Se ha presentado estas dos últimas semanas en el Antic Teatre de Barcelona, el nuevo espectáculo de Macarena Recuerda Shepherd titulada COSA. Intervenir un cuerpo. Se trata de la obra que cierra la trilogía sobre el Ilusionismo, una investigación que la autora lleva a cabo desde hace ya unos años.

Como explica ella misma en el programa de mano, ‘se trata de una investigación que la ha llevado a pensar cómo la ilusión conecta con la esencia del hecho teatral, exponiendo sobre la escena la convención y la magia, la realidad y su doble, la acción y la ficción’. Una investigación que se inició en 2017 y de la que han salido los títulos: ¡Ay! ¡Ya! (2018), sobre las imágenes perceptivas pensadas desde el cuerpo, y The Watching Machine (2020), sobre las imágenes pensadas desde la luz, la sombra y el reflejo. En la tercera que ha estrenado ahora, COSA. Intervenir un cuerpo, ‘investiga las imágenes perceptivas de lo escenográfico, pensando el cuerpo como un material más, cosificándolo hasta convertirlo en atrezzo’. Y acaba diciendo la autora: ‘COSA es una pieza de danza compuesta por un cuerpo de baile objetual’.

Como puede verse leyendo estas palabras, nos encontramos ante una artista a la que le gusta experimentar. Pero de entre todas sus palabras, yo me fijaría en una de ellas, que repite al menos dos veces, la palabra ‘perceptivo’, y que nos una pista de por donde anda su investigación. A mi modo de ver, se centra especialmente en algo tan sencillo, elemental y complejo como es el hecho perceptivo en sí mismo: la percepción. Dicho en otras palabras, tras ver las tres obras de la trilogía y aún a riesgo de equivocarme, yo diría que lo importante de todas ellas, además de los contenidos en sí, es, por encima de todo, la atención que se pone al ‘hecho perceptivo’. Algo que en realidad se asocia a los contenidos, por supuesto, pues estos le sirven para crear esas situaciones ambiguas, casi de trampantojo, pensadas al milímetro para confundir la percepción y obligar al espectador a fijarse en algo que pocas veces es objeto de atención: el mirar, el acto mismo de percibir.

De ahí la extrañeza que sus acciones provocan y que te obligan a mirar y remirar, hasta entender que hay un juego de ilusión y que lo satisfactorio es darte cuenta de cómo estamos percibiendo. ‘Percibir el percibir’, tal sería el objetivo último indirecto, sutil, que aparentemente no justifica un espectáculo, pero que en cambio lo llena de una intensidad extraña, poderosa, que tiene que ver con el tiempo, por supuesto. Pues esta atención al percibir se estira en el tiempo y acaba convirtiéndose en eso, en un ‘percibir el tiempo’ que juega a hacerse doble, a hacerse espacio, gracias a sus trampantojos, como si la esencia secreta del tiempo fuera esto: estar en una constante ambigüedad, en ‘ser y no ser’ a la vez lo que ves o aparentas ver o ser. Pero sin tomar partido, indicando que tanto vale una imagen como la otra, una verdad como su contraria. Lo importante es el juego y el entremedio, el espacio que se abre en este estar consciente de ser doble, de ser dos cosas a la vez.

En COSA, Lidia Zoilo (pseudónimo de Macarena Recuerda Shepherd, y viceversa) se ha detenido en jugar con un material, el cartón, que muestra una curiosa ambigüedad: por un lado, es un material común y anodino que no tiene ningún misterio en sí. Por el otro lado, el modo cómo es tratado por las dos actrices que se esconden en él lo convierte en algo extraño. Crear extrañeza en algo que no la tiene sería la ambigüedad con la que juega en esta obra. También dicho en otras palabras: cualquier cosa, según como la mires, la muevas o la habites, deja de ser lo que es y se convierte en otra cosa desconocida.

Macarena Recuerda Shepherd (Lidia Zoilo)

Lo genial de la propuesta es que, tras proponer al espectador esta ambigüedad, Macarena Recuerda la acaba convirtiendo en los eslabones de una construcción que llena y transforma el espacio, creando un entramado misterioso a base de un material que ha dejado hace rato de ser lo que es -sin dejar nunca de ser pura y simplemente cartón-. Construir en el espacio con los ladrillos de un material que durante una hora ha almacenado tiempo de percepción ambigua, es decir, atenta a sí misma. ¿Qué más podemos pedir a una artista del escenario?

El estilo tan personal de Macarena Recuerda es realmente único, y no es de extrañar que despierte el interés cuando no el furor de nuevas generaciones de espectadores que buscan algo nuevo, lejos de los contenidos machacones habituales -psicologías, ideologías, catástrofes, psicopatías, anclajes al pasado, etc-, y prefieran adentrarse en la aventura de una percepción nueva, abierta a lo inesperado y a lo desconocido.