(Comba Campoi y Larraitz Urruzola reciben el reconocimiento de la Unima Internacional. Foto Morreu o demo)

El pasado sábado 24 de mayo de 2025  salimos en tren desde Compostela hacia Madrid, muy temprano. Nos esperaban más de 30 horas de viaje, entre vuelos y traslados. Estábamos nerviosas, era mucha la responsabilidad que asumíamos Larraitz Urruzola y yo, viajando hasta Chuncheon en representación de las seis personas reconocidas por UNIMA Heritage por su contribución a la recuperación del patrimonio titiritero gallego. El viaje transcurrió sin incidencias y fue más llevadero gracias a la compañía de Doña Barriga Verde, que hizo las delicias de nuestras compañeras de vuelo Madrid-Pekín.

Pero debemos remontarnos a octubre de 2024, cuando recibimos la llamada de Idoya Otegui para comunicarnos la decisión de la Comisión del Patrimonio de la UNIMA. Compuesta por personas con una amplia trayectoria en la investigación y promoción del teatro de títeres como la francesa Lucile Bodson, el indio Dadi Pudumjee, y las norteamericanas Kathy Folley y Nancy Staub, junto a la propia Otegui, esta comisión recuperaba, diez años después, este reconocimiento impulsado por Jacques Trudeau, quien fue secretario general de UNIMA y uno de los responsables de la Enciclopedia Mundial de las Artes de la Marioneta (WEPA por sus siglas en inglés). De este modo, se retomaba el esfuerzo de la organización internacional por visibilizar y reconocer los esfuerzos de personas, jóvenes o mayores, a título individual o al frente de colectivos, por recuperar y preservar las distintas tradiciones de teatro de títeres del mundo.

De entre las múltiples nominaciones presentadas, la comisión eligió a 37 personas de cuatro continentes, primando el número de reconocimientos otorgados a Europa (18), seguidos por Asia (15), 3 del continente americano y una de Oceanía. Dentro de las homenajeadas europeas, destacaban en número las procedentes de distintas localidades italianas (ocho en total, de Ravena, Bérgamo, Tortona, Milán, Bari, Budrio y Friuli) y de la Península Ibérica, con el reconocimiento al trabajo de recuperación y preservación de las tradiciones del Belén de Tirisiti (Alcoy), Pepe Bable y La Tía Norica (Cádiz), la labor de divulgación del titiritero y estudioso catalán Toni Rumbau, el investigador andaluz Francisco Cornejo, o la tradición de títeres de Santo Aleixo, en Évora, además de las seis personas fundadoras de la Asociación Cultural Morreu o Demo, que fuimos las únicas que pudimos desplazarnos en persona para recibir el galardón durante la gala celebrada en Chuncheon.

Morreu o demo, y la recuperación de Barriga Verde

El reconocimiento de UNIMA Heritage nos fue concedido nominalmente a las seis personas que fundamos en 2013 la Asociación Morreu o Demo para la recuperación del títere tradicional gallego, tras años de colaboraciones previas. Anxo García, Pilar Álvarez y Julio Balado, por su parte, habían emprendido tiempo atrás la reconstrucción del espectáculo, recogiendo las memorias que Alfonso Silvent accedió a compartir con ellos. Mucho antes, Anxo García ya había iniciado una labor detectivesca al contactar con distintos autores que durante la dictadura escribieron sobre Barriga Verde. Gracias a ese trabajo de recopilación contamos hoy con los relatos de la experiencia como espectadores de Antón Fraguas, Manuel María o Borobó, destacados autores de la literatura gallega.

José Silvent, vestido de payaso llamando la atención del público. Ambiente de la época de la posguerra civil española. Foto Wikipedia

En paralelo, otro incansable activista cultural, Xaime Iglesias, comenzó a rastrear las huellas de la familia Silvent como titiriteros en el barrio de Lérez. Como presidente durante muchos años de la Asociación Cultural Cedofeita, asumió con entusiasmo la misión de poner en valor la memoria de su insigne vecino. Recogió testimonios de personas que habían asistido  a las representaciones, visitó archivos y finalmente completó la biografía de Xosé Silvent Martínez el mismo año en que fundamos la asociación. Por su parte, Germám Ermida, antropólogo y periodista nacido en Pontevedra, activista cultural e impulsor de colectivos como BDBanda, había escrito varios reportajes sobre el personaje de Barriga Verde y la familia de titiriteros que lo llevó por toda Galicia. Finalmente, Comba Campoi, también periodista, había entrado en contacto con los miembros de Viravolta en 2009 para la producción del documental en el que se acompañaba a los titiriteros de Lalín en el proceso de reconstrucción del espectáculo, al tiempo que se mostraba la vigencia de la tradición de origen polichinesco en otros países de Europa. En su tesis doctoral trata de mostrar el papel desempeñado por el teatro de Silvent como medio de comunicación de los grupos subalternos durante la dictadura de Franco.

