metáfora sobre el exterminio en los campos de concentración nazis. Una realidad que se repite constantemente a través de la historia. Muchos Ucranianos, por cercanía, escaparon a Polonia, entre ellos muchos artistas. Los artistas están repartidos en distintos puntos del país, muchos trabajando, y creando espectáculos, que probablemente el próximo año verán la luz. En Polonia hay teatros estatales, donde los integrantes son empleados públicos, y muchos de estos teatros tienen artistas ucranianos haciendo residencias y trabajando ahí. Por lo tanto creo que debemos esperar un poco para ver estos resultados artísticos producto de la guerra y poder formarnos una opinión. Porque una cosa, es vivir una situación como ella, otra poder representarla en el escenario, pero una muy distinta es hacer un espectáculo de calidad, con contenido y con la posibilidad de ser mostrado en diferentes eventos internacionales. 

Sin embargo, muchos espectadores ucranianos han ido a ver mi espectáculo, y es ciertamente difícil explicarles las diversas situaciones que he vivido. También me han insultado y censurado. He recibido enfados y quejas formales. Muchos llantos y mucho agradecimiento. Muchas palabras de aliento, y me he encontrado yo con lágrimas en los ojos mientras muchas personas se acercaban para darme un abrazo. Es aquí cuando comencé a pensar sobre un concepto importante: EL concepto de IMPACTO.

Intervenciones del público. Foto de Iñigo Reyes

Entonces me pregunto 

¿Sirve el títere como herramienta antiviolencia? 
¿Somos tan importantes como creemos?

Por supuesto que No, y este es un no rotundo. 

Un espectáculo de títeres, es sólo un escalón más de una gran pirámide compuesta por vivencias de los más variados tipos vividos por los espectadores. Esos espectadores que pasan una hora al año viendo títeres también comen, cagan, respiran, ven fútbol, usan móviles, follan, beben y comentan series. También leen, van al cine, al museo, al fútbol, viajan, y se emborrachan. También van al trabajo, o al colegio, aprenden y ríen. Lloran y envidian. También caminan por las calles, repletan los bares, compran en navidad y se abrazan en nochevieja… Es decir, si comparamos el tiempo que las personas reciben influencias de todo tipo en sus vidas diarias, con la influencia que nuestros trabajos como titiriteros pueden aportar, estamos en una clara desventaja.

Lucile Bodson interviene en el coloquio. Foto de Iñigo Royo

¿Cuántas horas al año pasa un espectador viendo teatro de títeres??? 

Si somos generosos con los números podríamos decir que una persona ve aproximadamente de 5 a 10 espectáculos de títeres al año. Digamos unas 10 horas de títeres. ¿Y qué pasa con los 364 días y 14 horas que nos quedan?

¿Podemos hablar de una cierta influencia entonces? 

Sé que la respuesta daña nuestros egos, pero por muy amantes que seamos del teatro de títeres, pienso que no. No tenemos ni la más mínima influencia a pesar de todos los esfuerzos que hagamos. Por esto prefiero mirarlo como el narrador cámara del que hablaba Bukowski. Prefiero verlo todo desde la distancia…aunque no todo está perdido…

¿Cuándo nuestros espectáculos pueden ser útiles, o calar en el alma y el corazón de las personas?

Según mi humilde punto de vista, sí podemos generar algo en el espectador. Esto sucede cuando se produce el IMPACTO. Esto puede ser un segundo, una escena, o todo un espectáculo, pero este IMPACTO es el que lo cambia todo. 

‘Robot’, de David Zuazola. Foto de Iñigo Royo

Entendemos Impacto como:

1. m. Choque de un proyectil o de otro objeto contra algo o alguien.
2. m. Huella o señal que deja un impacto.
3. m. Efecto de una fuerza aplicada bruscamente.
4. m. Golpe emocional producido por un acontecimiento o una noticia desconcertantes.
5. m. Efecto producido en la opinión pública por un acontecimiento, una disposición de la autoridad, una noticia, una catástrofe, etc.

En el trabajo sobre el impacto de nuestras obras es donde creo que debemos centrarnos, y creo que aquí está el gran debate, en cómo captamos la atención del espectador, más allá del momento escénico. Cómo trascendemos, cómo dejamos huella, cómo intervenimos en sus corazones. Cómo abrimos nuevos caminos de búsqueda. Cómo hacemos que esa persona vuelva una y otra vez al teatro. ¿Cómo? ¿Cómo desde este punto podemos enseñar la violencia? ¿Es que debemos esconderla bajo mantas de hipocresía?¿Debemos agradar a directores o programadores?

Adolfo Ayuso y David Zuazola. Foto de Iñigo Royo

Cómo conseguimos impactar si los programadores están llenos de miedos, y las quejas de muchos padres de esta generación de cristal, se alzan como la inquisición respecto al lenguaje artístico, elevando quejas al cielo, o a los tribunales….

No siempre este impacto debe ser negativo, También existe el IMPACTO positivo, ese que nos producen las personas que nos cruzamos en esta vida, esas que dejan huellas, esas que dejan un amor en nuestros corazones que es imborrable, que se mantiene en el tiempo, a pesar de que esa persona ya no esté entre nosotros, que se haya marchado producto de la vida y o de la muerte. Una muerte inexistente cuando de recuerdos se trata. Y la violencia puede ser un gran aliado. O un gran enemigo. 

Decida usted.