Una disquisición sobre el concepto de realismo mágico y su estrecha relación con el Teatro de títeres, una contribución teórica al proceso de creación con títeres y objetos. Un acercamiento al fenómeno cultural del realismo mágico y su influencia en el pensamiento de títeres y titiriteros.
El poeta, que ha interpretado y recogido de labios populares esta farsa de guiñol tiene la evidencia de que el público culto de esta tarde sabrá recoger, con inteligencia y corazón limpio, el delicioso y duro lenguaje de los muñecos. Todo el guiñol popular tiene este ritmo, esta fantasía y esta encantadora libertad que el poeta ha conservado en el diálogo. El guiñol es la expresión de la fantasía del pueblo y da el clima de su gracia y de su inocencia. Así, pues, el poeta sabe que el público oirá con alegría y sencillez expresiones y vocablos que nacen de la tierra y que servirán de limpieza en una época en que maldades, errores y sentimientos turbios llegan hasta lo más hondo de los hogares.

Federico García Lorca con Lola Membride, en el Teatro Avenida de Buenos Aires (1934), representando los títeres de cachiporra. Foto de archivo
Así comienza el Retablillo de Don Cristóbal de Federico García Lorca, quizás el poeta granadino sea de los más perturbadores e inquietantes dramaturgo del S XX. En mi opinión, Federico en su obra y en su devenir está siempre inmerso en el sentir y hacer del realismo mágico: tanto en su poesía, como en su teatro, en sus conferencias y en su vida, utilizando lo fantástico instintivamente con una realidad metafórica, utilizando lo clásico para resaltar lo popular. Federico García Lorca será referente por su literatura y en mi opinión por su pasión por el Teatro de títeres, por su dualidad entre tradición y vanguardia.
Realismo mágico es el término que sirve para designar acontecimientos que integran elementos fantásticos o mágicos con situaciones realistas, tratándolos como algo cotidiano y normal. En ocasiones, el realismo mágico designa situaciones que tratan de normalizar el exceso utilizando lo fantástico, tratan de hacer real lo fantástico y deseado; tras esta definición observo y ratifico mi interés por relacionar Realismo mágico y Teatro de títeres. Nada como la definición anterior para designar en ocasiones el quehacer titeril, el realismo mágico se convierte y convive con el desarrollo del arte con títeres en su intento por hacer visible lo invisible, en convertir el objeto en sujeto dramático, en dar vida a lo inerte. Esto es ¡Realismo mágico!

Gabriel Castilla en su biblioteca de Salta ARGENTINA. Foto compañía
El Teatro de títeres, afirmo sin exagerar y sin pudor, está unido estrechamente a la utilización de los conceptos básicos de lo que denominamos Realismo mágico. Planteamiento que hace que los imaginarios fantásticos se hagan reales en los retablos de títeres con la precisa coreografía del deambular de los títeres y los titiriteros, Gabriel Castilla escribe: El espacio que hay entre titiritero y el títere es el mismo que hay entre el sincope y el corazón. El títere es el sincope. Escrito de su libro mágico de aforismos sobre El pensamiento del títere.
Los títeres y el realismo mágico sin duda se complementan, uno ayuda al otro, porque el Teatro de títeres, al permitir que lo fantástico se manifieste en la realidad cotidiana, crea un relato ideal para desarrollar todo un imaginario fantástico que denominamos Realismo mágico. Un imaginario que permite explorar lo fantástico, lo onírico, presentando lo irreal o soñado como algo común, tal como lo hace el realismo mágico en la literatura y otras artes. Lo observo trasladado a muchas puestas en escena del Teatro de títeres, su presencia es reconocible sobre todo en las puestas en escena para público infantil, mezcla constante de lo fantástico y lo real. El titiritero sueña unicornios que los títeres acercan al respetable público del Teatro de títeres.

Javier Villafañe y Maese Trotamundos ARGENTINA. Foto archivo Esteban Villarrocha
Al ponerme a escribir esta disquisición sobre el Teatro de títeres y el Realismo mágico, me viene inmediatamente a la cabeza que al hablar de realismo mágico, pensamos de inmediato en literatura, donde destacaron los autores del boom latinoamericano de la década de los 60 del siglo XX. Pero sabemos por la historia de la cultura que el realismo mágico no fue un fenómeno inherente a la literatura latinoamericana, nada más alejado de esa apreciación; el término de realismo mágico cuando se acuño, no lo hizo refiriéndose a la literatura sino a una tendencia de las artes plásticas en los comienzos de las vanguardias de principio del S XX; aludía al cisma existente entre el expresionismo y el abstraccionismo. El término llevado al Teatro de títeres permite hoy reflexionar sobre este arte milenario desde la perspectiva de lo fantástico y lo realista.

Héctor y Eduardo Dimauro La Pareja ARGENTINA. Foto familia
Creo que los títeres, con sus supuestas limitaciones interpretativas, son sujetos dramáticos capaces de utilizar y manipular lo fantástico para normalizarlo convirtiéndolo en realidad, haciendo posible y visible lo fantástico. Esta es una de sus grandezas; los muñecos representan lo que el demiurgo titiritero sueña, transformar lo real y lo fantástico, lo convierte en materia viva, los títeres dibujan en manos del titiritero una realidad a veces imposible. El manipulador manipulado, el personaje y el doble: el muñeco y el titiritero el uno y el otro. Nada más cercano a lo fantástico y a lo real, este es el maridaje perfecto para la puesta en práctica de los espectáculos con títeres.

