(Las dos máscaras. Foto de Jesús M. Atienza)
He estado en Barcelona en el teatro La Gleva, un teatro de barrio. He visto un espectáculo de títeres para adultos, A Manos Libres, una comedia dividida en escenas, eso que llamamos los titiriteros “rutinas”.
Toni Rumbau es el comediante y se entrega y nos provoca desde el rincón (no diré atalaya) del arte y del oficio titiritero.
Toni provoca y descoloca, sacude e interroga.
Pero… ¿por qué lo hace?
El montaje de polichinelas de este viejo titiritero comprende escenas de todo género: de conquista amorosa, de sexo, de educación, de barbarie, de nacimiento y de muerte; aparecen desparramadas procesiones de nazarenos, corridas de toros, baile flamenco, violencia gratuita y justificada, música festiva y tonos hermosos de la más rica vanguardia musical (obra de Octavi Rumbau).
Toni conoce y estudia el folclore, la iconografía popular y reflexiona sobre todas las manifestaciones del rito festivo y se nota.

Toni Rumbau. Foto Jesús M. Atienza
A Toni y a Eudald Ferré, director del montaje, les preocupa el poder y la revuelta. Si todos los divertimentos que presentan pueden parecer intranscendentes, por contra, nos conciernen sobremanera pues son cuestiones tratadas desde la categoría, para mí excelsa, del teatro con muñecos. Esa promiscuidad disparatada de “A mans lliures” (así se llama la opereta) bebe del juego más puro.
Al acabar la función nos preguntamos: ¿De qué iba la cosa? ¿Qué quiere Toni plantearnos? ¿solo divertirnos?, ¿nos enfrenta a la vieja disyuntiva: estás conmigo o estás contra mí?…

Manos. Foto Rebecca Simpson
Pero, si tras la función, nos permitimos cierta distancia, si nos damos oportunidad de masticar y digerir lo visto, encontraremos la respuesta pues esos viejos zorros titiriteros han colocado una carga con temporizador en nuestro corazón.
Dicen con poderosos argumentos llamados guiñoles: ni estoy contigo ni estoy contra ti; estoy contigo y a la vez contra tu mirada excluyente, contra tu rechazo de lo que consideras extranjero, contra tu preocupación novedosa y superficial. Estos muñecos, cuyos originales hizo Mariona Masgrau, (siempre en el recuerdo) que hemos reproducido, ni se burlan ni hacen apología, te dicen, te decimos que lo que vale es el juego y la dicha que acepta al otro. No construyas tu vida desde la negación de nadie. Gracias. Vayan a verlo.
Paco Paricio