Barriga Verde y el diablo, en la versión de Viravolta. Titiriberia 2024. Foto Manuel Silva

Todos estos empeños confluyeron en la creación de una asociación cultural, entidad jurídica que permitía multiplicar el alcance de las acciones y facilitaba la interlocución con las administraciones. Eso permitió la edición del documental en formato libro-DVD, la organización de la exposición Barriga Verde, de feira en feira, con piezas originales cedidas por la familia Silvent y que fue visitada por más de 11.000 personas en distintos museos de la Península, la celebración de charlas en museos, bibliotecas y asociaciones culturales y el desarrollo del programa educativo “Da Barraca á aula”, de introducción de los títeres en los centros educativos. Desde 2016, además, la asociación organiza el festival Titiriberia, el único en el Estado especializado en las formas tradicionales de teatro de títeres y donde anualmente se dan cita los distintos “barrigas verdes” y otros parientes de la Península y allende los Pirineos.

Borja Insúa con Barriga Verde y la Muerte. Foto T.R.

Tras más de una década de trabajo asociativo, el reconocimiento de UNIMA fue celebrado como la constatación de que las cosas se están haciendo bien. Con muchísimo cariño, muchísima entrega y mucha reflexión detrás. El siguiente paso debe ser, sin duda, conseguir el reconocimiento como patrimonio cultural inmaterial por parte de las instituciones gallegas, españolas e internacionales. O quizás haya que comenzar por las más lejanas para que las instituciones locales entiendan el valor de lo que tenemos entre manos.

El retablo de Larraitz Urruzola. Foto Manuel Silva

Viaje a Chuncheon

Finalmente, gracias al apoyo de la Axencia Galega das Industrias Culturais de la Xunta de Galicia, conseguimos que dos representantes del colectivo pudieran viajar hasta Corea del Sur y recoger físicamente el galardón durante el congreso que UNIMA celebra cada cuatro años y que en esta ocasión tendría su sede en la ciudad de Chuncheon, a 70 km al norte de Seúl. Tal misión nos fue encomendada a Larraitz Urruzola, titiritera vasco-gallega que desde su incorporación a la asociación desempeña una labor importante en la coordinación de proyectos y en la producción del festival Titiriberia; y a mí, en calidad de presidenta de la asociación.

Nada más llegar a la ciudad de Chuncheon, a pesar del cansancio del largo viaje, las dos delegadas de la Asociación Morreu o Demo nos pusimos a buscar las distintas sedes del festival de títeres que se celebra anualmente en esta ciudad y que había comenzado el día 23, con un extenso programa de espectáculos de calle y de sala con artistas llegados de todo el mundo. La primera dificultad con la que nos topamos fue la del idioma. No habíamos imaginado hasta qué punto nos sentiríamos perdidas en un país donde la inmensa mayoría de los rótulos están en un alfabeto desconocido para nosotras y donde pocas personas entienden o hablan inglés. De algún modo, este primer choque cultural nos hizo constatar la enorme diversidad cultural de este mundo y sacudirnos el eurocentrismo que traíamos de casa. Pese a la sensación inicial de desorientación, pronto desarrollamos estrategias para hacernos entender, y procuramos siempre la ayuda de la juventud, que sí solía manejar la lengua franca de Occidente y que fue increíblemente amable.

Barriga Verde bailando al son de uno de los espectáculos del Festival en Chuncheon

Y así, conseguimos llegar a tiempo para asistir a la función que iba a tener lugar en el teatro de títeres de Chuncheon, una infraestructura especialmente concebida para albergar funciones de títeres, situada junto al Museo de Títeres de Chuncheon, lo que da una idea de la importancia que en la ciudad se concede a esta forma escénica. Allí pudimos disfrutar de A Bucket of Beatles, de la compañía indonesia Pappermoon Puppet Theatre, un montaje creado a partir de la historia y los diseños de un niño de seis años que también participa como manipulador. El espectáculo, sin palabras, combinaba las máscaras y los hermosos muñecos de varilla, además de sombras que creaban el contexto de la historia: una selva amenazada por la deforestación donde un niño entabla amistad con diferentes escarabajos. A las puertas del teatro encontramos a Ana Lorite y Sergio Aguilar de la compañía Naranjarte, que habían participado la víspera en el gran desfile de inauguración del festival. Ana, como representante de UNIMA Nueva Zelanda, estaría presente en todas las sesiones del congreso. Nos presentaron a James Webster e Hinemoa Jones, que estaban allí para recoger el reconocimiento por su labor de preservación de la tradición maorí de títeres. Tras el espectáculo nos retiramos al hotel, a descansar del largo viaje y prepararnos para la intensa jornada que nos esperaba al día siguiente, cuando daría comienzo el Congreso de UNIMA y la entrega de reconocimientos.