Javier Aranda espectáculo Saeta y su personaje Ernesto ESPAÑA. Foto compañía
Lo fantástico y lo realista son dos enfoques narrativos opuestos: el realismo presenta historias verosímiles, ambientadas en el mundo real con personajes y eventos cotidianos que podrían ocurrir, mientras que lo fantástico introduce elementos inexplicables o mágicos que rompen con las leyes de la realidad, creando una perturbación y vacilación en el espectador que observa entre la realidad y el deseo, aunque a veces lo mágico se presenta como algo habitual, las rutinas titiriteras: Escribe Gabriel García Márquez sobre el realismo mágico: Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad.
El titiritero argentino Gabriel Castilla, Güaira, en su imprescindible libro de aforismos sobre el títere El pensamiento del títere escribe: De los títeres no te olvidas nunca. Cumplen el prodigio de incluirse, perennes, en la memoria como todo aquello que vemos artificialmente vivo.

Guaira Castilla y su libro ‘El pensamiento del Títere’. Foto Esteban Villarrocha
El libro es un ejemplo del realismo mágico en los títeres. El pensamiento del títere es algo mágico, inverosímil a la vez que real, pura fantasía porque desde un punto de vista racional los muñecos no tienen pensamiento, pero si lo tienen mediante el libro, al ser literatura y reflexión sobre el oficio de titiritero. Dice Gabriel Castilla: el buen titiritero es el azar. ¡El azar! La sorpresa y la realidad.
El títere manipulado en su deambular por el Retablo genera mundos oníricos resultado de la técnica de manipulación y de tomar prestado, el temperamento, la voz y la actitud de otro: el títere y la pasión desmedida por el doble, la relación intrínseca entre el titiritero (el creador/controlador/demiurgo) y el títere (la marioneta/figura/objeto), explorada como una metáfora de la dualidad humana, la identidad, la vida y la muerte. ¡El doble!, puro Realismo mágico.
Sigo con el realismo mágico del maestro Gabriel Castilla: El titiritero va a la par de los títeres, pero muy lentamente siempre deja de existir, ¿qué existe menos?, ¿no será que los títeres son una parte de su inteligencia? o, mas todavía, que son una forma especial y autónoma de inteligencia. Dualidad que explica Gabriel Castilla con este aforismo: Cada instante en el teatro de títeres es un cuadro de un pintor que es armónico y a la vez inarmónico. Dentro de ese orden relativo está la rebelión del títere. Desordena el títere. Este rompe la armonía como un actor, ya sea pasiva o activa, pero desordena el doble de aquel y con esa descomposición crean una simetría absurda, pero completa. ¡Realismo mágico!

Paco Paricio del espectáculo de Titiriteros de Binéfar LA TIERRA DE ALVAR GONZÁLEZ. Foto de la compañía. Un espectáculo que recuerda la exhibición de la obra de Antonio Machado por La Barraca de Federico García Lorca.
Entender que lo fantástico y lo real coexisten sin sorpresas, integrando elementos mágicos (lluvias de flores, fantasmas, imposibles, etc.) en un entorno cotidiano reconocible y narrado con naturalidad por un titiritero y sus títeres con detalles sensoriales, donde lo extraordinario se vuelve parte de la realidad y a menudo denuncia lo político o lo social, difuminando el tiempo para revelar la profundidad cultural de ese Realismo mágico.
En el Teatro de títeres, el director de escena pretende en ocasiones en sus puestas en escena tejer lo mágico con lo cotidiano, siendo esto uno de los rasgos distintivos del realismo mágico, busca en la puesta en escena la naturalidad con la que se presentan los elementos fantásticos o sobrenaturales dentro de un marco realista. En el Teatro de títeres los personajes y las situaciones cotidianas conviven con lo inexplicable y maravilloso sin que esto cause sorpresa. Esto refleja la percepción de una realidad ampliada, característica de la visión del mundo desde la perspectiva del realismo mágico. Mezclar lo fantástico y lo real permite explorar las profundidades de lo humano a través de lo maravilloso y lo surreal.
La materialización del realismo mágico en el Teatro de títeres se observa en los espectáculos que trasladan un universo de ficción maravilloso utilizando un proceso introspectivo de fantasía exagerada, construyendo con los títeres acontecimientos que intentan amplificar los efectos de la realidad. En este menester los títeres, como objetos convertidos en sujetos dramáticos, siempre están dispuestos por sus peculiaridades a interpretar y narrar dirigiéndonos a un imaginario fruto del realismo mágico inherente al quehacer titeril.

Portada del libro de Paco Pâricio ‘Juegos y Recursos de un Titiritero’. Foto T.R.
Termino esta reflexión con otro aforismo de Gabriel Castilla, maestro titiritero que con sus títeres de guante representando una y otra vez las obras de Javier Villafañe es el mejor ejemplo de Realismo mágico, al igual que la inmensa familia argentina de los Di Mauro, puro Realismo mágico en su quehacer titiritero y en su vida por y para los títeres. Decía Güaira: los títeres son dueños del tiempo porque son a largo tiempo. Llegan antes al futuro y pueden ir después que se han ido. Al tiempo no le hacen pasado, sino le dan el presente que tiene el argumento.
Si comenzamos con Federico García Lorca lo justo es acabar con el poeta: termino con su saludo desaforado y empático escrito en el comienzo de su obra El retablillo de Don Cristóbal:
Saludo a Don Cristóbal, el andaluz, primo del Bululú gallego y cuñado de la Tía Norica de Cádiz, hermano de Monsieur Guignol de París, y tío de Don Arlequín de Bérgamo, como a uno de los personajes donde sigue pura la vieja esencia del teatro.
¡PÚBLICO! ¡RESPETABLE PÚBLICO! LA FUNCIÓN VA A COMENZAR.
Que sirva esta disquisición para introducir elementos teóricos a la construcción del oficio, abrimos el conversatorio.