(Cabeza de toro en la presentación de ‘Querencia’ en el Teatro Romano de Sagunto en agosto de 2025. Foto Provi Morillas)

Hemos podido ver en Barcelona, en el Teatre la Fàbrica, el nuevo teatro recién inaugurado que forma parte, junto con La Gleva, del conjunto Teatres del Farró, la obra Querencia, del gran dramaturgo de Sagunto Paco Zarzoso, interpretada por Lola López, Pep Ricart y Marcos Sproston, y dirigida por el autor.

Obra clave de Zarzoso y una de las que más éxito ha cosechado en sus viajes por España y América, rescatada para celebrar el 30 aniversario de la compañía La Hongaresa, formada por el mismo Paco Zarzoso, Lola López y Lluïsa Cunillé. Memorable fue la presentación en Sagunt A Escena, cerrando el Festival en el Teatro Romano de Sagunto, con música en directo bajo la dirección musical de Jesús Salvador ‘Chapi’, con la participación de la banda ‘La democrática’ de Pedralba y la actuación de la cantante Conxi Valero.

Representación en el Teatro Romano de Sagunto. Foto Provi Morillas

Pero vayamos a su estreno en La Fàbrica, donde está en cartelera del 19 al 30 de noviembre de 2025, de miércoles a domingo a las 19:00h.

Querencia

La obra nos plantea el enfrentamiento a cara de perro entre un hombre y una mujer que fueron pareja muy unida y que se separaron drásticamente hace tres años. Él era un crítico de teatro que harto de ver ‘tanta sangre artificial en el teatro’, y no tras despacharse con una crítica demoledora a su mujer, primera actriz de fama mundial, decide hacerse crítico taurino. Y para demostrar la vehemencia de su nueva vocación, en el apartamento donde vive solo hay una cabeza de toro disecada y un par de banderillas. Allí donde antes había cuadros, ahora no hay nada.

Pep Ricart y Lola López en el escenario. Foto Patricia Vargas

Ella, actriz famosa, como se ha dicho, triunfa con el personaje de Medea por todo el mundo, pero un día, en medio de los aplausos colosales del público, decide presentarse en el apartamento que en realidad es suyo y plantar cara a su ex.

Una situación que podríamos definir a priori como ‘normal entre parejas’, pero que ya muy pronto nos damos cuenta de que de normal no tiene nada. Bajo las máscaras en las que ambos se esconden, subyacen conflictos, carencias y querencias ocultas que se van desvelando, especialmente hacia el final de la tragicomedia.

Se trata de una especialidad del autor, de que sus personajes sean y no sean lo que dicen ser. Y que, en la lucha por encontrar salida a los conflictos habituales de nuestra especie, se abran curiosas ventanas llenas de misterio, que surgen de la misma escena en la que se encuentran, y que llevan las miserias humanas de sus carencias y querencias, valga la redundancia, al absurdo, cuando no a la contradicción y a la paradoja, de esas que no hay más remedio que aceptarlas como tales o morir.

En este caso, reina en el espacio del drama la cabeza imponente de Misionero, el toro disecado que cegó al padre del crítico, banderillero de profesión. De ahí las dos banderillas que complementan el austero decorado del salón. Una presencia, la de Misionero, que se impone como crucial, indicándonos la otra temática oculta de la obra: frente a los mundos vacíos y repetitivos de la cultura oficial, en la que el Teatro ocupa un puesto de honor, la obra canta otras verdades, como la fiesta de los toros cuya puerta nos abre Misionero, donde la sangre es real y los conflictos se dirimen cara a cara, el hermano toro y el hermano torero, como los llama el crítico, en un duelo a vida y muerte. Un contenido que se infiltra en el texto y que nos sitúa en un tipo de teatro popular ‘de verdad’.

Foto Patricia Vargas

En realidad, tras el enfrentamiento de los dos actores, se esconde un triángulo, cuyo tercer ángulo no habla, pero cuyo silencio nos dice cosas de más peso que las palabras. Un triángulo doble: simbólico el de Misionero, y humano el del hijo de la pareja, cuando aparece, también sin hablar, tocando una trompeta. La misma trompeta que tocaba el padre banderillero muerto.

De pronto, con la irrupción de los verdaderos triángulos, es decir del Tres sustituyendo al Dos, como por encanto, los conflictos pierden su peso, las contradicciones, base de los dramas irresolubles, se deshacen en migajas, y las absurdas pero tan reales paradojas se imponen, salvando a los personajes y haciendo estallar a los espectadores en carcajadas, pues cuando la liberación creativa sucede, irrumpe la fiesta en el escenario.

Atención, los terceros que aparecen en esta obra, el toro y el hijo, son terceros de peso, mientras que una supuesta amante del crítico, que los celos de su ex habían inventado, solo sirve para el melodrama.

La genialidad del autor es que toda esta situación ambigua de la tragicomedia está presente desde el minuto cero: aunque no se resuelve hasta el final, el diálogo nos conduce por dobles sentidos y constantes equívocos, con situaciones tan hilarantes como dramáticas.

Pep Ricart, Lola López y Marcos Sproston. Foto Patricia Vargas

Ya habrá entendido el lector que, para interpretar papeles de esta enjundia, son necesarios actores de la misma talla, es decir, enormes. En este caso, una magnífica por no decir extraordinaria Lola López que borda su papel de Medea y exmujer de un modo impresionante, un papel sumamente difícil, me imagino, al escalar las cumbres de la Tragedia para bajar luego a las más indecorosas del Melodrama, sin jamás sobrepasarse en un virtuoso ejercicio de sofisticada contención. Unas montañas rusas que el papel del crítico teatral hoy taurino, interpretado por un colosal Pep Ricart, también debe subir y bajar, y, aún más difícil, manteniendo siempre el porte de quien se considera cargado de dignidad por su querencia de los toros, a pesar de que nunca haya pisado arena alguna.

Para no hacer Spoiler de la obra, no detallamos los conflictos menores, más sociológicos y clásicos de la pareja, los cuales acaban estallando a la faz de ambos como petardos de verbena. Solo indicar que la maestría del autor se nos revela descomunal, con un dominio exquisito del lenguaje, esencial para poder navegar por este mar de ambigüedades, enredos y simulacros, y que explica por qué La Hongaresa, formada por ese potente triángulo creativo que es Lola López, Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso, pueda celebrar hoy sus 30 años de fecunda trayectoria con reconocimientos mayúsculos, y presentando en Barcelona dos títulos de peso: Querencia en La Fàbrica, y El Camino de la Sal en la Sala Beckett. De esta obra, la última estrenada por Zarzoso, hablaremos la próxima semana.

Ficha artística:

Autoría y dirección: Paco Zarzoso
Intérpretes: Lola López, Pep Ricart, Marcos Sproston
Espacio Escénico: Enric Juezas, Los Reyes del Mambo
Diseño de iluminación: Mingo Albir
Director técnico: Carlos Hinojosas
Diseño y realización de vestuario: Adame
Coreografía: Jéssica Martín
Composición y dirección musical: Jesús Salvador “Chapi”
Músicos: Trompetista solista: David Pastor Soprano: Conxi Valero Percusión: Chapi
Banda de Música: Societat Musical Lira Saguntina
Caracterización: Inma Fuentes
Diseño de cartel: Paco Llorca
Fotografía: Patricia Vargas
Prensa: Begoña Donat
Producción ejecutiva: Blanca Martínez
Ayudante de producción: Lydia García