(Julia Gimaré con una de sus marionetas. Foto compañía)

Seguimos relatando lo acontecido en este 24º Congreso de la Unima Federación España que ha tenido lugar en Plasencia, provincia de Cáceres. En concreto, hablaremos en esta crónica del homenaje que los presentes en el Congreso, capitaneados por Paco Paricio, quisimos hacer a la titiritera Julia Gimaré, residente en Coria, cerca de Plasencia.

Dejaremos para una tercera crónica el relato de la Asamblea y una atención especial a la compañía extremeña Soldenoche, cuyas dos componentes, las titiriteras Damiana Puglia Padilla y Fernanda Cáceres, fueron las responsables de la organización del Congreso.

Homenaje a Julia Gimaré, titiritera y exalumna de Tozer

Cabe detener aquí nuestro paseo por Plasencia y los regodeos que nos proporcionó para centrarnos en un homenaje espontáneo que los participantes del Congreso, bien dirigido por Paco Paricio, presidente de la Unima, hicieron a la titiritera de Madrid Julia Gimaré, instalada en Coria, a pocos kilómetros de Plasencia.

Julia montando su teatrillo. Años 80. Foto compañía

Curioso, supimos algo que desconocíamos: Gimaré fue alumna del maestro Harry V. Tozer durante su estancia en Barcelona, algo que desconocíamos, pues sabemos bien quienes fueron sus alumnos.

Su maestro, Harry V. Tozer fotografiado por Julia. Foto compañía

Julia es una de estas personas nacidas bajo el signo del arte y de la aventura. Liberada de la familia ya a los 17 años, su vida transcurre en un continuo deambular propio de alguien que decidió en su día enfrentarse a la vida sin miedo y de frente. Un cara a cara constante que la llevó de Madrid a Italia, donde muy pronto tropieza con los títeres y se da cuenta de que ahí hay algo que la atrae con pasión.

Marioneta de J.Gimaré. Foto compañía

Se instala como ayudante de un constructor de escenografías en el mismísimo Teatro La Escala de Milán, donde aprende sin darse cuenta las artes de la construcción manual de convertir la madera en caras y muñecos que se mueven e incluso pueden hablar. Las marionetas surgen de sus manos de un modo espontáneo, como le ocurría a Gepeto: tacos de madera que contenían en su interior personajes y vidas ajenas, réplicas de las que Julia llevaba en su interior.

‘Amor a un tomate’. Foto compañía

Sale con sus marionetas a la calle y deambula con ellas en la maleta de ciudad en ciudad, corriendo mil aventuras que enfrenta con su habitual filosofía: aceptar la vida tal como viene, sin dejarse pisar por ella ni por nadie.

Aterriza en Barcelona porque ha sabido de un maestro que enseña la marioneta de hilo. Es así como conoce al maestro Harry V. Tozer y se convierte en una de sus alumnas. Inevitable también recalar en el local de la Barceloneta de Pepe Otal y su Taller de Marionetas. En Barcelona se introduce en el ambiente titiritero siempre como un pájaro libre que llega y se va cuando quiere. Como cuando aparece por el Teatro Malic para seguir un curso con los ingleses Green Ginger.

En plena actuación. Foto compañía

Y así va saltando de ciudad en ciudad, abierta a la aventura, pero marcando distancias con el entorno, pues sabe muy bien que no todo es de fiar.

Julia Gimaré con Chocolate. Foto compañía

Finalmente decide un día instalarse en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Coria, una de las localidades más bonitas de Extremadura y de todo el país, en el centro de la llanura conocida como Vegas del Alagón. La misma ciudad donde vivía entonces el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, a quien, en homenaje suyo, el Ayuntamiento puso su nombre a la biblioteca pública del lugar.

El mago en el soportal. Casa de Cultura de Coria. Foto compañía

Viene a cuento mencionar a Sánchez Ferlosio porque en sus paseos por Coria, tropezó un día con Julia que se hallaba con sus marionetas en una plaza, quedando fascinado por ellas. Volvió al cabo con alguien de su familia, pidiéndole que repitiera la función, para poderla gozar de nuevo con su acompañante.

Marioneta inspirada en el personaje de Alfanhui, de la novela de Rafael Sánchez Ferlosio. Foto compañía

Julia realizó una marioneta del personaje de Alfanhuí, el protagonista de la primera novela de Ferlosio titulada Industrias y andanzas de Alfanhuí.

Chocolate haciendo el pino en la calle. Foto compañía

Julia Gimaré sigue con sus marionetas, aunque alejada de los circuitos, al tener que ocuparse también de su salud. Con la discreción que la caracteriza, Julia apareció en el Congreso de UNIMA y de inmediato Paco Paricio consideró que la Diosa Fortuna la había traído a Plasencia aquellos días para que la profesión titiritera española pudiera conocerla y otorgarle el homenaje que se merece, tras toda una vida de fidelidad a su arte.

Cabezudo de Julia Gimaré. Foto compañía

Alguien que a la chita callando ha creado a su alrededor un universo de títeres, muñecos, retablos, marionetas, cabezudos, gigantones y un sinfín de figuras y objetos. Según nos contó, en su casa de Coria tiene un espacio repleto de piezas de todo tipo, una especie de museo particular en el que viven, con toda su energía potencial intacta, personajes y figuras surgidas de su imaginación y de sus manos. Un legado que le gustaría dejar en buenas manos.

Juanelo con el toro Chiparrín. Cabezudos de J. Gimaré. Foto compañía

Un lugar merecedor sin duda de una visita en profundidad para un día dar a conocer a los titiriteros de aquí, pero también de Italia y de tantos otros lugares que se cruzaron en su camino de marionetista itinerante, este universo de la figuración poética afincado en Coria.