La gala de entrega de galardones

A la mañana siguiente nos acercamos hasta el hotel Bears, donde se desarrollarían las sesiones plenarias y los debates de los grupos de trabajo del Congreso. Más tarde tendríamos ocasión de explorar la zona, en un agradable parque situado en uno de los meandros del río Soyang, verdadero pulmón verde de la ciudad, ya que alimenta una vegetación exuberante a lo largo de distintos parques, islas y puentes peatonales que permiten desplazarse a pie o en bicicleta. Pero a primera hora del lunes todavía no sabíamos eso, y el objetivo principal de estas gallegas desorientadas era dar con alguien de la organización para presentarnos y saber cuándo tendría lugar la entrega de los reconocimientos. No tardamos en encontrar a Diana Cristina Monteanu, conocida por todos como Dydy, de origen rumano pero perfectamente fluida en coreano, quien fue nuestro contacto prioritario para la logística de nuestra estancia en Chuncheon, como invitadas especiales a la primera jornada del Congreso de UNIMA. Ella nos puso en contacto con el equipo técnico que estaba preparando la ceremonia y nos guió hasta nuestros asientos. Ya instaladas, comenzó una intensa sesión de saludos y presentaciones con algunos de los delegados de UNIMA que se acercaron a saludarnos. Además de Carles Canellas, que sería el encargado junto a la quebequesa Sabrine Baran de conducir la ceremonia, conocimos a Karen Smith, la presidenta saliente de UNIMA, australiana afincada en Estados Unidos. Nos cautivó la simpatía de esta mujer que compartió con nosotras su experiencia de investigación del teatro popular indio y su potencia como herramienta de desarrollo comunitario. También fue una alegría encontrar allí a Isabella Brochado, brasileña afincada en Aragón y que participó en 2023 en el Titiriberia con su espectáculo y exposición de mamulengos.

Comba Campoi se dirige a los congresiste junto a Larraitz Urruzola. Foto Morreu o demo

La primera de las actividades programadas en la jornada, tras los saludos de rigor entre las personas asistentes, era la presentación de las galardonadas con los Premios del Patrimonio. Solo 11 de las galardonadas estábamos allí, y cada una contó con un breve tiempo para presentar la labor por la que éramos reconocidas. La presencia de los galardonados del continente asiático era, lógicamente, mayoritaria. La primera en intervenir fue Roberta Colombo, en su nombre y en el de los hermanos Andrea y Mauro Monticelli, promotores de la Casa delle Marionette de Rávena. La marionetista italiana leyó un discurso en favor de la importancia de los espacios abiertos a la comunidad y del teatro de títeres como expresión viva de las gentes de distintas generaciones. A continuación fue el turno de los galardonados nipones. Tres de ellos, Kazuhide Tsujimoto, Masako Nakauchi y Kimiyo Minami hicieron una presentación conjunta del teatro Hakomawashi, tradicionalmente representado por titiriteros ambulantes en el Japón rural. Ataviados con trajes tradicionales, mostraron sendas cabezas de títere que, a partir de complejos mecanismos internos, pueden pasar de una expresión facial dulce o serena a otra desencajada o histriónica, propia de un estado de trance. Contaron cómo este tipo de teatro ejercía una función ritual y favorecedora de las cosechas en el Japón tradicional, pero decayó tras la Segunda Guerra Mundial. Estos tres titiriteros han conseguido, con su entusiasmo, mantenerlo vivo en la provincia de Tokushima.

Seguidamente intervino Koryu Nishikawa V, el quinto miembro de una generación que creó, hace casi doscientos años, un tipo de teatro de títeres llamado Kuruma ningyō, donde un solo titiritero, sentado en una especie de banco, manipula el muñeco utilizando manos y pies.

