(Maite Miralles y David Fariza con Carabás y el Gato. Foto compañía)

El Teatro La Estrella acaba de estrenar su último espectáculo en la Sala La Petxina de Valencia, El Gato con Botas, una adaptación libre del famoso cuento de Charles Perrault realizado y dirigido por Simón Fariza. Y lo ha hecho en la línea que es propia de la compañía, una combinación de trabajo de clown y marionetas.

Intervienen en esta ocasión los titiriteros-payasos Maite Miralles y David Fariza (alternando con Ana Burguet), en sus papeles habituales de Cuchufleta y Coscorrito, encargados de contar el cuento y llevar el ritmo de la obra. Y hay que decir, vistas las primeras imágenes del espectáculo, que ambos están en uno de sus mejores momentos, tal es la vitalidad que manifiestan, pero sin excederse ni sobreactuar, sino mostrando una contención que es propia de quien posee años de oficio, con movimientos certeros y eficaces.

Ana Burguet y Maite Miralles. Foto compañía

Muy atractiva es la escenografía, con un retablo de doble boca (elevado para los títeres y bajo para las marionetas) enmarcado por dos puertas giratorias, una a cada lado, que funcionan magníficamente para conducir la acción hacia lo que podríamos calificar de ‘obra de payasos de enredo’, con un juego de entradas y salidas que permite desarrollar una coreografía rica en gags para el goce de niños y familias. Se nota la mano de la pintora Maite Miralles, con sus colores rojos y elegantes, siempre con una nota personal y artística, quien también ha diseñado las marionetas, muy bien construidas por Sandrine Costa y David Fariza.

El retablo con una de las puertas laterales girando. Foto compañía

Ocupa un lugar importante la música, que firma Ginés Gil y Simón Fariza, magníficamente adaptada al ritmo que imponen clowns y marionetas, versátil, atractiva y funcional.

La Estrella traslada el cuento de Perrault y los sueños de Carabás -al que el pícaro gato eleva rápidamente a la categoría de Marqués- al mundo del circo, contexto natural no solo del personaje sino también de Cuchufleta y Coscorrito, de modo que el ardid del gato, para conquistar a la Princesa (una trapecista de circo), consiste en mostrarle las habilidades funambulistas del Marqués de Carabás.

David Fariza con el Marqués de Carabás. Foto compañía

Simón Fariza, en su versión del cuento, ha querido explorar básicamente el juego de los dos actores-payasos en su relación con las marionetas, en una línea que podríamos denominar ‘clásica’ de La Estrella, y que sin duda conectará de inmediato con el público habitual de la sala, que conoce muy bien el trabajo de la compañía. Para ello, ha dejado de lado los personajes del rey, del ogro y de los campesinos, los cuales, en cierto modo, son sustituidos por los mismos espectadores; estos, con sus aplausos, son los encargados de entronizar al tímido funambulista en gran artista de circo y así enamorar a la Princesa trapecista.

Maite Miralles con la Princesa y el director del circo. Foto compañía

Tras el esplendoroso viaje al mundo romano que significó Les Magníficus, La Estrella se ha centrado en esta ocasión en el mundo del clown que ha sido una de las señas de identidad de la compañía: un regreso a sus orígenes para no perder el contacto con un género que conocen bien y con el que se sienten seguros, afín de nutrirse de una de las fuentes teatrales más vitales y energéticas que existen: la del circo y los payasos.

Carabás y el Gato. Foto compañía

El viaje de La Estrella por los mundos del títere y del teatro continúa con más fuerza que nunca, enfrentándose a una época que gusta poner palos a las ruedas. Los espectadores de Valencia que a lo largo del tiempo han seguido sus aventuras, pueden estar tranquilos: con fuerzas de la naturaleza como los Fariza y Miralles, no hay olas ni pandemia que puedan. El espectáculo continúa.