 Fueron tres las homenajeadas procedentes del país anfitrión del congreso, aunque solo dos intervinieron en la presentación de la mañana. La más veterana, la pionera del teatro tradicional Batal, Park Jeong-im, no pudo asistir a la sesión matutina, aunque sí a la gala de entrega de premios que tendría lugar por la tarde. Así pues, intervinieron los otros dos titiriteros, representantes de la tradición del Kkokdugaksi Noreum, una de las formas más antiguas de teatro de títeres de Corea, que era representada por un gremio de titiriteros ambulantes llamados Namsadang, situados como de costumbre en el estrato más bajo de la sociedad de su época. Los dos homenajeados forman parte de dos generaciones distintas que mantienen viva esta tradición, desde la veteranía de Nam Ki-moom hasta el oficio y la vocación renovadora del joven Eun Daejin, descendiente de una familia de titiriteros tradicionales y que nos asombraría con su virtuosismo en la fiesta de apertura del Congreso esa misma noche.

A continuación tomó la palabra el mexicano Alejandro Jara Villaseñor, fundador de la compañía Tiripitipis y del Museo Nacional del Títere de Huamantla, que proyectó un fragmento de un video donde se mostraba su trayectoria como especialista en títeres prehispánicos.

 Llegó entonces el momento de nuestra intervención, donde pronuncié un breve discurso agradeciendo el reconocimiento a UNIMA, y también a AGADIC por haber facilitado nuestro viaje, así como a las instituciones que, poco a poco, comienzan a darse cuenta de la importancia de preservar el patrimonio titiritero. Mientras tanto, Larraitz manipulaba a su Doña Barriga Verde detrás de mí, provocando las carcajadas del público. También proyectamos el video que realizamos expresamente para la gala y que puede verse en el canal de YouTube de UNIMA, donde las distintas personas homenajeadas explican su contribución a la recuperación y revitalización de la tradición de títeres populares en Galicia.

Para terminar, James Webster e Hinemoa Jones hicieron una breve demostración de la tradición Karetao, títeres ceremoniales de la cultura maorí. Grandes muñecos antropomorfos con forma de bastón, cuyas extremidades eran manipuladas con cuerdas pero que también servían como instrumento de viento al destapar un orificio en la parte superior de la cabeza.

Una cálida acogida

Fueron muchas las personas que se dirigieron a nosotras al final del acto y a lo largo de esa primera jornada del congreso, tanto durante el almuerzo como en la gala de entrega de la tarde. Después de la cena visitamos todos juntos el mercado de títeres y la ceremonia de apertura del Congreso, que se desarrollaron en el KT&G Sangsangmadang, un espacio sociocultural con un anfiteatro al aire libre. En el mercado pudimos conocer los trabajos de una veintena de compañías coreanas de títeres, algunas de las cuales veríamos actuar por la noche. Nos sorprendió la vitalidad del teatro de objetos coreano y la diversidad de técnicas utilizadas, que van desde lo tradicional hasta formas más contemporáneas en las que se incorporan los propios teléfonos móviles o la robótica en los espectáculos.

Al día siguiente, invitadas por UNIMA, participamos en las visitas a la aldea natal del escritor Kim You-Jeong y al mercado tradicional Pungmul, que nos deslumbró por su colorido y la multitud de sabores y olores. Compartimos estos momentos con Ángel Casado, quien dirigió durante muchos años el festival de títeres de Alicante, y con Marta Riera, coordinadora de artistas internacionales de la Mostra de Igualada.

Comba Campoi, Ángel Casado y Larraitza Urruzola. Foto Morreu o demo

Las iniciativas de recuperación del títere tradicional gallego despertaron el interés de propuestas similares en otros países, como la que desarrolla Gianluca di Matteo en Turín, que trabaja con niñas y niños y personas con diversidad funcional en una línea similar al proyecto Da Barraca á Aula de la AC Morreu o Demo. También se puso en contacto con nosotras Mareike Gaubitz, responsable de documentación e investigación del Foro Alemán del teatro de formas y de títeres, que tras conseguir el reconocimiento del Kasper como Patrimonio alemán están buscando socios con los que emprender un proceso para el reconocimiento internacional de la tradición europea de títeres. En ese camino seguimos.

Dos días después de nuestra llegada a Chuncheon emprendimos viaje hacia Seúl, donde pasamos unos días antes de tomar el avión de regreso a Madrid. Volvimos con la maleta llena de folletos sobre espectáculos coreanos y de otros lugares del mundo, muchos contactos y muchos recuerdos de esos dos días inolvidables. Y la satisfacción de ver que los títeres y las personas que les dan vida gozan de muy buena salud a nivel internacional. Esperamos ser capaces de contagiar ese entusiasmo a nuestro regreso a Galicia.